El cambio de actitud del Lasombra es demasiado rápido, demasiado radical. Claro que hay pocas cosas en él que no resulten radicales ¿sí? En ello reside parte de su fuerza, de su atractivo, pero es también lo que le vuelve tan peligroso e ingobernable. Sus palabras de sumisión no harán que baje la guardia, se que el perro fiel se volverá lobo salvaje a la menor ocasión de morder la mano que le ofrece comida.
Por mucho que esa comida no pueda obtenerla de otro modo.
Al igual que el escorpión, no puede escapar de su propia naturaleza.
Ni deseo cambiarla. Un Albret sumiso y sensato no sería una baza tan interesante y poderosa para nuestro futuro. Es un arma inestimable, si es que logro hacerme con él y encauzar toda esa hostilidad ¿sí? Para ello, el primer paso ya ha sido dado. La piel ha sido tratada y abierta, y podemos comenzar a trabajar la carne. El hueso quedará para más adelante. Albret debe ver las decisiones y necesidades de la manada, no como una imposición, sino como una necesidad propia. No debe trabajar para el conjunto al márgen de su propia voluntad, sino consciente de que trabaja para sí mismo, que es más fuerte con nosotros que solo. Tiene que ver que él nos da mucho, para luego recibir aún más.
Y todo eso, con promesas que serán difíciles de cumplir. Desconozco qué opinarán los demás de los cheques que he firmado, pero mi sello está en ellos, y hace tiempo que el Maestro Sastre me enseñó que las deudas debían ser saldadas ante todo. Si Albret trabaja por la manada, debe ser consciente de que yo trabajaré para ver cumplida su venganza. Y, si es posible, que el cumplimiento de ésta nos deje en la mejor de las posiciones.
Tamborileo con mi bastón, nervioso, mientras las ideas se agolpan en mi cabeza. Ayudar a Albret en su ardua tarea llevará tiempo, y mucho, pero no es eso lo que me preocupa. No podremos hacerlo solos. Nadie termina con la no-vida de un Obispo así como así. No solo porque se trate de un Antiguo que lleva cientos de años acumulando un basto poder personal, sino porque cuenta con demasiados recursos bajo su control. Siervos leales, mortales y estúpidos pero dispuestos a empuñar armas por salvar a su amo a costa de su vida; vampiros dispuestos a proteger a aquel que consideren más digno de su puesto de poder, bien sea como manadas completas y unidas o a título individual; la propia política de la secta, que castiga la muerte de los nuestros con escasas salvedades. Hay mucho, mucho trabajo por hacer...
Podría ser peor.
Aunque ya es bastante malo.
Es una cuestion evidente a mi parecer, abierta a todas mis sensaciones e impresiones: como siempre me repito y se me demuestra ante mi en hechos feacientes...
- Me encantan las fiestas-
El juego de poder, la lucha de influencias que en ellas se desarrolla es uno de sus grandes atractivos. Apariencia. Presencia. Influencia. Poder y gloria. Es lo que muchos buscan y pretenden de estos acontecimientos. Es un juego que me gusta jugar. Un juego en el que ya mostre mi existencia con lo acaecido hace no mas de un par de horas.
Ahora, a peticion de aquel que dice no ver nada para verlo todo, entrare en el juego de nuevo. Intriguemos pues en este terreno no tan desconocido para mi. La sombra que fluye por mi sangre como herencia de mi linaje oscuro sabe muy bien como hacerlo. Al igual que los restos de mis recuerdos como parte de la nobleza decimononica, siempre envuelta en las tramas politicas de las sucesiones isabelinas. Si, las negociaciones y el enorme poder oculto que reside en la informacion y la influencia me complacen, me entretienen sobremanera.
- Al igual que romperlas subitamente y sin explicacion alguna por el mero echo de denotar mi presencia -
Si junto al beneplacito que mi oscura alma obtendra por participar en esta mascarada de poder dentro de nuestra enmascarada existencia obtengo ademas la posibilidad de completar mi venganza, aunque se a largo plazo... bueno, que puedo decir. Al trabajo. Ya me ocupare de "socializarme" en mi manada mas adelante, como bien dice el ciego, que mis actos hablen por mi... y que la sangre de mis manos grabe en fuego las azañas de mi existencia en los corazones de aquellos que atrevan oponerseme.
