Con una media sonrisa, a Jaime le hubiese gustado relajarse, pero sabía que no podía. Había podido controlar a Pira y había casi derrotado a Fathom, ahora Sílfide se terminaría de encargar de él. La situación era delicada, pues si Sílfide se volvía contra ellos, estarían de nuevo en un apuro, pues ninguno de los que había allí podrían detener a alguien que se hacía uno con el aire.
Pero tenía que detener a Granito, y su mente podía volver a ser la clave. Miró fijamente al hombre que se escapaba, mientras dividía su mente en dos: Una que siguiera controlando a Pira, otra para que volviera a penetrar en Granito. Lo bueno que ya tenía la mole es que Jaime se sentía como en su casa cuando entraba en su mente. No debería serle complicado...
Tirada oculta
Motivo: Controlar a Granito
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+10)=26
Las palabras de la mujer de aire sólo aumentaron su frustración, a lo que respondió encogiéndose de hombros ingenuo por una más que evidente estúpida insistencia en impactar al líder de sus oponentes. Por fortuna el profesor desveló su despiadada naturaleza y pudieron disolver tan efectiva combinación de poderes. Tal éxito sólo debía ser culminado arrestando a los delincuentes, tarea que supondría un esfuerzo añadido que empezaba por detener a Granito. ¡Ey! No te irás a perder lo mejor. Pronunció con sorna cuando su vuelo le dirigió aplastante a un segundo intento de placar a la gran mole e interrumpir su avance.
Tirada oculta
Motivo: Placaje
Tirada: 1d20
Resultado: 13
Una mezcla de sentimientos asaltaron caóticamente la mente de Lemar. La alegría porque había caído el más duro de sus oponentes. La frustración porque su plan había fallado. ¡No le había engañado! No sabía si pensar si era un ingenuo o Fathom demasiado astuto para él. Maldición. Al final Jaime salvaba el día de nuevo. Lemar no puedo evitar sentir envidia. Sabía desde el principio que su poder iba a ser el más útil, pero no había color. Tenía la sensación de que el resto de Next-Gen sentía algo parecido, pero no podía hacer mucho. Se tenía que comer esa frustración y tratar de buscarle un lado positivo, al fin y al cabo estaban ganando.
Se acercó volando hasta Nereida y dejó a Jaime en el suelo.
- Nereida, voy a cogerte y llevarte hasta Granito para que lo detengas por si acaso Jaime falla, ¿de acuerdo? Los demás, tened cuidado no mate Sílfide a Fathom.
http://pyromancers.com/media/view/main.swf?round_i...
Espero la respuesta de Nereida.
Mientras la joven se acercaba al profesor, vió como el hombre en llamas agarraba el brazo extendido hecho de agua y comenzaba a concentrar su calor en ese punto. Por su parte la mujer se volvió a convertir en aire y comenzó a ahogarlo mientras que un vistazo a su compañera y su cara de cabreo-concentración bastaron para informar que ella también estaba colaborando. Nereida casi estaba a su lado para intervenir pero no hizo falta, Fathom comenzó a humear y cayó al suelo boqueando como si fuera un pez fuera del agua.
-Otra vez sin nada que hacer- pensó con desánimo la rubia, la situación estaba controlada por el resto y ella no había hecho nada -no sé ni para qué he venido. Sólo he conseguido que disparen a Montoya...- se giró en su dirección pero los vehículos de la calzada le impedían ver su cuerpo. Suponía que si Sonic se había alejado de ella sólo podía deberse a dos motivos, o estaba estabilizada o muerta. Quiso creer que era la primera opción y que no era responsable de la muerte de la mujer, aunque sí que lo era del disparo recibido, y por eso viendo la situación controlada se dirigió a Rayo que estaba a un paso de distancia.
- Podrías llevar en un momento a Montoya al hospital.
No bien había acabado de hablar cuando, para llevarle la contraria y dejar claro que la acción no había acabado, la mole de roca se levantó y empezó a correr. -¿Pero no había caído asfixiado?-, pensó recordando a Ulrich en el camión y que todavía debía estar durmiendo pues no había salido.
- ¡Eso sí que no! - gritó.
Iba a lanzarse a través de la fuente, y de lo que hiciese falta, para pararle los pies, cuando la voz de Sonic a su lado la detuvo. Dejó que la cogiese y se preparó para que la dejase caer sobre Granito*, el golpe iba a doler, esperaba que le doliese más al contrario.
Motivo: Atq. Granito
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+7)=21
* No sé si tengo bonificadores/penalizadores a algo por hacer de 'bomba racimo' XD
Espero la respuesta de Nereida.
