Partida Rol por web

Ilya sudaba y al mismo tiempo sentía un indecible terror. Su corazón latía con inusitada violencia, que él intentaba mitigar apretándose el pecho con las manos. Después tuvo miedo. ¿Dónde estarían sus compañeros? Entonces llego la inconfundible voz de Fiódor. ¿Rezar? ¿Cómo no lo había pensado antes? Comenzó a recordar las oraciones que había aprendido, tanto en el seminario como con el cinto de su padre, y procuró escoger las que creía más eficaces para alejar a los demonios. Después de haberlas recitado sintió un gran alivio, como si un reconfórtate frescor le hubiera recorrido todo el cuerpo. Le parecía que sus piernas se movían con menos agilidad y que la vieja estaba menos segura sentada sobre sus hombros. La misma tierra iba aproximándose.

Gracias a esto, y aprovechando el momento más conveniente, consiguió liberarse de la vieja y, sin perder tiempo, saltar sobre su espalda. Y ahora le tocó a la vieja galopar con tanta velocidad que al seminarista le costaba mucho sujetarse, y respiraba con gran dificultad. La tierra corría bajo sus pies, pero todo con aspecto bien visible y natural, como si la tuviera en la palma de la mano. Cabalgando sin detenerse sobre la bruja Ilya volvió a tocar tierra firme a orillas de un pequeño riachuelo de aguas cristalinas.

Cuando Mykola habló de una bruja y una cabeza parlante, Inha no supo que decir porque no solía creer en esas cosas ya que luego de una vida en la calle, poco hay que le sorprenda en verdad. Por esa razón es que mientras escuchó con detenimiento cada palabra de aquel hombre, asintió con su cabeza, pensativa, un poco desconfiada del entorno en si. 

Por ello es que en cuanto le señalaron aquello, abrió los ojos de par en par y no dudó en acercarse para hablar con la cabeza del cosaco. 

—Soy Inha. ¿La bruja te hizo esto? 

No dudó por más loco que fuera, hablar con él y mientras esperó una respuesta por parte de aquel hombre, hasta que la voz de Fiodor resonó en la habitación. Esto le erizó la piel e intercambió miradas con sus compañeros, es que estaba viendo al seminarista correr detrás de dos figuras. 

—¡Es nuestro compañero! ¡Persigue a alguien! ¡Hay que salir!

Y no se lo pensó dos veces, fue tras ello. Abandonando esa habitación. 

Los gritos de Fiódor se oían fuera de la casa, parecía que iba persiguiendo a alguien, no podía verlo claramente pero todo parecía indicar que era él.

¿Qué coño está pasando? ¿lleva a alguien a cuestas? ¿qué hace Fiódor? ¿a dónde va?- se preguntaba el músico forzando la vista a través de la ventana.

Cita:

- dijo histericamente la mujer mientras echaba a correr hacía la puerta.

¡Jomá levanta!- gritó al joven- sea lo que sea, es mejor que estemos juntos.- le dijo mientras le tiraba de la manga a aquel gordinflón.

Miró a Yure y asintió, tenían que irse de allí.

Espera Inha- lanzó otro grito pero su compañera no estaba ya en la habitación.

Joder, joder, joder...¡que mierdas está pasando!- se maldijo el músico mientras iba a la puerta.

¡Inha!- volvió a gritar.

En tan solo unos instantes, la situación se había tornado en una escena surrealista. Por una parte, la voz parecía provenir de una cabeza encerrada en un frasco que hablaba como si aún tuviera vida. Por otra parte, Fiódor, afuera, corría detrás de una extraña pareja.

Cogí el frasco con la cabeza, intentando averiguar a qué extraño mecanismo podía deberse aquel truco cuando respondiera a la pregunta de Inha ( si es que lo hacía). Realmente dudaba que la vieja fuese una bruja y que aquella cabeza y su palabrería fuesen reales.

Apenas le dio tiempo a inspeccionar el objeto cuando Inha y Mykola salieron de la habitación para unirse a Fiódor. Me encogí de hombros, dejando el frasco en el suelo y les seguí... adonde fuera que nos llevara esto. Quizá con las piezas que pudiera proporcionarnos Fiódor pudiéramos ir montando este puzzle y ver algo en claro.

