Niren tuvo el tiempo necesario y los materiales para realizar la reproducción casi perfecta de la Caja de Arena Roja o como la llamaban los reptilianos de la Orden de los Suplicantes, la Caja de Xoltlish. Lo cierto fue que la reproducción era muy fiel a la real, aunque eso, de poco importaba en el fondo, porque difícilmente Rargzorg sabría realmente como era. Sir Haldir y Sir Alois, aunque éste último a regañadientes, estuvieron de acuerdo en llevar a cabo aquel descabellado plan. ¿Cómo iba a salir? Ese era todo un misterio que dependería en gran medida de como reaccionaran el resto de autoridades presentes en el momento de la entrega.
Fuera como fuera, cuando llegaron a la capital de Bythuador, fueron recibidos con inmediatez por los mandatarios de la nación. De nuevo fueron conducidos a la Sala Azul, donde ya se reunieron la primera vez días atrás y donde habían recibido las confusas instrucciones por parte de quienes les habían encargado aquella peligrosa misión. Habían cumplido la misión de encontrar a Rataxes y de frustrar sus planes, aunque no le habían traído de vuelta, ni a su cadáver, por lo que en eso habían fallado. En cuanto a la caja, bueno, habían traído una, aunque si el bueno de Rargzorg abría dicho artefacto, se llevaría un gran chasco y sin duda arremetería contra ellos.
Frente al grupo se encontraba de nuevo toda la cúpula de Aventria. El rey presidía la reunión sentado en un trono. Tefanos III se mostraba con rostro serio y con actitud tranquila. Junto a éste se sentaba su hija, la princesa Mena. También mostraba rectitud, aunque a diferencia de su padre, se la veía algo más ansiosa. A la derecha de la princesa se encontraba el mago real Rargzorg, quien de todos con diferencia, parecía ser el más nervioso, pues se frotaba las manos y meneaba una pierna a la espera de saber saber el resultado de la misión. Finalmnte la Directora del Despacho de Integridad Mágica Whilermina Magnussen, se sentaba a la izquierda del Rey, siendo de todos la única que se mostraba sonriente.
- ¡Bienvenidos! - Habló finalmente el Rey. - Espero que traigáis buenas nuevas. - Dijo de forma solemne y estirando los brazos hacia adelante y a los lados. - Contadme, por favor... - Hizo una pausa. - ¿Cual es el resultado de vuestras actuaciones?
Y de esa manera, el Rey de Bythuador les cedió la palabra a los recién llegados.
—El artefacto está a salvo, majestad —fue las concisas aunque ambiguas palabras del Caballero de la Orden Rubí—. ¿Niren?
Dejó que la tiefling hiciera su actuación mientras aguardaba discretamente la respuesta de Rargzorg.
Niren se adelantó con la caja entre las manos.
—Esta es la Caja de Xoltlish—la presentó alzándola un poco, y siendo totalmente consciente de que le había salido bien la pronunciación del nombre de pura chiripa—. El peligroso artefacto que buscaba Rataxes... y que se le ha ido un poco de las manos. Digamos que el mago no volverá a ser una amenaza.
A menos que a los lagartos les diese por arrojarlo desde su pirámide voladora espacial como quien tira la basura, en cuyo caso sería más farragoso que cualquier excrección de ave cayendo sobre quien se lo llevase puesto, pero aquel era otro tema.
—Parece que la magia que alberga otorga poder para cumplir los deseos. Si yo ahora mismo le ordenara convertirme en la dueña de este reino y la abriera, ¡puf! ¡Podría desintegraros, majestad! Y nadie podría toserme. Terrorífico, ¿eh? Pero confiamos en que estará a buen recaudo bajo el juicio y las capaces manos de su eminencia el mago real—se inventó, haciendo el esfuerzo sobrehumano de no echarse a reir por llamar "capaz" y "eminencia" a aquel tipo en una misma frase—. ¿No es así?
Miró a Rargzorg como si realmente esperase que fuera él el encargado de recogerla.
- Buen trabajo... - Respondió Rargzorg con la mirada fija en la caja. Una mirada ansiosa y acaparadora que ya no veía nada más en toda la sala que no fuera aquel artefacto. - Entrégamela. - Le dijo a Niren mientras avanzaba hacia ella, la caja pues solo tenía ojos para el artefacto.