Vamos allá n__n
La batalla comenzaba a inclinarse a su favor, después de que todos ayudasen a su modo. Estaba siendo demasiado reñido y largo, pero al final tenían que derrotarles o, al menos, dejarles muy tocados.
Al comprender que lo que querían era evaporar al profesor, ella siguió insistiendo en ello salvando las distancias ante un posible ataque cuerpo a cuerpo, para lo cual Ikari no poseía las cualidades suficientes, o tal vez sí.
Así pues, fue obstinada y volvió a infligir su odio hacia Fathom:
Nunca mejor dicho, te haremos polvo.
Con el rabillo del ojo vió cómo Jaime trataba de controlar a dos de ellos, tarea complicada pero necesaria. Él era ahora mismo la pieza clave.
Tirada oculta
Motivo: Evaporar a Fathom
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+15)=20
Entre Pira, Sílfide e Ikari, lograron evaporar por completo a Fathom. Sílfide volvió a hacerse corpórea para no dejar rastro del profesor por ninguna parte. ¿Habrían matado entre los tres al científico? Quizá esa fuera una pregunta cuya respuesta nunca obtendrían.
Sílfide miró a Ikari y le dedicó una sonrisa, para volver a hacerse invisible y desvanecerse. La mujer de aire se había camuflado con su entorno y había decidido huir. Allí ya estaba todo el pescado vendido, y ella no iba a quedarse a mirar qué decisión tomaban.
Jaime volvió a conectarse con la mente de Granito, mientras que Nereida, Megastar y Sonic hacían todo lo posible por evitar que huyera. Entre los tres lograron bloquear parte del movimiento, lo que ayudó al calvo a conseguir su misión.
Los Next-Gen no habían logrado nada por sí solos, pero habían sido un gran apoyo para el grupo que ya se había formado, así que era absurdo sentirse inútiles porque gracias a ellos habían salvado la situación.
Pira y Granito estaban paralizados bajo el poder mental de Jaime, ya solo quedaba esperar a llamar a la policía, y a una ambulancia para Montoya. Y de Sílfide y Fathom no se sabía nada. La misión casi había sido un éxito, habían detenido a dos de los cuatro que formaban el Factor Cuatro, seguramente habían hecho redimirse de sus pecados a una de ellas, y lo más probable es que hubiesen matado al líder.
Y tan solo había habido una baja, Sílfide había logrado dejar inconsciente al grandullón de Ulrich, pero su cerebro se había quedado una buena parte de tiempo sin oxígeno, y aquello hacía que seguramente Ulrich nunca más pudiera ayudar en ninguna otra misión.
El combate había terminado. Lemar no podía haber previsto lo duro que finalmente iba a ser. En realidad, tras las planificaciones iniciales se veían los cabos bien atados: Jaime controlaría a los que abrieran el furgon. Ikari dañaría a Fathom. Los Next-Gen ofrecerían apoyo a todos ellos. Eso es lo que había terminado pasando. Su papel en el combate había consistido en proteger a las piezas clave. Había sido un poco como aquellos juegos de rol en los que los guerreros protegen a los magos. Ellos habían sido los guerreros, bloqueando las tácticas de sus oponentes o simplemente estorbándoles haciéndoles malgastar sus ataques.
Había intentado poner en práctica las enseñanzas de su maestro y había tenido buenas oportunidades para ello. Lo importante es que había visto esas oportunidades y las había tratado de aprovechar. Aún estaba empezando y era normal que las cosas no le salieran bien del todo, pero pensó que más o menos había cumplido: había ayudado en una correcta planificación, había organizado un poco, dejando que todos aportaran por el bien del grupo. Había salvado la vida de Montoya, protegido a Jaime... No sabía qué impresión habría causado en los demás, pero dada la dificultad de aquél intenso combate no se quejaría.
Volvió volando acompañando a Granito, ahora controlado por el mentalista, y dejó a Nereida en el suelo. Le dolían los brazos, más por el peso de Jaime que por el de Tetis, que era ligera en comparación. Se acercó un poco a sus compañeros de Next-Gen.
- Amigos, ha sido un combate tremendo. Mucho más difícil de lo que parecía y lo hemos hecho bien. Hemos intentado dar lo mejor de nosotros, protegido a nuestros aliados, pero lo mejor es que los malos eran casi intocables pero aún así han perdido. Nos tenemos que alegrar por haber tenido éxito. Y también apenarnos por Ulrich y Fathom, que son los que han sufrido mayor castigo.
Fathom era su enemigo, pero en ningún momento quería que falleciera.
