Stu se dio prisa en liberar al resto, cortaba ataduras todo lo rápido que podía.
- ¡¡¡¡Vamos, vamos, vamos!!!! - Les apremiaba para que salieran de allí corriendo por donde había venido según les iba soltando.
No quería ni mirar que era esa grieta, ni pensar en que querría decir ese fulano con lo de que su trabajo estaba hecho ¿No lo habían detenido? ¿No habían parado lo que quería hacer con los niños?
Estu siguió liberando a los niños, todo lo prisa que pudo con el corazón en un puño.
Freddy miraba a los lados con gesto nervioso. Observó la grieta con cierta duda y luego observó al muchacho que estaba liberando a los niños.
—Vamos, tenemos que ir al otro lado y salir de aquí por la otra salida. Todos juntos —le dijo al cochero.
El policía comenzó a correr rápidamente hacia la grieta y saltó al otro lado1 sin dificultad. Desde allí animó al cochero a saltar y se fue rápidamente a ayudar a Stu con los niños.
—¡Corred hacía aquel túnel! —dijo señalando el túnel por el que debían de aparecer los padres Saúl y Elías—. ¡Padres!— gritó.
Después del grito llamando a los curas corrió hacia ese túnel por delante de los niños en buscar de Saúl y Elías.
Motivo: Saltar la grieta (Atletismo)
Dado de rasgo (1d4): 3 = 3
Dado salvaje (1d6): 6+(5) = 11
Total: 11 = 11
Dificultad: 4
Resultado: Éxito (1 aumento)
[1] Tirada de Atletismo para saltar la grieta => éxito con aumento
Cuando Rahjnat y Freddy saltaron por encima de la grieta abierta pudieron ver lo que trepaba por aquella oscuridad. Un manto de ratas tan grande y consistente que no dejaban ni un espacio entre ellas. Una marea imposible de alimañas que se agolpaban unas sobre otras hasta formar un tapiz de pesadilla.
El detective ayudó a Stu a liberar a los niños. Por desgracia el que había sufrido el primer ataque del conjuro estaba más allá de cualquier ayuda. Rahnat cogió a su sahib por un brazo y tiró de él hacia el túnel que señalaba Freddy. Stu echó la mirada hacia a atrás a tiempo de ver como la marea de ratas salía como un impío vómito de la grieta extendiéndose en todas direcciones.
Tropezaron en su camino por el túnel con el gordo del bate, que estaba regresando a donde estaba su señor. Vieron a lo lejos a Elías y Saúl, que se acercaban persiguiendo al matón pero se detuvieron al ver lo que venía tras los investigadores. Las ratas cubrían las paredes, el suelo, el techo... Por fortuna para ellos se detuvieron donde estaba el gordo para devorarlo durante unos segundos, dejando sólo sus huesos.
Era una demencial carrera por la supervivencia, por alcanzar un lugar por el que escapar de aquella pesadilla de dientes, patas y colmillos1. En un momento dado uno de los matones de la banda del padre Saúl tropezó y cayó al suelo. Quizás eso salvó a los demás. Ninguno se planteó siquiera detenerse para salvar a aquel hombre que aullaba mientras su carne era roída hasta los huesos. Quizás eso frenó la avalancha que les perseguía hasta el punto de que consiguieran alcanzar una salida lateral desde la que saltaron al Támesis desesperados.
Las ratas corrieron por las paredes desbordándose sobre Londres.
Pero de momento ellos habían salvado la vida...
[1] Iba a usar una escena de Persecución para esto pero prefiero darle una salida narrativa al asunto para cerrar ya este capítulo.
Días después...
La vieja iglesia parecía un hospital de guerra. Y lo mismo sucedía por todo Londres: ricos, pobres... nadie se salvaba de la invasión de ratas. La plaga amenazaba con hacer que la ciudad fuera evacuada y, de hecho, los más pudientes ya se habían alejado hacia el campo. Las autoridades estaban desbordadas. Ningún control de plagas parecía capaz de detener aquello y nadie sabía de donde podían surgir tantos roedores. Entrar en el alcantarillado londinense suponía una muerte segura.
Y con las ratas vinieron las enfermedades y la locura. La gente empezaba a hacer cosas raras en la ciudad. Se rumoreaba que había sectas que veneraban a deidades que era mejor mantener en secreto, desesperados por sobrevivir, algunos incluso haciendo ofrendas a las ratas.
El padre Saúl estaba desbordado. Atender a todos los enfermos ocupaba la mayor parte de su tiempo, no tenía tiempo todavía para enfrentarse a ese nuevo mal emergente en forma de sectas malignas. Estaba seguro de que aquello no era más que el comienzo de un plan mayor y que las cosas, sin duda, empeorarían. Las autoridades, ajenas a lo que habían visto los investigadores, no estaban preparadas para enfrentarse a aquello.