- Interesante. - Una fria mirada se cuela tras mi interlocutor y se fija en el obispo Abascal. Sorprendertemente, mi rostro no muestra sonrisa alguan. Un frio semblante de marmol es todo el rictus que denoto - Como ya habras percibido - Le digo a Koldolak volviendo de nuevo la mirada, y mi expresion cinica hacia el - No me falta el don de la paciencia. Reconozco que mi objetivo se encuentra de momento... fuera de mi alcance. Y reconozco que necesitare... "aliados" para derrotarlo. - Mi sonrisa deja ahora entrever mis dientes - Tambien soy consciente de que esta... "manada" es un buen filon para dicho proposito. Asi que, mas que me pese - digo con un tono cargado de sarcasmo - trabajare por el bien "comun" - siempre que sirva al mio propio - Que aliados necesitamos? o mejor aun... que enemigos deseas que desaparezcan de nuestra estela? -
No se el porque, lo desconozco en absoluto, y ninguna pista reside en mi psique, pero... disfruto acabando con la existencia de mis congeneres... que mejor entonces que empezar por limpiar la roña que se acumula entre los adoquines de esta ciudad?
sorry por las tildes... teclado americano :P
Acepta ¿sí? No es algo que me sorprenda, pero tampoco me parecía sencillo. Es dificilmente descifrable, este Lasombra, pero estoy convencido de que su aportación será inestimable en tiempos venideros. No obstante, a pesar de jactarse de gozar de gran paciencia, tengo la impresión de que en bajo esa piel oculta una cierta falta de ella...
Uno mis dedos en un acto pensativo, mientras mis ojos sin vida muestran el brillo de una idea que mi pétreo rostro oculta. No es sencillo, pero Albret tiene mucho que demostrar y muy poco tiempo, así que la celeridad de sus actos mostrará su habilidad más allá de sus palabras.
Habrá tiempo de ocuparse de las otras, a medida que averiguemos más sobre ellos...
Maquinaciones tildadas del matiz siniestro y retorcido de aquellos sumidos en las sombras. Pareciera que este Tzimisce oculta mas tras esas nubladas cuencas de lo que incluso hubiere llegado a imaginarme anteriormente.
El juego de las intrigas va a resultar muy divertido. Vengarme del remilgado aquel al que ya utilice en su momento de una manera original va a suponerme un buen disfrute. Eso si, no pienso dejar pasar la oportunidad de que, antes de que exhale su ultimo aliento, perciba mi mano tras el intrincado complot que mi mente esta urdiendo.
Comienzo a caminar lentamente sin rumbo, entre las butacas del anfiteatro, con mi mano derecha meciendo placidamente mi barbilla, y una amplia sonrisa dibujada en mi rostro, que ahora se inclina cabizbajo sumido en mis mas profundas meditaciones. No me alejo del sacerdote, simplemente camino a escasos pies de el, murmurando inconexas palabras a medida que las mas profundas de mis conexiones encefalicas emiten impulsos de un cerebro muerto sobre el oscuro psique de mi subconsciente.
Las redes neuronales, otrora activas por la energia que nutria mi cuerpo, ahora se alimentan del vitae del que me alimento, del vitae que fluye por mis venas enfriandose a cada momento que pasa, del vitae que impregna el suelo y el ambiente de este baño de sangre. Mis neuronas necesitan refrescarse.
Suelto la presa de mi diestra y aso de nuevo una copa dorada. Me dirijo hacia uno de los muchos desgraciados que han alimentado en esta noche a la estirpe triunfante de este nuevo feudo. Un rapido movimiento de mi mano izquierda abre una via en su casi seca yugular y recolecta el fluido que mantiene mi marchito cascaron. Vuelvo ante la vera del sacerdote y le ofrezco un trago de cortesia mientras comienzo a perfilar las cuestiones que he de aclarar antes de plasmar un plan definitivo
- Sabes muy bien como jugar tus cartas, eh Koldolak? Un plan mezquino para un ser mezquino como yo. Brillante. Pero antes de que mi oscura mano dibuje las trazas del destino de la cofradia de la Mano Roja, voy a necesitar que me aclares un par de cuestiones sobre este arzobispado que tan bien conoces. Dime, Tzimisce, - recalco esta palabra pronunciandola con detalle en cada letra*- que clase de actos obligarian a un obispo de Bilbao a sentenciar a muerte al Ductus de una cofradia? y, como deciden entre ellos quien ha de ejecutar dicho acto? -
*: denotando soberbia caracteristica de los La Sombra... :D
De nuevo teclado made in USA, no tildes, no signos de puntuacion corrientes... sorry.
