Partida Rol por web

El vostroyano estaba listo para seguir al resto cuando vio como el psíquico caía a plomo al suelo. Mas mal que bien debido a la carga que representaba, consiguieron alejarse de la zona de aterrizaje y adentrarse en aquellas oscuras y nada prometedoras calles de aquella isla. 

-Vigilad la bolsa y pareced amenazadores, éste parece el típico lugar donde el dinero no dura mucho en las mismas manos. 

OSTROGOV:

- Una vez desfilaste manteniendo el paso a la sombra de un titán Wolfhound en movimiento. Una simple plataforma oscilante no va a poder contigo...

INTIUS VARNIAS:

- Este lugar (la Sentina has oído que la llamaba un técnico tarugo) desafía a tu capacidad de comprensión y asimilación.

- No tiene el menor orden. Te sobrepasa.

VLADYMIR OSTROGOV:

- Has oído a un técnico desharrapado llamar a este lugar desorganizado "la Sentina".

- Desde luego es un completo caos. Es imposible orientarse o encontrar nada en un lugar así...

Cuando Arlan Hex cayó al suelo Xerxes se giró nervioso temiendo que el peligro invisible que había abatido al psíquico lo tuviese a él como siguiente objetivo. Luego, viendo sus patéticos intentos por ponerse en pie, comprendió que seguía vivo y que la única razón de su caída había sido la debilidad.

- ¿Necesita ayuda señor Hex?- preguntó con indiferencia después de sopesar durante un buen rato la conveniencia o no de formular esa pregunta.

Había pensado que de ofrecerle su ayuda directamente quizá se ofendiese debido a un mal entendido concepto de orgullo, pero también podía ofenderle que nadie se preocupase por su estado. La pregunta también podía molestarle, por supuesto, pero al final se decidió por ella porque al darle la libertad de elegir sin ofrecerle ni negarle la ayuda explícitamente era la que ofrecía mayor probabilidad de éxito.

Ahora, con ayuda o sin ella, que aquel tambaleante hombre no habría sido de ninguna ayuda en un suelo estremeciéndose bajo los disparos de artillería pesada como los que el Cuestor había pisado, era un hecho incontrovertible.

Dejamos atrás la extraña plataforma y entramos en una zona al parecer residencial. Es un extraño lugar por el que parece sumamente fácil perderse. Camino con el grupo e intento enterarme un poco de donde estamos y de a donde queda nuestro destino observando a los pobladores y otras personas en las calles. Mantengo mis oídos atentos y mis ojos alerta mientras avanzamos para intentar guiarme de alguna manera.

XERXES VON BRAUN:

- Este lugar, que alguno de tus compañeros ha oído que los lugareños llaman "la Sentina" es un profundo caos y una desorganización absoluta, algo que choca de frente con tus preferencias personales. Además, y peor aun, está todo lleno de suciedad y de gente de mal aspecto que vive hacinada en un mismo sitio en condiciones de higiene y salubridad paupérrimas.

Te pone de los nervios...

TITUS NIHILIUS:

- Pese a que te criaste en el equivalente del Mechanicus a una Subcolmena, te encuentras tan perdido en esta zona cochambrosa de la Isla del Emperador como al parecer están el resto de tus compañeros.

- Esto te hace pensar que llevas mucho tiempo apartado de los peores suburbios, de la suciedad, el ruido y la enfermedad. Te has venido acostumbrando a entornos más pulcros, civilizados y antisépticos...

- Esto me recuerda vagamente a las subcolmenas de Mordia... salvando las distancias, claro - dije evocando tiempos pasados.- Que tiempos aquellos...

Me sentía a gusto en medio de aquellos suburbios repletos de escoria y gentuza, allí nadie te juzgaba, sencillamente se asumía que eras la misma mierda que ellos y todos contentos. Escridiñé la zona en busca de un antro adecuado en el que empezar a investigar.

"mmm... no, demasiado sórdido - pensaba mientras analizaba lo que veía.- ¡Oh! Luz roja... no, demasiado temprano para eso... eso otro parece decente... no, demasiado "chic"... bueno, para los estándares de este cubo de basura..."

La caída de Itsua resultó realmente cómica, un tipo tan estoico y serio protagonizando una escena tan vergonzosa, sencillamente hilarante. Si, podría haberle ofrecido mi ayuda aunque estaba claro que no la necesitaba, pero no lo hice, aunque lo que si hice fue aprovechar la situación para pulir más nuestra tapadera de mercenarios.

- No me digas que has estado bebiendo en la nave, maldito bribón - dije en tono jocoso.- Y ni siquiera me has ofrecido un trago... la próxima vez que tengas una navaja en el gaznate no seré yo el que te salve el culo, me limitaré a ver cómo te hacen un afeitado bien "apurado".

La idea de Tercio Veridio le pareció buena, debían comportarse como verdaderos mercenarios.

