Partida Rol por web

La Llama negra gira la cabeza. Ha escuchado algo, alguien se acerca. Fundiéndose en las sombras mira hacia una de las ventanas y descubre el rostro agazapado de una vigilante que les observa desde fuera. Seguramente habrá visto a los otros tres, que parecen no percatarse de la presencia de la nueva compañera: una mujer enfundada en un mono azul oscuro y cuya máscara tapa todo su rostro. La Llama no la reconoce.

La Llama trepa hasta lo alto, agazapada entre las sombras, dejando atrás a sus otros compañeros sin decir nada. A través de la maquinaria alcanza la zona superior y sale nuevamente por la claraboya. Se desliza cuidadosamente por el tejado hasta llegar al borde y situarse sobre la mujer acechante.

La chica sigue atenta al interior del local. Parece susurrar, hablar consigo misma. Por un momento la Llama piensa que la ha pillado desprevenida pero, en ese momento, la otra mujer se gira y mira sorprendida a la Llama...

Cállate viejo.-Dice la voz calmada y anodina de Fredric.

Fredric mira a su alrededor como loco. Ve en SUT a su hermana metida en el coche, no entiende muy bien lo que le pasa por la cabeza, pero cree que su familiar creció y se enfundó en unas mallas para meterse de lleno en la boca del lobo.

Su parte animal mira con ojos escrutadores todo. La carretera, ¿es de petróleo? Si tiene partes de arena, el coche dejará huellas, sino, no podrá seguirlo. En caso de que no pueda, levanta su rifle con mira telescópica y apunta al coche en el que no iba SUT. Desprende la cuerda de su garfio, para que no puedan localizarlo fácilmente y dispara el garfio al cristal trasero del coche medio enloquecido porque siente que va a perder a su hermana.

Tras esto vuelve a ocultarse entre las sombras y se prepara para actuar, con su adrenalina bien alta.

Fredric examina los coches durante un instante. Después comprueba que están abiertos. Es evidente que ningún chorizo callejero vendrá hasta aquí para robar un coche. Desconecta el cable del contacto y procede a una minuciosa revisión de los vehículos. Muchas veces ha encontrado cosas que le han dado pistas para continuar su camino. La parte feral de Fredric piensa que solo son tonterías, pero el otro lado sabe que a veces el perder un poco de tiempo buscando puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

Esta vez hay recompensa. Y por partida doble. Fredric sonríe como lo haría un tiburón que encuentra a una presa. No hay nada agradable en ese gesto, aunque nadie pueda verlo oculto bajo su máscara.

Lo primero que encuentra es la causa del silencio de SUT. Un inhibidor de frecuencias en el interior del coche, bajo el asiento del acompañante. Secretitos. Quest es el rey de los secretitos. Pero hay más. En uno de los maleteros - Fredric cree que es el coche que conducía el propio Quest - encuentra un doble fondo. Está bien oculto, pero los sentidos de Fredric aumentados por la presencia del conejo en su espíritu(1) sobran para localizarlo. El interior del compartimento tiene una ropa de calle: ropa deportiva. Y una cartera. Fredric la recoge: dinero, tarjetas, documentación. Nuevamente la sonrisa. Milton O'Rourke, NY. La foto muestra un afroamericano de unos 20 años de aspecto atlético. Hay un par de carnets de socio de entidades deportivas y otro que lo identifica como profesor de artes marciales. Un tipo duro este Quest. ¿Pero no era todo un coquito? Para ser alguien a quien no le gusta la acción no parece mal dotado para la misma.

Fredric pierde algo de tiempo mirando alrededor de los coches. Después encuentra una zona en la que hay una pisada que se dirige hacia el oeste. Otras huellas van por el mismo sitio: tres pares de huellas para ser exactos. Una la reconoce como la de la bota de SUT así que las otras deben ser de sus acompañantes...

Fredric camina silenciosamente por el tejado, procurando no tocar nada del cableado.

Mierda de florituras. Salta dentro y destroza a ese puto muchacho. Se está riendo de todos. Por lo menos ha reunido a esa pand...

Calla estimado compañero. Trato de mantenernos vivos a los dos. Recuerda quién te ayudo a escapar de la cárcel.

Una mierda. No puedes pasarte toda la vida repitiendo el mismo favor. Hasta ahora soy yo el que nos ha mantenido vivos, el que pudo con el ruso y el que nos alimentó. Vas a tener que darme el control.

Las voces en la cabeza de Fredric pelean con intensidad.

Hasta que sólo permanece una voz.

Haremos esto a mi manera y tu tendrás tu jodida boca bien cerrada.

Las venas de los músculos de Fredric se hinchan y arranca de cuajo todos los cables del tejado. Luego corre a esconderse entre las sombras y busca una posible entrada en la que no haya gente por la chimenea o por una de las ventanas.