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Granjero Busca Esposa

• Cita alfa [Atila + Ivonne] •

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16/03/2020, 17:50
E. Atila Johnson

¿Qué hizo Atila después de aquellas dos citas? Habían sido tremendas, con dos mujeres tan trabajadoras y simpáticas y sexys que… Con dos mujeres, en realidad. Eso era suficiente para que Atila considere tremenda una cita. Total, que el chico esa noche cenó fuerte.

Así que, a la mañana siguiente, antes de prepararse para su segundo día de citas, se despidió de Holly Jackson, quien salió del granero con los ojos haciéndole chiribitas y una sonrisa que parecía haber pasado la noche tomando drogas. Pero no. La única droga era el amor de Atila. Por llamarlo de alguna manera.

En fin, que cuando llegaron las cámaras de nuevo, Atila estaba listo para una nueva cita con Ivonne. Movimiento sexy de ceja. Sí, había cambiado su gesto seductor, que ayer casi se le queda un tic permanente. Se acercó a ella y le comió un poco los morros, por no perder la costumbre. ¿Costumbre? Si se habían conocido ayer. Pocas relaciones más largas había tenido él. Después de comprobar que su lengua estaba en perfecto estado, saludó.

Bueno, Ivonne. ¿Qué tal has dormido hoy? ¿Has soñado conmigo, nena? Espero que hayas descansado, que hoy vamos a tener un día muy movidito —Movimiento sexy de ceja a Ivonne.

Se puso detrás de ella y la cogió por los hombros, empujándola poquito a poco por el camino. No penséis mal, cuando digo “hombros” no es una metáfora de culo o tetas, ¿eh? Que sé que la fama de Atila tira a pensar cochinadas. Pero no le estaba metiendo mano. Por ahora. 

Ya verás, ya. Hoy te lo vas a pasar genial. Vamos a estar en mi huertecito privado. Es un lugar, Ivonne… buah… Colorido, romántico. Que no se diga que no trato yo bien a mis citas, nena.

El huerto era un lugar de unos 60 metros cuadrados con plantas de tomates, pepinos, calabacines, calabazas, lechugas, coles… Un montón de variedades. ¿Por qué? Porque él podía. Y sabía. Al lado había un pequeño cobertizo, probablemente donde Atila guardaba sus herramientas. Las de metal y madera; había una que siempre llevaba encima. Yeah. Movimiento sexy de ceja a Ivonne.

Nena, me tienes que ayudar en algo muy pero que muy importante. ¿Estás lista? —preguntó con su voz sensual.

Y os preguntaréis. ¿Pero llevaba Atila camiseta? Pues me alegra que hagáis esa pregunta. Sí, la llevaba. Pero se la va a quitar lentamente en tres, dos, uno... Ahí está. Pectorales fuera.

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16/03/2020, 19:21
Ivonne Mary

La chica caminaba como un patito mareado. A pesar del triple desayuno granjero que se había metido, léase aquí gachas con leche, huevos revueltos, beicon, medio estofado de judías y carne de ternera, zumo de naranja, tres cafeses y dos croasanes, su estómago seguía vacío, al contrario de su cabeza que le pesaba como si tuviese el bollicao de Atila de sombrero.

Se encontraba mejor, si, vale, que cuando se despertó. Se sintió entonces como si hubiese viajado por un desagüe desde el wáter de los tres cerditos hasta terminar en un pozo de petróleo solidificado. Que alguien le explicase que se nota cuando pasa eso, pero que vamos, ella se sentía así. Y punto.

Nadie le explicó lo que había sucedido la tarde anterior. Excusas, corrían unos para aquí, otras para allá si se cruzaban con la angelical muchacha. Muchas tías le pedían un autógrafo. Algunas llevaban camisetas con su cara en los pectorales. Qué raro. NO entendía nada. Desconocía que se pasó como quince horas durmiendo, entre el estrés de la charca de barro y las drogas que le había metido para que descansase.  Luego se fue a misa, y a confesarse, de nada, ya que no tenía idea. Meditó un rato, después yoga.

Ay, qué malita estoy.

Bostezó abriendo la boca cual elefante del libro de la jungla. Entonces vio a Atila, se le pasaron todos los males. Corrió hace él, él hacia ella, se dejó comer los morritos, mientras ella le lamía luego los labios. -¡Qué ganas de verte, amor mío! ¿Me has echado de menos? -Afirmó con la cabeza varias veces- He dormido absolutamente dormida, igual que la bella durmiente- ¿Qué vamos a hacer juntos? Yo me muevo lo que tú quieras, marca el ritmo y te sigo, mi semental. -Eso le gustaba a Atila, y la piadosa chiquilla se lo ofrecía con todo su corazón. Y sus ganas.

