Partida Rol por web

Tal como habían decidido en cierta medida, el grupo permaneció en las instalaciones de la abandonada vidriería a la espera de Rasshmusen y todo aquel que viniese con él. Su plan era esperarlo allí y evitar que líder de los ladrones de la región les emboscase y pusiese la conversación en sus términos. Aunque había un problema en todo ello, aunque eran muchos, el lugar era grande y había muchas entradas; si las especulaciones del elfo Fanel eran correctas, Rasshmusen vendría con aun más hombres de lo esperado por lo que, con tantos accesos, si la conversación iba mal, no habría mucho que hacer para contener a los atacantes.

Había pasado ya largo tiempo desde su llegada a la vidriería, y faltaban solo uno hora y media para la caída de la noche. Con ello en mente, los bandidos habrían de estar ya en camino o incluso ya en las cercanías pues probablemente, tal como todos especulaban, Rasshmusen habría de hacerse con aquel lugar antes de la reunión. Por ello era ya buen momento de ejercer sus planes y prepararse de la mejor forma posible.

De Angran no sabían nada, pero contaban con que el vagabundo a la distancia mantuviera su vista fija en lo que sucedía en la vidriería para acudir allí en cuanto fuera oportuno. Afuera, la dársena empezaba a vaciarse al estar ya atardeciendo, solo unos pocos hombres seguían trabajando y seguramente desaparecían pronto. Lo curioso de todo aquello era que los pocos guardias imperiales que había en el lugar, también habían desaparecido.

Angran seguía afuera del edificio ejerciendo su papel de mendigo que muy bien se le daba. El lugar se había ido vaciando notablemente en los últimos momentos, no obstante había algo que extrañaba al vagabundo. Había varias personas que iban por la dársena sin un aparente sentido, y Angran ya había aprendido a notar ese tipo de cosas a lo largo de su vida como vagabundo.

Todos se fueron dedicando a supervisar el lugar en mayor o menor medida en todo el tiempo que pasaron allí. Desde luego, el lugar tenía varias entradas si no sólo contabas las dos puertas, y eso suponía que iban a tener que estar muy atentos.

La cuestión que se planteaba el bretoniano era cómo hacerlo sin parecer hostiles a Rashummen y sus hombres. Un error y podían verse envueltos en una pelea no deseada y totalmente innecesaria para su misión. Eso, sin contar con la posibilidad, tal vez remota, de que los dos borrachos fueran actualmente hombres del criminal.

Gerard tuvo que frotarse la frente un par de veces mientras estaba allí dentro, algo frustrado. Aunque el concepto de la paciencia no le era ajeno, estar buscando a una criatura o a unos pielesverdes siguiendo un rastro era muy distinto a lo que allí estaban haciendo. Al hecho de no gustarle nada tener que colaborar con un criminal, a pesar de que fuera por un bien mayor, se le sumaba algo de frustración por que allí su mayor utilidad era la de, como diría la plebe, "ser músculo". Y en un escenario de lucha claramente desfavorable para él.

- Creo que me quedaré junto a alguna de las puertas - les dijo a los demás -. Preferiblemente junto a la pequeña. Ocultarse no está entre mis aptitudes, aparte de que no sería capaz de hacerlo bien dado todo lo que llevo encima. Aunque creo que algunos deberían distribuirse un poco entre alguna de las habitaciones, por si acaso.

El iniciado frunció el ceño ante las palabras del elfo Fanel, pensando que, por mucho que le molestara, tenía razón. Si su objetivo era ser discretos y hablar tranquilamente con aquel criminal, habían hecho todo lo que estaba en su mano para no lograrlo. De hecho, él, que en un principio se había mantenido en la puerta de la vidriería, meditando sobre donde poder esperar mientras se desarrollaba la reunión, finalmente había acabado entrando ante la demora del resto de sus compañeros.

Las horas pasaron sin nada reseñable, y ya cerca de que llegara aquel hombre, Ser Hugo expuso su plan... Que no tenía nada que ver con lo planeado antes.

