TUSCALOOSA, ALABAMA.

Ambas pretendientas llegaron a la granja de Sam montadas en un todoterreno que lo flipas, de esos grandes y familiares que los americanos sacan en las pelis y que sabes que pase lo que pase, tienes pocas probabilidades de matarte con un bicho de ese tamaño, a no ser que te estampe un camión.  

Blake Shelton estaba ya esperando en la granja, con su vaso de sangria en mano y un paquete de chicles de menta en la otra para despistar, preparado para recibirlas junto a Sam. El concurso de los granjeros iba tan deprisa, y la gente se enamoraba tan fuerte que los espectadores no tenían tiempo ni de parpadear. Todo se vivía muy intensamente. Por eso a nadie le extrañaba que en solo 3 días, si, 3, como los que tardó en resucitar Jesucristo, un granjero se casase con una pretendienta. La magia del amor y la granja, y la pasta.

Unos chavales muy cristianos de la iglesia más moñas de Tuscaloosa, Alabama, les esperaban en un improvisado decorado con pinta de casa de abuela, ese tipo de casa que da confianza al espectador en lo que está viendo. Bueno, quizás no era de abuela, y era más bien de jóvenes que compraban en el Ikea. Lo habían montado a pocos metros del camino que llevaba a la casa grande de Sam, un caminito de gravilla que adornaron con rosas por laterales, haciéndolo todo empalagoso a más no poder.

Cuando ambas pretendientas bajaron de los Transformers de cuatro ruedas todos se pusieron a cantar la canción de Jolene. En este team no estaba Miley, ni Dolly Parton así que tuvieron que contratar a los mojigatos sin sangre con violín, banjo y toda la pesca. Muy sureño, muy romántico todo. Jolene, no me quites a mi hombre. En este caso Emma y Susie respectivamente.

La granja de Sam era una maravilla.

Una pequeña extensión de tierra donde críaba caballos. Se especializaban en caballos de carreras y mantenían una pequeña escuela donde chicos con discapacidad hacían terapia equina. Todo un sueño para cualquier mujer romántica. ¡Era un hombre sensible, al que le importaban los discapacitados! ¿Sería por la joroba que él tenía? POSIBLEMENTE.

Del creador de éxitos mundiales como Titanic, Avatar y Terminator...

-No quiero a nadie tocándose el bollicao o el donut. Atentos a los pequeños detalles, las miradas, las pausas dramáticas, las piernas de las pretendientas, el pantalón del granjero. Fijaos bien, yo voy a estar al loro pero no tengo ojos en todos lados.

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EQUIPO DE CÁMARAS PREPARADO

GRABANDO EN 3, 2, 1... ¡ACCIÓN!

No la cagues esta vez con el jorobado... vaya faena no darle al chaval ese de pelo pantene, Romeo Spears.

-¡Bienvenidas a la granja de Atila! - Blake no estaba a la altura de Taylor Swift capitaneando el team romántico, ni de coña. Ella era un ángel que repartía regalitos a las pretendientas y el granjero, Blake era un tío y no se le podía exigir mucho más que mantenerse sobrio y no dar la nota con sus despistes épicos. Hostias... -¡A la granja de Sam! Perdón, perdón. - aún no se habia aprendido el nombre ni quedado con la cara del jorobas. 

-¿Mucha emoción, eh? es normal, pero vosotras dejaos llevar. Millones de personas son del team romántico, no podéis defraudarles, el amor... es como un pajarillo que echa a volar y... ehm... - se habia hecho el lio él solito y no sabia como continuar la frase. -Pues que vuela, como las mariposas del estómago que te nacen cuando tienes hambre de comerte un buen chuletón... - la estaba cagando. Blake y su nulo sentido del romanticismo.

-Ahora el equipo del programa se hará cargo de vuestras maletas para que podáis conocer una de vosotras a Sam y la otra a alguien cercano a la granja. Nuestro granjero no sabe a quien exactamente. ¡Es una sorpresa! - miró a las pretendientas con cara de borracho romántico y se largó rápidamente dejándoles el fregado pasteloso a los de producción.

