-Otra vez igual. Todos muertos. ¿Estaré maldito?-
Esos eran lo negros pensamientos de Grend cuando vio como el aliento alcanzaba a los demás. Pero cambiaron en cuanto vio la figura del calishita saltar a por el dragón y, increiblemente, acabando con él.
-Vale. Esto no ha sido igual. Recuerda no cabrear a ese guerrero.-
Habían sobrevivido todos, a pesar de que la chica parecía haber quedado un poco tocada. Ya había visto cosas así en su juventud, en su hogar. Demasiados golpes en la cabeza, o heridas casi mortales, hacían eso. Una pena. Pero al menos estaba viva.
Después todo fue viento en popa, o casi. Tenían un tesoro que repartir y un gigante con un castillo volador que les dejaría donde quisieran. Pero por lo visto querían regalar aquel tesoro, a gente que no conocían.
-Me alegro de haberos conocido. Pero creo que nuestros caminos no van a discurrir por los mismos senderos.-
En verdad iba a echarlos de menos. Al menos al golem. Era una criatura de lo más curiosa. Pero la chica tenía algo raro desde que la vio por primera vez, y que dijera él eso era mucho decir. Y con Abdali ya había tenido algún roce durante la invasión del castillo volador, cosa rara porque la incursión con los hombres lagartos parecían haberse llevado bien.
-En cuanto a lo del tesoro. Lamento lo que hayan hecho esos dragones, pero yo sinceramente quiero mi parte del mismo. Vosotros haced lo que queráis con la vuestra, faltaría más.-
Aquello sabía que iba a traer cola, y no quería enemistarse con ellos. Sobretodo con el guerrero después de haber visto de lo que era capaz. Así que tampoco es que les diera mucha opción. No iban a llegar inmediatamente a Puerta de Baldur, por lo que podía colarse, coger su parte, y marcharse sin necesidad de esperar a que llegaran a su destino. Después de todo él podía haberse marchado del castillo en cualquier momento, si se quedó era porque no quería abandonarles ya que no iba a poder cargar con todos. Y si iban a morir mejor juntos. Pero ahora no había esa necesidad.
Su conjuro de volar logró hacerle aterrizar sano y salvo. Se adentró en el bosque y en cuanto lo hizo su apariencia cambió. En lugar de un elfo lunar su tez se tornó negra y su cabello blanco.
-Aaah. Hacia tiempo. Tendré que volver a cambiar en seguida, en cuanto me encuentre con gente, pero al menos podré pasar unas horas con mi verdadero aspecto.-
Pues eso. Que el elfo (drow) ya había dicho que estaba en aquello por dinero. Así que se lleva dinero. Su parte. De hecho si puede se lleva las gemas que pesan menos y es menos dinero del que le correspondería si se dividiera (6.300po en lugar de los ocho mil y pico que serían para cada uno). Y la pócima de Forma Gaseosa, que también creo que es lo que menos vale de los 5 objetos que hay.
Puede descongelar las cosas con magia, así que por ese lado no habría problema. XDDD
Aquello llevó a una larga discusión sobre la parte debida y lo que pertenecía a cada uno y qué de todo había que entregar a los pueblos. Finalmente, con mediación de Blagothkus, llegaron a un acuerdo. ¿Cuál? No importa, pues cosas más graves estaban ocurriendo en la Costa de la Espada. El culto del dragón había recibido un duro golpe, si, pero aún no había sido derrotado.
Un cuerno resonó haciéndose eco entre los valles y montañas. Los aventureros lo escucharon claramente mientras viajaban en el castillo en dirección a Aguas Profundas, la ciudad más cercana. Pero no fueron los únicos que lo escucharon. También lo escucharon en todos los rincones de Los Reinos Olvidados. Dragones se movieron inquietos desde El Mar de Hielo en Movimiento en el gélido norte hasta lo más profundo de Las Colinas de la Serpiente. Habían ganado algunos aliados, como Blagothkus, pero también terribles enemigos como el dragón azul Lennithon al que había destruido sus huevos.
Los Arpistas, la Orden del Guantelete y muchos otros se reunían ahora para enfrentarse a aquella amenaza. Pero una cosa estaba clara, sin la intervención de aquellos héroes, la Costa de la Espada habría estado definitivamente condenada.
-FIN-