Partida Rol por web

Mejor entrar en el interior de la celda, la dejamos ajustada y sin cerrar y os ocultais entre las sombras y nosotros. Si quereis sacar al tunica de aqui mejor evitar confrontaciones, ellos son muchos y nosotros no llegamos a nada. 

 Yo no me había movido de mi sitio, en la celda, sentado en el suelo, así que no tuve que moverme a ningún lado, mientras los demás volvían a meterse dentro y arreglaban todo para fingir que seguíamos encerrados, mientras escuchábamos a las voces de los guardias acercarse cada vez más.

Anna se dispone a ocultarse en la celda, pero estaría atenta por si había problemas. Aún tenía la daga en su poder, con lo que algo podría hacer con ella si la cosa se ponía fea. 

Luego de escuchar las voces de los guardias acercándose y como los demás parecían elegir la opción de aparentar seguir en la celda, rápidamente me alejé de los barrotes y fui hasta aquel montón de paja húmeda donde estaba durmiendo, acostándome en ella y dándole un poco la espalda a la entrada de la celda, cerrando los ojos y tratando de no moverme en lo absoluto.

Los dos nuevos visitantes, Astrie y Lucien, se ocultaron al fondo de la celda. Delante, cerca de los barrotes se coloco el reto de presos. La puerta, ya abierta por Anna, se arrimo cuidadosamente para que pareciera que estaba cerrada.

A los pocos segundos los dos guardias aparecieron por el pasillo. Ambos vestían corazas negras con el símbolo del lirio blanco coronado por una llama, también llevaban la cabeza totalmente rapada. Al pasar por delante de la celda no mostraron interés por los presos.

¿Dónde ha puesto Sir Dagdel el objeto?

Pues ya sabes, donde están las cosas de valor, en el santuario junto a la lagrima corrupta.

Los dos guardias pasaron de largo y se fueron al fondo del pasillo, por donde habían entrado Astrie y Lucien. Allí, se podía oír el ruido de taburetes y como los guardias se acomodaban para pasar un buen rato jugando a las cartas.

Se la notaba dubitativa, mas las palabras del anciano parecieron lograr hacerla entrar en razón. Tras asentir y esconderse tras los reos, permaneció controlando su respiración mientras su oído iba siguiendo los pasos y los movimientos de los guardias. Parecía que ya se habían ido, y dejado algo de útil información en el camino.

- Deberíamos seguir... - Sugirió, en un susurro buscando levantarse de su escondrijo en la celda. Más que nada, dirigido hacia Lucien y Anubis. Luego observó al resto. - Hemos venido aquí a recuperar la Llave Quinari... Y la Lágrima Corrupta... ¿Nos ayudarían? - Les solicita educadamente y con cavilación. Sino, tendrían que continuar ella y Lucien.

    La artimaña de los reos funcionó lo que sirvió para demostrar que no había sido un error confiar en ellos, además, de haber iniciado allí un combate lo más seguro es que solo hubiese servido para complicarles las cosas. Lo que si que le sorprendió fue la facilidad con la que Astri rebeló su misión, aunque los guardias acababan de darles una pista sobre hacia donde deberían dirigir sus pasos. Lastima que no tuviese ni idea de donde se encontraba el santuario dentro de aquella fortaleza.

    -Concuerdo con vuestra opinión pero el problema sería saber hacia donde dirigir los pasos, ahora sabemos que lo que buscamos se encuentra en el santuario pero no como llegar hasta él.- Respondió al final. -¿Alguno de vosotros tiene alguna noción de la distribución de la fortaleza? También, a la vista de los hechos, sobra decir que cualquier ayuda nos vendría bien si decidierais uniros a nuestra causa.- Aunque Lucien tampoco se quejaría si en lugar de eso alguno de los presos optaba por escapar en su lugar, ahora mismo había una vía de escape de sencillo acceso si lograban dar con el modo de librarse de los tres guardias que habían dejado atrás.

