Hacia muchos años que habías comenzado tu periplo, años de confusión e incertidumbre. Cuando tu verdadera naturaleza pugnaba contra la naturaleza que te imponía la sociedad. Pero tras muchos años siendo un paria encontraste la guía necesaria para comprender tu ser, esa guía se materializo en la figura de la gran dragona plateada D'argent, también conocida como Silvaras por los elfos. Silvaras te enseño todo lo que eras, fue tu maestra durante el tiempo libre que tenia entre batalla y batalla, entre aventura y aventura, y sus encuentros con Gilthanas, su amor platónico.
Durante la guerra de los espíritus, antes de encaminarse al combate, Silvaras confió tu cuidado a la tribu de los Phaethon. Seres con aspecto humano y con sangre de dragón que les permite desarrollar alas de fuego.
La vida junto a los phaethon fue placida y agradable. Su poblado se asentaba en la desolación en las faldas del gran pico Malys, creado por la gran dragona roja muerta por Mina durante la guerra de los Espíritus. Los phaethon no interferían con las guerras, ni con los humanos, ni con los dragones, su vida era placida y tranquila.
Un día las anciana faetones se reunió contigo. La mujer se asemejaba a una estatuas de bronce, nobles y exquisitas, sus rasgos eran serenamente hermosos. Cuando habla, sus voz es melodiosas. Hijo nuestro, predestinado, tu destino se aleja de nosotros. Dice la mujer, que lleva el medallón de Habbakuk alrededor del cuello. Por favor, no tomes esto como una muestra de falta de hospitalidad, porque nuestro destino pesa sobre tus hombros y el camino que has de recorrer es largo. Hay mucho que debes saber.
Desde siempre Lucien se había sentido un extraño entre los suyos, un sentimiento que lo arrastro a grandes de momentos de incomprensión y frustración al verse incapaz de explicar a su familia porque algo, desde lo más profundo de sus entrañas, le decía que aquel no era su lugar, que jamás sería capaz de acomodarse a la vida bucólica sin por ello renunciar negar una parte de su propia alma que le provocaría un profundo pesar. Así que, llegado el día y tomando sus escasas pertenencias, Lucien dejó atrás su pasado para ir en busca de su futuro.
Por años vagó, llegando incluso a plantearse si perseguir su sueño, aquella extraña pulsión, no hubiera sido el mayor error de su corta vida al arriesgar tanto por algo que apenas podría explicarse más allá de una intuición. Pero cada vez que esas dudas lo asaltaban, sus sueños lo hacían reafirmarse, haciéndole llegar los ecos de una lejana voz que lo reconfortaba y lo guiaba en su camino.
Y así fue como finalmente logró encontrarla, Silvaras, cuando la vio por primera vez, Lucien se desplomó a sus pies, apenas le quedaban fuerzas, sus pies estaban llenos de callos, sus labios cuarteados y su piel rojiza por la exposición al sol y, pese a ello, fue su momento de mayor felicidad hasta aquel entonces. Durante los días siguientes, Silvaras le rebeló la verdad, el por qué no había podido mostrarse antes ante él, la amenaza que se cernía sobre ellos pero, sobre todo, la verdadera realidad oculta en su otra mitad, su alma de dragón.
"Conócete a ti mismo", aquella frase cobró un nuevo sentido para él durante los siguientes años, aprendiendo a despertar y controlar sus dones innatos bajo la tutela de su nueva mentora, al menos hasta que esta debió de partir a librar la gran guerra que estaba por llegar. Lucien rogó que la dejase acompañar pero ella sabía que aquel entusiasmo no sería suficiente frente a los peligros que encontrarían, al menos no todavía, su alumno iba aventajado en las lecciones pero aún le quedaba mucho más por aprender. De tal modo, la seguridad del adepto fue confiada al pueblo de los phaethon, una extraña raza de elfos igualmente poseedores de una fuerte conexión con los dragones de Paladine, aunque fuera a otro nivel.
