Partida Rol por web

East End londinense, 09:15 del jueves 21 del junio de 1923

El bobby que había encontrado el cadáver y su compañero se afanaban para apartar a los curiosos que rodeaban el callejón. Hughes se abrió paso como pudo en medio de aquella masa humana que, falta de trabajo o una mejor diversión, alimentaba su morbo intentando ver al tipo destripado que yacía tirado en la calleja.

—Seguro que han sido los Sajadores.— dijo un niño entusiasmado —Siempre abren en canal a los que les deben pasta.

El detective se acercó al cadáver. Sí, podía ser un trabajo de los Sajadores. Era una banda nueva en la zona y como todas las bandas nuevas tenían que ser extremadamente violentos para demostrarles a los demás que no serían presas fáciles. A Saúl no le iba a gustar nada aquello. Que dejaran un cadáver en su territorio era algo inadmisible, por muy dura que quisiera parecer aquella banda. Por suerte el sacerdote no era tan explícito como otros... probablemente haría llegar un aviso primero. Claro que con lo de los niños desaparecidos andaba bastante más nervioso de lo habitual.

Lo mejor sería averiguar cuanto antes quien era el fiambre y si realmente era cosa de los Sajadores.

El tipo debía tener unos veinte años. No era un indigente. Sus manos callosas denotaban que trabajaba y además su ropa, aunque barata y remendada, era de su talla. Alguien le había rajado desde la garganta hasta el estómago. Un trabajo rápido y eficiente. El rastro de sangre denotaba que lo habían arrastrado hasta esa posición, donde fuera fácil de encontrar. El callejón daba a la parte trasera de un patio rodeado por edificios. Allí parecía haber sucedido la reyerta.

Freddy se caló el sombrero y bajó el ala para tapar sus ojos. Estaba en cuclillas junto al cadáver del pobre infeliz que había sido rajado con violencia. Le cogió la cabeza por debajo del mentón y la movió ligeramente a los lados para examinar su cuello.

—¿Quién diablos sería? —se preguntó al tiempo que se levantaba y se dirigía hacia el bobby que se esforzaba por mantener el perímetro de seguridad—. Jason, sacad el cuerpo de aquí de inmediato.

La orden había sido tajante y esperaba que Jason y su compañero actuaran con premura. Mientras, se dirigió hacia aquel callejón de donde venía el rastro de sangre, quizá ahí hubiera alguna pista más sobre lo ocurrido.

Freddy movió la cabeza de la víctima. Se fijó entonces que alrededor del cuello había marcas de abrasión: alguien había asfixiado a la víctima usando algún tipo de cabo o similar. Asfixia y desgarramiento: muchas molestias para un solo muerto. Examinó con más detenimiento las marcas¹. Lo habían agarrado por detrás y el arma usada no era un cabo. Era una marca demasiada amplia y no tan marcada. Un pañuelo. Un pañuelo largo. Había escuchado que en la India los Thugs mataban estrangulando con pañuelos largos a sus víctimas pero el muerto no tenía pinta de haber visitado la India. Demasiado jóven y pobre para ser un soldado retirado.

Tras dar la orden Freddy se aproximó al callejón cercano. Era un espacio pequeño y cuadrado, de apenas unos cinco metros de arista que había quedado atrapado entre las paredes de los edificios colindantes. Había un par de ventanas de dos casas distintas que daban al patio pero no se veía movimiento en ellas. Probablemente las familias que allí viviesen ya estarían en el trabajo a esas horas. El sitio estaba lleno de basura que se acumulaba contra las paredes y restos fecales que los vecinos tirarían sin duda desde esas ventanas. Un lugar asqueroso pero muy discreto: desde donde estaba apenas podía ver la entrada del callejón y nadie tendría motivos para entrar en él si no fuera con el objetivo de una reunión clandestina.

Había un manchón de sangre en el centro del patio y el rastro de la misma que conducía hasta el cadáver. Aquel lugar era el escenario principal del crimen.

Caminó hacia el centro del patio, donde se encontraba aquel charco de sangre. Miró a su alrededor valorando la visibilidad de algunas ventanas. Quizá en otro momento pudiera convenir hacer algunas visitas.

Se agachó al lado del charco de sangre y lo observó. Desde esa posición, observó alrededor buscando alguna huella o un posible origen y, de paso, mirando entradas y salidas de aquel patio.

