TAURON FAITH:
- El libro tan sólo tiene unas pocas docenas de páginas y contiene numerosas ilustraciones hechas a mano y palabras crípticas en Gótico Clásico, con extraños símbolos y runas grabadas a fuego en sus páginas.
- Revisa cuáles de estas tres habilidades tienes: Hablar Idioma: Gótico Clásico, Leer/ Escribir, Saber Prohibido: Disformidad.
- Si no tienes ninguna de estas habilidades, no hay forma de que puedas descifrar el contenido del libro. Si tienes al menos una de las tres, puedes hacer tirada oculta: Con un -20 si sólo tienes una de las tres habilidades, un -10 si tienes dos, y un +0 si tienes las tres.
Tirada oculta
Motivo: Leer/Escribir
Tirada: 1d100
Dificultad: 34-
Resultado: 11 (Exito)
Las dos primeras de esas habilidades, además de ser básicas para mí en vez de avanzadas, las tengo debidamente entrenadas. Saber Prohibido no tengo pues soy un buen Clérigo de Mundo Imperial. XD
Por lo tanto lanzo con un -10.
- ¿Encuentras algo de utilidad en ese libro, Tauron? - pregunté con curiosidad.- Por cierto... estooo... ¿Cuál es el plan? ¿Llegamos allí y decimos "¡Alto todos! ¡Tenemos un libro!"? No estaría mal dejar clara la estrategia a seguir.
Kurt esgrime una sonrisa torcida al escuchar el amargo sarcasmo del pelofino.
-Unos conducen -dice señalando la cabina-. Otros leen. Y otros le damos al gatillo.
El legionario se recuesta contra la pared del cajón, mecido por el agradable traqueteo.
-Estaría bien saber qué es lo que vamos a hacer -dice asintiendo-. Representaría toda una agradable novedad en esta errática empresa; el relamido señoritingo éste tiene razón, como de costumbre. Y no me malinterpreten: me gusta improvisar. Lo que no me gusta es sentir la molesta sensación de que quien me comanda también improvisa.
Kurt deja descansar la mirada unos segundos en el maravilloso paisaje de los firmes pechos de su Ama en suave bamboleo al compás de los baches del camino. Pretendía agregar algo, pero su cerebro se pierde en algún punto del valle entre ambos senos y aunque no deja de sonreír, sí deja de pensar.
-Me vendría bien saber qué hay en esos escritos para diseñar algún plan-gruñó Ostrogov, mientras conducía atento al paisaje-sin embargo, tengo alguna teoría sobre lo que ha ocurrido. Diría que ese demonio que habita por aquí fue el que atacó al abad, y el que ha estado confundiendo las mentes de las grandes personalidades de por aquí. También que no le interesa que se termine la capilla, y que por tanto, debe estar aún acechando por los alrededores. Si damos con él, podemos probar a hacerle comer plomo y láser. Hasta la fecha, ha dado resultado.
356.810M41.
HORA LOCAL: TRANSCURRE HORA Y MEDIA: POR LA NOCHE.
- Ha transcurrido hora y media mientras Vladymir conduce todo lo deprisa que puede, pero sin correr el riesgo de tener un accidente, y ya divisáis a corta distancia el Asentamiento de Desesperanza: ya estáis llegando...
TAURON:
- Has estado hora y media leyendo todo lo deprisa que te ha sido posible, lo que no es pequeña hazaña teniendo en cuenta el traqueteo del camión sobre este árido terreno irregular, el hecho de que se ha hecho de noche y dependes de la quimilámpara de Tercio para ver (tú no has traído ninguna fuente de luz), el lenguaje arcaico y poco habitual del texto, el hecho de estar escrito a mano y la extraña simbología.
- Por lo que has podido interpretar, el libro narra la batalla de San Drusus contra un líder sectario poseído por un demonio durante la conquista del planeta, vista a través de los ojos de los Ashleen como la leyenda de un héroe mitológico.
El relato indica que la batalla tuvo lugar en la misma colina en la que se ha erigido la catedral.
- Descubres, al seguir leyendo, que la secta fue fundada mediante engaños y artimañas, y gozaba enfrentando a hermanos contra hermanos. Las ceremonias y sacrificios más importantes se celebraban al anochecer de un día en el que sus seguidores se habían visto obligados a luchar entre sí para demostrar que eran dignos de servir al demonio.
