-Os agradezco vuestras sabias palabras, Himeko-dono. -Respondió Satoru a la dama imperial con genuino agradecimiento y no poca sorpresa. -La labor de un magistrado es especialmente ingrata cuando llega el momento de cuestionar las palabras de aquellos en quienes confía, pero es la labor que el Hijo del Cielo nos confía.
-Soy consciente de la facilidad con la que los kami pueden ser condicionados, Hikari-san… pero sólo hay un puñado de Maestros del Aire en el Imperio. Menos aún fuera de tierras Fénix. -Contestó a su amiga. -Y a la mayoría los conozco, de una forma u otra. Como digo… sé que pueden ser engañados, pero también es sencillo darse cuenta.
-De hecho… ya he visto algunos kami afectados de esa forma. -Añadió, recordando la forma en la que las memorias del pozo sólo llegaban hasta un punto del pasado antes de ser borradas. -Pero también a otros que parecían no haber sido importunados.
No insistió más en ver al shugenja que destruyó al templo. Al fin y al cabo la persona que realmente debía responderle, el karo, aún no había dicho nada.
El karo entrelazó los dedos tras limpiarse la boca con educación.
- Todos nuestros efectivos patrullan las fronteras o están de misión. No sé exactamente el nombre de ese shugenja por el cual tienen tanto interés; para mi un soldado ejecutando una orden es indistinto de otro, pero sin duda si le parece importante a la magistrada Mirumoto-dono, me informaré de su nombre y enviaré una citación para que venga de inmediato. - miró hacia el techo antes de chasquear los labios con decepción. - Lamentablemente... esto puede llevar algunos días de tiempo.
Esperó a que todos hubiesen terminado de cenar, aunque se sorprendió del silencio de la magistrada.
- Si lo desean les llevaré ahora a ver los cuerpos de los escorpión.
-Comprendo la dificultad de encontrarlo rápidamente. -Asintió Satoru a la explicación del karo, comprensivo. -Sin embargo, aprovechando la paz que ahora reina en los valles, es el mejor momento para que pueda acudir a nuestro encuentro sin encontrar problemas.
-Dada la tardanza que esperáis… -Añadió, después de pensarlo un momento. -Creo que lo ideal es hacer que acuda al lugar en el que los magistrados se reunirán para dar su veredicto. De ese modo, podré entrevistarme con él antes de que Mirumoto-sama deba pronunciarse.
Lanzó una nueva mirada en dirección a la silenciosa magistrada en una muda petición. Era cierto que, en ocasiones, el silencio del interrogador era suficiente para presionar al interrogado y forzarle a revelar información. Pero sin embargo, a pesar de que el Isawa era alguien con iniciativa, comenzaba a sentir la necesidad de compartir objetivos con la que era su superior.
-Yo, por mi parte, estoy listo para ver esos cuerpos. -Dijo levantándose de la mesa, para hacer ademán de seguir a Hiroichi en cuanto éste comenzara a andar.