Aquella situación se fue de las manos. Las oraciones de Ilya surtieron efecto, pero de algún extraño modo eso sólo sirvió para cambiar las tornas y que ahora la vieja fuera el caballo de carga para Ilya, que se subió sobre ella. La maldición no parecía haber sido refutada del todo. Al fin, al llegar a un riachuelo en mitad del bosque, la cabalgata terminó e Ilya pudo echar pie a tierra. Ni corto ni perezoso, decidió escaquearse disimuladamente aprovechando la oscuridad, antes de que la vieja pudiera reparar de nuevo en él. Aquella habilidad le había salvado en más de una ocasión de maridos o padres celosos tras alguna de sus aventuras, aunque también había sido muy útil para huir sigilosamente del campo de batalla de Cupido una vez lograda su trabajada victoria, sin dejar rastros tras de sí. En este momento, le parecía que podía serle muy útil para esconderse entre los árboles y, con un poco de suerte, huir de la vieja endemoniada. Así pues, aplicó toda su habilidad de escaqueo dirigiéndose disimuladamente hacia los árboles, en dirección hacia donde había dejado a Kravchenko, con el objetivo de esconderse y huir de la vieja. Quizá hasta se encontraba con el bohemio, quien le podría echar una mano.

Al fin caí al suelo de hinojos como rindiendo pleitesía a la noche. Tenía la forma física de un alfiler. Mente sana en cuerpo debil.

Me reprendí mentalmente por ser semejante alfeñique, pero la agitación interna no me ayudaría a correr. Dado que ya estaba en el suelo decidí, siempre ahorrador, continuar de la misma guisa. Me fui reptando para tener los rastros bien a la vista y perseguí como un cazador la estela de ramas quebradas y hojas aplastadas que habían dejado los galopantes en su fuga. Mi objetivo era avanzar lento pero seguro y acabar encontrando a Borotkin. O tal vez a la bruja y con ella la muerte, de los designios de los hados dependía.

¡Como si eres la mismísima Baba yaga! Contesta de malos modos la cabeza de cosaco a Inha. ¡Pues claro que fue la bruja!

Eh, tu, ¿Qué hace? ¡PARA INSENSATO! Grito la cabeza cuando Yure cogió el frasco. Claramente no había truco, la cabeza estaba dentro de un frasco de conservas, igual que unas aceitunas en salmuera.

Jomá permanecía quieto, ausente. Ni siquiera los tirones de Mykola conseguían sacar al seminarista gordinflón de su estado de shock.

El grupo de tres seminaristas irrumpió en el patio a través de una puerta, Inha, Mykola y Yure. Ya no había rastro de Ilya y su curioso jinete. Solo se intuía el rastro de Fiódor que avanzaba como un gato acechando a un jilguero.

Las zarzas rasgan la túnica de Fiódor a medida que este avanza reptando y las piedras se le clavan en las rodillas. Tras varios segundos avanzando llega a los matorrales de la orilla del rio, en su limpia superficie aparecía reflejado el luminoso disco de la luna, pero también contemplaba la escena.

La bruja permanecía tendida en el suelo y a pesar de sus dificultades para respirar, miraba con desprecio Fiódor riendo con crueldad. Nunca lo encontraras. ¡Satanás ya lo habrá devorado! Las ramas de los árboles crujían por el viento, pero también se escuchaban los ruidos de pasos, alguien se acercaba. En ese momento Inha, Mykola y Yure aparecieron detrás de un arbusto. No había rastro de Ilya.

Desde tu escondite contemplas a la bruja que permanecía tendida en el suelo y a pesar de sus dificultades para respirar, miraba con desprecio Fiódor, que terminaba de llegar, riendo con crueldad. Nunca lo encontraras. ¡Satanás ya lo habrá devorado! Las ramas de los árboles crujían por el viento, pero también se escuchaban los ruidos de pasos, alguien se acercaba. En ese momento Inha, Mykola y Yure aparecieron detrás de un arbusto.

Ilya había conseguido escaparse de la vieja bruja con éxito y se había agazapado entre los árboles y unos matorrales, cuando vio aparecer a Kravchenko jadeante, que había sido capaz de seguirles con éxito, pero la bruja estaba intentando engañar al bohemio. Ilya escuchó unos ruidos en la espesura y vio para su sorpresa, entre la oscuridad, que el resto de compañeros de viaje estaban también allí, exceptuando a Brut. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Ilya pensó por un momento que quizá podía huir sin ser visto por la bruja, ya que había conseguido darle esquinazo, pero sintió compasión por Kravchenko, quien al fin y al cabo se había comportado bien con él al seguirlo en su alocada carrera, así que salió de entre los árboles para que Kravchenko y el resto de compañeros lo viesen.

—¡Vade retro, vieja bruja, por san Miguel y sus legiones! Kravchenko, camarada, por aquí, esa loca está endemoniada y su boca no profiere más que mentiras. —Después miró al resto de sus compañeros con ojos interrogantes— Compañeros, cuidado, es una bruja poseída por Satanás, más vale que hayáis venido con oraciones o agua bendita, pues mucho me temo que son las únicas armas que podrían servirnos contra semejante monstruo.

Seguía sin entender lo que estaba sucediendo allí porque en medio de aquella carrera dió con un Fiodor que estaba sobre la orilla de aquel rio, una bruja en el suelo y un Ilya que apareció de la nada. No sabía cómo reaccionar a tantas cosas así que se mantuvo estática y escuchó las palabras de su compañero mientras miraba el entorno ya un tanto perseguida por lo que sucedía. 