Hughes se agachó para mirar el suelo. Había sangre y pisadas. Tres juegos de pisadas. Tal como sospechaba al individuo lo habían traído hasta allí de alguna manera. El patio sólo tenía una entrada, así que el paisano había llegado allí engañado o buscando algo. Luego lo habían estrangulado por detrás mientras alguien lo rajaba por delante. ¿Un negocio que había salido mal? ¿Un ajuste de cuentas? El East End era un sitio violento y estaba claro que aquello era algún tipo de mensaje pero ¿de quién para quién?

Esperaba que en comisaría le dieran el nombre del fiambre. Eso podría poner algo de contexto en todo aquello. Revisando de nuevo las huellas todas eran pisadas de botas pesadas, de trabajadores o de maleantes.

Freddy tomó notas en su libreta e hizo un dibujo en una de las páginas mostrando una recreación de la supuesta escena. Nuevamente alzó la vista hasta los balcones. Se puse de frente al charco de sangre y comenzó a caminar hacia atrás, tratando de rebobinar la escena centrándose en la vista de la víctima.

Cuando llegó a la entrada del callejón miró alrededor. Probablemente ese era el lugar donde le habían tendido la trampa y Freddy quería valorar las posibilidades de esa trampa.

El tipo tuvo que entrar por su propio pie en el patio. No por la fuerza, probablemente ni siquiera esperando una emboscada. Había sido citado allí. Las marcas de las pisadas así parecían demostrarlo. Freddy se puso en su lugar. Entró en el callejón para hablar con alguien y una segunda persona había salido de entre las sombras de un lateral. Esa zona quedaría totalmente oculta durante la noche. La segunda persona lo había agarrado con el pañuelo por el cuello, inmovilizándolo. Probablemente la asfixia había facilitado el silenciar al tipo mientras lo rajaban. Después lo habían arrastrado con las tripas de fuera para dejarlo a la entrada del callejón.

Todo planeado y bien ejecutado. Los que habían cometido aquel asesinato eran profesionales.

Miró las ventanas. El patio no tenía farola. Si aquello había sucedido de noche cerrada puede que los que se asomasen a las ventanas, si es que lo habían hecho, no hubieran visto absolutamente nada con la oscuridad.

No había nada más que buscar en aquel sitio así que Freddy recogió sus notas y salió del callejón en dirección a la comisaría.

Desde su mesa, Freddy hablaba por teléfono con el departamento forense de la comisaría.

—¿Se ha identificado al cadáver? —pasó un instante mientras Freddy asentía al otro lado del teléfono—. Quiero que pongáis especial atención a esas marcas en el cuello.

Una vez acabada la conversación se levantó de su silla y cogió su abrigo y su sombrero, momento en el cual entraba en el despacho Spencer, el comisario.

—¿Qué tal comisario? Me disponía a salir a seguir investigando el caso de hoy. Tengo algunos informantes de cuyas lenguas quiero tirar. ¿Se sabe algo más?

Spencer era un tipo con mucha experiencia. Sabía más aquel viejo diablo por ser viejo que por ser diablo y frunció el poblado ceño cuando Hughes habló de sus informantes. Freddy no lo sabía pero Spencer sospechaba sus negocios con Saúl y los suyos. Hasta ahora, la información había venido bien en algunos casos pero los brazos de la corrupción estaban demasiado aferrados al corazón de Freddy y Spencer no había mirado tan lejos.

Del otro lado de la línea identificaron al fallecido:

—Al parecer es un contrabandista conocido. Se llama Tommas Marsh, aunque en la calle lo conocían como Knockin' Tom. Tenía una barcaza y hacía negocios pasando de contrabando cualquier cosa que le pidieran. Ha estado un par de veces en chirona pero por nada serio. Seguramente alguna entrega fue mal y se encargaron de él.

Tomaron nota del asunto de las marcas en el cuello y Freddy se dispuso a salir cuando se encontró con el comisario.

Douglas Spencer era un hombre bajito, de aspecto servil, con unos enormes mostachos que cuidaba para mantenerlos curvados dándole un aspecto que, según él, le servía para distinguirse del bruto medio del East End. Era un tipo bastante íntegro y competente, aunque tenía la mala costumbre de decir lo que pensaba y por eso lo habían destinado allí.