-Es una buena idea Tercio, busquemos entonces algo de información útil para comenzar nuestra misión. Recordad vuestras identidades falsas e intentad tener alguna historia preparada. De momento en cuanto al grupo podemos decir que hemos compartido algún destino anterior y que ahora estamos sin blanca como dice Tercio.

En aquel momento Itsua calló al suelo. Le ayudó a levantarse aunque parecía que no podía caminar muy bien, debía estar afectado por el efecto que aquel planeta había ejercido sobre él también.
Lo que se encontró más adelante sobrepasó cualquier expectativa del arbritrador, nunca había visto nada igual y de repente se encontró muy perdido entre todo aquel tumulto de gente, viviendas y locales comerciales que conformaban lo que parecía llamarse la Sentina.

-Bien ¿Ahora que? Preguntó. No conocía el planeta y tras quince años encerrado incluso en uno conocido se encontraría perdido por los cambios seguramente. ¿Veis algún lugar apropiado?

Mientras decidían se ajustó bien las armas, no quería que lo pillaran desprevenido si pasaba algo.

TERCIO VERIDIO:

- Observas el ambiente y no ves nada prometedor. Los colonos que bajaron de la lanzadera van de aquí para allá por entre los corredores, pasarelas y sub-cubiertas, más desorientados incluso que vosotros. No durarán mucho hasta que alguien les atraque o algo peor.

- Llega un momento que la suave complacencia del mecerse continuo del horizonte te deja medio adormilado. Sabes tanto acerca de a dónde ir o qué hacer a continuación como tus compañeros, menos acostumbrados a los suburbios.

El leve vaivén y la humedad del piso supusieron un obstáculo ineludible para el psíquico que cayó brusca y dolorosamente de rodillas sobre el suelo.

-¿Necesita ayuda, señor Hex?

La voz del miembro del Munitorum refiriéndose a él como Hex, le llegó clara e indiferente en su modulación. La roja mirada cibernética se clavó en él durante unos segundos, segundos de silencio, mientras continuaba genuflexo, en lo que para muchos sería una posición humillante y de humillación. Se puso en pie costosamente, rechazando el gesto de Intias con un suave movimiento de mano.

-¿De verdad cree eso, señor Von Braun? -respondió cínica y crípticamente, correspondiendo al tratamiento y persona de su interlocutor, antes de la intervención de Tercio, momento en el que su rostro pareció oscurecerse sombríamente-. ¿Salvarme?¿Tú?

No dijo más. Era la hora del espectáculo, de la humillación del psíquico. Nada a lo que no estuviera acostumbrado en aquel universo. No sería la primera ni la última vez. No sería el primer ni el último psíquico que debería soportar algo similar.

- Estáis todos muy despistados y desorientados entre el sucio gentío (especialmente Arlan Hex que sigue algo mareado). Os abrís paso a empellones hacia una zona que parece más despejada, pero que resulta ser un callejón sin salida.

- Os dais la vuelta para salir de este lugar que no conduce a ninguna parte cuando unos tipejos de aspecto patibulario os bloquean el paso. Son en total siete y parecen sucios matones.

Los siete visten ropas desgastadas y en sus cinturones muestran abiertamente pistolas automáticas de bajo calibre y cuchillos.

Sonríen cruelmente, deben de haberos tomado por presa fácil, por unos pardillos asustados.

La Sentina era un pozo de inmundicia y desorden, un repulsivo hormiguero donde gente de la peor calaña se hacinaba entre caos y mierda. Viendo aquella situación no se necesitaba estar loco para saber que había ratas, de las humanas y de las otras; razón por la que en Xerxes empezó a mostrarse más y más nervioso.

Cada dos o tres pasos no se le olvidaba parar para comprobar que su arma y sus pastillas seguían en su sitio. Cada cuatro o cinco echaba un vistazo buscando posibles escondites en las callejuelas por las que ya habían pasado o por las que deberían seguir su camino. Fue precisamente en una de esas comprobaciones rutinarias cuando descubrió a la escoria que sonreía amenazante a su espalda.

- “Siempre por la espalda.”- pensó.- “Siempre.”

Corrió buscando apartarse de la línea de tiro tras comprobar que dos de los maleantes parecían tener especial interés en él. Y entonces escuchó el grito…

-¡NO ME MIRÉIS!

El Cuestor se valió de su fuerza de voluntad y disciplina para ignorar la corruptora vocecilla que a todo hombre tienta para que atraviese la puerta que le han prohibido cruzar. Y tuvo éxito, no miró, cosa que agradeció al comprobar cómo aun sin mirar su cuerpo respondía con repugnancia a los oscuros poderes que el psíquico invocó.

Xerxes decidió dejar para otra ocasión la reflexión sobre Arlan Hex y sus “habilidades” y tras sacar su arma simplemente apuntó y disparó. Un único tiro que atravesó la cabeza del maleante que instantes después caía muerto al suelo, demostrando que hasta los idiotas tenían sesos.