—¿Que está pasando aquí? ¿Nos va a poner en un frasco?

Para una mujer como Inha que no creía en cosas raras, ya le había parecido muy surrealista lo del cosaco en aquel recipiente, así que temía sobre ello y tener la misma suerte que aquel hombre con mal genio. Así que mientras intentó mantener la razón en su mente, esperó a los demás y en especial a la vieja bruja que diga algo más. 

- Estáis locos... ¡estáis todos locos!... yo me voy de aquí- dije, negando con la cabeza sin poderme creer todo lo que estaba pasando. Iba de un lado a otro, buscando con la mirada algún indicio de sendero para salir de aquella escena de pesadilla.

Eso debe ser...

- ¡ Claro! ¡ esto es una pesadilla! Tiene que serlo... esto no puede estar pasando, jajajaja. Mañana nos vamos a despertar en la casa de la vieja, sin más daño que las picaduras de las chinches. ¡ Eso es! jajajaja.

La vieja lanzó horrendos gritos, furiosos y amenazadores; después se convirtieron en gemidos más débiles, más amables, más puros, y finalmente calmados, apenas audibles, que paulatinamente se fueron convirtiendo en una melodía que ablandaba el alma, con extrañas notas, como entremezcladas con argentinos sonidos de campanillas de plata a medida que el salmo continuaba. Parecía imposible que una voz como aquella pudiera salir de la garganta de una vieja. ¡Oh, ya no aguanto más! Exclamó al fin, y rendida apoyo la cabeza en el suelo.

Con extraordinaria sorpresa, visteis que a vuestros pies, en el suelo, yacía una hermosa joven con los exuberantes cabellos en desorden; de bellos y grandes ojos con pestañas tan largas como flechas. La joven gemía de un modo apenas perceptible, y tendió hacia él sus blancos y torneados brazos, y lo miraba con los ojos arrasados en llanto. 

Escuchó a la joven Inha hacer una pregunta que carecía de todo sentido: ¿meterlos en frascos? ¿Se habían vuelto locos todos allí? Kovalenko expresó ese estado de confusión en el cual, aparentemente, todos se encontraban. Pero, antes de que Ilya pudiera preguntar qué demonios era eso del frasco, la vieja empezó a emitir unos extraños gemidos y, tras unos segundos, ante su sorpresa, se transformó en una bella joven arrasada por las lágrimas, quien extendía sus brazos hacia Ilya en señal de súplica.

Eso sólo podía ser otra trampa diabólica. ¿O quizá es que la vieja no era tal, sino que con sus rezos Ilya había conseguido expulsar al demonio del cuerpo de aquella joven, que bajo el efecto de Satanás había adquirido esa horrenda forma de vieja? La oración de exorcismo del pope podía haber surtido efecto… pero Ilya no se fiaba del todo después de lo ocurrido. Sin embargo, aquellos hermosos ojos, desbordantes de lágrimas, y los blancos brazos de la joven se volvían hacia Ilya en una llamada de auxilio que parecía difícil de resistir: quizá esa joven necesitaba ayuda, e Ilya nunca jamás daba la espalda a una bella joven en apuros. Así pues, casi hipnotizado, pero no por los hechizos de la vieja bruja de Satanás esta vez, sino por el encantamiento de los llorosos y hermosos ojos de la joven, se aproximó para ofrecerle su ayuda:

—Señorita —le dijo—, ahora ya está a salvo con nosotros. Cuéntenos qué ha sucedido, parece ser que Satanás se había apoderado de su alma, pero ahora hemos logrado expulsarlo y vamos a llevarla de vuelta a casa. Tiene mucho que explicarnos, me parece.

Mykola estuvo en silencio, al lado de Yure, durante todo aquel sinsentido.
En unos minutos habia visto cosas más extrañas que en toda su corta vida.

No pudo más que seguir tartamudeando mientras señalaba a la vieja- ahora joven-¿có....como es po..po..posible que se haya tran...trans...transformado?- balbuceó con dificultad.

Abrió la petaca nervioso y dió un buen trago de vodka mientras observaba a la cabeza en un frasco.

¿Qué hacemos con la bruja?¿y con la cabeza?- preguntó ya más sereno.
Habrá que matarla y enterrarla boca abajo-se dijo a si mismo el pequeño de los Ivanovich.

Ilya se acercó a la muchacha con la intención de ayudarla.
¡No te acerques a esa bruja insensato!- advirtió a su compañero.

- Jomá está en la casa, habrá que ir a por él. Se habrá meado en los pantalones- intentó bromear a costa del gordinflón.

