Partida Rol por web

Larymian tiró al suelo al mutante y lo apuntó con su daga en el cuello, lo miró fijamente con su ojo azul y su ojo verde y le preguntó:

- Muy bien. Dinos, ¿que estabas haciendo espiándonos? ¿Para quien trabajas? Habla o ya sabes lo que te pasará.

El mutante gateó por el suelo alejándose todo lo que pudo de la ira de Larymian, pero a penas pudo moverse medio metro antes de toparse de frente con la pared de un edificio del callejón. Se giró y temblando de pies a cabeza, le respondió con un tartamudéo.

-No.. nono... no me fagas daño, yo folo of feguía para intentaf rajaros la folsa, nafa maf que unaf monedaf, lo juro. No me entregueif a lof inquifidoref, por fafor. Dijo gateando hacia atrás con las manos hasta quedar apoyado de espaldas contra la pared.

La capucha se le había vuelto a caer, dejando a la vista su deformado rostro, que mostraba la vileza del caos en todo su esplendor y debajo de las telas y mantos harapientos que le servían de ropa, algo se movió culebreando bajo las mismas.

Larymian no dejó de mirarlo fijamente a los ojos, y en cuanto vio el movimiento bajo sus ropajes, le espetó:

- ¿Qué llevas allí? ¿Una serpiente? -le dijo Larymian seria- Cuéntalo todo, así te librarás del sufrimiento que te haré pasar si no me lo dices. ¡Ya!

Sin dejar de amenazarlo con la daga, y atenta a cualquier movimiento brusco.

El mutante se apretó aún más contra la pared tras la amenaza de la chica y le gritó:

-¡No! ¡No! Folo nefecito dinero pa comeeer, aquí no tengo nada maf que mi cuerpfo deforme dijo señalando a lugar en el que las telas de su ropa se habían movido Mi fida no fale nada pero no fiero morif...

Antes de terminar lo que decía, el mutante empujó a Larymian con una fuerza y rapidez sorprendentes, poniéndose en pie de un salto y corriendo a la única salida del callejón bamboleándose como un idiota, ya que sus manos apresadas por los grilletes de Jekil, no le permitiron ayudarse a levantarse con facilidad y corrió de manera desequilibrada.

La chica cayó de culo aturdida por la embestida, pero Jekil se interponía entre el mutante y la salida de la calle.

Jekil se limitó a contemplar la escena, atento en todo momento a los movimientos del mutante. Su compañera estaba mostrando su faceta más violenta, algo que era desconocido para Jekil.

Sólo un cortabolsas, esperaba algo más. Quizás algo relacionado con el robo del ídolo. Deberíamos largarnos pronto, espero que Lari termine rápido con él.

El cazarrecompensas se quedó sorprendido por el rápido movimiento del mutante. Ahora tenía que tomar una decisión, dejar el camino libre al mutante o hacerle frente allí mismo. La sensación repulsiva e incluso responsable que, desde el momento en el que apresaron al encapuchado, le había estado invadiendo hizo que tomara una decisión.

-Tranquilo, no te voy a hacer nada. Sólo quieres largarte y seguir a lo tuyo, ¿Verdad?

Con sus últimas palabras desenvainó su espada y se lanzó rápido a atacarle.

El mutante retrocedió acobardado ante el ataque de Jekil, que aunque no impactó en su objetivo, si que lo intimidó lo suficiente como para que retrocediera y se quedara parado en medio de la calle sin saber que hacer, dudando entre volver a intentar huir de la pareja, o plantarles cara.

Detrás de él, Larymian se movió aturdida por el empujón, pero ya estaba de nuevo en pie cuando el mutante se detuvo en la huida cuando Jekil se la cortó.

Larymian se levantó enfurecida, y mientras corría hacia el mutante desenfundó sus dagas para clavárselas por la espalda. Ya se había hartado de tanto lloriqueo y tonterías.

- Morirás aquí y ahora, maldito. - susurró Larymian, sin percatarse que su pensamiento se había hecho palabra y en muy poco tiempo, hecho.

Jekil miraba desafiante a los ojos del mutante que seguía dudando, cuando de pronto, el rostro de la criatura adquirió una mueca de dolor y esta gritó al sentir el frío metal de las dagas de Larymian atravesar la pútrida carne de su espalda.

El mutante se echó hacia delante uns pocos pasos tras ser apuñalado por detrás, y las dagas salieron de su cuerpo cuando se separó ligéramente de Larymian. De la profunda herida manó sangre negra como la pez, que se escurrió hasta el suelo, manchándolo con esa cosa fétida.

Jekil pudo ver como un líquido negro manchaba los adoquines que habían detrás del mutante. Sin duda su compañera había conseguido alcanzarle, ya era más de lo que él había conseguido.

Rápido, sacó una daga con la mano torpe. Valoró la situación por unos segundos y se decidió a proseguir con su ataque.

- ¡Maldito mutante, deberías haberte quedado en el suelo!

El mutante aún avanzaba hacia Jekil impulsado por la herida que le había causado Larymian, cuando el hombre le asestó un tajo con la espada tras desenvainar su daga. Rasgando las telas de su túnica raida, la hoja de la espada dió en el pecho y el mutante gimió de dolor una vez más, sangrando abundantemente. Sin pensárselo dos veces, desenvainó una espada mellada de entre sus ropajes y atacó a Jekil con ella, intentando apartarlo de su camino para poder huir, pero sus manos engrilletadas, y sus graves heridas no le premitieron atacar con eficacia, errando el tajo.

Larymian volvió a arremeter con ambas armas contra el mutante por la espalda, intentando así acabar con su mísera vida.

Las armas de Larymian volvieron a ejecutar su danza de la muerte y la joven una vez más apuñaló al mutante, esta vez por un costado, rajándole la garganta en el proceso y haciendo salir un montón de sangre negra a borbotones con el hedor de mil tumbas abiertas.

El mutante dejó caer su arma, y se llevó las manos a la herida intentando taponarla, pero sus ojos se pusieron rápidamente en blanco, y cayó desplomado al suelo.

Jekil y Larymian se quedaron solos en el callejón, con el cadaver de aquella miserable ciratura a sus pies, todavía caliente y chorreante de sangre.

Larymian enfundó de nuevo sus armas, y volviendo a cubrirse con la capucha, hizo ademán de irse, pasando junto a Jekil, susurrando:

- ¿Nos vamos? - Jekil pudo vislumbrar una tenue sonrisa en los labios de la jóven.

Asunto zanjado. No volverás a tocarme un pelo, desgraciado.

Jekil observó como la joven había asestado un golpe mortal al mutante. Por lo visto la joven no era todo lo que parecía, Jekil no se esperaba que estuviera tan ducha en combate.

Cuando Larymian pasó por su lado, lo único que hizo fue encojerse de hombros.

La verdad es que hemos perdido un tiempo valioso en perseguir a este tipo. ¿Y todo para qué? para acabar acuchillándolo en un callejón. Si no me hubiera lanzado a atacarlo tan precipitadamente,  quizás nos hubiera contado cosas......

-Sí, será mejor que sigamos...... - Jekil enfundó sus armas y comenzó a caminar, saliendo del callejón.