Partida Rol por web

—Las cosas interesantes suelen estar en lo más profundo— repuso la enana que se había quedado un rato más largo que de costumbre pensando. — Y por la construcción es más probable que sea el más corto. Empecemos por el derecho, mejor.

—Supongo que el que va hacia arriba, según nuestra enana, dará a otra salida más allá. Así que yo creo que mejor será bajar y terminar de descubrir de qué trata esta construcción —contestó el elfo para posicionarse junto a la decisión de Therri.

Miré las paredes y comencé a recordar cosas: imágenes y dibujos vistos hace tiempo.

-"Esperad. En las paredes había frescos antaño, pero que ahora apenas se aprecian. Recuerdo haber visto algunas de estas representaciones y creo que este sitio era un centro religioso o un taller de algo. En la pared de la derecha está representado Aulë, la tierra, y en la pared de la izquierda, Manwë, el aire. Por eso un pasillo sube y otro baja. Pero... lo extraño es que las figuras que los representan están desfiguradas con saña." Les comenté pensativa.

Sigo pensando que no deberíamos habernos metido aquí, pero si queréis continuar, preferiría ir por el que asciende.

.

   Me encojo de hombros, - dos izquierda, dos derecha, Therusia, desempata. -

   Mientras miro a ver si veo alguno de esos Frescos que dice Amaltea, o a ver si estaban en otro lado y estoy mirando un trozo de roca moliente y corriente con cara pensativa.

—Yo ya he dado mi opinión. Si ese camino sube, y lo que queremos es ver lo que hay ahí dentro, no tiene sentido que vayamos por ahí. Probablemente haya dos entradas por si una de emergencia.

.

   Asiento, - pues venga para ahí abajo, las que ven mejor delante, las que podemos lanzar flechas por encima de la cabeza de los que son menos altos detrás, - sonrío mientras encordo el arco y me aseguro que el hacha está en una posición cómoda de sacar.

.

El elfo sonrió.

—Avancemos pues —respondió con cierta alegría por saber que pronto podrían desentrañar el misterio de esta construcción.

Antorcha y escudo en manos Ithildir comenzó a andar, atento a las paredes y sobre todo al suelo, en busca de posibles hoyos u obstáculos que pudieran hacerles daño.

Therusia lanzó una mala mirada a Yedra, como si estuviese enfadada, pero un pequeño resoplido de risa delató que, en realidad, aquello era solo fachada. Tras las palabras de Ithildir, la enana comenzó a avanzar.

     El pasillo, tras girar a su izquierda parece perderse en la oscuridad y Therusia e Ithildir os avisan que hay cuerpos delante. Tardáis poco en encontrar los primeros restos de esqueletos contrahechos, viejas y oxidadas armaduras y lo que queda de armas y escudos de pobre factura.

Orcos escupe Dírhael cuando la luz de la antorcha ilumina los cadáveres momificados.

     Al fondo el pasillo que empieza a tener un desnivel que todos podéis apreciar tuerce nuevamente hacia la izquierda.

     Ithildir se acerca con cierta curiosidad a las paredes y ve que en su tiempo tuvieron que estar decoradas con pinturas oscuras. La humedad ha estropeado cualquier imagen que hubiera representada pero si parece claro que no eran motivos geométricos si no figuras o paisajes. Claramente están más afectados que los del pasillo inicial donde Amaltea llegó a descubrir algunas imágenes o al menos lo que parecían representar.

Avanzo cauta, la última, preparada con el arco. No me gusta nada este sitio y menos aún cuando aparecen esqueletos de orcos. Me da la sensación de que estamos adentrándonos en una tumba. Respiro hondo y miro ara atrás, esperando ver espectrales ojos siguiéndonos, pero nada de eso aparece. La luz de las llamas de la antorcha ilumina el pasillo más adelante y avanzo un poco más aprisa para no quedarme descolgada del resto. Vuelvo a mirar hacia atrás y a las paredes del túnel. Quizás haya otros frescos que me den más información sobre este lugar. El olor a muerte y a humedad inundan mis fosas nasales. Un pensamiento rápido cruza mi mente. Beran me espera en Rivendel, no debo temer a nada y desesperarme. Pronto nos reencontraremos...

Amaltea se acerca a los cuerpos mientras Ithildir mira las paredes. Sus amplios conocimientos de curación también sirven para saber qué fue lo que llevó la muerte a los orcos y claramente sufrieron muertes violentas pues varios de ellos tienen algún miembro separado del cuerpo.

Una observación un poco más detallada ayuda a saber que los golpes fueron precisos y mortales, quienes los provocaron sabían muy bien cómo producir el mayor daño en el menor tiempo posible pues la mayoría de cuerpos presentan una única "herida" (el daño que el paso del tiempo permite intuir). La posición de los cuerpos a lo largo del pasillo indica que fueron cayendo poco a poco y unos detrás de otros.