Suspiré aliviado al escuchar la voz de Borotkin entre la arboleda. Tras sus palabras llegaron los pasos del resto, que convergían de nuevo en nuestro camino, y todo se tornó un remolino de confusión.

Cogí un palo del suelo y sin perder tiempo dibujé frente a mí tres cruces, apelando al supuesto poder de la santa trinidad para mi protección. Pero mientras me afanaba en ello la criatura maldita comenzó un cántico hipnótico que bañó de luz mis entrañas.

La realidad volvió a mí con los cuernos por delante al cesar el cántico. Kovalenko, que siempre se me había aparecido como un joven tranquilo e inmutable, se deslizaba por un túnel de locura. Tampoco parecían más lógicas las palabras de los otros dos.

-¿Qué cabeza de qué?   -Pregunté a Ivanovich, y al volver la vista hacia las aguas topé con aquella insólita imagen a la que Ylya se acercaba zalamero.

Irguiéndome de golpe lo flanqueé en dos zancadas y le planté la mano en el pecho para detener su avance:

-¿Pero tú no aprendes, botarate impresentable? Hace un momento corrías como el caballo de Atila y ya quieres que te ensillen otra vez?

Me quedo estupefacto al ver cómo la vieja se transforma en una joven justo delante de nuestros ojos. 

Al ver que  Ilya se apresta a acercarse a ella Fiódor se lanza para detenerlo y yo le imito.

- No sé qué será esa criatura, Borotkin, pero desde luego, dudo que se trate de la joven que se presenta ante nuestros ojos.

Aunque no se trate más que de una pesadilla, no son pocas las historias de infelices que han ido a encontrar la muerte en sueños que resultan tan reales como a mí me está resultando este.

La situación se puse fea y era momento de hacer algo, así que Inha intentó pensar en ello peso a que la bruja tenía sus pequeños trucos cuando se terminó transformando en una mujer muy atractiva. Nadie había caído ante ello, excepto Ilya que se perdía por cualquier fémina que tuviera delante, algo que sin dudas será un problema. 

—¡No Ilya! ¡¿Que haces?!

Y sin dudar siquiera avanzó a toda prisa para coger del brazo al seminarista y llevarlo lejos de la mujer. Que era una bruja, pero estaba cegado a ello y no le daba importante. 

—Mas te vale que sigas mis pasos o te pateo los huevos—le amenazó—. Elige, tus huevos o la bruja que se convirtió. 

A ver si eso colaba, de alguna manera serviría para sacarlo del peligro. Inha quería ayudar, quizás no de las formas más apropiadas, hasta le fastidió que Yure quería irse dejando a todos ahí.

​​​​

Ilya comienza a inclinarse sobre la muchacha que había sido la vieja y que todo apuntaba que era una bruja, pero el resto del grupo se apresuro a impedirle que pudiera inclinarse y besar sus carnosos labios de la muchacha. La chica exhalo un último suspiro y cerró los ojos.

Entonces se empieza a escuchar el ruido de gritos y los ladridos de los perros, y los primeros rayos de la aurora empezaban a aparecer iluminar el valle que se reflejando destellos de oro en las cúpulas lejanas. ¿Cúpulas doradas? Solo hay una ciudad con cúpulas doradas en la región y esa era Kiev. Pero Kiev quedaba a un día de viaje.

Los ladridos de los perros y el griterío de personas empiezan a escucharse peligrosamente cerca. Cinco chicos y una chica muerta en el suelo que parecía haber sido molida a palos, seguramente los aldeanos no se creyeran la historia de que la chica era una bruja. Era mucho más fácil de creer que los chicos habían molido a palos a la indefensa niña para robarle.

Además, había que ir a buscar a Jomá.  

¡Joder,joder,joder! Se ha muerto- dijo Mykola nervioso señalando a la joven.

En unos segundos la neblina que les rodeaba se desvaneció y los primeros rayos del amanecer empezaron a iluminar la escena, y no a mucha distancia, en el horizonte, se distinguían unas cúpulas doradas.

Juraría que andamos un día entero, al parecer, no estamos tan lejos de Kiev.- reflexionó en voz alta el joven Ivanovich- ¿cómo es posible?-susurró incrédulo.

Los ladridos de los perros le hicieron levantar la cabeza, voces de aldeanos se unían a los canes y un escalofrío recorrió su espalda al mirar a su alrededor- una joven muerta rodeada de cinco hombres, por muy religiosos que fueran, nuestro Señor Jesucristo no iba a salvarles- pensó...

Lanzó una mirada a Yure y a la cabeza del cosaco que estaba en un frasco- ni se te ocurra tirarla, puede que sea la única prueba que tengamos de que esta joven era una bruja- dijo alarmado Mykola.

Ahora vengo, voy a por Jomá- dijo, más por miedo a la primera reacción de los aldeanos, que por interés por el seminarista gordinflón.