- Jaime, Ikari, Fran. Se ha visto claramente que sois muy poderosos, me alegro de que seáis nuestros amigos y no nuestros enfrentados.
Le hubiese gustado bromear, pero con Ulrich caído no era el momento.
Al final, a pesar de todas aquellas palabras, no podía quitarse la espina de que Jaime le había superado con creces. Pero no podía hacer nada más que hacerse el propósito de entrenar duro y mejorar sus poderes.
Me quedé mirando el resto del combate, a pesar de ser el más rápido de todos ellos no sabía que hacer. "¿Mis rayos no le hacen nada? ¿Así de fácil es esquivarme? Pira me ha tumbado de un golpe, atacar a Granito sería como soplarle, a Silfide no puedo ni tocarla, y Fathom me esquiva como si fuera un juego de niños? ¿Qué broma de superhéroe soy?" Mis pensamientos estaban totalmente turbados y mi moral estaba rota. Con mi ánimo decaido a penas pude arreglarme de que al final la suerte se decantara de nuestra parte y los villanos se traicionasen entre ellos. - Sonic, ha sido una mierda. Si hubieran luchado como un grupo unido nos habrían machacado, todos lo sabemos. Hemos ganado porque les faltaba una mínima chispa para pelearse entre ellos, nada más. Si hubieran peleado unidos estaríamos todos muertos. -
Alicaido a penas había escuchado a Nereida antes de que se lanzase a atacar a la mole de piedra. Entonces, con la batalla terminada y todo más calmado, me dirigí a mi compañera. - Si... creo que al menos eso es algo que sí puedo hacer... Aunque no creo que pudiera cargar a Ulrich, sí a Montoya. - Dije acercándome a la mujer y pasando su brazo por encima de mi hombro y agarrándola por la cintura. - Aprieta la mandíbula y mira hacia atrás, coge aire, nos vamos. - Dije mientras cogía impulso. "Si algo aún puedes hacer es esto, ayuda al menos a alguien. Corre" Y con este último pensamiento eché a correr hacia el hospital a toda velocidad.
Antes de que se fuera Sonic le gritó algunas palabras, porque aunque tenía razón, no la tenía.
- Si no tuvieran un punto débil habría venido la Liga de la Libertad que son más poderosos. Pero vinimos nosotros, sacamos provecho del punto débil y salimos airosos. Tu padre estará contento.
Le dijo, esperando elevar un poco su ánimo.
- Además, hay que decirle que queremos reclutar un mentalista en el grupo. Son muy útiles.
Había llegado la calma y la celebración quedaba solemne tras el complicado enfrentamiento, por lo que tras la iniciativa de Rayo se vio forzado a tomar parte en la siguiente tarea. Supongo que será mejor que me encargue yo de… apenas conseguía terminar la frase cuando sus brazos recogían el cuerpo del inconsciente compañero. Tardaré un poco más, pero nos vemos ahora. Tras un suspiro que reflejaba toda la frustración acumulada por su continua torpeza, saltó con fuerza para volar tras la estela de Rayo camino del hospital. Tranquilo tronco, se acabó, aquí te cuidarán bien. Le susurraba durante el trayecto con palabras de ánimo que bien parecían dirigidas para no caer en la desazón.
Todo había terminado, ¿seguro?. Esa era una pregunta difícil de contestar, al menos para ella. A ciencia cierta no sabían si habían acabado con Fathom, pero lo que sí ocurrió fue que le habían logrado darse cuenta de que en este lugar había un grupo de gente que le dificultaría sus planes.
Ikari no era de palabra fácil y eso ya lo sabían. Se limitó a mirar al resto y asintió con la cabeza, dando a entender que lo no lo habían hecho del todo mal, pero también tenía que reconocer que estuvieron a punto de caer.
Ese grandullón lo tiene mal - pensó mirando a Ulrich.
Puede que hubiesen tenido suerte, tal vez demasiada. Ella no se encontraba bien, estaba algo aturdida por su enfrentamiento y necesitaba que la viese un médico. Se fue al hospital caminando como pudo, sin importarle los demás, pues estaba ida.
Jaime seguía concentrado. No quería felicitar a nadie, ni sentir pena por sus compañeros. Aunque eso hubiera terminado para todos, él tenía que seguir concentrándose, hasta que las fuerzas especiales llegaran y apresaran al fuego y la piedra.
Pero, aún así, no le pasó desapercibido la situación de sus compañeros. Doloridos y apenados, frustados y tristes. Así es cómo Jaime pensaba que se sentían. El peor de todos era el grandullón, que seguramente ya no volvería a sentir nada.
