Partida Rol por web

Era claro que el centauro no podía dar más que promesas a futuro a los elfos, promesas que tardarían su tiempo en cumplirse dependiendo de cuando les tardaría asentarse con la suficiente fuerza para poder producir aquellos recursos. Aunque claro también estaba la cuestión de su palabra una que hasta el momento no había faltado, cuando les garantizo que estarían bien en su campamento y que les invitarían comida.

El centauro escucho tus palabras con paciencia pareciendo comprender cuál era el punto de aquella comparación entre los dientes de león. Por otro lado la joven parecía verse algo aburrida y desinteresado con aquella lección.

“Es una comparación muy interesante y cierta, ni se me habría ocurrido en miles de años.” Comento el centauro divertido más por sus propias palabras.

Se acercó a la joven, tirándole del brazo al notarla divagando con su mente. “Tienes mucha razón lo que nos diferencia nos hara mas fuerte cuando estemos juntos. Aprenderemos bastante, creo que nosotros mas que ustedes si todos los de tu raza son igual de sabio que vos.”

Asintio “Creo que eso podría ser un buen inicio.” comento mientras la mas joven se marchaba de la carpa. Cuando finalmente se fue Amulius golpeo con fuerza la mesa derramando el vino en la mesa. “Me disculpo por mi hija, no posee la suficiente paciencia para estas cosas….” Comento antes de mirar lo que habia logrado con su golpe. “Yo tampoco lo soy con las niñerías de ella.” Agrego mirándolo serio al elfo dejando en claro una promesa de castigo para la joven.

“Terminemos los negocios y pongámonos a hablar de cada una de nuestras razas tengo curiosidad mas militar que otra cosa. En especial luego de que me refregaras sus habilidades en el bosque.” Dijo volviendo rápidamente a su buen humor, aunque sus ojos traicionaban cierto enojo en su interior.

-No os preocupéis-Dije ante su expresa furia por el comportamiento de la que ahora sabía, era su hija.

-No creo que haya querido ser irrespetuosa-Exclamé intentando  evitarle a la joven un castigo mayor. Aunque entendía  a la perfección el verdadero motivo de la ira del centauro.

Si podría haberse enojado al considerar el comportamiento de su hija una falta de respeto hacia conmigo, en cuyo caso, intenta mantener una buena imagen diplomática para con nuestra gente, y cree que el accionar de su hija le hace perder diplomacia. O bien, sumado a su pregunta de nuestro entrenamiento militar, Amulius podía estar preocupado por nosotros, al considerarnos tal vez, enemigos contra los que no quería enfrentarse, y el actuar de su hija demostraba indisciplina, lo cual ante los ojos de un observador que buscase potenciales debilidades, resultaría ser una debilidad, ya que si el general no era capaz de controlar a su hija, qué imagen quedaría en los ojos de los enemigos… Debilidad…

Era interesante la respuesta de Amulius, sin importar si realmente fuese a hacer lo que había dicho, el simple hecho de decirlo buscaba un efecto; tanto demostrar que prometía erradicar la indisciplina,  para no parecer débiles, lo que significaba que podía llegar a considerarnos fuertes, lo que significaría que sus fortalezas no son tan “deslumbrantemente fuertes” como había querido demostrar. O que prometía corregir la falta de respeto, por lo que consideraba que la acción de su hija era considerada un insulto, lo que sugería que quería mantener una buena imagen diplomática, por lo cual, o estaba interesado en que nuestra gente los vea con buenos ojos, o bien le convenía intentar demostrar que podíamos tratar diplomáticamente con ellos, ya fuese el objetivo real evitar problemas con los nuestros, o intentar ganarse nuestra confianza, sus fines de esto podían ser buenos, o no tan buenos, por lo que si bien la información otorgada no daba nada a sospechar aún, era algo que tendría alguna significancia a medida que nuestro conocimiento de ellos aumente. Sin embargo, el hecho de que hasta ahora siempre parecieron sernos sinceros, me inclinaba más a pensar que estaba preocupado por saber más acerca de nuestra fuerza, para definir si éramos personas que convenía no molestar, o si no éramos amenaza.

