Partida Rol por web

Grend se arrepentia a cada paso que daban en la casa y veía lo llena que estaba de gente. Gente que seguramente sería peligrosa. Pero los demás parecían tranquilos. Indicativo de que estaban hechizados de alguna manera seguramente.

Desde luego no dejó nada en la entrada y estaba todo el rato con la mano en la empuñadura de su espada. Y a la que menos perdía de vista era a la chica de negro. Estaba claro que en algún momento tendría que matarla, o que ella le mataría. A menos que se marchasen de allí y así no volviese a verla nunca más.

-Pero para eso tenemos que salir de aquí antes.-

Se mantuvo callado, eso sí. Y esperó a que todo aquello terminase. Lo único que le interesaba de la conversación era saber por donde se habían marchado los tipos que perseguían, y si de verdad les iban a dejar ir.

No tenía intención de probar nada de lo que les llevasen, por supuesto.

-Oh, eso espero...-dijo haciendo una pausa como si esperase que el forjado se presentase para referirse a su nombre-. Esa "bestia" y Dalía, al igual que los guerreros que hacen guardia en la puerta, son fieles a mí antes que al culto. Y, por suerte para vosotros, ahora mismo yo también soy más fiel a mí misma que al culto, después de su traición. Así que espero que sepan que os he ayudado... cuando le cortéis la cabeza a esa zorra de Rezmir-dijo satisfecha, con palabras llenas de rabia en voz.

Entraron tres kobolds y trajeron varias bandejas con comida y algunas jarras con agua y cerveza. La mayoría era fruta, con grandes racimos de uvas, queso, carne seca y pan. Toda parecía en buen estado y la propia Talis se sirvio un vaso de cerveza y probó una de las uvas para demostrar que no tenían veneno, aunque no dijo nada.