Estaba acostumbrada a unas cenas regidas por la etiqueta, en la que tanto las palabras como los gestos guardaban un rictus medido y calculado. Nada que ver con el encuentro que nos había dispensado el daimyo Soshi, el cual se había encaminado entre la grosería y la vulgaridad o eso habían querido ver mis sentidos. Tampoco podía pecar de ingenua, nos encontrábamos dentro de las murallas del Escorpión, cenando nada menos que con un daimyo de las grandes familias, si así había actuado con total desprecio a las costumbres y tradiciones lo había hecho con total conocimiento, quizás también desde la arrogancia de quien se considera por encima de las fortunas, o bien de quien no espera nada de sus comensales.
Sea como fuere, nos había dado una información que en parte no podría comprobarse por la muerte de sus fuentes. Tampoco esperaba en mi fuero interno que, Soshi Bantaro mostrase más pero sus formas hablaron más que las palabras.
En tales pesquisas estaba cuando Soshi Shinobu nos salió al paso tras apresurarse a nuestra espalda y pedir disculpas por lo acontecido en el comedor. Me detuve a escuchar su plática, sin interrumpirla, tampoco cambiando el gesto que portaba.
- Todo eso que decís, será valorado - de estar en otro castillo, podría haber sido más benevolente mas no aquí - Vuestro esposo no debe esperar un trato injusto a raíz de su comportamiento en la cena, de igual modo si hubiera sido al contrario - afamado era su clan con respecto a mantener las mejores apariencias mientras cometía las mayores iniquidades, como para ahora rasgarnos las vestiduras por las faltas a la etiqueta de uno de sus daimyos, mas tampoco había sido lo más prudente - mas tampoco sería loable que tensara la cuerda probando la resistencia de ésta - y sin más, realicé una pequeña inclinación para despedir a la esposa de Soshi Bantaro.
Antes de proseguir hasta el dormitorio me atreví a agradecerle el gesto - Os doy las gracias de todas maneras, Soshi Sama, vuestras palabras han atemperado mi ánimo.
Kazuo asintió a las palabras de Satoru. A él tampoco se le escapaba lo apropiado de la historia dado el contexto en el que se encontraban. Además, aunque conocía la historia, jamás habría dicho que la hermosa Soshi Shinobu era la descendiente de uno de sus protagonistas, y eso la hizo respetarla todavía más y, por supuesto, compadecerla en igual medida por tener que soportar a semejante esposo.
Pues como no tengo mucho que decir, voy a seguir tirándole la caña a Shinobu, huehuehue
- Lo lamento - dice bajando la cabeza y dejando que la oscuridad del pasillo ocultase parcialmente su rostro - no debería haber dicho esas cosas tan horribles. No soy una buena esposa... Yo solo... deseo lo mejor para mi pueblo. Solo quería que no culpaseis a mi gente por la opinión que os haya generado mi esposo... no sería justo para ellos.
Se giró para mirar directamente a los ojos de Megumi. Sus ojos eran tan hermosos como los de una noche estrellada, pero estaban brillantes como si estuviese a punto de derramar una lágrima apenas contenida.
- Las hostilidades ya han sido detenidas gracias a los Kami. Nadie más que yo deseaba que esta locura terminase. No negaré que necesitamos aliados, Mirumoto-sama. Son momentos desesperados para nosotros... y haré todo lo que sea necesario para poder detener la muerte de mi pueblo. Si necesitáis cualquier cosa de nuestra familia solo tenéis que pedírmelo y haré todo cuanto esté en mi mano para facilitaros la investigación.
Ella se inclinó a modo de despedida.
- Lo lamento, quería molestarlas, está claro que han tenido un día largo. Mis criados les llevarán a sus aposentos.
Por cierto, pretendía usar el hechizo de “El abrazo de Kenro-ji-jin” al acabar la cena. Permite al lanzador sumergirse en el suelo, que se ve trasparente para él. Y aunque no puede hablar ni escuchar, durante una hora puede ver a través de él. Mi idea era ver a dónde van Shinobu, Isane, Bantaro o sus perros al término de la cena y dar un primera vistazo por si viera algo comprometedor en el castillo.