En todo caso, el general estaba intentando, a mi parecer, comparar el filo de nuestras espadas.

Nuestras órdenes expresas eran no hablar sobre ningunas de nuestras debilidades, pero algo me decía que la pregunta de Amulius acerca de nuestras fortalezas era implícitamente una pregunta de nuestras debilidades.

-oh… Eso-Dije como si hubiese sido un comentario al pasar.

-Pues en realidad no hay mucho más que decir- Exclamé con tono calmo.

-Solo me refería a que cada uno de nosotros era bueno en distintos ámbitos. Tu gente en campo abierto, en combates donde la velocidad y la fuerza son puntos definitorios al momento de sellar el destino de una batalla. Y los míos eran más versados en los ataques rápidos, y trabajando con el sigilo-Sonreí despreocupado. Era todo lo que diría.

Quería dejar claro que mi gente sabía moverse, pero no le diría algo acerca de nuestras estrategias, ya que el pacto de amistad significaba cordialidad, y la mutua promesa de no atacarse, pero como él había dicho… Había centauros que se separaron de ellos, y aun así los consideraban sus hermanos, y que no podían, por ahora, prometernos una alianza más sólida que la ahora manteníamos, por lo que la incertidumbre le ayudaría a mantener su palabra en pie.

Intercambiamos un poco más de palabras, y le conté acerca de nuestros joyeros, nuestros cazadores, y de que respetábamos mucho a los animales.

Le conté acerca de nuestro Rey, Adanel Alago, y sobre nuestras comidas favoritas.

Le conté acerca de nuestros músicos, y sobre nuestro gusto por las artes, y el entrenamiento con los arcos y espadas, actividades que considerábamos elegantes, y de importancia militar.

Le conté de que nos gustaba mucho nuestra comunidad, y que estábamos felices de conocerlos.

Nada le conté sobre nuestras fortalezas, debilidades, costumbres, el ataque a los trolls.

Consideraba que compartir nuestras formas de ver el mundo era innecesario, porque si bien no tenía problemas en escucharlo, por lo que había percibido, había algunas diferencias en tanto a las relaciones entre los miembros de su gente, tanto por la agresión presenciada más temprano, como entre sus relaciones afectivas, las cuales me había parecido extraño no ver parejas de centauros o centauras, eso llamó mucho mi atención, pero me limité a preguntarme en silencio.

“Mi  señor  Adanel, os tengo muy buenas noticias…”

Le hablé sobre la actitud del centauro, sobre los tratados comerciales que podríamos llegar a tener, y sobre que los centauros buscaban asentarse, y podrían usar nuestra ayuda…

-“Cüivie… Roble…”

Até el rollito a la pata de mi compañero. Unas caricias en su pecho, un par de semillas, y un poco de agua.

Sellé su viaje con un beso en su cabeza, y le deseé lo mejor…

Vuela pequeño… vuela…

El hombre caballo rio ante el intento del mercenario para defender a su hija. “Yo lo creo…no, lo que estoy seguro que no sabe lo que ha querido ella.” Comento negando con la cabeza moviéndose por la carpa para buscar otra botella.

Amulius parecio verse poco interesado en un principio, aunque cuando Cuive menciono a su rey parecio interesarse aunque el diplomático no duro mucho en ese tema. Sus demás palabras tambien llamaron su atención, todo excepto las joyas que parecían ser algo secundario en él mientras que lo militar saco una sonrisa en su rostro a pesar de lo poco que era contado.

Como respuesta él te conto tan bien exagerando pareciendo exagerar un poco sobre las artesanías que podían hacer con el metal, aunque en general lo usaban más para lo militar. Te hablo que habia ganado su puesto en una competencia que hicieron luego que el ultimo líder murió en el camino, al parecer era una vieja tradición donde se realizaban tres competencias. Una de velocidad, otra de fuerza y por ultimo una oral donde al parecer gano solo por unas promesas que hizo que aun no habia cumplido.

Respecto a su alimento le relato sobre la fruta y vegetales que pudieron recoger junto a algunas criaturas que trajeron con ellos. Aunque la que mas destacaba era un jabalí que hasta ellos admitían tenía un tamaño importante y una ferocidad que hacia juego. Pero igual los criaban por lo mucho que alimentaban a su pueblo.