-¿No habíamos quedado en que nos alejaríamos y permaneceríamos "al acecho" por si había problemas? Quedarse dentro del edificio custodiando puertas envía cierto mensaje a nuestro informador. A mí sólo se me ha ocurrido ocultarnos en alguna de las cajas de allí fuera, o en uno de los edificios de los laterales... Aunque esperaba que alguien más versado en estos asuntos sugiriera algo más. 

Al escuchar lo que le decía el sacerdote, Gerard se pasó la mano por la frente y meneó la cabeza avergonzado.

- Teneís razón... Lo siento monsieur Seiger. Supongo que el no estar acostumbrado a este tipo de acciones me ha hecho confundirme. Pero todavía queda saber bien dónde nos colocamos.

Afilo mi hacha mientras espero junto con los borrachos. Los hombres me dan un poco de desconfianza pues recuerdo a nuestro compañero mendigo fuera y pienso que pueden ser también un par de señuelos. El vigilarlos me mantiene un poco más tranquilo aunque no mucho tampoco pues al llegar el resto pueden desatarse como amenazas.

Escucho como todos se complican acerca de esconderse y la verdad es que el plan ya me ha aburrido. Miro al Bretoniano y al Sacerdote y pienso en que jamás podrán ocultarse de forma en que unos ladrones no los noten. Quizás no es del todo descabellado que simplemente nos quedemos todos esperando y no les hagamos ningún tipo de sorpresa.

Pero yo no soy el líder de esta compañía así que mejor me quedo callado y hago mi trabajo.

La elfa inspeccionó concienzudamente el lugar del encuentro y contó al resto de sus compañeros sus hallazgos.

Ella había ido a explorar el punto de reunión con la idea de contar al resto qué había encontrado. Sin embargo al final todo el grupo se decidió a ir, con lo que casi no tenía sentido que ella hubiera ido, sin embargo, su naturaleza exploradora le hizo acudir con los demás.

Ahora que lo que había ido a hacer estaba hecho para ella no tenía sentido quedarse allí, así que se volvió a su habitación de hotel a descansar tranquilamente hasta la hora de la reunión.

Habiéndose encontrado dentro de la casa y viendo que había vagabundos en la sala miró a sus compañeros y les susurró:

- Si esos tipos salen o salimos nosotros, lo primero que harán será informar al ladrón de que vinimos. Creo que deberíamos o quedarnos tranquilamente, o atarlos y esperar con ellos escondidos y amordazados a que el ladrón venga. He visto varias salas por ahí detrás por donde podríamos escondernos. Y estándo escondidos, y con Aria en la pasarela agachada podríamos incluso "controlar" el canal. Vosotros diréis. Yo voy a buscar trampillas  y sitios secretos donde podrían esconderse. Podríamos incluso "conseguir información" de esos dos idiotas. Os dejo con ello, voy a buscar trampillas y escondites.

Dicho esto el enano se puso a explorar minuciosamente, tocando paredes, suelo y muebles en busca de escondites, de cosas de valor, incluso de alguno que se les hubiera pasado por alto, siempre con las armas en ristre alejado de la visión de los vagabundos. También cerraría ventanas que dieran adentro, y las cubriría si hubiera vidrieras en las mismas para evitar ser vistos desde fuera. Instó a Gurnik a hacer lo mismo con una mirada.

- Ayúdame hermano. Luego vuelve para intimidar a ese par de idiotas si es que finalmente deciden "darles caña". 