El Lasombra se siente tentado. Mi propuesta parece haber abarcado necesidad y gusto, un objetivo que alcanzar y métodos de su agrado para llegar a ellos. Sin embargo, parece dispuesto a ser un mero peón, una marioneta en manos de otro ¿sí? Yo. Eso es algo que no me gusta. En primer lugar, porque no confío en la veracidad de ese disfraz suyo de cordero. Los montes de mi patria están llenos de corderos que ocultan poderosos lobos oscuros. Tanta disponibilidad hace que recuerde a ese escorpión de su fábula ¿sí? Pero también hay otra razón, y son los moticos por los que me arriesgo con él. Los demás no le tienen simpatía, puedo sentirlo. Ha hecho cosas y dicho palabras que les han desagradado, y no encuentran motivos para tenerle como hermano. Yo, en cambio, creo en él, creo que será una valiosa baza en la partida que se jugará. Pero no como marioneta, no como peón. Yo no utilizo inmortales como peones, para eso hay otra serie de criaturas y creaciones. Los Slatzchas son mis favoritos para tales tareas. Un ser como Albret debe demostrar ser un auténtico caballo que cargue contra nuestros enemigos, un alfil que enarbole nuestra bandera, una torre que despliegue su sombra aterrorizando a quienes se nos opongan.
Es interesante ver como mi mente se pierde en recónditos pasajes oscuros de elecciones, opciones, tentativas y maquinaciones en general. No obstante, todas ellas conducen a un mismo lugar, a un estrecho paso de los acontecimientos que ha de ser salvado a fin de continuar el camino.
Ese paso no es otro que colaborar con un fin común para con mi "manada". Un paso que ha de beneficiar al resto si he de avanzar en mi pertérrita búsqueda de eterna venganza.
- La verdad que podría clasificar los proverbios en dos clases: Aquellos que admiro, y aquellos que aborrezco. El que me viene a la mente está entre estos últimos, mas es, a todas luces, uno de los que mejor definen mi situación: "Hagamos de tripas corazón". Si proveyendo de ciertos... beneficios a estos "mis hermanos" obtengo lo que busco... sea pues. -
No soy necio. Al menos no tanto como pudiera hacer creer en ciertas ocasiones ante ciertos acontecimientos. Y por tanto soy perfectamente consciente que el Ciego sabe, tan bien como yo, que si hago algo por esta "manada" es porque con ello puedo sacar un beneficio. Afortunadamente, considero que su motivación para involucrarme en semejante empresa es paralela a la mía: Obtener beneficio mútuo para avanzar en nuestras empresas particulares.
Del mismo modo que no ha de confiarse en mí, tampoco deberíamos depositar nuestra fe en las temblorosas manos del Tzimisce. Nos usaremos mutuamente.
- Sólo espero que después de que obtengamos el uno del otro lo que andamos buscando, no incurramos en el eterno error que azota nuestra estirpe desde los tiempos de Caín: matarnos unos a otros. Hunter será una bestia indomable, mas lejano queda el día en el que la idea de enfrentarme a él me genere el mismo escalofrío que enfrentarme a Koldolak-
Respiro profundamente, aclarando los senderos que me conducirán a mi venganza. Carraspeo ligeramente con mi puño izquierdo cerrado a dos pulgares de mi boca.
- Está bien, todos los hilos de la telaraña que mi sombría alma puede trazar para concluir mis... objetivos, pasan por un nudo. Un nudo para el que necesito la ayuda del resto de los miembros de esta manada si deseo atravesarlo. ¿Aunque algo me dice que esto no resulta novedoso para tí, me equivoco? - Recobro mi alegre cinismo habitual - Muy bien. Pues como se dice por ahí, que mejor manera de recibir un favor que cobrártelo. Pongámonos en marcha entonces. - Hagamos algo que merezca ser cobrado.
Me adelanto levemente hacia el estrado dónde la estirpe directiva de este nuevo feudo de la espada continúa debatiendo el destino de los inmortales que les siguen.
No me acerco demasiado como para parecer amenazante, ni demasiado poco como para pasar desapercibido. Una vez que su atención vuelve a recaer en mí de refilón, y que sus ojos muestran el brillo del reconocimiento al recordar los hechos acaecidos anteriormente esta noche, mi cuerpo responde ante sus someras miradas de perfil mediante una elaborada inclinación, fruto de mis años en la nobleza, característica de mi linaje. Al levantarme, mis ojos saltan rapidamente de uno a otro cabizbajos en un gesto de respeto, terminando fugazmente en Abascal, a quien dedico una adicional reverencia leve con mi cabeza.