Por el camino de su hacienda venía algo que parecía la tercera división blindada o el convoy presidencial. Instintivamente miró hacia el cielo esperando encontrar helicópteros de combate o el Air Force One, pero parecía que no, que con aquella invasión más propia del desembarco de Normandía que de un programa de televisión. El suelo temblaba y miró de reojo al tal Blake que parecía estar más listo para una happy hour que para un programa de televisión. Sonrió con cierta ironía. Su nonna era peor que la policía de la ley seca, y estaba seguro que lo iba a meter en cintura, aquella viejecita era el verdadero corazón del rancho y era inmortal, a base de una vitalidad encomiable y una salud de hierro.

En cuanto llegaron y bajaron del coche Sam les dedicó una sonrisa amable mientras miraba divertido como las maletas bajaban de los coches, más adecuadas para un viaje de tres años que para uno de tres días. Sonrió pensando en la cantidad de ropa que tendrían y las pocas posibilidades que iban a tener de usarlas. Si creían que iban a poder lucir palmito paseándose de un lado a otro se equivocaban, completamente. Aquello era un rancho, era su vida, y no iba a respetar a nadie que no estuviera dispuesto a ensuciarse las manos. Así que cuando Blake hizo su presentación, más digna de un alfalopitecus que de alguien que se decía romántico, Sam dio un paso adelante, sonrió acogedor y les dijo

"Sed bienvenida al rancho McCarthy. Espero que os sintáis cómodas durante estos tres días y nos podamos conocer. Como ha dicho -Stevie Wonder" dijo señalando a Blake con evidente retranca al referisre a su famoso anuncio de 'Si bebes, no conduzcas' "En el rancho McCarthy críamos caballos desde hace cinco generaciones. Nos especializamos en caballos de carreras y cuando estos se retiran de las pistas nos ayudan en las actividades de equino terapia." Sonrió para darles confianza mientras les decía "Los amigos me llaman Mac, así que si no os importa podéis usar ese nombre, todo lo que no sea Samuelle, está bien." De pronto sonrió y les dijo "Por cierto, si la nonna os da problemas avisadme, tiene la manía de decir que disparará a cualquier mujer que me quiera hacer daño, y a sus años tiene una puntería envidiable"

Sam rio haciendo parecer que aquello era una broma pero no lo era, no del todo. Se compadeció de la pobre que hablara con la nonna Giulietta. Venía de Sicilia y era más dura de lo que serían todas las candidatas juntas.

Después de toda la locura que había sido el rato pasado en el plató a Emma le hicieron chiribitas los ojos en cuanto empezó a ver la granja a lo lejos. Y esta vez no era por las lentillas, que se las había quitado antes de montar en el vehículo, por si se quedaba dormida en el viaje. Pero no se durmió, no. Estaba demasiado emocionada por la aventura que tenía ante ella. Estuvo parloteando sin parar durante un rato con la otra mujer y también con el conductor. Después ni se acordaría de lo que había estado diciendo.

Cuando ya estaban casi ahí se atrevió a dar un paso más allá. Ni corta ni perezosa bajó la ventanilla del jeep y asomó medio cuerpo hacia fuera para sentir la brisa campestre en su rostro. Se sentía como si estuviese en una película romántica y ni siquiera darse cuenta de que el aire olía más a caballo que a flores fue suficiente para quitarle la ilusión del momento. 

Allí, por fin pudo conocer a su granjero y de repente se sintió tímida. Tenía al lado a esa mujer, Susie, tan alta, tan guapa, que se movía con tanta seguridad. Sintió que ella era mucho más pequeñita e insignificante a su lado. Escuchó cómo se presentaba y les hablaba de todo eso de la terapia con caballos y se le escapó un suspirito lleno de ternura, directo desde el corazón. 

Claro, que luego él se puso a hablar de una mujer que iba a querer dispararlas y abrió los ojos como platos. ¿Lo habría entendido bien? Nadie le había dicho que podía ser una aventura de riesgo. Que ella quería amor y corazoncitos, nada de señoras con escopetas. Pero el granjero se reía y ella se contagió y rió con él, aunque no sabía ni de qué reían. Debía ser humor campestre, tendría que acostumbrarse. 