Y no pude hacer nada para ayudarle pensó, maldiciendo la situación. Respiró hondo, volviendo a reunir toda la concentración posible.
No os olvidéis de llamar a la policía. Éstos dos se siguen retorciendo, no vaya a ser que se escapen
Nereida no fué la única que se lanzó contra Granito para que no escapase y entre todos lograron pararlo el tiempo suficiente para que Jaime lo controlase de nuevo, la joven se apartó de la mole de piedra y miró a su alrededor. A Sílfide no se la veía por ningún sitio, había volado, y del profesor no quedaba ni rastro, aunque con lo que había costado de ganar la chica no estaba convencida que hubiese desaparecido para siempre.
Habían conseguido capturar a dos de los cuatro -No es un mal resultado- pensó la rubia, pero cuando vió a Rayo coger a Montoya en brazos para dirigirse al hospital y a Mega hacer lo mismo con Ulrich, la poca alegría que podría haber sentido por la victoria se esfumó. Sus amigos tenían razón, ambos: habían luchado bien y habían aprovechado las debilidades de los contrarios pero había sido demasiado caótico, demasiado improvisado, demasiado sangriento; sus manos y su ropa estaban teñidas con la sangre de Montoya. Estaba por irse también cuando la voz de Jaime hizo que se detuviese un momento para mirar a los dos seres paralizados por la mente del otro hombre.
- Aquí Nereida, - dijo a través de la radio - dos objetivos en espera de cápsula de contención. Nombres Granito y Pira. Es urgente.
Y se quedó cerca por si hacía falta, aunque solo su cuerpo estaba allí. Su mente se escondió de sí misma intentando no pensar, no solo no había hecho prácticamente nada sino que dos personas estaban de camino al hospital por su culpa, no era fácil escapar de una misma.
La policía no tardó en llegar para llevarse a Pira y a Granito. Montoya fue ingresada en urgencias y junto a ella iba Ulrich. La primera seguramente lo tendría mucho más fácil que el segundo, nada que no pudiera recuperarse con unas cuantas semanas de baja, un reposo absoluto y sobre todo una comida sana. Ulrich por el contrario, habría que rezar por él para que un día se despertase del coma y su cerebro y por tanto su cuerpo, no se hubiera atrofiado.
Afortunadamente en Freedom City había grandes médicos y superhéroes capaces de curarles en seguida. Sería cuestión de tiempo que ambos estuvieran dando guerra algún día.
Habían logrado cumplir la misión, y a pesar de la bajas, la Liga de la Libertad estaría orgullosa de su actuación.
Tetis se esperó hasta que la policía introdujo a los dos detenidos en sus cápsulas y se los llevó; volvió de dónde se había refugiado y miró alrededor, hacia la gente que ahora que todo había acabado se volvía a acercar. Mega y Rayo habían llevado a los heridos al hospital y ella debería acercarse para ver cómo estaban, pero no lo hizo, en vez de eso tomó la dirección contraria y se perdió andando entre el mar de gente.
Al cabo de varias manzanas entró en los lavabos de una estación, allí se limpió la sangre que cubría sus manos y su chaqueta de piel con meticulosa concentración. Luego miró la herida en su hombro y vió que era superficial, a pesar del dolor que había sentido cuando se produjo, la bala solo había dejado un bonito reguero de sangre en su piel pero no se había introducido en la carne, por suerte sólo la había rozado. Y entonces, por fin, elevó la mirada para ver su reflejo en el espejo.
Se vió sin verse realmente, a pesar de tener su rostro delante no reconoció sus facciones, en vez de su cara volvió a ver las imágenes de lo sucedido -Por mi culpa la agente Montoya está en el hospital,- su mente comenzó con la cantinela -esa bala iba dirigida a mí, debería ser yo quién estuviese entre la vida y la muerte. Y Ulrich...- se mordió los labios conteniendo las lágrimas. Apenas había conocido al joven pero se le veía tan lleno de vitalidad que la última imagen que tenía de él, tendido en el suelo del furgón, hacía que su gran cuerpo se viese diminuto -debería ir al hospital para ver cómo están, debería darle las gracias a Montoya y decirle... ¿Qué?- preguntó otra parte de sí misma -que te has comportado como una adolescente sin pensar en las consecuéncias de tus actos- silencio como contestación.
La joven por fin salió de su interior, por fin se vió a sí misma en el espejo: su cara algo húmeda por el agua vertida para limpiarla y sus ojos como dos témpanos de hielo. Había tomado una decisión, ante todos seguiría con su carácter habitual como si nada hubiese pasado, pero muy dentro suyo todo había cambiado. Elevó la mano para quitarse la peluca y la guardó dentro de la chaqueta, una última mirada para cerciorarse de que todo estaba correcto y nadie se la quedaría mirando, y salió de nuevo a la calle.