- ¡Debemos marcharnos ya!- gritó tras mirar su crono. Intius Varnias seguramente no lo sabía, como tampoco sabía nada del planeta que pisaban, pero al menos esperaba que le hiciera caso y diera orden de que se retiraran.- ¡Ya!- repitió tras correr hasta situarse a la derecha de Vladymir.

Por la estupidez del Guardia Imperial, por haber mirado cuando no debía, tendrían que cargar con él en su huída.

Tras entrar en la Sentina siguió caminando confiado junto al resto de sus compañeros, pensando que alguno de ellos ponía rumbo a algún sitio adecuado para comenzar sus investigaciones. En realidad todos estaban igual de perdidos y acabaron en un callejón. Pronto se dieron cuenta de su error, pero para entonces ya estaban rodeados de unos cuantos malhechores que debían querer aprovecharse de ellos. No hubo mucho tiempo para preguntas y las reacciones se sucedieron unas tras otras. Intius no estaba acostumbrado a todo aquello, o quizá simplemente fuera la edad, pero reaccionó más tarde de lo que hubiera querido. Mientras algunos de sus compañeros desenfundaban sus armas y disparaban y sus enemigos ya les estaban apuntando con las suyas Intius corrió hacia el que tenía enfrente y le apuntaba directamente. Mientras lo hacía sacó ágilmente su garrote, al menos de eso no se había olvidado todavía y propinó un golpe a su contrincante. Eso parecía que si lo había perdido, el golpe resultó bastante flojo pues Intius había llegado cansado hasta allí y apenas le quedaban fuerzas.
Antes de golpear por segunda vez oyó la voz de Itsua a su espalda.

-¡NO ME MIRÉIS!

Intius no tenía la intención de hacerlo, estaba bastante ocupado intentado darle de nuevo a su objetivo, pero de repente algo le recorrió todo su cuerpo, una sensación desagradable y un tanto mareante que le hizo perder la concentración y fallar el golpe. Su reacción hubiera sido mirar hacia el psíquico para ver lo que sucedía, pero recordó la advertencia y se abstuvo, además tenía bastante que ver allí delante de sus narices. Sus enemigos se habían vuelto locos, se tiraban al suelo, huían o reaccionaban de maneras diversas. Aprovechó la confusión para asestarle un golpe mortal a su adversario pero cuando se disponía a rematar y perseguir al resto los gritos de Von Braun e Itusa lo retuvieron. Como arbitrador sabía que tenían razón, pronto aquel lugar estaría atestado y aquello no era bueno para su misión, debían salir corriendo. Se dio la vuelta y vio que Vladymir estaba paralizado, no sabía que le pasaba pero tampoco tenía tiempo para averiguarlo.

-¡Tenéis razón, vámonos de aquí! Corrió hasta Vladymir y tiró de él, era un tipo grande pero él tampoco le iba a la zaga. ¡Que alguien me ayude, seguiremos a los demás. Ya pensaremos en algo cuando estemos lejos y a salvo!

Itsua guardó cuanto había recuperado del cuerpo del cadáver y sonrió con sorna al siempre dispuesto a dar órdenes Xerxes Von Braun.

-Vayámonos pues. Yo ya he acabado.

Dicho lo cual, se dispuso a seguir al grupo.

Vladymir, que tenía ya el rifle listo en la mano, apuntó contra uno de los dos matones que les cerraban uno de los callejones y disparó contra él, pero parecía que no había estado muy fino y había errado el disparo.

-Maldita sea... ¡Machacad a éstos canallas, que se enteren de lo que es meterse con mercenarios de verdad!

El vostroyano apretó otra vez el gatillo del rifle, pero volvió a fallar. No sabía si era el leve bamboleo, o el llevar tantos meses inactivo, pero aquel no estaba siendo su combate... En ése momento, Itsua realizó algo abominable. Pudo sentirlo en cada fibra de su ser, y aunque el psíquico les advirtió de que no miraran, algo en su interior hizo que desobedeciera aquella simple frase. 

Lo que vio y escuchó hizo tambalearse su cordura, provocando en el guardia imperial un estado de estupefacción lamentable. No era capaz de hacer ni decir nada, simplemente quedó con la mirada perdida. Escuchaba y veía cosas horribles, pero no podía gritar, ni moverse, ni nada. 

Vladymir seguía paralizado por el horror, ajeno a todo aquello que le rodeaba. Aunque, de algún modo, percibía que el psíquico había cesado aquella aberración, él la seguía viendo... Los ecos psíquicos resonaban dentro de su cabeza, ecos de una decadencia, corrupción y herejía prácticamente aseguradas.

"Emperador, protégeme..."

Pudo sentir como tiraban de él, pero no podía hacer nada más que seguirles torpemente, como si estuviera bajo alguna clase de hipnosis. 

- Intius Varnias corre a reunirse con Tercio y Xerxes, y les ayuda a trasladar a Vladymir, que sigue como alelado.

- Arlan se entretiene unos segundos saqueando un cadáver...