- Finalmente, hacia el final del libro encuentras el último fragmento de información útil que crees que vas a poder extraer del viejo manuscrito: "La única cosa a la que el Padre Cuervo temía era la agonía que tanto disfrutaba infligiendo..."
Scythia mantuvo un estoico silencio durante todo el viaje. Si Tauron no sacaba en claro nada de los libros estarían como al principio. No tendrían ninguna pista acerca del verdadero origen de los problemas de Desesperanza, y para colmo de males, seguirían escuchando conjeturas y acusaciones sin sentido.
Necesitaban un sospechoso claro y se estaban quedando sin tiempo. Sin duda no era el mejor trabajo que estaban realizando en nombre del Emperador y aquello afectaba a la sororita.
Más que las heridas físicas, el fracasar en servir al Emperador era una herida espiritual que parecía estar haciendo mella en la hermana. Ni siquiera cuando divisó cerca las puertas del asentamiento pudo soltar un suspiro de alivio. No, la hermana Scythia seguía en tensión y seguiría así hasta que dieran con el culpable.
Demasiadas letras extrañas, demasiadas cosas que no tienen sentido. Mi pensamiento me juega malas pasadas mientras intento descifrar las inusuales escrituras que tengo en mis manos. Con la ayuda de la quimiolámpara de Tercio logro iluminar los caracteres que están en sus páginas a pesar de la pobre luz ambiental y del terrible movimiento que sacude el vehículo que nos transporta.
"¡Benditos santos imperiales! ¡Vladymir está en guerra hasta para conducir a casa! Si tan solo manejase un poco más en calma..."
A pesar de todas las condiciones adversas, logro entender parte de lo que dice el escrito y lo considero bien apropiado. Parece tener sentido en la situación y su última frase me queda dando vueltas en la mente, por lo que la repito en voz alta:
- "La única cosa a la que el Padre Cuervo temía era la agonía que tanto disfrutaba infligiendo..."
Miro al resto de mis compañeros para saber si a alguien se le ocurre que es lo que puede significar aquella frase, aquella misteriosa entrada que puede ser la clave para vencer a aquel terrible demonio que está amenazando todo lo bueno que puede nacer en Desesperanza.
"La única cosa a la que el Padre Cuervo temía era la agonía que tanto disfrutaba infligiendo..."
El exLegionario contempló al sacerdote, saliendo de su ensimismamiento. Prefería mirar el balaceo suave de las tetas de su Ama, pero entre la sangre derramada durante el combate con aquellos cuervos ciegos y la abstinencia de ¿dos días? ¿tres...? Joder, desde que abandonó la prisión nunca había pasado tanto tiempo sin follar, y ahora estaba tan empalmado que temía por la integridad de sus pantalones. Así que se asió a aquella frase pronunciada al vuelo por Tauron Faith y la dejó resonar en el interior de su cabeza.
-Muy listo no soy -dijo al cabo de unos segundos-, pero si este jodido Padre Cuervo es el jodido papaíto de todos estos jodidos cuervos de esquisto, o como coño se llamen, está claro que lo que le pone a cien es cegar a todo lo que se menea. E incluso a lo que no se menea.
Kurt sorbió ruidosamente un gargajo y se dispuso a propulsarlo hacia el suelo cuando se percató de que no había suelo libre. Con toda seguridad el conjunto de costras, mocos y saliva acabaría aterrizando sobre los pies de alguien; se entretuvo pensando sobre qué pie apuntar, pero finalmente se alzó de hombros y se tragó el engrudo antes de proseguir.
-Mi jodida cabeza no es que dé para mucho -murmuró-, pero a veces me sorprende hasta a mí: la muy puta funciona como un jodido almacén de información. Lo guarda todo -dijo soltando una carcajada-. Lo malo es que no sé cómo cojones utilizar toda esa mierda... aunque para eso está la jefa -y ahora señaló hacia Renata con un movimiento de la mano-. Sí señor, ésta sí que sabe cómo ordenar datos e hilar pensamientos. También sabe hacer otras cosas de put... eh... ¿dónde cojones estaba? Ah, sí. El Padre Cuervo.
El hombre dio de pronto una sonora palmada con ambas manos.