Cogió el teléfono y mandó un mensaje a Mega, preguntándole cómo estaban los compañeros y diciéndole que ella se iba a casa. Después de la contestación del estado de la agente y de Ulrich, se fué directa a su habitación, no quería ver ni hablar con nadie; quería cerrar los ojos para dormir e intentar borrar la imagen del muchacho tendido en el suelo del camión, y olvidar la cara de Montoya cayendo en sus brazos llena de sangre.
El esfuerzo había sido grande para Jaime. Cuando los agentes apresaron a Granito y a Pyra, dejó de concentrarse y observó, como siempre ocurría, cómo ambos no parecían saber qué había ocurrido ni cómo los habían detenido.
Jamie sonrió, y sacó de su bolsillo un pañuelo, con el que se limpió la sangre que ya estaba asomando por sus orificios nasales. Mucho tiempo de concentración pensó, pero esa vez no sintió pesar ni nada del estilo. Se sintió hasta orgulloso por cómo habían trabajado todos.
Le hubiese gustado hablar para todos, felicitándoles por el trabajo que habían hecho. No, no había sido el más limpio. Sí, había habido heridos. Pero no podían enfrentarse a los malos pensando que todo saldría bien. Ese tipo de cosas pasaban. Y habría que aprender de los errores. Pero los fallos siempre existirían.
Pero, cuando vio la cara de los jóvenes, dejó que sus pensamientos se perdieran. Abatidos y sin energías, parecían derrotados, como si hubiesen perdido la confianza en sí mismos. Jaime negó con la cabeza. Eran jóvenes y aún tenían que aprender. Hablaría con ellos, por supuesto, pero más adelante. Ellos tendrían que lamerse sus heridas, tendrían que ser capaces de alzar de nuevo la mirada y ver que podían seguir adelante, podrían caminar de nuevo como los superhéroes que eran.
Sólo era cuestión de tiempo.
Fran solto un leve suspiro de alivio al tiempo que la policia detenia a Granito y Pyra, y aquel combate terminaba. Habia sido duro, y tenian heridos, pero habian ganado. Una victoria incompleta, pirrica, pero victoria al fin y al cabo, ella conocia bien este juego, uno en el que o ganas o mueres. Pero la experiencia de estar en el otro bando, del lado de la ley, habia sido... estimulante, el poner sus talentos al servicio del bien mayor y colaborar con otros como ella. Incluso noto una punzada de culpabilidad por no poder haber hecho mas por Montoya o Ulrich, algo que jamas le habia pasado en su vida anterior.
La joven asiatica prefirio mantenerse un poco al margen de los demas, no le gustaba hablar despues de trabajar y tampoco era una persona muy extrovertida, pero queria que la vieran cerca, que pese a todo se interesaba por los demas. Asi pudo de paso reflexionar sobre todo lo que habia vivido los ultimos dias.
Esta era la nueva oportunidad que iba buscando, decidio la joven, Freedom city seria su nuevo hogar y con suerte, la academia y sus estudiantes podrian llegar a ser su nueva familia, una mas brillante y amigable que la familia en la que se habia criado. Y ya conocia el juego al que se arriesgaban, solo que con una nueva regla: Matar ya no era una opcion.
Estaba abatido. Acababa de dejar a Montoya en el hospital, todo había acabado, habíamos ganado a Factor Cuatro pero, aún así, no podía sentirme bien. Una compañera herida y otro en estado todavía más grave, no era un buen balance. Y además no había podido hacer nada. Correr de poco había servido, mis rayos de nada habían servido. Era totalmente prescindible en aquel lugar, no había podido hacer nada digno de mención.
Empecé a correr de vuelta, pero a medio camino me detuve. ¿Para qué ir? Habíamos terminado, la policía llegaría y recogería a los villanos y ya no había nada más que hacer. No, no quería volver allí. Empecé a correr, sin un destino pensado, solo correr. Debía volverme mejor, más fuerte y rápido. Maldije mis probres habilidades y seguí corriendo tan rápido como pude, al rededor de la ciudad, hasta que estuve cansado y no pude más.
Me senté por un rato, lejos de la ciudad, y me quedé sentado perdido en mis pensamientos. Después de un rato me levanté y regresé a nuestra guarida. No me paetecía habler, me fui a mi cuarto y empecé a pensar una forma de seguir entrenando, pues no podía permitir que aquello volviera a suceder.