Mostrados mis respetos al cónclave, vuelvo a colocarme junto a Koldolak, el Sacerdote de nuestra Manada, a quién ofrezco mi brazo, y mi puesto como Lázaro.
- Ahora que lo pienso... ¿Lázaro no traicionó al ciego?... interesante... -
Igual me he tomado muchas libertades con lo de los arzobispos... si eso, omítelo sin problemas!
Las presentaciones ante el Obispado son escuetas y sencillas, sin demasiada ceremonia más allá de la mera educación. Koldolak omite -deliberadamente, presupones- las presentaciones de los miembros de la Cofradía ante los Obispos, nombrando solamente a vuestra Ductus y a sí mismo como Sacerdote. Una sutil jugada para evitar tu nombre, reconoces. Continúa con su papel de invidente, mostrándose incluso algo torpe en ocasiones, y les brinda a los Antiguos la información imprescindible acerca de vosotros: nombres y clanes de vuestros cargos, número de miembros de la Cofradía, y territorio que deseáis reclamar. Éstos ya parecen cansados de repetir el mismo procedimiento, así que no dilatan demasiado el asunto, aunque percibes que sois estudiados detenidamente por cada uno de ellos, con miradas intrigantes que te hacen sentir un escalofrío.
Especialmente, cuando te mira Abascal. No es el mismo rostro, eso lo sabes, pero su mirada no la puede ocultar. Los dedos del Tzimisce que le cambió no pudieron ocultar esa mirada. Tan solo la viste en una ocasión, pero no la has olvidado, presente siempre en tus peores pensamientos de venganza.
Abascal, el Obispo, el Príncipe, el asesino de tu Sire.
Logras a duras penas controlar tus emociones, con la sangre fría que te caracteriza, y la formalidad concluye sin incidentes. Descendéis del escenario del teatro y os dirigís a la salida, perpetuando la pantomima que representa la ceguera de tu Sacerdote. Éste parece ciertamente satisfecho, aunque parece perdido en ensoñaciones o planes. Finalmente llegáis a la salida, a la calle, y Koldolak te mira con sus ojos blancos durante un instante.
Bueno, tú dirás si quieres hacer o decir algo, antes de presentaros en el puerto con los demás.
El frescor de la noche y la humedad de la constante neblina caracteristica de las ciudades costeras cantabricas acarcia mi muerta queratina. Una sensacion que, por otro lado, me resulta reconfortante a pesar de que mis corpusculos sensitivos murieron hace mas de cien años y ahora permanecen quiescentes bajo las capas blanquecinas de tez que los mantiene en su sitio.
A pesar del placer que me producen los acontecimientos como el que acabo de vivir, sentir por un momento la soledad bajo las estrellas me reconforta enormemente.
Respiro profundamente queriendo llenar mis pulmones en un gesto vano recuerdo de mi epoca como ganado en sus amaneceres en la balconada de la casa señoriega de mi familia.
Tras un breve momento de paz, mi cabeza vuelve a inclinarse, semblante maquiavelico, hacia los ojos del Ciego.
- Y bien, Tzimisce, el viaje hasta el puerto se augura relativamente largo, asi que: que puedes... mejor dicho: que quieres contarme sobre ti? -
Realizar cambios corporales, una nueva forma que se adapte a mi nuevo ambiente... Organizar un laboratorio debidamente acondicionado, obtener especímenes, seleccionar candidatos adecuados para la servidumbre... Plantar la simiente para salvaguardar todos los recursos de nuestra Cofradía, incluido a este Lasombra... Pero antes, pasar por la ceremonia de la Vaulderie.
¿Cómo? ¿Sobre mí?
Y la pregunta hace que me plantee que retorcido objetivo puiedes tener en conocer de mi historia ¿sí?
¿Y de qué te servirá esta información, Lasombra? No hay nada que te vaya a resultar de utilidad en mi contra ¿sí?
- ¿Aparecer en un Bilbao recien conquistado por la Espada con la idea "asentarse con discrecion a concluir sus estudios"? si, claro, y yo me reflejo en los espejos de mi mansion en Louisiana...-
Evidentemente sonsacar algo de Koldolak no va a ser facil. De todas maneras, tampoco esperaba menos. Pero desafortunadamente el juega con cierta ventaja pues parece saber mas de mi pasado de lo que me gustaria. Y esa idea no me reconforta, pues no puedo demorarme demasiado en este juego de secretos sabiendo que el guarda un as en la manga. Asi que habra que intententar sonsacar algo que me sea de provecho cuanto antes... y si no es sobre el, al menos sobre el resto
- Bien, dejemonos de preliminares y pasemos a algo mas... sutil -
- ¿Yo? ¿mis motivos? Bueno, sencillos bajo mi modo de ver. Como ya constate en la "reunion" de ahi detras - hago un gesto con mi pulgar hacia nuestra espalda - Me dedico a buscar "diversion" alla donde voy. Si, podria decirse que soy una especie de espiritu libre al que le gusta... "montar bronca"... aunque ahora que lo pienso, ¿soy el unico al que eso le resulta divertido? hahaha! -Suelto una sonora carcajada.