Lo digo por si lo quieres resolver antes de seguir en el capítulo 2
—Quizás no seáis una buena esposa; no somos quién para emitir tal juicio. Pero a plena vista está que sois una regente sabia y capaz, lo que os honra mucho más.
Emitió su juicio con ceremonia y sin alzar demasiado la voz. Los matrimonios, a fin de cuentas, rara vez resultaban una cuestión de amor, y mucho menos cuanto más arriba miraba uno. Podía haber respeto, cariño, comprensión, pero nada de eso encubría del todo que el deber para con la familia y el Clan prevalecían por encima de lo demás... En casi todos los casos.
Cerrada la despedida y ya en sus aposentos, Mirai se permitió relajar la forma dejando que el cansancio y las preguntas arrojaran sombras sobre su pálido semblante. Una sensación poco placentera y ominosa se cernía sobre su estancia allí, y no pudo más que repetir las palabras que había dicho al comienzo de su viaje, todavía en Ryoko Owari.
—No me gusta este lugar —musitó mientras se cepillaba el cabello blanco como hebras de plata, observando de reojo a Megumi. La labor de su amiga era mucho más pesada que la suya y siempre había admirado su estoica compostura al respecto. Sin embargo, en aquel momento buscaba franqueza. —¿Qué piensas?
Soshi Shinobu no se habría apresurado a interceptarnos en el pasillo para tratar de suavizar con palabras la actitud de su esposo durante la cena y lo había hecho porque la posición de su familia así lo exigía. Seguramente sabía que contaba con un voto negativo por parte de un magistrado y aunque contase con otro a su favor, la arrogancia mostrada por el Daimyo Soshi durante la cena les podría ser perjudicial.
- Una última cosa, antes de que comenzasen los conflictos con los Iuchi ¿Habéis tenido alguna desavenencia, por mínima que sea, con alguna otra familia, sin descartar las de vuestro propio clan? - si la conducta de Soshi Bantaro era conocida, quizás podría ser utilizada para enmascarar otras.
Esperé a recibir la contestación, así como analizar si por sus gestos la respuesta obedecía a una respuesta sincera.
Una vez en los aposentos, me dirijo hacia la ventana para ver a través de ella, a la vez que escucho a Mirai - de noche es difícil ver el camino sino lo conoces - me fijé en el manto que la oscuridad había tendido sobre el castillo del daimyo Soshi. Cualquier enclave del Escorpión solía ser un lugar con multitud de trampas, también sus miembros dirigentes, sin embargo Bataro se había mostrado tal y como era, algo inusual - diría que mañana se nos presenta una ardua tarea, hay tanto que ver y gente a la que interrogar que sería bueno, descansar. No temas, no nos pasará nada - era del todo improbable que atentasen contra nosotras y mucho menos en aquella localización, a tenor de las consecuencias que podrían traer aparejadas.
- Soshi Bataro es tal cual lo hemos conocido hoy, y ése es un dato importante en esta investigación. ¿Tú cómo lo ves, Mirai?
Veamos lo que dice el conjuro:
Embrace of Kenro-Ji-Jin [CR]
- Ring/Mastery: Earth 2 (Travel)
- Range: Personal or Touch
- Area of Effect: 1 target creature
- Duration: 1 hour
- Raises: Duration (+1/2 hour)
This spell allows the target (who can be the caster or one other person) to literally dive into the ground, which becomes as clear and easy to traverse as water for him. He can see for a distance of 100 yards through the earth, and can move through it in any direction as easily as though he were in normal air. The target can see through the edge of the earth into the normal world, but he cannot attack, cast spells, speak, hear, or otherwise interact with those outside the earth unless he emerges from the ground (at which point the spell immediately ends). If the spell ends while the target is still underground, the Earth spirits are offended by the target's continued presence, and immediately expels him into the nearest open air, wherever that might be.