El arte y la música era algo que admitia no habia dado mucha importancia, dejando que canciones o relatos de su diosa y héroe fueran las únicas aportaciones de esta raza en ese ámbito. Con un poco mas de preguntas el diplomático pudo averiguar sobre que creían en una diosa yegua que habia dado a luz a los primeros de su raza y que los habia cuidado siempre. Por otro lado sus héroes eran generalmente centauros que se destacaban por su físico, siendo uno muy importante no solo por ello sino por liberar a su raza de un imperio en el norte. No parecia tener un nombre en especial por lo que se lo conocía solo como el liberador, se le agradecía siempre por su valentía y esfuerzo.

En lo militar es donde hablo con mayor entusiasmo dejando escapar su orgullo ante la supuestamente increíble fuerza de la su embestida y como un ejército solo de ellos podría barrer con varios si estos no encontraban la forma de pararlos. Hablo tambien de su particularidad de utilizar muchas armas de cerca y no solo las espadas, junto a que también a distancia utilizaban lanzas además de los arcos. Por lo demás parecía ser su actividad más practicada por el peligro del viaje que no les dejo con ningún centauro indefenso.

Sin que preguntaras te hablo de que no tenían ceremonia para el matrimonio y en general eran muy liberales en eso. Pero habían demasiadas historias de machos y hembras que no aceptaban que su anterior pareja tuviera nuevos amantes generando alguna que otra disputa.

Cuando termino la reunión entre ambos, te aviso que seguirían avanzando un poco mas al sur antes de detenerse finalmente, al parecer exploradores suyos dieron con una mina para sacar metal. Al llegar la noche y luego de enviar el pájaro el diplomático recibió una visita inesperada, la hija del jefe se le metio en la carpa sin permiso alguno robándole un beso con poca delicadeza antes de marcharse por donde vino dejando al elfo algo intrigado.

-¿Está todo listo?-Pregunté a Lorien con una gran sonrisa.

Todo estaba saliendo a pedir de boca. La capitana que regresaba con nuestro hombres victoriosos, las criaturas que alimentaban ahora a los gusanos, el encuentro con una nueva raza que aparentemente no era enemiga.

Había pedido a Lorien que se encargase de que todos los preparativos estuviesen listos.

La comida para el banquete, los músicos, la promulgación del evento.

Todo estaba saliendo a la perfección.

-¿Has podido obtener los distintivos?- Había pedido a mis joyeros personales, que junto con los joyeros de la ciudad fabricasen prendedores para los soldados que habían participado en esta misión, ya que quería condecorar a mis hombres.

Además quería uno distinto para la capitana, ya que sería nombrada capitana de manera oficial y permanente.

Esto subía su rango en la guardia. Al igual que la condecoración que haría a los guardias, que se convertirían en oficiales.

Y los demás miembros que no eran de la guardia serían condecorados, se les daría la posibilidad de unirse a la guardia si lo deseaban.

Mis ojos observaban a Lorien esperando una respuesta, mientras una sonrisa, pura y plena se dibujaba en mi rostro sin más que demostrar que una gran plenitud interior.

Lorien sonreía contagiado por tu sonrisa y afirmaba contento de hacerlo. “Todos los distintivos están hechos y los informes sobre los cambios en la guardián se han completado con excito. Linde se sentirá orgullosa cuando le informes de su nuevo puesto y seguramente quera formar parte del consejo, con lo que no tengo queja alguna.” Comento mirándolo significativamente ante su ultima frase, aunque el significado de aquella mirada se quedo solo en su consejero. De cualquier manera decia la verdad y probablemente con esto las reuniones privadas de ellos empezarian a volverse escasas, a menos claro que el rey mandara seguido en campañas a la nueva capitana.

“Es bueno saber que todo esta marchando mejor. Supongo por eso que no será inapropiado de mi parte preguntarle cual será la próxima actividad que desea que hagamos luego del festejo.” Dijo tal vez pareciendo algo ansioso pero en parte era su obligación preguntarle al su gobernante cual seria su próxima orden para el pueblo que esperaba humildemente sus dictámenes.