- Vamos, dame algo... -
Escucho la farsa de Albret con una sonrisa, mientras camino oculto tras el velo que me aisla de las miradas indeseadas. No me dice la verdad, algo que ya esperaba. No, al menos, toda la verdad. Es cierto que es un espíritu libre, eso es lo que le convierte en un ser peligroso y un arma inevaluable. Pero es más, mucho más, y dudo que "montar bronca" -si es que es lo que yo creo- y divertirse, sea lo que le define...
Y eso es algo que ya no podía mantener en Praga, ni en Viena, ni en ninguna ciudad del norte. Ellos deben estar buscándome todavía, y solo en la otra punta de Europa puedo ocultarme de sus sabuesos. Protegido y oculto, así debo permanecer, así me aconsejó el Maestro Sastre. Un buen refugio, bien pertrechado, y hermanos dispuestos a protegerme. Ese es el hogar que estoy construyendo...
- Compañia de confianza? si, por supuesto. Por eso te has convertido en el sacerdote de una manada de completos desconocidos llena de odio y tension... Por tanto eso solo puede significar dos cosas: buscas algo o huyes de algo... averiguar lo primero puede resultarme util... mas no tanto como ser conocedor de lo segundo... en fin, pero el juego de secretos habra de esperar. -
Las escuetas palabras del sacerdorte me sumen en un mundo de ensoñaciones conspiracionales. Repasando en mi cabeza los acontecimientos sucedidos en el baño de sangre, no puedo sino comenzar a tejer los hilos de la red de secretos que ha de colocarme en el puesto que me merezco en esta ciudad.
- Porque, una vez mi venganza haya sido conclusa, no esperaras que me retire placidamente a mi mansion palaciega, verdad? -
Nuestro paseo por la humeda noche bilbaina caminando entre pegajosos adoquines, no sabria decir si por la sangre de la pasada batalla o por los kalimotxos derramados por los "sedientos" humanos, nos acerca poco a poco al resto de mis nuevos... "amigos".
- Ya estamos cerca del nuevo refugio, no es cierto? -
No queria demorarte mas con esta escena, asi que si quieres puedes meterme de lleno con los demas XP
El paseo os lleva por la orilla de la ría, a través de Campo Volantín, pasando por delante del Ayuntamiento y con el museo Guggenheim -escenario de la Monomacia- de fondo, a la otra orilla. No es que vayáis a ir andando hasta Santurtzi, pero Koldolak te indica que prefiere coger un taxi algo apartados del centro.
Sin embargo, hay un instante en que el Tzimisce se detiene, de forma brusca. Más de lo que esperarías de él. Sus ojos sin vida se clavan en un punto lejano, que buscas con curiosidad. Más adelante, sobre un alto puente que cruza la ría a varios pisos de altura sobre el camino que seguís, varias figuras os observan. Una de ellas se encuentra completamente cubierta con un abrigo negro, con capucha. La otra viste con ropas negras, que contrastan con su piel y su pelo blancos en extremo. Ambos permanecen en silencio e inmóviles, hasta que de repente desaparecen de vuestra vista.
Como si nunca hubieran estado ahí.
Cuando vuelves a mirar a tu Sacerdote, su expresión permanece inalterada. Pero sus manos tiemblan alrededor del bastón que empuña.
Tan solo es un instante, pero te muestra una verdad que no logra disimular al volver a caminar como si nada pasase. Guarda silencio, y no lo rompes de momento. Habrá tiempo. Cuando así te lo indica, tomáis un taxi. Él entra tras de ti, y sospechas que esté empleando algún poder de la sangre para pasar desapercibido ante el taxista, por lo que ignoras su presencia durante el trayecto. Cuando al fin llegáis al puerto, un vigilante os franquea la entrada -más bien a ti, es evidente que Koldolak pasa desapercibido para él- y entráis al puerto en dirección al pabellón que os indica, aquel en que os esperan vuestros "hermanos".
Seguimos en la común ;)