Clavó los talones en tierra, así se apoyó en su cuerpo entretanto la arrastraba dejando un surco en la tierra, donde nacían rosas al paso de ambos. Cómo se lo curran los del programa. Sonríe, sonríe, ¿dónde está Cameron?  Escondido, a saber. Lo bien que me cae ese hombre.

Se giro hacia él.- Yo te ayudo en lo que quieras, siempre estoy lista, preparada, activa, determinada, predispuesta. Soy una mezcla de Wonder Woman, Capitana Marvel y Supergirl. -Y , cómo no, si él seducía con su gesto sepsi de ceja, ella lamió sugerente sus pectorales, mirando a la pantalla entre zorrona y chica del coro eclesiástico, con ese deslizamiento de lengua que atraía tanto que las telespectadoras más lascivas se ponían a dar lengüetazos a sus pantallas. Se estaba convirtiendo en deporte nacional, lamer pectorales y pantallas de móviles y smart tv.

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17/03/2020, 14:31
E. Atila Johnson

Atila echaba de menos a todas las mujeres cuando estaba solo. Y, más concretamente… Bueno, ya sabemos todos lo que más echa él de menos a estas alturas, ¿no? Redonditas, respingonas, grandes, pequeñas, caídas… En fin, de todo tipo.

Nena, no he dejado de pensar esta noche en todo lo que pasó ayer —¿Pero qué pasa aquí? ¿Han cambiado los papeles y el alfa es el romántico ahora? Todo es posible, Atila ya nos ha demostrado que tiene un punto sensible y cariñosote—. Sobre todo en tu donut glaseado —Ah, pues no, el alfa seguía siendo el alfa­. Movimiento sexy de ceja.

Qué chiquilla tan encantadora y dispuesta. Con cuántas ganas había venido de trabajar el rancho. O trabajarse al ranchero. Que más bien era lo segundo, por cómo su lengua acabó, como imantada, en el torso de Atila. La leyenda contaba que las balas no podían atravesarlo. ¿Por qué? Primero, porque era tan duro que no existía material que pudiera perforarlo; segudo, era tan sensual, que hasta las balas se derretían en cuanto salían del revolver.

Se quedó unos segundos parado antes de responder. Porque le gustaba que Ivonne dejara sus músculos como los chorros del oro.

No me lo desgastes, que hay muchas partes donde puedes usar esa lengua ­—dijo, todo sugerente y sensual, con ese movimiento de ceja que había estado practicando antes de la cita. Y añadió:— Ahora vamos a entrar en el cobertizo —Nuevo movimiento de ceja mientras cogía a Ivonne de la mano y la acercaba hasta la mini-casita de madera—. Está muy oscuro, pero no te preocupes, que yo te guiaré. ¿Estás lista?

Apoyó la mano en la puerta y lentamente empujó. Efectivamente estaba oscuro, pero se podía ver perfectamente. Y, quien no viera, para eso tenía el olfato. Porque puta peste que salió de ese lugar. Si el pecho de Atila derretía las balas, lo que había ahí dentro derretía las fosas nasales y hacía llorar los ojos. Lo único que te salvaba de aquello era pegarte a Atila muy mucho, que él seguía oliendo a hombre sexy.

Pues aquí guardo el estiércol, nena. Principalmente es de caballo, que es la mejor que existe para el huerto. Pero también uso de vaca, claro —Señaló a varios contenedores de madera, súper orgulloso él de cómo lo tenía organizado—. Ahí está el guano recién cogido. Ese otro lo mezclé hace unos días con carbón, hojas y palos; hay que removerlo de vez en cuando. Y aquí, nena, aquí tienes uno listo para usar —Dio un par de palmaditas al contenedor con el que iban a trabajar. Se quitó la camiseta lentamente, que volvía a tener puesta, y se acercó a la pared. Cogió una carretilla y una pala, le dio la pala a Ivonne, y dijo:— Nena, hay que llenar la carretilla entera para abonar las hortalizas de verano, que ya toca.

