TRANSCURREN VARIOS DIAS:
360.810M41. - PRESUMIBLEMENTE.
HORA LOCAL: DESCONOCIDA.
- El viaje en Rhino desde Desesperanza a Puerto Amargura transcurrió sin muchos incidentes.
- El transporte de tropas se cruzó por el camino con el camión del Administratum, cuyos representantes insistieron en hacerse cargo de la situación y de vosotros, pero las dos novicias Sororitas se negaron en redondo. "Asuntos de la Inquisición", dijeron, y no tuvieron que insistir mucho más después de eso.
- Al llegar a Puerto Amargura fuisteis recibidos por el Oficial del Administratum Kerred Smyk, que insistía en ser informado de todo y se mostraba reticente a soltar a vuestros compañeros Acólitos Itsua Cadian (Arlan Hex) y el Cuestor del Munitorum Xerxes von Braun, ambos todavía en coma por el "incidente" con el demonio que poseyó a Arlan días atrás...
- La discusión fue abortada de raíz cuando el Astrópata del edificio de la Autoridad Portuaria confirmó la llegada y aproximación a máxima velocidad de la nave negra "La Negra Esperanza", enviada con urgencia desde un sistema cercano cuando llegó el aviso atropático sobre el ataque demoníaco en Puerto Amargura.
- Pocas horas más tarde aterrizaba en el espaciopuerto local una lanzadera negra de la Inquisición, de la que surgieron Hermanas de Batalla con servoarmaduras negras y los emblemas de la Inquisición en dorado.
- La lanzadera se llevó a "los prisioneros" (vosotros) a bordo de la Negra Esperanza, donde os despojaron de todas vuestras armas, armadura y equipo; y os encerraron en celdas con paja y protecciones hexagrámicas, y sus propios Campos Geller, normalmente destinadas a psíquicos salvajes.
- Las celdas de Arlan y Xerxes incluían una comodidad adicional: servidores medicae. Los demás tuvisteis que conformaros con cuidados básicos, y la visita ocasional (especialmente Tercio y Tauron) de servocráneos-medicae con inyecciones de calmantes y chorros desinfectantes.
- Se acaba de producir la traslación al Inmaterium.
- Se hace evidente por las náuseas, el extraño sonido de la traslación, la desagradable sensación de desdoblamiento de la realidad y la percepción alterada de algunos colores, que incluye la ilusión de percibir colores nuevos e irreales.
-Vista una celda, vistas todas -murmura el ex legionario, extendiéndose sobre el camastro y cerrando los ojos-. En peores garitas he hecho guardia.
Agradezco con un gesto de mi cabeza a los servocráneos que son enviados a bordo de la Nave Negra en la que viajamos de vuelta a Specula Maris. No me siento bien, sobre todo por el hecho de estar rodeado de mi propio Campo Geller y sentirme un odiado psíquico hereje camino a ser drenado por el Trono Dorado. Sé que ese no será mi destino pero las "comodidades" del viaje no me hacen sentirme muy distinto.
Recuerdo lo que sucede cuando terminaba una misión: Las pruebas, los exámenes, la puesta en duda de la pureza y la búsqueda de corrupción. No es nada agradable pero se aguanta con la voluntad y la Fe al Dios-Emperador, quien sabe que solo actúo por su honor y su grandeza.
Descanso todo lo que puedo a pesar de estar encerrado así e intento ignorar lo desagradable del viaje para así recuperarme lo antes posible.
A Vladymir, sinceramente, aquello le daba igual a muchos niveles. Un viaje espacial ya era bastante asqueroso de por sí, le daba igual hacerlo en un habitáculo estándar de guardia imperial, o en una de aquellas celdas. Quizás si en su vida hubiera conocido otros lujos le habría importado algo más, pero no era el caso. Además, el vostroyano sabía perfectamente en qué iba a ocupar gran parte del viaje.
Haciéndose un jergón lo más cómodo posible, empezó a dormir profundamente, con graves ronquidos escapando de su boca de vez en cuando.
- Sois fuertes y leales ciudadanos imperiales, pero os habéis visto expuestos a terribles influencias corruptoras, que incluso en algunos casos han llegado a manipular temporalmente vuestras mentes, a tocar vuestras almas.