Al notar gracias a sus compañeros la posición y heridas de los cadáveres, la enana arrugo la nariz. Todo lo que fuese matar orcos era cosa buena, salvo si además les mataba a ellos.

—Si fue un combate, esto fue un cuello de botella para ellos, no me extrañaría que les matasen uno a uno con flechas. Los orcos no piensan mucho las estrategias, así que simplemente seguirían adelante— Therusia sacó el escudo, que había llevado a la espalda todo aquel tiempo, y le puso delante de su cuerpo. El escudo era un escudo enano y eso, ante todo, significaba resistencia.—Será mejor que avance yo primero, pues en caso de que venga algo, todos vosotros tenéis arco y podréis acabar con lo que sea mientras lo mantengo a raya

Después de observar los cuerpos y comentarles a los demás mis apreciaciones, escuché a Therusia con atención.

-"Sí, parece que murieron bajo las hábiles manos de los defensores... Pero mucho me temo que al final de este túnel solo encontremos más cadáveres orcos y los cuerpos de los que defendían este lugar." Dije en voz baja, casi en un susurro.

Me coloqué la última, presta con el arco. No había mucho espacio en el túnel y puede que no pudiera usarlo, pero aún así, me preparé. Si tenía que sacar la espada, sería rauda.

El pasillo gira nuevamente sobre si mismo y de nuevo aumenta la inclinación empezando a ser complicada para avanzar si no se asientan correctamente los pies, la oscuridad es total y solo el brillo de la antorcha que lleva Ithildir permite ir viendo los cuerpos tirados en suelo, todos ellos de orcos, cada vez más espaciados.

La sensación de humedad aumenta y de la misma manera en las paredes comienzan a aparecer manchas de musgos y líquenes que han devorado cualquier posible pintura y decoración que pudiera existir. El olor a espacio cerrado y descomposición también empieza a ser más intenso.

Un nuevo giro y un nuevo desnivel os obliga a empezar a pensar cada paso y tal vez olvidar la idea de llevar las manos ocupadas en caso de un posible resbalón.

.

   Escupo a los cadáveres de los orcos, luego... saco el arco, lo encordo y avanzo con cuidado.

   Lo de avanzar con cuidado llega a un nuevo nivel con los musgos resbaladizos del suelo, los líquenes resbaladizos de las grietas en las paredes, el barro resbaladizo del... bueno, me hice a la idea de que podía acabar con mis posaderas cubiertas de verdor musgoso en el suelo.

   Con cuidado, y con algún resbalón, me mantengo poniendo un pie delante de otro.

.

Viendo la dificultad que tomaba el simple hecho de andar por los pasillos el elfo pidió un pequeño alto para desembrazarse el escudo. Luego continuó avanzando con precaución, dándose la vuelta cada vez que quería señalar con la antorcha a sus compañeras una posible complicación del terreno. En uno de esos momentos fue cuando perdió apoyo y resbaló aparatosamente.

Cuando vio resbalar al elfo, la enana fue a agarrarlo, preparada para mofarse de él en cuanto impidiese su caída. Un buen plan, de no ser porque el movimiento brusco hizo que no se percatase de una zona musgosa, que la hizo patinar y desequilibrarse igualmente.

     El Dunadan no pensaba soltar sus armas pues seguía desconfiando de las sombras que poblaban los rincones donde no llegaba la luz que portaba Ithildir y cuando éste comenzó a deslizarse sin control junto a Therusia afianzó los pies para permanecer en su lugar mientras gritaba un ¡Cuidado! que claramente llegaba tarde.

Viendo que el túnel se volvía más y más resbaladizo por culpa del musgo, la humedad y los líquenes, decidí guardar el arco para así tener las dos manos libres. Pero no sirvió de nada, ya que resbalé y caí al suelo. Delante mía, los demás también estaban cayéndose, quedando solo en pie Yedra y el dúnadan. El golpe iba a ser doloroso...

     La oscuridad llena el pasillo mientras hay ruido de golpes, algún quejido y cuerpos chocando entré si.

     Al final se oye algún grito de dolor amortiguado, de repente vuelve la luz al fondo del pasillo, la antorcha recupera su fuerza y empieza a lanzar largas sombras desde el fondo del pasillo.

     Arriba, asomados a un pasillo con bastante inclinación y cubierto en varias zonas por musgos y hierbas, Yedra y Dírhael ven como una recia puerta de madera oscura reforzada con metal ha detenido la caída. Además de la puerta hay desperdigados restos de orcos, armas oxidadas, piezas de armaduras... todo ello rodeando a Amaltea, Ithildir y Therusia.

     Abajo entre una nube de polvo, trozos momificados, filos herrumbosos, los compañeros que han resbalado hasta el final empiezan a comprobar que por suerte han librado los bordes afilados y tan solo tienen algunas magulladuras.