Estaba completamente quieto como un muerto, pero apenas los pasos de los guardias siguieron un poco de largo despacio me empecé a girar, escuchando luego el sonido de como acomodaban unos bancos. Rápidamente me senté en el suelo, prestándole atención a la elfa, a lo que rápidamente respondí. -Cuenten conmigo, primero muerto antes de seguir siendo un prisionero por estos bastardos.- 

Me levanté del suelo y empecé a quitarme la paja que tenía pegada al cuerpo, mientras el acompañante de la elfa tomaba la palabra. -Ni idea de como va esto, pero en definitiva tenemos que explorar. Sabemos que por allá.- Apunto hacia donde se fueron los pasos de los guardias. -Hay alguna sala de espera o almacén donde se ponen a jugar cartas, y por allá.- Apunto hacia el pasillo por donde llegaron los guardias además de Lucien y Astri. -Hay un pasillo, ustedes ya saben a donde lleva. Con suerte debe de haber por el pasillo donde están los guardias más celdas, o alguna habitación donde guarden armas o incluso nuestras cosas. Tenemos que ver el lugar, equiparnos rápido y asegurarnos de que no seamos rodeados por los guardias, así que cuando todos estemos equipados tendremos que ocuparnos de ellos.- Volví a apuntar hacia donde se fueron los guardias. 

Os acompañare, si vuestro camino es recto. Para que quereis la lagrima corrupta y la Llave Quinari.

Que se adelanto hasta la puerta de la celda para mirar lado y lado, si hacia falta haria de escudo del grupo. Mientras una tenue luz como de antorcha ilumino la sala*

Tambien podriamos preparar una emboscada, dos nos ponemos ocultos fuera, hacemos que nos peleamos dentro y cuando vengan a ver que pasa podemos saltar encima suyo, con eso tendremos varias armas que defendernos. 

Astrid toma y le enseña el medallón sagrado que pendía de su cuello, que se notaba no era sólo un símbolo sagrado de la diosa Mishkal, sino quizás mucho más que ello.

- Ambas son reliquias pertenecientes a mi diosa, y a mi raza. Es mi deber restaurarlas. - Le respondió al noble anciano, con seguridad y convicción. Pese a su aspecto, probablemente era mucho más joven que ella, mas aún así parecía cargar con la misma madurez y sabiduría.

- Nunca he recorrido una mazmorra... Si estás seguro reside una armería, podríamos buscarla. - Apoyando el comentario del caballero más joven, aunque de ser así ella no podría liderar el camino. Ni en sus tierras existían estructuras tales como las prisiones, los pocos silvanesti que eran incapaces de comprender los valores del respeto y sus superiores solían ser exiliados.

Que observo fijamente el simbolo de Mishkal. Entonces puedes contar conmigo, te ayudare sin dudarlo. Deberiamos echar un vistazo a esos dos hombres sin que nos vean, estan armados y disponen de armaduras para vosotros. Son una presa facil. 

 Con un suspiro, respondí:

 - Yo quiero ayudaros, pero no podré ser muy útil en una pelea ahora mismo, me temo. Estoy muy herido y no he tenido ocasión de memorizar conjuros nuevos, cosa que no podré hacer si no recupero mis cosas antes.

 Odiaba ser un heraldo de problemas, pero era mejor que mis compañeros supieran mi asituación actual antes de tener que cargar conmigo.

Miró con cierta pena y empatía al malherido Anubis, quien entendía era un mago en la desdicha tal y como ella lo había sido en un momento... Muchísimos años atrás.

- Puedes usar mi Libro... ¿Crees que podrías llegar a memorizar algunos, mientras nos encargamos de lo nuestro? - Le ofreció, buscando un poco en su morral para quitar cuidadosamente un lujoso tomo bordado en lo que parecían hilos de oros y pequeños rubíes. Pese a ser escritura arcana, la misma parecía poseer características mucho más sagradas y místicas, pero tal vez pudiese comprenderlo.

Trataría de no hacer demasiado ruido a la hora de tratar con los guardias.

Creo que estamos todos en el mismo barco. Si queremos salir de aquí con vida lo lógico es que cooperemos para ello- dice Anna- por mi parte, contad conmigo. 

Entonces que quereis hacer? Como mas tiempo paseis aqui dentro mas peligroso es.

Que tenia un aspecto cansado y agotado fisicamente, tenia Estigmas por el cuerpo y su vitalidad habia quedado mermada.*

Tras haberle prestado su ostentoso libro al mago de túnica blanca, redirigió su atención a Que y el ahora.

