Partida Rol por web

Me sentía débil, estaba herida casi de muerte, pero el grito de Tarkham me había arrancado una sonrisa. A pesar del agotamiento y de que verdaderamente pensaba que aquel iba a ser mi último combate, no iba a dejar de intentarlo, mucho más después de ver como Aenifer también se estaba arriesgando.

Así que me lancé, quizás por última vez, contra aquel ogro que era más grande que todos nosotros juntos. 

-Si fuese por feo, sin duda ganarías el primer premio, pero aquí solo ganarás en ser el siguiente en caer, apestoso hijo de puta -le solté, mientras me lanzaba contra él con mi espíritu, más que con fuerza, que apenas me quedaban, aprovechando que al menos debía vigilarnos a dos.

Afortunadamente, antes de que volviese su cuerpo hacia mí, logré clavarle mi hacha en el costado, y aquello pareció ser suficiente para hacerle caer, más como un árbol muerto que como lo que era. Para cuando se desplomó en el suelo, chorreando sangre, al lado de Aenifer, tenía los brazos prácticamente muertos del esfuerzo y mis propias heridas, apenas me permitían ya moverme.

Coloqué el hacha bajo mis manos y simplemente, intenté recuperar el aliento, mientras me alegraba más por ver a mi amiga viva que por haber acabado con aquella horrible criatura.

-Creo que necesito... unas vacaciones -dije, conteniendo el dolor que sentía por todas partes.

El ogro había muerto gracias un poco a la aportación de todo el grupo. Los enemigos restantes ya no eran una gran amenaza. Tan sólo uno de ellos conservaba la vista y del resto, únicamente el que parecía el líder aún plantaba cata lanzando hachazos a diestro y siniestro. 

Era el momento de que Aenifer hiciera su magia y acabara con el líder enemigo clavando su estoque en un punto vital, aunque lo cierto era que no tenía posibilidad de llegar antes él, pues Valyëvan y el único trasgo que podía ver de interponían en su camino. Aunque matando a aquel trasgo de quitarían un buen escollo de delante.

Grite con todas mis fuerzas mientras la hoja de mi daga perforar la piel de aquella bestia olorosa y mal nacida. Disfrute cada centimetro de rasgadura mientras veia a Valy combatiendo y como los demas....

Pero no vi el fatidico golpe de la clava que me derribo con un solo impacto. Al caer al suelo supe que todo estaba perdido. Fue solo un instante para entender que no cuidaria mas de aquella joven anzana, un instante mas de saber que mi amiga caeria pronto a mi lado y otro instante mas llenandome de tristeza por el sabor de mi fracaso. Escupi sangre por mi boca dejandome aquel sabor metalico mientras mis ojos se cerraban mirando un extraño rostro en las sombras del techo de piedra sobre mi.

- Alex... suspire antes de todo se oscuriciera.

Mi pecho se lleno de aire al volver al respirar regresando de los muertos. Despertaba en medio de la batalla y aunque sin tener sentido percibi que aun luchabamos por nuestras vidas.

Me levante tociendo la sangre que quedaba en mi boca y respirando con mayor facilidad solo para notar a Yoon que me miraba complacida al ver que su hechizo habia funcionado. Le devolvi la sonrisa sabiendo que le debia la vida pero no era el momento de abrazarla o sentimentalismo. El mastodonte ogroniano habia caido, de seguro en manos de mi compañera pero aun seguia luchando con aquellos dos.

Teniamos que terminar pronto este combate porque dudaba que me pudieran revivir de nuevo. Confiada avance hacia el ogro cerca de Valy para atacarle en el mejor momento.

Aenifer lanzó un estocazo casi mortal contra el trasgo que acababa de salir de la telaraña y al que casi hubiera valido la pena quedar en ella atrapado. El resto de sus compañeros, cegados y atrapados por las pegajosas hebras, no se movieron, aunque si se lamentaron profundamente por su situación.

El enorme ogro había caído, al fin. Y Belbara podía ver ya a Valyëvan, con su cuerpo castigado y llena de sangre.

Sacó una varita de su cinturón, apuntó a la semielfa y gastó una de las cargas para sanar en la medida de lo posible a la guerrera.

-¡Todavía queda trabajo por hacer!¡vamos!- rugió más que gritó para animar a todos a terminar con aquellos seres. No podía permitir que infestasen la ciudadela de Brook, ni sus alrededores, porque todavía no habían dado con la ciudad enana, y dudaba de que aquellos cabezas huecas pudiesen penetrar sus puertas, no sin encontrar la muerte. Pero tenerlos de vecinos era ya un insulto y una amenaza que no podían ignorar.