-¿Trampillas? Joder- exclamó el elfo claramente renuente a todo lo que se llevaba a cabo. –Es tarde ya, los hombres de Rasshmusen nos caerán encima pronto. Cual es su plan, ¿emboscarles y asesinarles?, ¿o que? Eso si, les aseguro que su jefe no entrará en este edificio una vez todo inicie, probablemente quemen el lugar con nosotros dentro. Si vamos a dialogar, espero tengan una buena excusa para que el ladrón no sienta que intentan asesinarlo, o de lo contrario no habrá entrevista. La elfa se ha ido por lo que probablemente llegará cuando todo empiece; si van a esconderse en los edificios cercanos, este es el momento, ya no hay tiempo para pensar. ¿Asesinas o dialogan?, ¿se quedan o se esconden?-. Para Fanel el plan se había tergiversado de muy mala manera, pero él no tenia potestad allí, simplemente era el bolsillo sin fondo. De cualquier modo, para el elfo las cosas podrían acabar en una luchar por salir de allí vivo.

Por una vez, Gerard debía admitir que Fanel tenía mucha razón en lo que les estaba diciendo. Al bretoniano le avergonazaba el error que había cometido antes, seguramente presa de los nervios y de la falta de costumbre. Debían aclararse y ponerse en marcha ya mismo. Habían pasado ya el punto en el que no tenían ni un momento que perder.

- Haremos como recordó monsieur Seiger hace un momento: él y yo, con otros, estaremos cerca de la casa en caso de que las cosas se tuerzan para apoyarles. Si no, no entraremos en la casa para nada - abrió la puerta para salir, mirando de reojo al sacerdote - ¿Venís, monsieur?

Había que estar preparados para lo que pudiera suceder.

-Por supuesto que voy. Supongo que debo guiaros hasta uno de los lugares que he elegido-dijo el iniciado, con su tono serio habitual, mientras se dirigía a buen paso hacia la salida. Sinceramente, la opción más "segura", aunque no pudieran escuchar, era el edificio contiguo, y hacia allí se encaminó tras salir del lugar indicado. Debían darse prisa para hacer cumplir el plan. 

La elfa se iba, el mendigo estaba por las calles y eramos muchos en un edificio donde solo tendríamos que aparecer unos pocos, la verdad es que esto podría terminar tremendamente mal. Había que organizarse y ya....puede que Rasshmusen fuera una persona que llegara pronto a las citas o tarde, eso no lo sabríamos hasta la hora de la cita. 

- En principio hemos venido a hablar, pocas cosas terminan bien si la violencia guiara nuestra mano. Y aunque pudiera parecer lo contrario, al que buscamos lo necesitamos mas como aliado que como enemigo. Visto que no nos fiamos de estos hombres.... digo mientras señalo a los borrachos..... no nos queda mas remedio que quedarnos, al menos aquellos que habíamos concertado ser los portavoces del grupo.

Gurnik reviso  la parte trasera de la edificación hasta que se encontró con alguno de sus camaradas, lo que le dio a entender que el lugar estaba vacío, o sin la presencia de algún enemigo oculto que tratase de apuñalarles la espalda.

sin más replica en enano juraría que este lugar estaba plagado de bandidos, creo que hemos cumplido nuestro cometido y conocemos el campo de batalla, pero deberíamos apañarnos al plan, es obvio que el pícaro tendrá informantes, y es casi obvio que esperase que revisáramos el sitio de la reunión, el no confía en nosotros y nosotros tampoco en él, pero odio darle la razón al orejas largas este, quedarnos aquí no dejara nada bueno, salgamos y tomemos posiciones y apeguémonos al plan y solucionemos la situación   El enano se gira y se dirige a la salida trasera de nuevo, esta vez con la intención de ver si hay alguna manera de cerrarla de manera segura (no se que la tranquen los enemigo o nosotros a conveniencia).

Un entrada una salida, entramos todos como amigos o la mitad salen como cadáveres, fue un pensamiento que se le paso por la mente

Aenalor estaba confundido, nadie parecía aclarar nada salvo el bretoniano y el sigmarita, y como habían dicho antes, él no sería de gran ayuda durante las negociaciones, así que con un suspiro de paciencia infinita siguió al bretoniano y al sigmarita- Yo cuanto más lejos esté de esa rata, mejor -dijo con sencillez mientras seguía a los hombres- esperaré con vosotros donde creáis que puedo servir mejor.