Por otro lado ya comenzaban a escucharse tonadas desde afuera, tonadas tranquilas pero alegres que anticipaban el pronto festejo y también reflejaban en parte el animo de la ciudad.

Excelente- Dije ante las palabras de Lorien.

-Realmente magnifico-Exclamé con una sonrisa.

Escuché con una gran atención todas sus palabras.

-Mmm-Pensé por unos momentos.

-Nuestras reservas alimenticias son muy buenas. Nuestros cazadores hacen un gran trabajo, y la cría de nuestros animales, al igual que la siembra de hortalizas dan sus buenos frutos…

Nuestros Joyeros dan muy buenos resultados, y nuestros guardias han demostrado saber defendernos.

Mantuve silencio un instante.

-Me siento muy tentado a impulsar un mejoramiento de nuestras armas, pero creo que primero hay algo que deberíamos hacer.

Evalué la decisión un instante antes de continuar.

-Creo que llegó el momento de incurrir en el uso de nuevos materiales-Exclamé decidido.

-Creo que lo mejor será comenzar la búsqueda de nuevas fuentes de recursos naturales.

Creo que lo más necesario ahora sería encontrar una fuente de metales más resistentes, para lograr mejores armas, y armaduras.

Aunque cualquier recurso nos vendría bien para aprovechar su uso.

Una nueva fuente de recursos, indistintamente de cual fuese, nos ayudaría a impulsar una nueva especialización, ya que incluso más comida, nos serviría para por ejemplo estudiar nuevas formas de conservarla.

Una nueva fuente de recursos sería algo muy bueno para nosotros.

-Que nuestros exploradores estén atentos a todo tipo de recursos, que cada grupo de búsqueda posea entre ellos a tres personas con conocimiento en plantas, a dos cazadores con alto conocimiento en animales, a dos rastreadores, a dos joyeros, para reconocer posibles nuevos materiales para su arte, y a dos milicianos con aves, ya que sus animales podrían ayudar en el descubrimiento de algunos recursos importantes desde el aire, y además dos domadores entrenados para la guerra, así defenderán junto a los cazadores al resto del grupo.

Quiero que estos grupos investiguen las zonas circundantes y nos traigan toda la información que puedan acerca de los alrededores.

Ah… Y que se lleven un cartógrafo, para aprender más sobre el entorno, y alguien encargado de mandar mensajes aéreos, para saber que se encuentran bien.

Medité acerca de mis órdenes. Habíamos estado aquí desde hacía milenios, por lo que sabía que los alrededores no eran peligrosos, aun así, me gustaba asegurar a mi gente.

-Para no confundir los códigos con la partida que se encuentra con los centauros, que las distintas partidas escriban animales en los mensajes, junto con un número. Ya que las partidas tomarán caminos diferentes, los numeraremos de acuerdo a su dirección, del uno al diez, y la palabra de seguridad será…

Observé a Lorien con una sonrisa cariñosa en mis labios.

-Cuervo…-Dije, y sentí brillar mis ojos al ver su ave.

-¿Te gusta el plan?-Pregunté sonriente.

El día nos aguardaba con un banquete, y pronto esperaba noticias de Cuivië…

Todo marchaba de maravilla…

Lorien como siempre escuchando atentamente las ordenes de su Rey, anotando en su cabeza las inquietudes que le otorgaba y no se guardaba para si.

Parecio sorprenderse un poco ante la propuesta de mejorar las armas, en especial porque la nueva capitana no se encontraba presente para seguramente aconsejar ese curso de acción. Aunque recupero rápidamente su compostura y asintió.

“Si se me permite preguntar algo mi Santidad…” pidió esperando a recibir la afirmación de su líder antes de continuar. “¿Puedo preguntar su interés sobre este nuevo metal para mejorar armas y armaduras? Supongo que esto se debe a los centauros, pero cree que es necesario preparar para ellos? O es que hay algo mas en su mente?” en si habia planeado una sola pregunta en su mente pero rápidamente supo que habia una cantidad mas esperando salir.