El líder trasgo siguió lanzando hachazos con gran fuerza. Éstos pasaron rozando el cuerpo de la bárbara por escasos centímetros. Cualquiera de aquellos golpes hubieran matado a la vovit, pero al estar su adversario totalmente ciego debido al conjuro del mago, había logrado sobrevivir.

El trasgo lanzaba improperios sin demasiado sentido. Gritana enrabietado y escupía furioso. Ni siquiera Tarkhan, que conocía la oscura lengua de aquellas criaturas, podía entender lo que aquel ser sumido en la impotencia y la rabia, estaba gritando. Fuera como fuera, o bien Valyëvan o bien cualquiera de ellos, pronto acabarían con su agonía.

Belbara había tratado de llegar hasta Valyëvan para curarle con su varita de vigor, sin embargo, estaba demasiado lejos y tuvo que pararse antes curando a Aenifer en el camino. Sin embargo, las piernas de Yoon-Shun eran más largas que las de la enana y ella si se acercó lo suficiente hasta donde se encontraba la vovit y lanzó un nuevo conjuro de curar heridas almacenado en su varita sobre ella.

-  ¡Najika ghâ'u! - Reformuló las palabras arcanas iluminando con un fulgor dorado las heridas de la bárbara, las cuales comenzaron a sanar rápidamente. - ¡Ahora te sentirás mejor!

El único de los enemigos que no estaba totalmente cegado o atrapado en la telaraña, no tenía muy claro que hacer. Se había visto totalmente rodeado por enemigos y veía muy cercana su muerte. A la desesperada lanzó un ataque contra Aenifer, pero ésta logró bloquear el ataque interponiendo su estoque. 

Era el momento de acabar con el combate. Debían contraatacar y acabar con sus enemigos. Los tenían a su merced y si no cerraban ya aquel combate, podía acabar por complicarse demasiado.

Cada minuto que transcurría con mi corazón latiendo, era un regalo, o al menos, así era como lo veía yo, porque me ofrecía la oportunidad de continuar luchando y, sobre todo, defender a Aenifer, que seguía estando completamente expuesta. Así que me lancé con todo lo que me restaba.

Sabía que el tiempo corría en mi contra, que aquel conjuro que había dejado momentáneamente incapacitado al ogro no duraría, y que mis fuerzas eran más bien escasas. La sangre que discurría por mis piernas estaba empezando a secarse, pero mis heridas aún estaban abiertas y seguían manando, recordándome que la muerte podía estar a un segundo de distancia, a un golpe de aquel enemigo o de cualquier otro, y que el más allá, me reclamaba todavía con fuerza.

Agachándome para esquivar los ataques del ogro, aproveché la primera oportunidad que tuve para lanzarle dos golpes, en un nuevo intento de tumbarle y acabar con él.

-¡Aaaaaaaah! ¡Muere yaaaa!

Aquella lucha era interminable pero no iba a desistir. Vi como Yoon lanzaba su conjuro sobre mi amiga y me lleno mas de orgullo su valentia pero tenia que regañarla por exponerse a ser alcanzada.

Sin perder mas tiempo saque mi flecha y dispare. No me preocupaba estar tan cerca, para eso habia entrenado.

Muere desgraciado!!!

Los hachazos de Valyëvan contra el líder de los trasgos se incrustaron en su abdomen y desparramaron sus interioridades por el campo de batalla. La vovit había salvado el pellejo, pues con la muerte de aquel trasgo, sumada a la del ogro, los dos principales enemigos habían sido abatidos.

Mientras tanto, Aenifer seguía combatiendo contra el último de los trasgos que estaba presentando batalla. Cuando decidió dejar su estoque para agarrar su arco y luego disparó contra el trasgo, éste incrédulo ante lo que estaba haciendo su adversaria, lanzó un rápido ataque contra ella. Por suerte la flecha de Aenifer fue más rápida clavándose entre ceja y ceja de aquel ser y matándolo al instante.

La enorme criatura que había convocado Tarkhan se movió por el túnel para buscar una nueva víctima, pero su mano silbó por encima del trasgo y le propinó un doloroso puñetazo a la pared de piedra.

Tarkhan alzó la mano para deshacer el hechizo de telaraña, pero al ver a sus compañeras tan heridas titubeó y se detuvo.

—Yoon, cúralas —le pidió a su aprendiz. Belbara también tenía mucho que decir al respecto como sanadora, pero no iba a darle órdenes a ella—. Valyëvan, a tu señal deshago el hechizo de la telaraña.

Manolito mueve a F4-G5, y en su línea, pifia.

No tengo mucho que hacer ya que estoy casi sin conjuros. Así que preparo acción para anular la telaraña cuando las chicas estén curadas.

