Partida Rol por web

*Jodidos cabrones bastardos hijos de una puta ramera de lupanal barato, déjame arrancarles las tripas*

*No, no, no, no, piensa en lo que diría el siquíatra sobre esto, ahora que ya es parte de nosotros sabemos que hacer eso sería darle la razón. Estuviste en la cárcel por guiarte por los impulsos que te dictaba tu hipotálamo, esas cosquillas que suben por tu columna, aun las sientes, pero no puedes dejar que te dominen.*

*El tren sigue arrastrándose por este puto agujero, estamos rodeados de mierda que crecerá, tendrá hijos después de violar a mujeres vírgenes y tu puta mierda de cobardía no va a solucionar estos problemas que germinan ante nuestros oj... *

*Mi queridísimo amigo, estás haciendo perder mi precioso tiempo, ahora debería de acercarme a estas pobres criaturas y darles a entender cómo debería ser su comportamiento para mejorar como seres humanos, antes de influir tan siquiera en nuestra gloriosa nación.*

*Eres el tío listo de los 2 y el único que me habla y me da sabios consejos desde que somos varias personas tras devorar el alma de otros. Lo haremos a tu manera, pero si no funciona, les arrancaré la cabeza y ofreceré su sangre a nuestro amigo el siquíatra para que empiece a conversar con nosotros. Está muy callado desde que lo devoramos.*

Fredric se acerca a los punkis, mirando al mapa de situación del metro para saber si queda mucho para llegar. Empuja sin mucha delicadeza a la mujer embarazada ( Fredric, trátala con suavidad, lleva en su seno el futuro de la patria ) para situarla en un sitio que él cree será más seguro. Luego se acerca a los punkis hasta situar su rostro a pocos cm de los de ellos.

Disculpen supuestos caballeros, ¿conocen los efectos de esa basura que están quemando y absorviendo el humo cuando penetre en su interior y corra por sus venas? Verán, me he marcado solucionar el problema de la incompetencia y desidia en la que se sume nuestra patria y creo que ustedes podrían ayudarme. Pero antes ...

Fredric les quita el porro de la boca, lo tira al suelo y pisotea esperando con una mirada inquietante la respuesta de los jóvenes.

La pupila de Fredric se cierra sobre si misma. La vocecita inteligente de Fredric se va apagando y callando lentamente, como si estuviese cayendo por un pozo ...

... cada vez se oye menos y menos y menos ... Las venas del puño se hinchan, los movimientos que realizan denotan gastar el mínimo de energía en el máximo de movimiento. Se tapa la con el sombrero de forma que las cámaras graben lo menos posible de su rostro.

La onda es un movimiento.

Agarra al último punki que le amenazó por la cara y le estrella la cara contra el cristal, procurando atravesar su cabeza a través del cristal y estamparlo contra el muro del metro que se mueve tras ellos a gran velocidad.

Sigue la onda jodido bastardo hijo de un lupanal repleto de zorras.

Mientras los sesos y la sangre salpican su cara, espera la reacción del otro punki. Si no huele su miedo, sería interesante tomarlo y aleccionarlo para convertirlo en un guerrero que cambie desde sus pilares esta nación podrida. A la vez Fredric se relame esperando que el mensaje llegue no sólo a la escoria fumamierda que le mira con ojos de cordero-estampado-contra-un-túnel-de-metro, sino también a esos mariquitas vestidos con ropajes de bailarina que se autoproclaman defensores por la libertad, esos jodidos superhéroes.

La voz al final del pozo le avisa:

*No dejes que el metro llegue a la siguiente estación. Frénalo y sal por una salida de emergencia.*

*Creo que este punkarra sería un trofeo magnífico, nadie le echará de menos.*

*Tira ya del freno de mano y baja del tren. Sus ropas nos servirán para que no nos identifiquen.*

*Su ropaje apesta.*

*Tu hueles a delito a más distancia que el camello que les suministró el cannabis a éstos.*

*Siempre serás más inteligente.*

Fredric tirará del freno de mano, y tirará al punki vivo a las vías para salir con él preso por una salida de emergencia.

Una alarma suena en algún sitio... Los matones miran hacia los almacenes que están al fondo del muelle. Fredric interpreta las señales. Sí... Es el momento... Es necesario entrar.