-¿Recordáis aquel bicho mamón que nos atacó? Puto cabrón -masculló-. Muerto estaba, muerto lo dejamos... pero le habían sacado los ojos. Probablemente los putos cuervos. Ellos mismos han sido cegados, y quién sabe si no lo han hecho los unos a los otros. El ganado muerto, los cadáveres aquí y allí, todos cegados. Pelofino dijo el otro día, ¿cómo era? -dice Kurt señalando a Tercio con la barbilla-, ¿los cuervos atacan los ojos de sus víctimas? Algo así dijiste, ¿no? Y luego está aquello que dijo el Ostrogov acerca de "estatuas llorando sangre". ¿"Estatuas llorando sangre..."?, vamos hombre, no me jodas. Coño, a ese Padre Cuervo se la pone dura cegar a los vivos, a los muertos y hasta a las imágenes en piedra. Así que si lo que teme es aquello que más disfruta hacer... -el exLegionario penal descuelga su hacha, acercando uno de sus extremos a su ojo derecho-, ponédmelo a tiro y yo mismo le sacaré los ojos.
Después deja el arma en su lugar y deja caer la espalda contra la pared del cajón.
-Y si me equivoco, bueno, una vez pillemos al jodido psíquico no creo que haga ningún daño a nadie sacarle los ojos antes de cortarle los huevos. Porque mi pregunta es esa, precisamente. O sea, ¿a quién cojones hay que sacarle los jodidos ojos? La Cantamuertes queda descartada, esos putos bichos han estado a un pelo de llevársela al otro barrio. El tal Seth parece que sólo es un rebelde con carisma. ¿Quién cojones es el psíquico? ¿Y qué cojones quiere hacer, por cierto? -Kurt suspira, volviendo de nuevo su mirada hacia el escote de Renata-. Ya no me creo que pretenda joder la consagración de la Catedral. Quiere otra cosa. ¿Traer a este lado de la realidad al puto Padre Cuervo, invocarlo, construirlo... o lo que sea que se haga con estas mierdas esotéricas?
- Puede que tengas razón - contesté ante la increíble reflexión de Kurt, después de todo tenía un cerebrito que trabajaba... a veces.- Pero me temo que tenemos un problema mucho más acuciante: no tenemos ni idea de cómo es ese Padre Cuervo ni dónde se encuentra. Claro que siempre podemos serguir haciendo lo nuestro hasta que le dé por aparecer... y entonces le sacamos los ojos y todo eso que has dicho... Cuando preguntaba acerca de un plan me refería a eso, por el momento no hemos visto más que esbirros suyos que nos han atacado pero ni rastro del "papi".
Renata se mantenía en silencio, los ojos cerrados, dejándose llevar por el vaivén del coche y por las conversaciones que se sucedían. Había escuchado a Tauron murmurar en voz baja las palabras del libro entregado por Raine, aquel libro de la viuda, lo había oído decir en voz alta una única frase que parecía ser el fruto alquímico y destilado de toda su lectura, una frase que pese a todo carecía de significado en si mismo debido a su carácter críptico. Y oyó a Kurt, sus reflexiones, su hilo de pensamiento propio de quien no busca la complicación y se sujeta a la literalidad de los términos y no a posibles metáforas.
-No estoy segura de nada -murmuró con su voz suave, los ojos aún cerrados, agarrada a un brazo de Kurt y la cabeza apoyada en su hombro-. Pero me gusta lo que dice Kurt. Quizá sea excesivamente escatológico, quizá demasiado literal, pero ¿para qué buscar sentidos ocultos o más complejos en lo leído y afirmado por el sacerdote? Los cuervos son aves carroñeras, incapaces de obtener por sí mismas la carne de los animales heridos o muertos. Deben conformarse con las partes más blandas. Y es la base de refranes como "cría cuervos y te sacarán los ojos". ¿Qué mayor agonía que estar impedido y que te arranquen los ojso en vida? -señaló sin variar un ápice el tono cadencioso pero abriendo los ojos y poniéndose erguida-. No sabemos cómo es nuestro enemigo. Pero a este paso no dudo que llegaremos a saber pronto como es. Y en ese momento, lo que ha dicho Kurt quizá cobre todo su sentido. Estemos preparados para arrancar los ojos del Padre Cuervo, sea quien sea ese hijo de puta. Uy, se me ha escapado -dijo llevándose una mano a la boca, aunque una risita escapó de entre sus entreabiertos y gordezuelos labios-. Perdón. Y Kurt, no te vuelvas listo. No demasiado. Sabes que te quiero por tu cuerpo. No necesito que desarrolles el cerebro -dijo con una sonrisa que desmentía sus palabras, antes de inclinarse sobre él y depositar un delicado beso en su mejilla rasposa por la barba-. Mmm, me gusta ese roce -le susurró al oído, el aliento cálido acariciando su reja.