Yo por lo que entiendo, el conjuro (que es de tierra) permite sumergirse en la "tierra" (Ground) piso o similar, y bucear en el suelo como si fuese agua, permitiéndole ver hasta 100 yardas.
El problema es que el castillo (Curiosamente de maestros de Aire) tiene varios pisos (cinco), y las zonas más relevantes están en pisos elevados. El Lugar donde se cena está en la primera planta, y la familia del Daimyo vive y duerme en la cuarta y quinta planta.
No puedes navegar en esos piso, no hay tierra y lo veo un poco cogido con pinzas.
Si, dependía mucho de su dormíamos en el piso inferior o no para poder hacerlo desde la habitación de forma discreta...
En todo caso, la idea era ver zonas de terreno, ya se que para ir arriba hay que hacer más xD
Por la noche la puerta de Satoru se deslizó con suavidad. Satoru pensó que era la criada que le iba a traer agua para la noche, pero en su lugar era Isane.
Isane se llevó un dedo a los labios. Era muy tarde y cualquier ruido podía escucharse en las cercanías o en las habitaciones de Kazuo.
Ella cerró la puerta y se acercó a Satoru para quitarle el obi y luego el kimono. Luego le obligó a tumbarse en las mantas y se sentó encima de él.
No quería hablar de la guerra. No quería hablar de la repugnante mano de su señor o de las cosas que le podía oblgar a hacer. Solo quería olvidarlo todo. Perderse en su mirada y en sus labios.
Cuando finalmente la cena terminó, Satoru regresó a sus habitaciones sintiendo el leve mareo inducido por el sake. Antes de retirarse, tomó su estuche de pergaminos y entonó un sencillo cántico sanador que alejó la sombra de la embriaguez de su mente. Había descubierto que sus horas de descanso eran mucho más reparadoras si limpiaba su cuerpo de los excesos antes del sueño.
Mientras acariciaba a Tameiki, que ronroneaba suavemente en su regazo, se preguntó de nuevo cuánto de lo que habían visto era real y cuánto una farsa. Por un momento, estuvo tentado de utilizar los dones de los kami para salir a explorar el castillo durmiente en busca de pistas, pero finalmente desechó esa idea. El riesgo era mayor que el beneficio, y las zonas más interesantes estaban lejos del suelo, donde él podría obtener ventaja.
Así que, tras asearse y ordenar sus posesiones, se tumbó en el futón y escuchó cómo la puerta de sus habitaciones se abría. Al girarse, esperando a alguna criada, encontró en su lugar a Isane y su corazón se paró de nuevo por un momento al verla allí de nuevo.
Se quedó quieto, recordando a partes iguales el deseo que sentía por ella y la rabia que lo había atravesado al ver la mano de Bantaro sobre su piel. Tampoco se movió cuando ella le quitó el obi, ni se resistió al ser desprovisto del kimono. Sólo opuso una ligera resistencia cuando ella lo tumbó sobre el futón, pero era una resistencia falsa, destinada sólo a obligarla a obligarle.
Sus labios se encontraron y se enlazaron de la misma forma que sus cuerpos. Por un momento, Satoru estuvo a punto de decir algo irresponsable, de proponer alguna otra insensatez como las que habían intercambiado en el pasado. Ven conmigo quería decir. Deja este lugar maldito y ven conmigo.
Pero no podía salvarla. No podía darle otra vida más de lo que no podía cambiar a sus ancestros. Ella estaba atrapada en una jaula de aguijones, y si intentaba sacarla de allí sólo lograría envenenarse a sí mismo. El menos vergonzoso de sus futuros si trataban de desafiar el destino sería el de afrontar la vida de un hombre-ola. Cualquier otro, sería su muerte y su deshonra.
Así que no dijo nada, y se dejó llevar por aquel silencio cómplice del placer de esa noche. Por un nuevo instante, olvidó todo y fue el mismo que una vez había sido.