Cogiendo carrerilla desde el callejón y con la vista fija en el ojo de buey flexiona sus músculos. La rabia de su alma impulsa su vuelo y atraviesa limpiamente uno de los ojos de buey, aterrizando entre una lluvia de cristales es una pequeña cámara de metal... Todavía rueda por el suelo mientras intenta hacerse con una idea de donde se encuentra. ¿Un almacén? Hay cajas amontonadas en un espacio de poco más de treinta metros cuadrados. El ruido. El ruido de los cristales puede que haya alertado a alguien...

Acechando junto a la puerta Fredric espera pacientemente como un tigre a su presa... Sus facciones vendadas no pueden ocultar la sonrisa de su rostro depredador mientras entreabre ligeramente la puerta y, agachado junto a la pared, espera que alguna mosca caiga en la red.

Unos pasos se aproximan y oye algo en un idioma desconocido... Dos personas hablan entre ellas y una se aproxima a la puerta.... Sí, está cerca... ¡AHORA!

El primero no tiene tiempo de saber que es lo que está pasando antes de lanzar un alarido y caer al suelo agarrándose el tobillo. El segundo, que quizás no esperaba encontrarse con un tigre enjaulado, solo puede intentar echar mano de la pistola antes de que el tablón se estampe en su rostro. La sangre salpica todo y sigue un juramento del que ha caido. Fredric no lo ha olvidado. Deja caer todo su peso sobre el codo y lo estrella contra la nuca del maleante que solo acierta a sentir su cuello roto sin llegar a comprender nunca que es lo que lo ha matado. El individuo que sigue en pie ha logrado gritar algo en ruso mientras echa de nuevo la mano a la pistola. Mal chico, piensa Fredric mientras agarra sin dificultad a su oponente y le rompe el brazo a la vez que aprieta su traquea para que deje de gritar... definitivamente.

No han pasado ni diez segundos pero seguro que el grito de uno de los matones atrae a más oponentes. Fredric se alza exhultante entre los restos de sus oponentes...

Fredric se abalanza sobre el enorme ruso con su parte más visceral y salvaje liberada y deseosa de sangre. Los rusos de la puerta notan como se libera un miedo antiguo, atávico, ante lo que parece un monstruo con aspecto humano. Por su parte el Camarada se ve sorprendido por tan repentino ataque, pero se vuelve con más agilidad de la que se sospecharía al ver semejante masa de músculos...

Una vocecita se escucha en el fondo del pasillo. Guilty Fredric mira hacia el fondo y todo se detiene a su alrededor, lo que pasa en el fondo de su pensamiento, pasa en menos de un microsegundo, así que toda una conversación entre Fredric y Guilty Fredric dura un microsegundo, son conversaciones profundas en las que todo parece detenerse a su alrededor. Han estado separados mucho tiempo, exactamente 2 muertos y medio, suficiente como para que sólo una parte se quede dentro de Fredric. Fredric aparece en el fondo del pasillo.

Para, ya ha terminado todo por ahora.

No, he visto lo que va a pasar inevitablemente en el futuro. Mataremos al ruso y entregaremos su cabeza en una bandeja al abogado que conocimos en la cafetería. Y si tu no estás conmigo, muérete también, pues el extranjero va a morir.

Nos es más útil vivo estúpido.

No me llames estúpido.

Eres un gilipollas. ¿No te das cuenta que nos es más útil vivo? Podremos negociar y unirnos a esta gente.

Son extranjeros, destrozarán el futuro de este pais.

La mejor manera de cambiar el sistema es introduciéndote dentro del mismo. Si queremos cambiar el pais y también evitar que se contamine con estos nuevos conquistadores, deberemos unirnos con ellos para realizar los cambios que queremos hacer y después de usarlos, una vez dejen de sernos útiles, acabaremos con ellos.

No es mala idea.

Déjame hablar a mi entonces.