Veo que todos empiezan a dispersarse mientras yo sigo cuidando a un par de ebrios. La elfa ya se fue, los enanos también se marchan. Ahora lo hace el mago, el bretoniano y Seiger. Con el mendigo ese mendigando fuera, solo quedamos la bruja y yo.

La miro y le pregunto al momento de dejar de afilar mi hacha:

 - "¿Entonces qué? ¿Nos vamos?"

Me pongo de pie pues si planean que lleguemos después que el ladrón ese, tenemos que salir ahora. Si no, lo más probable es que nos encuentre dentro cuando haga acto de presencia. Entiendo lo que dice Fanel y probablemente tenga razón en que deberíamos irnos para que el "Señor Ladrón Marica" no se sienta amenazado.

Los planes empezaban a tomar rumbo al parecer, aunque no de una forma muy articulada. La elfa Arianne había partida y probablemente estaría de regreso en menos de una hora, justo antes de lo pactado para la reunión. Angran seguía en lo suyo, oculto en el vacío de la pobreza. Seiger , Aenalor y el caballero Sir Gerard se habían alejado ya a probablemente, alguno de los edificios contiguos para divisar todo desde la distancia. Gurnik por su parte, había salido por la puerta trasera y quizá espera esconderse en alguna posición que le permitiese vigilar dicha entrada.

Dentro de la vidriería solo quedaban Sargón, Resha y el elfo Fanel, y este ultimo, ante la situación, prefería también marcharse, y lo dejó en claro.

-O bien nosotros somos el comité de bienvenida, o bien hay que desaparecer de aquí y esperar escondidos una hora en lo que llega el momento de la reunión- sentenció el elfo al tiempo que un ligero alboroto llamaba la atención de todos en el exterior.

Afuera, por la entrada norte, la comitiva guiada por Seiger, se había topado con cinco hombres con apariencia de malhechores, que, armados con porras y dagas al menos, incordiaban a un sexto hombre que parecía ser un trabajador de los almacenes de la dársena. Curiosamente este hombre sumamente asustado señalaba a la vidriería con una expresión de impotencia.

Gerad ya iba junto con el sacerdote y el hechicero elfo (del que hay que decir, por cierto, que al caballero le complacía ver que este estaba de acuerdo con él en lo que respectaba a un criminal como Rasshumen) y habían salido por la entrada principal, sólo para encontrarse con algo que, tal vez, podía ser muy común en ciudades del Imperio: unos cinco tipos de aspecto zafio y, claramente, envueltos en actividades nada lícitas, amenazaban a un hombre que tenía pinta de ser un honrado trabajador. Hasta ahí, no había nada que se saliera de lo normal...

Excepto que el trabajador señaló a la vidriera del edificio.

- ¿Serán hombres de Rasshumen? - susurró a sus compañeros y, controlando su impulso inicial de ir a por los malhechores, preguntó en el mismo tono - ¿Qué hacemos? ¿Los ignoramos o intervenimos?

El iniciado también reparó en lo que el caballero había señalado. Ésa clase de comportamientos hacían que le hirviera la sangre, y quizás en una situación distinta no habría dudado en intervenir y amedrentar a aquellos rufianes. Pero, en este caso, toda aquella tarea peligraba... Un contingente orco podía escapar si no obtenían aquella información. Por mucho que le pesara, su intervención debía limitarse.

-Me temo que nuestro deshonroso papel nos impide intervenir. A no ser que agredan a nuestros compañeros. 

Asiento a las palabras de Fanel indicando a los borrachos:

 - "Bueno, entonces larguémonos para que el caballero no se sienta amenazado por nosotros. Lo que me complica es que nuestros amigos aquí sean hombres de él y le cuenten todo."

Luego escucho el problema fuera y salgo rápidamente para unirme al grupo de Seiger. Veo a los hombres y al trabajador que indica para acá.

Las manos me pican por darle su merecido a los matones pero no nos meteré a todos en problemas solo por divertirme un poco.