“Quiero aclarar que no dudare en transmitir sus órdenes, pero deseo entender un poco lo que ocurre en su mente para tal vez sugerir alguna acción o medida que bien podría ayudar al gran que seguramente tiene presente.” Comento bajando la cabeza servicialmente.

El cuervo por su parte parecía algo agitado, en comparación con su dueño volando de un lado a otro como buscando algo en la habitación de Adanel, tal vez un bicho o algo.

Observé a Lorien con una sonrisa.

-No hay una doble intención, creo que es momento de comenzar de instruir a nuestro pueblo un poco mas-Observé al cuervo con una sonrisa, y saqué un puñado de maíz de una bolsita en mi bolsillo.

-Ven-Le dije con ternura esperando su llegada.

-Creo que nuevos materiales nos ayudarán a fortalecernos- Me quedé mirándolo con una sonrisa.

No había un plan demasiado complicado, solo quería asegurar un mayor desarrollo para mi gente.

-¿Estas de acuerdo?-Dije con una sonrisa y pasando una mano por el plumaje del cuervo, mimándolo un poco.

El cuervo sin dudarlo demasiado voló hacia la mano de Adanel cuando este saco las semillas, pronto se encontraba comiendo contento dejándose mimar por el rubio elfo.

Mientras su compañero elfico, Lorien, se encontraba pensando en las palabras de su líder aunque como el cuervo no tardo en asentir. “Estoy de acuerdo su santidad y si no desea mas de mi, saldré a comenzar sus ordenes.” Dijo inclinándose respetuosamente.

Pronto una expedición fue hecha para buscar aquel recurso que su rey precisaba y veía necesario para el crecimiento de su raza. Con órdenes claras comenzaron a explorar los alrededores sin alejarse del bosque como habian hecho durante tantos siglos.

Sin embargo el lugar parecía ser el mismo de siempre algunos arboles morían y otros distintos tomaban su lugar, varias especies que no pudieron adaptarse morían para dar lugar a supervivientes aun mas duros, agiles o listos.  Aunque a pesar de todo los nuevos descubrimientos que empezaban a descifrar los viajeros no habia señal alguna de un nuevo metal que sirviera a las intensiones de su misión.

Pero antes que se desesperaran dieron con una nueva especie, que en sus años de caza no habian hallado. Era un animal singular que parecia protegido por una capa de piel bastante dura, que le hacia pensar en las armaduras que habian escuchado nombrar de los centauros y que no se parecían al cuero que usaban ellos. Por suerte para ellos no era tan alta como los jabalís que portaban los centauros o los trolls que los atacaron pero no veian mucho sentido en enfrentarlos uno a uno. El animal no venia solo, al parecer habia una manada junto a él y aunque parecían criaturas agresiva en su apariencia no hacían intento alguno de atacar a los elfos. Pero si los miraban con precaución.  

Al ver aquellos seres de los que no tenían conocimiento, los elfos observaron unos instantes.

Cuervo…  junto con el número de patrulla, fue el mensaje depositado en una de las aves mensajeras, a la espera de ser soltada para llevar el mensaje.

Los cazadores, al igual que los domadores, y los milicianos, parecían sopesar la idea de atacar, pero los superaban en número, y no conocían sus fuerzas. Retirarse era una opción, pero si aquellos seres estaban midiendo la fuerza de los elfos, entonces retirarse los pondría en alerta de ataque, por el instinto de depredador que se encontraba presente en la mayoría de los animales carnívoros.

Uno de los cazadores bajó su arco, y tomó, con el mayor de los cuidados y precauciones, un trozo de carne de entre las provisiones que llevaban.

Dejó sus armas en el piso, y dio un paso lento hacia el animal, mostrando la ofrenda que se le hacía.

Una mirada tensa se observó en el rostro de los presentes.

Los domadores, con sus animales, observaban en silencio. Sin embargo, uno de ellos, el domador de un oso. Pareció recordar algo,  tal vez algo respecto a la forma en la que él mismo había domado la fiereza de su compañero, pues sacó con calma, una pequeña flauta de su bolsillo.

La melodía resonó dulce y pacífica, y pronto el otro domador se unió con una ocarina.