Aunque por un tiempo sufrió un profundo pesar por la perdida de su maestra, el joven pronto logró recomponerse ya que, por mucho que apreciase a Silvaras, estaba muy lejos de poderse considerar un igual a ella en demasiados aspectos, algo que no se hacía tan evidente con sus nuevos anfitriones. De este modo, Lucien aprovechó la ocasión para aprender de ellos igualmente y poder llevar a cabo algo más próximo a lo que pudiera entenderse como una vida "convencional".
No obstante, de un modo casi irremediable, aunque nunca al mismo nivel de como lo había sentido en su aldea natal ya que realmente se sentía arropado por los phaetones, el deseo de extender sus alas lejos de allí, de volar libre en busca de su verdadero destino, comenzó a aflorar llegando a materializarse cuando un buen día, Telerie, lo hizo llamar para encontrarse con él.
Las palabras de la anciana lo hicieron sonreír con cierta acritud, ambos sabían lo que implicaba haberlas pronunciado y lo que ocurriría tras ello una vez la reunión acabase, el momento que tanto había esperado finalmente le había llegado, pero eso no significaba que le resultase sencillo dejar atrás el primer sitio al que había comenzado a considerar en verdad como su hogar.
-Vuestras disculpas no son necesarias, Telerie, ambos sabíamos desde el momento en que Silvaras me dejó aquí que este día llegaría y aunque estoy contento de que así sea no por ello me resulta más sencillo el deciros adiós.- Incline mi cabeza como señal de respeto si vacilar al decir mis palabras, sabía lo importante que era la sinceridad y por ello dejé que mi corazón se abriera y hablase por mi en aquel momento. -Temo que jamás pueda pagaros por haber hecho lo que habéis hecho por mi hasta ahora pero os prometo que jamás olvidaré nada de lo que me habéis enseñado.-
No tienes que darnos las gracias Lucién. Dice con tranquilidad la anciana. Soy yo quien te debo de pedir disculpas por el peso que voy a cargar sobre tus espaldas.
Mientras pronuncia las palabras la anciana empieza a desenvolver una pieza de cuero suave de piel de cabra, una gema azul pálida del tamaño del puño de un niño brilla suavemente con una luz azulada. Esta es una de las dos Lágrimas de Mishakal. Los faetones hemos mantenido en secreto esta joya desde tiempos inmemoriales, desde la primera guerra de los dragones.
Habbakuk, el fénix azul, se me ha aparecido en sueños. Me a pedido que te entregue la lagrima para ayudarte en tu búsqueda, me ha dicho que te demos esta preciosa reliquia preciosa, una de las dos Lágrimas de Mishakal. La anciana hablaba lentamente, dándole gran importancia a cada palabra que pronunciaba. Estaba claro que no era una decisión tomada de la noche a la mañana, durante varios meses habías visto a la anciana cabizbaja y ausente, evitando a la gente, sumida en una profunda preocupación. Ahora sabias cual era la causa de esa preocupación
Esta Lágrima y su gemela te serán necesarias para sanar el mundo. La segunda Lágrima fue corrompida en otra época por el Caballero de la Muerte, e incluso ahora se tiene custodiada en las mazmorras debajo de Darkhaven. Una vez que tenga a ambas, el saber requerido para purificar la Lágrima corrupta se encuentra en la ciudad de Flotsam.
Uno de los faetones más jóvenes, uno que hacia de explorador, se acerco a Telerie y le susurro algo al oído. Esta sonrió satisfecha. Parece que los hilos del destino se entretejen según el capricho de los dioses. Una visitante de sangre noble, heredera de la sangre de Silvanos, se presentara en el poblado. Tal y como Habbakuk, el fénix azul, me susurro en sueño.
Los faetones avanzan con una joven elfa de rasgos triste. La anciana la saluda.
Fin de la introducción.