- Si no queda otra... - Bajando levemente su mirada. Mas, era parte de la misión que había aceptado. - Los guardias son tres. Tan sólo no sean demasiado crueles, y tengan piedad si se rinden. Ellos sólo siguen órdenes. - Les pidió con empatía, ninguno de ellos tenía aspecto particularmente criminal, mas cada orden de caballero poseía sus costumbres. Ella tan sólo quería derramar la menor cantidad de sangre y dolor posible. El mundo ya había sufrido demasiado. Si tan sólo los humanos fuesen mas conscientes de ello, y aprendiesen de sus errores del pasado...

...Por otro lado, no podía evitar sentirse igual de mal al ver el anciano tan cansado y débil, mas con tanta voluntad de seguir y dar el frente.

- No se ve muy bien... ¿Cuál es su nombre? Acérquese. - Le pidió muy educadamente, mientras suavemente acercaba su mano derecha para posarla sobre el pecho del venerable, a la par que su otra sostenía con fuerza el amuleto de Mishakal en su pecho... Canalizando su energía positiva desde su símbolo, todo a lo largo hacia su otro brazo y el cuerpo de Que, mientras cerraba sus ojos y susurraba unas breves plegarias en Divino.

Aún así, se lo seguía viendo bastante debilitado. Había un peso que su sanación básica no era capaz de quitar de su cuerpo.

- ¿Seguro querrá acompañarnos, en esas condiciones? - Repregunta, sintiendo su bondad y dolor. Y en cierta forma, comprendiendo su determinación. - Si es así... Por favor acepte esto. - Ofreciéndole un anillo plateado del lujoso morral que colgaba a un lado de su delgada cintura.

Anubis, éstos son los Conjuros que contiene el Libro de Conjuros de Astri. Su escritura es algo complicada y única, no sólo por ser de origen élfico sino que la escritura arcana en sí posee rasgos bastante únicos, podría decirse que en parte divinos.

Conjuros Nivel 0:
- Resistencia
- Leer Magia
- Salpicadura de Ácido
- Atontar
- Llamarada
- Luz
- Luces Danzantes
- Rayo de Escarcha
- Sonido Fantasma
- Abrir/Cerrar
- Cuchichear Mensaje
- Mano del Mago
- Remendar
- Marca Arcana
- Prestidigitación

Conjuros Nivel 1:
- Escudo
- Armadura de Mago
- Hechizar Persona
- Contacto Electrizante
- Manos Ardientes
- Proyectil Mágico
- Agrandar Persona
- Reducir Persona
- Salto

Conjuros Nivel 2:
- Partículas Rutilantes
- Esfera Flamígera
- Rayo Abrasador
- Imagen Múltiple
- Levitar

Mi nombre es Que, y sobre los hombres podemos dejarlos inconscientes, es mas seria lo correcto, si conseguimos que no chillen podemos dejarlos inconscientes, amordazados y atados en la propia celda para evitar problemas.

Noto rapidamente la regeneracion de sus heridas y vitalidad. Muchisimas gracias por su magia...pero no puedo aceptar ese anillo, dice firmemente. 

Lucien comenzó a golpear los barrotes de una de las jaulas. Al fondo del pasillo se escucharon gritos de silencio y varios improperios. Finalmente, una voz se alzó sobre las demás.

Rand ve a ver qué pasa.

¿Por qué yo?

De los tres, eres el soldado más moderno. ¡Además! ¡¿Qué cojones os enseñan en la intrusión?! ¡NUNCA SE REPLICA A UN SUPERIOR! ¡Cuando vuelvas vas a limpiar las letrinas con la lengua hasta que te sepan a crema de remolacha!

Entonces se escucho el arrastras apresurado de un taburete y los pasos apurados de uno de los soldados. Cuando el guardia, un hombre fuerte con la cabeza rapada y coraza llego a la celda, miro con estupor a Lucien. ¿Qué cojones eres…? Comenzó a decir, ya que Lucien no era uno de los presos que supuestamente estaban en la jaula.  

Que no espero....salto encima con intencion a apresarlo y dejarlo KO, intentaria taparle la boca para que no hablara....o peor chillara a sus compañeros, alguien habia dicho de lanzar un conjuro de silencio...ahora seria un buen momento.