Las voces dulces de los elfos empezaron a entonar una melodía, que muchos jóvenes cantaban cuando intentaban cautivar a su primer compañero.

Se trataba de una melodía armónica, dulce, y hasta podría decirse… mágica.

El sonido del viento parecía acompañar sus cantos, mientras que el cazador depositaba con respeto, y sin mirar a la cara, la ofrenda a aquellos seres.

El aire se bañaba de magia, música, y expectación…

Solo quedaba esperar…

Los seres continuaban observando a los elfos, agregándose más de esos animales que habían notado a sus compañeros que están en alerta. Solo el que parecia el mas aliente de ellos se adelanto cuando observo que era carne, con cuidado y largas pausas que no hacian mas que subir la tensión del encuentro.

Entonces todo cambio con los animales, levantando la cabeza escuchando la música que venia de parte en un principio del domador. Era difícil distinguir en el rostro de cada animal si la música funcionaba como los elfos deseaba, sin embargo el que se habia adelantado antes continuo hasta llegar a la carne. Luego de un ultimo vistazo al cazador, el ser comenzó a comer la comida y con ello algunos de sus compañeros comenzaron a adelantarse con mucho cuidado. Pero sin mostrar hostilidad alguna.

La tensión del aire disminuyó enormemente cuando la comida fue ingerida por aquella criatura.

La paz pareció tocar los corazones de los presentes, y como si se tratara de un saber colectivo, uno a uno con gestos suaves y moderados, los demás sacaron la carne de entre sus provisiones, e imitaron a su compañero, sin dejar de cantar.

Todos los elfos, a excepción de los que tocaban un instrumento, ofrendaron la comida a aquellos seres, y su canto, ahora libre de la tensión, parecía incluso más dulce.

Una vez todos se hubiesen servido, y entregando la carne que portaban, los elfos emprendieron su regreso hacia la ciudad. El habitar los bosques por tanto tiempo les había dado el conocimiento suficiente, como para comprender que la confianza con los animales es mejor cimentarla sólidamente, por lo que se marcharon con la intención de volver a encontrarlos, marcando en el mapa su locación, y sin dejar de cantar mientras lo hacían.

Era una buena forma de empezar a cautivar a aquellos seres. Solo tenían que fluir con la naturaleza… y la naturaleza fluiría en ellos…

Aunque algunos de los elfos no terminaron volviendo solos, encontrando a algunas de esas criaturas queriéndolos seguir hasta la ciudad de dónde venían tal vez por la música o por la posibilidad de más comida. Cualquier fuera la razón la relación entre ambos seres no terminaría en ese momento a menos que los elfos decidieran echarlos ahora o algo más.

Mientras en la ciudad, el festejo por el triunfo de los soldados elfos estaba comenzando con una masiva convocatoria que hacía ver muchos más vivo aquel enorme bosque. Alejando cualquier animal salvaje temeroso a los fuegos prendidos y acercando a todos los animales amigos de ellos.

El único que faltaba era el Athair Na Elves, quien se preparaba para el festejo y la ceremonia que daría paso esa noche. Tal vez porque aun se encontraba armando su discurso o porque elegía un traje adecuado o simplemente terminaba de leer las ultimas notas de todos sus exploradores.  De cualquier forma todos lo esperarían, ya habia una gran lealtad a este que les habia generado justicia con sus decisiones.

Al ver que varios de los animales los seguían,  varios de los elfos sonrieron con verdadero afecto en sus rostros, al parecer los animales querían seguirlos, y esto podía significar dos cosa, o que quisiesen más comida/ les gustase la música, o que la naturaleza les ofrecía a aquellos, nuevos compañeros.

De ser la primera opción, lo notarían por mostrarse de la misma manera que cualquier animal lo haría ante personas que desconoce, de ser la segunda, estaría claro de inmediato, pues la naturaleza solía mediante alguna señal, sellar su nueva unión.

Tarde o temprano lo sabrían, por ahora tenían nuevos invitados al banquete que parecía celebrarse.

Les dieron agua y más alimento a aquellos seres, y si alguno mostraba alguna señal de afecto, sería acariciado con mucho amor.

Solo quedaba esperar.