Avanzaba con la manos abiertas y casi sin respirar, pues parecía como si todo a su alrededor se hubiera detenido y únicamente existieran él y la maldita caja maldita. Finalmente se plantó frente a la tiefling y por un segundo le miró a los ojos. Agarró la caja con cuidado y delicadeza y asintió a Niren en el momento en que el artefacto cambió de manos.
- Es magnífica... - Comentó al mirarla con detenimiento. - No parece que le afecte el paso del tiempo. Es como si la hubieran fabricado ayer.
Y el pobre mago real, no sabía cuanta razón tenía en aquello.
Si bien hasta ese momento el mago había actuado como ralentizado por la magia del momento, en cuanto tuvo el artefacto en su poder y lo hubo examinado de forma ocular, desapareció a toda prisa camino de sus aposentos.
- Debo ponerla a buen recaudo y examinarla con detenimiento... - Se excusó.
- La Casa Real, Bythuador y porque no decirlo también, Gante entero está en deuda con vosotros. - Habló el rey. - Habéis hecho un trabajo excepcional, como no podía ser de otra forma, pues sois lo mejor de lo mejor de lo mejor.
El rey se incorporó y se acercó hacia los héroes saludándoles uno a uno y estrechando sus manos. Se notaba que aquel hombre sentía orgullo real, nunca mejor dicho, por los buscadores. Ni había sido una misión fácil, pero lo habían hecho y estaban de vuelta para contarlo.
- Celebraremos un banquete en vuestro honor está noche... - Respondió. - ¡Pero será mejor que vayáis a comprar algo digno con lo que vestiros y poder tirar al fuego esas ropas raídas y mugrientas! - Soltó una risotada y dio paso a que pudieran hablar las mujeres.
Quién se adelantó entonces no fue otra que la Directora del Despacho de Integridad Mágica. De todos era quién mantenía la expresión más sería e inquisidora. Al fin y al cabo su trabajo no era otro que el de hacer preguntas y descubrir la verdad, algo que sin duda estaba a punto de hacer.
- Primero, es mi deber felicitaros por lo que habéis logrado. - Empezó con su interrogatorio de forma amable. - Con Alois a la cabeza nunca pensé que... - Se lo guardaría para ella. - Pero tengo algunas preguntas para vosotros, como no podía ser de otra forma... - Miró a Sir Alois. Quería que respondiera él. Sabía que si mentía me descubriría. - ¿Qué pasó con Rataxes? ¿Dónde está Liadrel? Y... ¿Cómo conseguisteis la caja?
- Las respuestas a estas preguntas son muy sencillas. - Respondió Alois. - Encontramos a Rataxes de casualidad en medio del desierto. Peleamos con él y recuperamos la caja. Él acabó mal y Liadrel era una traidora así que ahora los dos han abandonado Gante para siempre. - No mintió técnicamente en nada. Sir Alois no sabía. - Redactaré mi informe en cuanto haya descansado, si no le importa Directora...
- ¡Deben estar muy cansados! - Intervino entonces la princesa Mena. - Supongo que querrán cobrar lo acordado e irse a sus casas a lavarse, descansar y prepararse para el banquete de esta noche... - Les dijo a los héroes. - No les molestamos más y les esperamos para la celebración de la noche. Pueden pasar por la sala del tesoro, dónde un alto funcionario de Bythuador les entregará lo debido.
Y así fue, como habiendo cobrado lo acordado, los cinco compañeros salieron del palacio y comenzaron a caminar juntos dejando atrás los muros del mismo. Satisfechos como estaban y con los bolsillos un poco más pesados que antes, sonreían ante el sol de la tarde que calentaba sus rostros y empezaba a caer en el horizonte.
- ¡Nooooooooooooo! - Un terrible gritó salió de una de las ventanas de Palacio. - ¡Embusterooooooos! - Es Rargzorg.
Y en ese preciso instante, supieron que mejor sería no volver en un tiempo por palacio o quizás mejor sería no volver nunca. No volver y huir de Bythuador... Quizás esa sí sería una buena idea...
- FIN -