En realidad, Atila estaba siendo súper buena persona. Porque había un trabajo aún peor que ese: Recoger la mierda recién caída del culo de los caballos. Eso sí que te destroza por dentro. Pero la esposa de un granjero tenía que acostumbrarse a eso y mucho más. En fin, su recompensa al final del día era Atila, que no se quejen mucho. Además, mirad con qué carita lo decía:

Espero que no te importe guarrearte un poco —Movimiento sexy de ceja. Atila no era gilipollas, sabía que eso no le iba a apetecer mucho y la chica necesitaba un incentivo. Así que, mientras sujetaba la carretilla con una mano, se pasó la otra por el paquete suavemente como diciéndole a Ivonne: “Y luego, guarreamos los dos juntos.”

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17/03/2020, 19:48
Ivonne Mary

¡Madre Mía! ¡Se acordaba de su donut glaseado! Con ese halago, esa sonrisa, esa forma sepsi de hablar, sensualidad en cada poro de la piel de Atila, el donut se le empezó a humedecer otra vez. -Luego te doy más glaseado Royal  amorcito -le susurró en la boca. Y cuando detuvieron el momento de frotarse las encías e intercambiar brasas candentes de sus babas, ella se giró, para santiguarse rápido, mareada, aturdida. Por él y por lo empastillada que iba. Que su cabeza parecía una discoteca de luces estroboscópicas o como se dijese eso, que no le salía.

Con el dorso de la mano se limpió los restos del baboseo de las tetillas de su hombre.- Uy, es que no se lo que hago. Me encuentro un poco atontada, jaja. -Virgencita, baja y ayúdame. Poséeme con tu fervor y tu piedad.

Sonrisas. Sonrisas. Eso, siempre. No lo olvides. Y petrificada se le quedó la sonrisa al meterse dentro del cobertizo. Joder. Perdón. Olía como cuando su padre se tiraba un pedo después de la fabada. Peor. -¿Este es el wáter del establo? Cagadero -afirmó, que había que hablar con propiedad en la granja. Pero no. Atendió las explicaciones de su novio, tapándose la nariz con las pinzas de sus deditos mientras intentaba otear alguna cosa dentro de la oscuridad de la terrible cueva.

Pero como era un chica de ingenio y proactiva, ni corta ni perezosa le metió la mano en el paquete a su hombretón y lo palmó bien tocado. Se llevó luego la mano a la naricilla y aspiró largo y profundo.- Ya está. Tu olor meloso y sabrosón me protegerá de este horrible hedor. Ni lo noto. - Bueno, lo que sí sentía era que se le encharcaban las braguetas poco a poquito. Menos mal que esta vez fue previsora y se trajo un par más.

Se subió las mangas de su jersey -Ainss, que te como y te arranco la lengua y la uso de salvaslip- Venga, mujer, qué groserías dices, pero es que a la audiencia de este programa es lo que le va, es el nivel. Buscó unos guantes, se los caló pizpireta, agarró la pala, sin niñerías, y la sujetó y enarboló como a ella buenamente se imaginó- Oye, MachoMan, ¿me das algunas indicaciones de cómo coger el mango? De la pala. Por Cristo en su Cruz, que no te defraudaré- Aunque continuaba malita. Pero con A T I L A, mejoraba.

 

-Yo por mi hombre me guarreo, me enguarro, me meto en un lodazal y hasta en una charca de barro -¡Eh! ¿Por qué se le ocurrió eso? ¿Su subconsciente engullía su consciente y deseaba salir a la luz?  No importaba, la imagen del Granjero, el futuro dueño de sus días y todas la noches, tocándose, así, tan morboso, tan lujurioso y obsceno, le devolvió el ímpetu del día de ayer. La lengua se le aflojó y la entrepierna le palpitó ansiosa, abriéndosele lo mismo que una ostra al vapor.

Pues venga, palada va y palada viene, que luego su sudor rico se lo bebería enterito el muchachito.

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18/03/2020, 10:18
E. Atila Johnson

Atila era un tío perspicaz y notaba algo raro a Ivonne. Tal vez fueran todas esas babas, la cara de a punto de desmayarse que tenía o las cosas raras que decí- No, esperad. Esperad un momento. Cosas raras había dicho ayer también; y, cuando habían hecho alguna cochinada, se la había notado un pelín mareada; y le había restregado la lengua como un caracol en celo. Ah, pues la chica estaba normal, qué tonterías pensaba a veces. Movimiento sexy de ceja a la cámara.