- Al comienzo de vuestra misión, Arlan fue poseído por un terrible demonio igneo, convirtiéndose en su marioneta. Xerxes fue quemado e incapacitado por ese fuego demoníaco.
- A decir verdad, vosotros mismos no os fiaríais de vosotros. Al menos no hasta que vuestra pureza sea demostrada más allá de toda duda razonable.
-Chorradas -murmura Kurt-. Si de alguien me fío en esta puta vida es del que habita bajo mi piel.
El exlegionario trata de arrancar con una uña pedazos de pintura de la pared de la celda. Recuerda Iocanthos, la posada, su extraña ausencia de espíritu de los primeros días, los cadáveres que se agitaban, la Catedral y aquel padre cuervo y la voz de un dios en su mente y cuando sólo pensaba en unirse a...
-Demonios -dice estremecido, contemplándose el dedo pulgar. La tensión en su brazo era tan fuerte que ha hecho saltar su uña al forzarla contra la pared.
He escrito lo escrito porque asumo que nos han encerrado en celdas individuales. Pero si estamos "alojados" por parejas, o lo bastante cerca como para poder interactuar, quizá podamos rolear algo del viaje.
Estaba hecho una auténtica mierda, me dolía hasta pestañear. Aquella criatura en la que se había convertido el abad Skae me había rajado como si fuese de mantequilla, ojalá hubiera tenido una de esas servoarmaduras como las de las que llevaban las Hermanas a bordo de la nave. Pero ya lo mismo daba, me remendarían por enésima vez y, con suerte, me darían otra medallita al valor o algo así, después de todo casi había acabado con esa bestia yo solo.
Me recosté en el jergón de paja (si es que podía llamarse así a aquel montón informe) y traté de ver el lado positivo del asunto, cómo solía hacer siempre: al menos por un tiempo podría descansar, dormir y, en genral, dedicarme a no hacer nada, mi deporte favorito. Me vino a la cabeza el informe que seguramente tendríamos que rellenar, como era costumbre tras una misión de este tipo. Había habido muchas sorpresas... quizás demasiadas. Primero había estado aquello de Arlan, aún me pesaba haber tenido que luchar contra él y me inquietaba su destino. A pesar de su carácter severo y su forma de ser tan peculiar, debo reconocer que había llegado a apreciarle, y desde luego resultaba un miembro importante de la célula inquisitorial. Aunque supongo que el suceso es un recordatorio de los peligros de la Disformidad. Francamente, espero que pueda recuperarse y pueda volver a ser un miembro de nuestra célula, aunque creo que no las tiene todas consigo.
Luego está Kurt, ese tipo si que me ha sorprendido. Al principio pensé que no era más que un tarugo descerebrado, pero me he dado cuenta de que a veces le da al coco. Lo de cegar al Padre Cuervo fue idea suya, y por el Emperador que eso nos salvo la vida. El éxito de la misión dependió completamente de eso y el inquisidor debe saberlo, quizás con ello se gane que le quiten ese collar.
Lamento la muerte de la hermana, nadie merece morir a manos de una despreciable criatura de la Disformidad, pero supongo que ese es el destino que nos espera a todos tarde o temprano. Nos ha tocado una vida dura, vas de acá para allá explorando lugares recónditos, hablando con gente que te sacaría los ojos si pudiera, indagando acerca de temas de los que es mejor no saber una mierda... pero al menos tienes un consuelo, y es que no hay gloria más grande que servir al Emperador. Si mis acciones suponen un pequeño paso de avance en la lucha contra la herejía del mundo, entonces debo darme por satisfecho.
TRANSCURREN LOS DIAS, AUNQUE EL TIEMPO ES DIFICIL DE MEDIR EN LA DISFORMIDAD:
002.811M41. - PRESUMIBLEMENTE.
HORA LOCAL: DESCONOCIDA.
- Habéis pasado viajando por el espacio disforme los últimos días del año, perdiéndoos el Festival de San Drusus y los días sagrados de festividad en honor al Emperador. Al menos según el calendario de la Sagrada Terra, ya que cada planeta cuenta con otros calendarios y celebra estas importantes fiestas religiosas en diferentes fechas.
- Finalmente, arribáis al Bastión Serpentis, aunque apenas notáis la transición hasta casi el final de vuestro viaje.