Fredric avanza a paso lento por el pasillo hacia Guilty Fredric. El ruso y sus compañeros siguen petrificados, sin moverse. Fredric se fusiona con Guilty Fredric y en ese preciso momento, todo empieza a moverse, el pecho del ruso se dilata lentamente, los dedos se doblan y todo vuelve a la velocidad alarmante de antes de la conversación. Fredric se acerca al ruso y le habla. Mantiene en la mano izquierda el palo y la otra mano la ofrece en señal de paz.

[b]Quiero hablar con tu jefe. Tenemos que negociar unos asuntos.

Si, yo también lo espero mi infame nuevo camarada ...

Fredric mira con una sonrisa sarcástica a los 2 hombres que lo vigilan, dejando ver en el fondo de su pupila lo que podría llegar a hacerles. Las imágenes del futuro que ve Fredric en su cabeza no parece indicar que haya peligro cercano de ningún tipo, pero sin embargo Guilty Fredric empieza a abrirse paso en el maltrecho paso de su cerebro mientras espera.

Desde donde Fredric está, en el puente de mando, ve buena parte del mar que rodea al barco. ¡Y unos prismáticos! Utilizando la visión mejorada Fredric rastrea el agua en busca de algo que muestre la posición del fugitivo... ¡Allí! ¿Qué demonios? Está profundo y las aguas sucias por el aceite del muelle no permite ver demasiado bien, pero juraría que algo va por debajo de la superficie. Y no es una persona. Parece más bien... ¡un minisubmarino! Maldición, ya ha desaparecido. Fredric apoya los prismáticos en la repisa mientras mira hacia la cubierta, donde el Camarada ya se aleja de la barandilla y hace una señal a Fredric para que entre, mientras es seguido por los dos matones. Mirando hacia el muelle Fredric se da cuenta de que el coche del oriental ya no está. Seguramente se ha largado en alguno de los momentos en que hubo barullo.

Fredric nota como dentro de si sus instintos más salvajes se alzan con una lanza y atraviesan de costado a costado a su parte tranquila. Sonríe cuando ve como su parte pacífica es destronada de su cerebro empalada. Coge la silla que le ofrecieron para sentarse y traza una elipse sobre su cabeza para golpear con ella a los hombres armados. Su plan consiste en saltar por la ventana del camarote con uno de los rusos para alimentarse y así se lo explica a todos cuando habla:

Yeeeeeeeeaaaaaaaaaargh

La silla describe un arco por encima de Friedric pero los matones han tenido la suficiente fortuna como para apartarse a tiempo. Friedric, pese a su estado de salvajismo, comprende que está acorralado e intenta emprender la huida sin ninguna presa, por lo que de un salto se encarama en la mesa ante el sorprendido general, que rueda bajo ella.

El Camarada no ha permanecido impasible. Viendo la oportunidad de su revancha y sabiendo que sus confusos amigotes no pueden disparar debido a lo caótico de la situación y a la posibilidad de alcanzar a sus jefes, flexiona sus músculos para caer con todo su peso sobre el fugitivo. Ambos enmascarados ruedan por el suelo detrás de la mesa, cerca de la ventana-salvación de Friedric.

Los dos oponentes ruedan por el suelo. Fredric revolviéndose como un animal furioso, lanzando dentelladas que alcanzan al voluminoso ruso en diversas partes de su cuerpo. El Camarada, aprovechando la masa corporal, intenta aplastar y reducir a su demencial oponente. ¡Pero no es bastante! Un golpe en el cuello del ruso afloja lo suficiente la presa como para que Friedric se libere de su abrazo de oso. Lanzando un rugido de furia Friedric salta a través del ojo de buey acompañado por una lluvia de balas y cristales.

Las frías aguas del puerto lavan la sangre - más del ruso que suya - mientras se hunde para no ofrecer un blanco a los tiradores...

Friedric se aleja nadando del barco con la mente puesta en la ruta de huida del submarino. Repentinamente, entre el lodo del puerto, se vislumbra una superficie metálica que se aproxima. ¡Es el minisub! Un dardo sale de su interior como un pequeño torpedo. El sorprendido Fredric intenta esquivarlo pero el agua le juega una mala pasada... El dardo impacta en su hombro y mientras Friedric nota que sus fuerzas se debilitan ve como una figura femenina embutida en un extraño traje de neopreno sale del submarino acercándosele como una sirena... La oscuridad. La oscuridad.