Una vez descubierto sólo le quedaba darse la vuelta y plantar cara.-¿Darme la vuelta y plantar cara?, la edad debía estar nublándome el pensamiento y la razón pues quién en su sano juicio presentaría batalla a seis hombres el solo. Estaba claro sólo un jodido y tarado Irlandés y daba la casualidad que lo era.- Con una endiablada sonrisa el curtido marino se giró en redondo sosteniendo en su mano el afilado sable de abordaje que portaba y gritando. - ¡ Venga damiselas a qué esperáis para acompañarme al infierno!
No aguardó si quiera a que estos se giraran, había visto que llevaban pistolas y no le apetecía sufrir un feo balazo, de manera que se agachó con rapidez entre la maleza antes de que empezaran a sonar los disparos. Su tarea era atraer la atención, no morir.
En principio prefiero evitar que me atraviesen varias balas.
¡Vamos, cortemos en rodajas a ese charlatan! Se escuchó gritar a uno de los hombres, que parecía el jefe de todos, alzaba un sable y se lanzó hacía el lugar donde se encontraba William.
¿Damiselas? Veremos si repites eso cuando te raje el cuello, bellaco. Dijo otro que acompañó al primero.
Ahora es el momento. Susurró Jane con el sable desenvainado y apretando el puño. Se levantó y poco a poco comenzó a salir del escondite con sigilo, pisando entre las ramas despacio para que no se dieran cuenta, hasta que fuera demasiado tarde, entonces profirió un grito de rabia y ataco al priemro que se encontró.