- Tercio tiene razón... no sabemos ni a quién atacar. - gruñó Scythia que estaba poniéndose de mal humor. - Podemos entregar el libro al Vidente Aristarchus, seguro que puede encontrar alguna pista que se nos haya pasado por alto y quizá así demos con el causante de esto... ya sea Papá Cuervo o Mamá Rata, me da igual. Sea quien sea morirá en la hoguera por Hereje. -
La idea de Kurt acerca de sacar los ojos a su enemigo le había resultado extrañamente de lo más placentera a Scythia. ¿Cómo no se le había ocurrido antes?
Después de escuchar las palabras de mis compañeros, pienso en ellas pero hay un detalle importante que me molesta. Me refiero a ello sin esperar mucho ni reflexionarlo:
- "Según los relatos escuchados, el Padre Cuervo es un espíritu o demonio sin forma que puede poseer a las criaturas. Si eso es cierto, no sé como vamos a sacarle los ojos a algo que no tiene."
Pienso un momento acerca de eso y tengo una leve idea pero no logro llegar a una conclusión:
- "Puede que sea para hacerlo aparecer o espantarlo de alguna forma. Quizás mostrarle algo sin ojos u ojos podría hacer que se manifestase o abandonase el cuerpo que lo porta. No lo sé."
Las posibilidades son infinitas y la verdad es que no sé nada que me pueda dar una pista. Si tan solo el libro dijese algo más, pero no es mucho lo que puedo obtener de ello.
-Sacerdote -dice Kurt con voz ronca-, si es un espíritu que se manifiesta poseyendo a otra criatura, le sacaremos los ojos a esa criatura. Si por contra es un ser que necesita ser invocado, le sacaremos los ojos al capullo que lo haga.
El exLegionario pasa el grueso brazo por detrás de la cabeza de su Ama, acercándola a su pecho mientras acaricia el pelo de Renata con la mano.
-Con todos los respetos, no veo cómo la visión de una criatura sin ojos puede espantar a un bicho que se pone a cien cegando al personal -murmura, más para sí mismo. Después alza la voz, mirando hacia Scythia-. Hermana, imagino que mi opinión importa poco pero yo no daría ese libro al Vidente; desde que ha comenzado todo esto, no ha hecho otra cosa sino meternos en problemas: estábamos con él cuando nos atacó el bicho aquél y no hizo nada por ayudarnos, es él quien nos ha enviado a la jodida trampa llena de cuervos de ahí atrás... No. -Kurt ladea la cabeza-. En realidad yo no le daría el jodido libro a nadie. No me fío ni del dueño de la Clota. Ni siquiera hablaría de su existencia hasta que no tengamos delante al puto padre Cuervo. Y cuando ocurra voy a dispararle a los ojos. Vosotros haced lo que os plazca.
-¿A Aristarchus? ¿Estáis locos? Después de todo, a sabiendas que las cosas no funcionan bien con él, su errático comportamiento y ¿vas a darle ese libro? Hay otros a quiénes dárselo y saber más. Miembros de la eclesiarquia local. Y si nuestro Cuervo se dedica a poseer a inocentes, no descartaría que ese inocente poseído sea Aristarchus. De hecho, hasta me parece... coherente con todo lo visto y hablado -Renata parpadeó, como sorprendida de su propia conclusión.
- Aristarchus es un respetable miembro de la Eclesiarquía. – respondió Scythia. – Un leal y devoto sirviente del Emperador. – concluyó tajante.
No estaba dispuesta a aceptar que el Vidente fuera el origen de los problemas, aunque no era eso lo que Renata había insinuado. - Pero sí es posible que ese Padre Cuervo, sea lo que sea, - indicó pensando a todas luces que el Padre Cuervo era un demonio, - nuble el juicio de nuestro superior. No es una posibilidad que haya que tomar a la ligera. –
Frunció el ceño un tanto frustrada. – El abad Skae casi muere en el último ataque. Sea lo que sea el Padre Cuervo no parece interesado en poseerle. Podíamos mostrarle el libro al Abad, a lo mejor él ve algo que nosotros no. Y seguramente sea capaz de interpretar mejor los símbolos que nosotros mismos. -
356.810M41.
HORA LOCAL: PRIMERA HORA DE LA NOCHE.
- El camión de caja abierta conducido por Vladymir se detiene ante las puertas de Desesperanza.
CAMBIO DE ESCENA:
- Continúa en: Iocanthos: Desesperanza.