- Bien... - Masculló aquel hombretón con la mirada fija en el cadáver descabezado y con evidente gesto de reflexión. - No es el protocolo al que estoy acostumbrado. Normalmente, aún siendo un asunto entre ciudadanos y no ciudadanos, se suele tomar declaración de lo sucedido en el cuartel. - Alzó la mirada y se rascó el mentón. - Teniendo en cuenta su condición de caballeros y siendo usted quien es... - Dijo refiriéndose a Sir Alois. Al fin y al cabo, pese a su mala suerte recurrente, pertenecía al Despacho para la Integridad Mágica de la Real Cofradía de Magia y Hechicería de Bythuador. - ... simplemente tomaré sus datos y redactaré un informe hacia mis superiores. Si no creen que sea necesaria su presencia ante ellos o un magistrado, éste asunto puede quedar aquí zanjado. No obstante... El cadáver...
- Sin duda que podrá hacerse cargo ustedes... - Intervino Sir Alois. - Lo cierto es que tenemos bastante prisa. Nos estamos preparando para un viaje oficial. Un asunto requiere de nuestra presencia y partida inmediata. Un asunto importante... - Sir Alois rebuscó entre sus pertenencias y sacó una pequeña bolsita de cuero tintineante de la que hizo entrega al guardia. - Sé que no es protocolario, pero sin duda ayudará a que este asunto se resuelva de modo satisfactorio para todos... ¿No es así?
Tras un par de reglamentarios: "gracias, pero no es necesario", seguidos todos y cada uno por un: "insisto", el guardia aceptó la ofrenda y mandó a sus hombres comenzar con las labores del levantamiento del cadáver. Sir Alois le entregó una copia de la llave de su vivienda que debería guardar bajo su custodia hasta su regreso, aunque realmente, lo que hiciera con ella o con su vivienda, le traía francamente sin cuidado, pues no estaba entre sus planes de futuro regresar a aquel lugar.
Finalmente ambos se cambiaron. Al fin y al cabo, el objetivo de la visita de Sir Haldir había sido el de adecentarse un poco para la recepción real y no el de perpetuar un homicidio, aunque las cosas se habían torcido un tanto. Como bien sabía Sir Alois, las cosas no salen siempre como una planea y en su caso, ese "siempre" podía intercambiarse por un "rara vez", sin problema alguno. Por suerte, la justicia estaba de su parte en aquel caso y su cargo de caballero había facilitado aún más las cosas.
Con todo lo que había sucedido, el tiempo perdido durante el combate y las explicaciones pertinentes a la guardia, finalmente pudieron llegar a tiempo a su cita en el Salón Azul. Con las túnicas limpias y tras haberse aseado un poco, ninguno de los presentes podía, ni iba a sospechar, pues no tenían porqué, lo que había sucedido durante las últimas horas en la ajetreada y complicada vida de Sir Alois y en este caso también de Sir Haldir, quien había sido abocado a entrar en la caótica espiral de desafortunadas coincidencias con las que el bueno de Sir Alois debía convivir a diario.
FIN del prologo... de momento.