Partida Rol por web

En el interior de la sala de control hay una mujer. Tiene la mirada perdida, fija en la puerta de la escotilla, y no parece consciente de tu presencia en la sala. Hay lágrimas en sus ojos, lágrimas que brillan como estrellas. Te acercas hasta ella con la intención de consolarla, pero cuando extiendes el brazo recuerdas que de nada te servirá, que no eres más que un ente incorpóreo. Un holograma. «Arturo, presta atención», te digo. «Llévala a la sala de durmientes. Solo colócate delante de ella e invítala a que te siga. Lo hará. Lo ha hecho siempre». Quieres negarte. No quieres obedecerme. A mí, a la nave. A la única garantía de vida que tienes. Pero sabes que no puedes evitarlo. Es lo que se espera de ti. Así que te colocas frente a la mujer y ella se levanta, obediente, y te sigue. Como siempre hace. «Arturo, el código verbal de acceso de la puerta de la sala de durmientes está activado», digo. Deberás estar así cuando intentes entrar en la sala.

Comut Von Biems estaba más centrado en esta trama que en la del clon, pues pese a que ambos los consideraba no más que electrodomésticos, al menos todo lo que rodeaba a este parecía tener cierto interés de fondo para/con la nave. Por lo que, en silencio vio lo que ocurrió.

-A Comut le complace. -El silencio no duró mucho.

No veo nada aquí

- A Comut le complacen demasiadas cosas, a mí ya solo me complace el café.- Dijo Kas medio molesto por la complacencia de Comut ante el horrendo panorama.