Se quedó con los brazos en jarras y media sonrisa mientras Ivonne le sobaba el bollicao, como si estuviera acostumbrado a eso. Que lo estaba. Pero no solía quedarse tan impasible. Su reacción natural cuando se lo tocaban era sacarlo para meterlo. No es una incongruencia, no sé si me explico. Sí, ¿no? Pero ahora aguantaba todo el disfrute sin inmutarse. Parecía querer decirle “dale bien, nena, no te quedes con las ganas”. Y a sus fans en casa les decía exactamente lo mismo con la mirada.

Claro que no. Porque mi olor varonil neutraliza cualquier peste que intente atacar tu naricita ­—Le dio un toquecito en la nariz con el índice. Boop. Hasta ese mínimo contacto debería hacer que Ivonne perdiera las bragas por él. Miró hacia abajo, como si esperara vérselas por los tobillos. Pero no, solo notó esa deliciosa humedad con su olfato mágico que detectaba glaseados—. Por eso es importante que estés bien cerca de mí. Y yo no quiero que lo pases mal, nena. Así que puedes meter la mano tantas veces como lo creas necesario. O la nariz directamente —Movimiento sexy de cejas a Ivonne.

Lo del “que te como” era muy bonito y tierno, sobre todo si se refería a comerle el bollicao, el acto de amor más sincero del mundo. Lo de usar su lengua como salvaslip… A ver. Que a él no le importaba tirarse las 24 horas del día con la sin hueso metida en el ojo de Horus. Por favor, lo que hiciera falta. Pero, para empezar, la lengua tenía que estar pegada al resto del cuerpo a ser posible. Y, para seguir, había glaseados y glaseados, coño. Su movimiento de ceja emanó sensualidad y, para qué mentir, algo de preocupación.

Jajaja, ya… no lo hagas —rio nervioso. Y le dio una palmadita en la cabeza mientras la pretendienta se ponía manos a la obra—. Pero ¿qué indicaciones necesitas? Si lo agarras como si hubieras nacido para ello, nena —A ver, si Ivonne pudo agarrarle el bollicao en su cita anterior sin titubear y cogiéndolo bien cogido, y lo había repetido hacía dos minutos, una simple pala no iba a poder con ella—. Recuerda hacerlo con firmeza, pero suavidad. Es una herramienta pesada y puede parecer tosca, pero desea ser agarrada por unas manos como las tuyas. Y la pala también —Yeah. Movimiento sexy de cejas y recolocamiento de paquete, por si no había quedado clara la indirecta. Que, a estas alturas, conociendo a Atila, no me jodas si no queda clara.

Luego se quedó pensando en Ivonne en una charca de barro. Y sus ojos miraban al infinito, que en realidad no miraban nada, es que Atila se había quedado petado con esa imagen. Y una sonrisa de satisfacción. Ivonne embarrada. Jejeje. Sexy. Miró a su alrededor. No, llenarla de mierda de caballo no iba a ser lo mismo. Qué pena. Para la próxima. Ay, coño, que esta era la última cita y luego nadie sabía lo que iba a pasar. ¿Se quedaría Ivonne en la granja, se quedaría Mel? ¿Podría organizar una pelea entre ambas en una charca de barro si no se decidía? Tantas preguntas tenía aquel hombre en la cabeza y tan pocas respuestas.

Y, cuando volvió de su ensimismamiento, la pretendienta ya había llenado tres cuartas partes de la carretilla. La miró asintiendo con la cabeza y lanzándole todo tipo de gestos seductores. Muy trabajadora, sí, sí. Su abuela estaría orgullosa de esta chica. Y él creía que… Un momento, silencio todos. Que no cunda el pánico. ¿Qué era eso que tenía Ivonne en la teta izquierda? Sí, obviamente le había estado mirando las tetas, no estéis tan sorprendidos. ¡Una mancha de estiércol! Era el momento de actuar. Soltó la carretilla, se quitó lentamente la camiseta de nuevo y fue raudo hacia Ivonne.