Vio que bajaban sus maletas (blancas con un estampado de florecitas azules) y entrecruzó las manos por delante de su cuerpo. 

—Mac entonces —dijo, con las mejillas sonrosadas y una mirada ensoñada detrás de los cristales de las gafas—. Yo soy Emma. Me cambio de ropa y estoy lista para que me enseñes todo, ¿sí? Estoy deseando conocer toda la granja. 

Y dicho eso siguió a los de producción para prepararse para la cita. Estaba súper nerviosa por empezar ella, pero al mismo tiempo se moría de ganas. Iba a ser una experiencia increíble, era, desde luego, lo más valiente que había hecho jamás en la vida.

Susie haz esto, Susie haz lo otro. – tenia la voz de Steven todo el día dándole la tabarra. Desde que salió en el programa de estreno sus redes sociales habían aumentado considerablemente en seguidores. La petición de trabajar para Venus de gilette no se habia cumplido, pero ya le habían llamado de una revista de moda para participar en su portada y recordar sus viejo éxito Speed Bus con Keano Rivas. Sor Clarins diría que las gallinas que entran por las que van saliendo. Susie estaba agradecida al programa y a nuestro señor.

Pero la tarea no habia terminado solo acababa de empezar. En las semanas siguientes se estudió todos los guiones posibles y por haber, vio todas las pelis románticas de Netflix, revisó sus películas clásicas, como la de Mientras dormías me enrollaba con tu hermano… se emocionó y pensó que se estaba haciendo mayor y como no espabilase se iba a quedar sin churumbeles. Con Sam no, que era un bicho, hablamos de un tio válido para un pivón como Susie.

Durante el trayecto a la casa de Sam, montada en ese bichaco de jeep, ella misma iba pensando que la otra pretendienta, Emma, pegaba mucho más con el adefesio del granjero jorobado. No es que ella no tuviese tablas para enamorar a un hombre usando su experiencia indiscutible como actriz REALISTA, no. Es que en el fondo Susie no tenía mal corazón y aquella chica se veía una joven inocente sacada de una comedia romántica dispuesta a entregar su alma a ese granjero, quien sabe por qué.

Ella, solo quería brillar como en sus viejos tiempos pero no a cualquier precio como la falsa de Mel. Había surgido la oportunidad de pretender a Sam y allí estaba. Intentaría portarse bien con él y ser simpática, que por algo fue Miss Simpatía 2007 representando al estado de Nueva Jersey en Miss Estados Unidos.

-Muchas gracias Mac, muchas gracias. Solo te falta el Fly y eres el de la película regreso al futuro. – rio con una sonrisa encantadora, mirando directamente a los ojos del granjero, porque sabía que la primera impresión contaba mucho y ella llevaba dos kilos de rimmel en las pestañas. Tenía que amortizar todo ese maquillaje. -Que bonito paisaje, ambiente, y se respira paz. – dijo intentando agradar con esas primeras palabras a Sam. Visto de cerca, pues bueno, su pelo parecía un revoltijo de ovillos de lana todo mezclado, tenía cara de panoli, a algunas mujeres les daría morbo, pero a ella no. Al menos conservaba toda la dentadura no como el gañán que habia visto el día del estreno.

-Oh, que brillante idea, que bonito ayudar a los más desfavorecidos. – intentó bajarse del jeep ella sola y zasca. Los tacones altos que llevaba la tiraron directamente al suelo, sus gafas de sol de dior a tomar por culo y ella levantándose toda digna quitándose la gravilla de su vestido negro. -Estoy bien, estoy bien… me pasa a menudo, tengo las rodillas flojas. – si, las rodillas… era torpe como ella sola. -¡Que lo paséis bien! – saludó con su mano enguantada de forma super encantadora, super amiga de Emma, y que le deseaba todo lo bueno.

Me gustaría conocer a esa mujer, la nonna. Tengo debilidad por las abuelas. – y mira por donde a Susie le tocó con la jefaza de la granja. No le asustaba que sacase a pasear su escopeta. ¡Si es que ella no se iba a quedar con Sam! ¿Cómo se iba a enamorar de él, estamos locos?