—Sus informantes ¿eh?— dijo con un tono que parecía implicar sarcasmo —Pues a ver si le ayudan porque se le acumula el chollo. Tenemos otro asesinato esta mañana. Esta vez un tipo al que le han descerrajado un tiro en la cabeza en un coche. Van dos agentes para allí para mantener a las hienas lejos del cadáver, a ver si llegan a tiempo de que no le roben la cartera. Aproveche y visite la escena, así ya tiene un dos por uno.

Antes de que Hughes pudiera protestar el comisario ya estaba andando hacia su despacho.

Freddy se caló el sombrero tras las palabras de Spencer y tomó nota de la ubicación del nuevo asesinato. No dijo nada y se encaminó hacia ese nuevo escenario. Quería tener todas las piezas antes de hablar con la gente de Saúl y saber más del tema.

Media hora después Freddy estaba en la nueva escena del crimen.

Un coche en medio de una calle del East End con un fiambre al que le habían volado la tapa de los sesos en el asiento trasero. Los policías estaban en ese momento interrogando  a un viejo conocido del detective, el padre Elías. Había sido matón, boxeador y extorsionador hasta que una paliza le dejó al borde de la muerte y vio la Luz. Cuando se recuperó sufrió una reconversión al Catolicismo y siguió trabajando para el padre Saúl, sólo que ahora aparentaba ser un cordero. Pero Freddy sabía perfectamente que los lobos nunca dejan sus hábitos, así que no le sorprendió encontrarlo en aquel lugar, aunque aparentemente sólo fuera como testigo.

Los dos policías le indicaron lo que habían averiguado hasta el momento: al parecer en el coche iban tres tipos, pero el vehículo había pinchado una rueda y lo que según los testigos parecía un secuestro se convirtió en un asesinato. El padre Elías había llegado después y estaba poniendo orden en la escena hasta que llegaron los bobbies.

—Señor Hughes, me alegra ver que el comisario Spencer manda a uno de sus mejores hombres para resolver el caso. No se ofendan señores,— les dijo obsequioso a los otros policías —Todos sabemos que los curas de parroquia estamos al servicio de los obispos. ¡No hay ofensa en ello! El Señor nos reserva a cada uno nuestro destino.

Se acercó a Freddy mientras los agentes separaban a la gente del vehículo.

—Feo asunto.— le dijo en privado —No sabemos quien es el muerto ni por qué se lo han cargado aquí. No parece ni del East End siquiera.

Freddy cogió al padre Elías del brazo y lo apartó un poco de la escena.

—Es el segundo cadáver en una mañana, ¿alguna idea? Quería hablar con Saúl o con alguno de los chicos esta mañana pero aún no he tenido tiempo.

Levantó la cabeza para vigilar a los bobbies y confirmar que seguían lejos, haciendo su trabajo.

—A Saúl no le va a gustar esto, ¿has hablado con él?

—No, Saul está ocupado con otro asunto ahora mismo. Este fiambre nos ha pillado por sorpresa aunque uno de mis chicos lo vio todo. De hecho recogió esta tarjeta de... ejem... de la escena.— dijo el sacerdote guiñándole un ojo y tendiéndole la tarjeta a Hughes —El otro fiambre que dices es el de Knockin' Tom ¿verdad? Me lo notificaron. No quiero pensar mal pero dos muertes en el barrio justo cuando Saúl está fuera... demasiada casualidad ¿no crees? Mira: vete hasta la iglesia y habla con el chico y con Maude. Ponte al día. Yo voy a intentar contactar con Saul cuanto antes. Hay un tema de niños desaparecidos que también nos preocupa.

Antes de que Freddy se fuera en dirección a la iglesia el padre Elías lo cogió del brazo.

—Si lo de Tom fue cosa de los sajadores no se lo digas a los tuyos, notifícanoslo a nosotros antes. No podemos permitir que esos mamones entren en nuestro barrio a resolver sus negocios.

El agente dio las órdenes pertinentes a los policías para que retirasen de allí el vehículo con el fiambre. Se acumulaba el trabajo en la morgue. Mientras iba hacia la iglesia le echó de nuevo un vistazo a la tarjeta que le había dado Elías.

¿Qué pintaba un marchante de arte en el East End? ¿Algún negocio turbio que había terminado mal?