En cuanto al comienzo de la celebración, los habitantes estaban esperando la llegada de su líder.

Es hora…  

Una gran sonrisa adornaba mi rostro, todo había sido dispuesto y mi gente me esperaba.

Caminé con paso medio, pero cargado de alegría, y emoción hacia mi gente.

Me paré en el centro de las celebraciones, junto a Lindë,  y el resto de los soldados, y de mis labios brotó mi voz llena de gozo.

-Ciudadanos de Caelum Nouveau. Hermanos… Hermanas… Tengo el honor de formar parte de esta comunidad. Tengo el honor de ver vuestros rostros cada día. Tengo el honor de compartir con ustedes cada momento feliz de mi existir-Exclamé con una sonrisa, y a viva voz.

-Tengo también el deber de protegerlos. Así como cada uno de nosotros tenemos el mismo deber. Pero no se dejen engañar, por la palabra, pues protegerlos, a ustedes, mis hermanos y hermanas, mi pueblo, nuestra comunidad… eso es mayor a cualquier honor existente.

Observé a mis soldados, a la capitana, a la gente de mi pueblo.

-Estos valientes aquí-Exclamé señalando a los participantes de la incursión contra las criaturas de las cuevas.

-Han cumplido con dicho deber, y por ello, al mismo tiempo han alcanzado el mayor de los honores que uno puede poseer. Han protegido a esta ciudad del ataque de aquellas criaturas que nos atacaron, siguiéndolas hasta su escondite, y acabando con ellas, y con su hogar.

Sonreí acercándome a ellos.

-Estos hombres y mujeres han alcanzado el mayor de los honores. Y por tanto celebramos este banquete, para compartir la dicha de haber protegido a tus hermanos y hermanas.

Observé a todos los que habían llevado a cabo la incursión.

-Soldados, cazadores, rastreadores… Hermanos… Hermanas... Han demostrado tener el valor para proteger, con sus vidas en juego, a esta ciudad, han demostrado una gran capacidad de amar.

Hice una seña a Lorien para que trajese una caja de madera, donde disponía de unas pequeñas sorpresas.

-Por tanto cada uno de ustedes recibe la invitación de formar parte de las filas de la Guardia Real- Guardé silencio un segundo, esperando ver sus rostros.

-Y como distintivos por esta misión-Hice un gesto a Lorien de que descubriera los objetos- Recibirán estas medallas, recordatorio de su valerosa hazaña.

Uno por uno tomé los prendedores, y uno por uno los coloqué a los soldados.

-Mis mayores gratitudes, y respetos-Exclamaba a cada soldado, y a cada soldado se lo decía con igual sinceridad que al primero.

Una vez hube concluido, observé a la capitana.

-Y en cuanto a ti, Oficial Lindë Umbar –Hice un gesto a Lorien de que trajese el distintivo especial.

-Recibirá este distintivo especial, recordatorio de que guió a nuestros valerosos héroes hacia la victoria.

Coloqué el prendedor en las ropas de la mujer, con una sonrisa de agradecimiento.

Hice otro gesto para que trajesen ante mí la espada ceremonial, hecha de brillante plata pulida, con diseños de flores, hojas, en láminas de oro.

Esperé que la mujer se pusiera de rodillas, protocolo conocido en estas situaciones.

-En nombre del Padre, y por proteger la vida de nuestro pueblo, te nombro, Ser Lindë Umbar, Capitana de la división Táctica- Era un gran honor ser nombrado para ese puesto, y como los demás puestos ya estaban tomados, era uno de los títulos de mayor rango que podían serle concedidos, además del nombramiento de caballería, lo cual era todo un privilegio.

-Levántate con la frente en alto, pues has cumplido con el deber, y el honor más importante-Observé a todos los presentes.

-Que la música suene, y los corazones se llenen del amor del Padre- Me volví a los soldados y a la recientemente nombrada capitana.

-Felicidades. Disfruten ¡Se lo han ganado!

Una sonrisa poblaba mi rostro, y con esa misma sonrisa busqué a Lorien. Quería ver que estaba haciendo, y que transmitía su rostro, pero más importante, me quedé observando por un momento sus ojos…