Los del programa le dijeron que se pusiera ropa sport y eso hizo dirigiéndose a la parte ajardinada de la casa donde la esperaba la abuela de Mac.

Escena finalizada

-Quiero comprobar si eres una chica sana, fuerte y obediente. - la nonna entró en escena a lo bestia. El equipo de James Cameron advirtió a Susie en cuanto Sam ahuecó el ala con su primera pretendienta. "Ponte ropa sport" - ella que iba vestida de Gucci con un traje negro de noche en pleno día y unos taconazos que quitaban el hipo a cualquier macho que le mirase las pantorrillas. Se quedó con cara de calamar, pero enseguida se puso la ropa holgada que habia traido, un jersey fino de color mostaza y un pantalón de deporte. Zapatillas también deportivas y cómodas.

Mientras Emma y Sam se lo pasaban de fábula montados en el caballo Goliath y se ponían finos a un pedazo de menú italiano, a la mocatriz le tocaría sudar la gota gorda si quería ganarse la confianza de la familia. Porque cuando entras en "la familia" todo queda en casa. La mamma se convierte en tu mamma, la nonna en tu nonna... y así toda la familia. Es un vínculo que va más allá de la sangre.

La abuela tomaba la capitanía del barco en ausencia de su nieto, para ir adelantando trabajo y asegurarse que ninguna pelandrusca le fuese a hacer daño a su piccolo bambino. Porque si alguna de ellas osaba engañar a Sam, por dinero, fama y éxito, no saldría viva de allí sin un buen escopetazo entre las piernas o las tetas, que ahí algunas tenían airbag de silicona. Bueno, hablamos en sentido figurado, lo de los disparos, porque la nonna era buena persona pero la escopeta si que la tenía. Y sabia disparar, vaya que si sabía.

Su carita de mujer bondadosa, oculta bajo esas gafas de señora mayor adorable, podía engañar, pero Giulietta lanzaba a morder y no se cortaba ni una. Era la protectora de la granja. Y en sus años de juventud habría podido ser Miss Italia.

Pasa que en aquellos años la vida era muy dura, lo del faranduleo no se veía bien, ella provenía de una familia humilde de campesinos de Corleone, sus padres tenían un porrón de hijos, todos se dedicaban a la siembra y cuando no, la nonna cuidaba de sus hermanos pequeños, preparaba la comida y caminaba los km que hiciera falta para llevársela a sus hermanos mayores. De ahí que fuese tan buena cocinera y estuviese fuerte aún físicamente, aunque la cabeza empezase a fallarle un poco.

Cogió su silla pequeña de madera, una silla más vieja que Mussolini, y se sentó delante de Susie señalándole una bonita bicicleta. -Me vas a contar tutto, tutto. ¿Capisci, Susie Grace?. De donde eres, cuantos años tienes, a que te dedicas, si tus padres están casados o divorciados, si tienes hermanos, abuela, si te has casado alguna vez, si tienes hijos y si los quieres. - Susie asintió a la abuela. No entendía a que venía lo de la bicicleta y toda esa tanda de preguntas así soltadas de golpe, pero ella era una profesional y no tenía nada que ocultar en su curriculum de la vida.

-Ahora te vas a subir a la bicicleta y vas a dar todas las vueltas posibles por la zona ajardinada, hasta que se agoten los 20 minutos. Y cuando pases por aquí, me irás respondiendo a las preguntas que te he hecho. Contra más sepa de ti, más bien le hablaré a mi nieto de tu persona. - hostia con la abuela, le habia puesto un challenge que ni Frank de la Jungla, y además desafiaba las leyes de su película Speed Bus.

-Va bene, nonna, va bene. - Susie no se iba a achantar, estaba tratando con una siciliana, pero su madre era de Texas, y allí tenían los ovarios tan cuadrados como los cojones de un toro y un republicano amante de Trump. Ella practicaba spinning en su casa y estaba dura, dura sexy. -Questo e... panetone comido. - dijo la mocatriz sin tener ni idea de si su italiano era correcto. La nonna sonrió ligeramente y se colocó las gafas expectante, esperando a ver lo que daba de si la pretendienta.