Los trasgos que habían quedado cegados, continuaban rascándose los ojos y chillando desesperados, totalmente ajenos a lo que sucedía, y porque no decirlo, aparentemente despreocupados de los enemigos que no podían ver, pues ninguno de ellos parecía con la intención de moverse del lugar hasta recuperar la vista.

Sin embargo, el único trasgo que no estaba cegado, al ver que sus iguales habían sido totalmente superados, se abrió paso entre las pegajosas hebras, esta vez logrando reunir la fuerza necesaria para avanzar, alejándose del combate, aunque eso sí, internándose todavía más en aquella amalgama de telaraña.

Yoon-Shun volvió a lanzar una descarga de su varita de curación sobre la vovit. En esta ocasión, la acción apenas se dejó notar en su dolorido cuerpo, aunque algo hizo desde luego.

- ¿Cómo estás? - Le preguntó.

Los dos enemigos presuntamente más peligrosos habían caído, y aquello parecía un alivio, al menos a priori. El resto de trasgos seguía enredado en aquella telaraña mágica que había invocado Tarkhan, aunque uno parecía haber cobrado fuerzas suficientes como para huír cobardemente, aunque sería un problema si lograba llegar hasta el resto de su orda, porque entonces contaría lo que había sucedido y seguramente saldrían a la caza.

Belbara deseó que su arma convocada mágicamente atacase a ese trasgo hasta terminar con su vida* . Pero lo primero era lo primero, y más ahora que el mago expresaba su voluntad de deshacer el hechizo que retenía a los trasgos, la refriega iba a continuar y algunos miembros del grupo sangraban como cerdos. 

La enana barbuda se acercó a Aenifer, su mirada era dura, como solía serlo, observó ligeramente sus heridas y después impuso sus manos sobre ella.

-Estate quieta un instante- le dijo. Esos elfos a veces podían ser escurridizos como anguilas - Grandes son tus gestas, pero también tu benevolencia, dame la energía para sanar a esta pobre infeliz- pidió con los ojos alzados al cielo, o mejor dicho al techo de aquella caverna. Sus manos irradiaron una luz clara y cálida que calentó las carnes de Aenifer, y pronto la semielfa sentiría como aquel candor se expandía recorriendo sus venas y concentrándose en sus heridas, las cuales irían sanando.**

Aenifer recibió una cura por parte dela enana. Sus heridas se cerraron por completo. Estaba del todo reestablecida. La magia divina de Balebara había obrado un milagro sobre su maltrecho cuerpo. Ahora, quedaba acabar con aquel combate y luego deberían descansar, pues aunque estaban bastante recuperados de sus heridas, el mago y la sacerdotisa habían perdido gran parte de su magia en aquellos combates.

Era consciente de que habría muerto de no ser porque no estaba sola. En un principio, había esatdo dispuesta a dejar mi vida en manos de los dioses, a cambio de salvar la de mis compañeros. Aenifer había estado también al borde de la muerte aunque afortunadamente, seguíamos vivos.

Sentí como la magia de la joven Yoon me recorría de arriba a abajo, y aunque estaba muy cansada , al menos la mayor parte de mis heridas habían empezado a cerrarse. Eso me daba la oportunidad de seguir peleando y acabar aquella batalla de una vez por todas.

- ¿Cómo estás?

-Furiosa.

Y con un nuevo grito me acerqué al trasgo que estaba más cerca  (C4) y le descargué sendos golpes.

Estaba, no obstante, muy cansada. Sentía que más que nunca necesitaba acabar allí y dejar que mi cuerpo se recuperase. Además, y no solo se trataba de nosotras dos, de Aenifer y de mí. Nos habíamos salvado la vida tantas veces, que era imposible pensar en aquel grupo como algo extraño, y al mirarlos, me di cuenta de que mis ojos los veían de otra forma. Familia, eso era. A pesar de lo diferentes que éramos, podía atreverme a decir que éramos una especie de familia.

El caso era que tras lanzar los golpes, me preocupé más por dónde estaban todos que por el resultado de los mismos.

-Tened cuidado. Todavía no están vencidos -les advertí, sin apartarme un ápice de allí, por si terminaba saliendo alguno de ellos, y mirando sobre todo a Yoon.

Tarkhan aguardaba la señal de Valyêvan. Mientras, su simio infernal convocado aplastaba los cráneos de sendos trasgos con sus inmensas manazas.

Valyëvan y aquel simio terrible comenzaron a limpiar el campo de batalla a base de hachazos y manotazos. Tres de aquella criaturas cegadas murieron en el acto. Aenifer tenía un disparo bastante fácil contra una de las criaturas atrapadas en la telaraña, la última que tenía a tiro. Si le propinaba un buen flechazo, acabaría con él y Tarkhan podría deshacer el conjuro de la telaraña para perseguir al que estaba tratando de huir y silenciarle para siempre.