¿Y qué fue de los investigadores tras aquello? Sus vidas, ya trastocadas por las extrañas peripecias vividas, se habían vuelto todavía más extrañas. Donovan afirmó que la solución no estaba allí sino en el Cairo, donde se había iniciado todo. El hombre, que había perdido parte de su aplomo, se despidió de sus nuevos amigos con la promesa de que traería respuestas. Dejó la piedra al cuidado de Freddy. No lo conocía pero en esos momentos estaba seguro de que el detective sería el mejor guardián para tan peligroso trofeo.
Pero ¿qué hicieron Freddy y Stu después de salir vivos de milagro de aquellas alcantarillas?
Pues eso... un epílogo para vuestros personajes y luego hago yo un cierre de capítulo para conectar esto con la campaña general ;)
Salir de la alcantarilla fue un subidón como había experimentado pocos en su vida, escapar de las garras de una muerte tan horrible como la de ser devorado por miles de ratas fue un alivio como ningún otro.
Stu había vivido algo que una mente racional no podía explicar, no es que a un niño le costara mucho hacerse a una nueva idea, pero asumir que los demonios, dioses oscuros o paganos y cultos horribles, existían en el mundo civilizado, era algo que no se digería con facilidad. O asumir lo que le había ocurrido a uno de sus amigos delante de sus ojos no era fácil para nadie.
Había querido ayudar a sus amigos, pero su falta de visión global había hecho que su actuación fuera insuficiente, si hubiera sabido todo lo que se cocía... Si hubiera comprendido algo de lo que había en juego, o lo que había pasado si quiera, quizá y solo quizá se cumpliera alguna de esas condiciones su conciencia se aplacara, pero la verdad es que nada de todo eso estaba a su alcance.
Tras el incidente hubo una marea de preguntas ¿Que trataban de hacer ahí abajo? Trató de poner su cabeza en orden, organizar las cosas, lo cual derivó en miles de preguntas a Freddy, a Donnovan, a Saul, fue inquisitivo, insistente, cabezón en querer comprender lo todo, pero al final ni con todas las respuestas que le dieron pudo encontrar un sentido que le trajera una comprensión real. Sencillamente era demasiado extraño con respecto a sus vivencias hasta ahora y demasiado repentino.
Aunque subyacente a todo lo acontecido había una preocupación real. ¿Que hacer con la piedra? ¿Que pintaba en todo aquello? ¿Como había llegado a Londres? ¿El director del museo que la había encargado en un primer momento estaba en medio de aquello?
Stu no estaba por la labor de dejar correr aquello, y esperaba que sus compañeros tampoco, para Stu aquello no podía acabar así, eso solo era el primer asalto y para el segundo quería estar preparado.
—Muchacho —le dijo a Stuart cuando empezó a disparar su retahíla de preguntas—, no intentes buscar explicación a todo esto, probablemente no la tenga. Sabes como contactarme y te mueves bien por tu terreno. Me gustaría que nos volviéramos a encontrar... para este u otro asunto.
El muchacho no contestó pero Freddy esperaba que hubiera aprendido a confiar en él y a entender ese otro lado de Freddy Hughes.
El informe policial que Freddy presentó a Douglas Spencer era lejano a la realidad. Era difícil presentar el informe real y pretender permanecer en el cuerpo. El comisario Spencer no hizo preguntas, a fin de cuentas el asunto de los niños se había solucionado y Freddy había asociado los asesinatos que había ocurrido en East End a los cadáveres que, a duras penas, se recuperaron de las alcantarillas.
Los siguientes días fueron más y más complicados. Freddy se siguió viendo con el padre Saúl pero nadie sabía el origen de aquella plaga de ratas. Quizá Clive tuviera razón y la explicación no estaba allí y todo aquello tuviera que ver con las antiguas plagas...
EPÍLOGO
Las ratas campaban a sus anchas por Londres. Desde la época de la Peste Negra no se recordaba una situación así. Una situación que en pleno siglo XX ponía de rodillas la hegemonía británica. Su capital estaba aislada y todo tipo de tráfico, marino o terrestre, estaba cerrado1. La gran urbe parecía ahora una zona de guerra, llena de calles vacías con casas que habían cegado sus accesos al marcharse sus inquilinos. Los cuerpos policiales que habían quedado en la ciudad eran insuficientes para controlar toda aquella situación y el vandalismo se extendía igual que la plaga. La gente, ante la posibilidad de la muerte, no tenía mucho que perder.
Una figura embozada paseaba ahora por el perímetro de la Torre de Londres. Contempló la jaula donde los cuervos que tenían que haber estado custodiando el futuro de la Isla desde su encierro eran ahora un remedo de huesos y plumas, abandonados a su suerte. El hombre que antaño fuera Eric Mallister contempló la jaula y sonrió bajo su capucha. Sólo faltaba recuperar la joya. Pero de momento estaba a buen recaudo. Sus enemigos le ayudarían con esa parte del asunto.
En lo más profundo del océano, en su vieja guarida de R'yhe, el Gran Cthulhu se estremeció en sus sueños.
[1] Os juro que esto estaba preparado antes del follón del COVID19, pero dioses... Nyarlathotep siempre supera a la ficción.