¡Ivonne, no te muevas, nena, y suelta la pala! Te has manchado. Siendo la primera vez, tendría que haberte dado algo para cubrirte. Pero tranquila, yo me encargo —Él era el puto superhéroe que iba a salvarla de la crisis. La mancha era un minúsculo grano de estiércol de unos dos-tres milímetros de diámetro. Lo dicho, una jodida crisis. Pero Atila sabía lo que tenía que hacer. Le dio un toquecito con la uña al estiércol, que salió volando sin dejar rastro. Pero ¿realmente no había dejado rastro? ¿Podrían estar seguros de ello? Atila consideraba que no. Así que, como caballero que era, le cubrió la teta con la palma de su mano y comenzó a frotar—. Mejor prevenir que curar —dijo convencido. Y siguió refrotando. Y una segunda duda lo asaltó. ¿Estábamos seguros de que el estiércol no había contaminado la otra teta? ¿Qué clase de cita sería si ella saliera de ahí con una micra de abono en su camiseta? Por encima de su cadáver. Así que ahora tenía las dos manos ocupadas—. Tú tranquila, Ivonne, que no permitiré yo que tengas ni una mancha.

Se lo notaba un tío comprometido con la causa y así estuvo un par de minutos masajeándolas para salvarlas de cualquier desgracia. De hecho, ni se acordó de movimientos de ceja sexys o guiños. Es broma, claro que se acordó. No iba a dejar a Ivonne y a su público sin su sensualidad, por favor. Al final, quitó de ahí las manos y se quedó mirando su trabajo, no muy convencido.

No sé, nena, igual tienes que quitarte la camiseta. Tengo una manguera ahí fuera —Y otra aquí dentro. Yeah—, puedo ayudarte a lavarte si quieres.

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18/03/2020, 20:47
Ivonne Mary

 

Esto hombre tiene que ser mío. Y yo debo ser suya. Está escrito en las estrellas. Un mantra que se repetía en bucle en la cabecita de la próxima señora de cuanto veían sus ojos. Es decir, Atila. Qué manera más bonita de pensar la de Ivonne. Es que se miraba a Atila y se derretía toda. Pero toda, un helado al sol, desde la cabeza a los pies, transpirando por los pelos, goteando camino abajo por su cuello de cisne, las axilas, los brazos de delicado y finísimo bello. Entre las piernas y las propias piernas.

Era Atila, su héroe. Y qué coño, decían los telespectadores, que también se estaba dando un buen lote con el mango de la pala. Con la pala. Cargando la carretilla y sudando como un presidiario construyendo carreteras en Alabama. A pico y pala, eso es, claro, vida de granjera. De fondo la música country y el discurso sensual y sepsi del hombre de hierro.

Y otra palada, y su Thor bromeando. Ella riendo, entusiasmada, las manos rojas y doloridas. No importaba. Dios y los Ángeles la bendecían son fuerza de voluntad y su sabiduría. -Jajajaja!  Qué cosas tan graciosas dices, mi hermoso Titán. Y yo, ¿qué te parece? ¿cumplo expectativas? Que si me tengo que pasa el día cargando estiércol, adelante. Me das un ratito para la misa y regreso.

A veces su novio hablaba de una forma rara, ella sacudía la cabeza afirmando, y puede que después negase algún comentario o idea Pero pocas veces esto último. -¡La pala también! -se mostró emocionada.- Ya lo entiendo. Ohhhh, qué travieso. -¿Le habría molestado lo de antes? Todo ese desparpajo nacido de la ignorancia y la Fe.  -Suavidad. Firmeza. Lo tengo, lo tengo. Cariño y Amor. Vale.

Estuvo liada con la pala, el estiércol y la carretilla. Entretanto Atila se perdió en su mundo. Tal vez pensaba en la boda, en el lío que representaba. Ella no. Tranquila. Serena. Valium. Eso, mucho valium.

El que iba a necesitar después del magreo que le regaló el tiarrón. Al principio dio un brinco ¡qué susto! Ni que tuviera un moscardón entrándole por la boca. La desmontó con aquellas caricias. No pudo más que alzar la cabeza adorándole igual que a un dios griego, su Adonis, Hércules, Aquiles, o el propio Zeus. Los ojos se le pusieron en blanco, la sonrisa estremecedoramente tonta, la babilla resbalaba por la comisura de sus labios rojos. Se estaba poniendo morada, ciega y cardenalicia. Su otra sonrisa también soltaba y rezumaba dulce néctar humedeciendo sus muslos y extendiéndose su perfume en derredor. Guiño a la cámara, breve, pero lo logró, wink, regresando a los orígenes.

 

 

-¡¿Ya?! -Decepcionada, desilusionada, calentona como la cola de Lucifer, el loco de Atila la dejó de toquetear. Ahora. Calienta donuts. ¿Sería posible? Menos mal que no anidaba Mal alguno en el nombre y bondadoso corazón de la bella y beata doncella. Es un decir lo de doncella. Se entiende. Ternura, el segundo nombre de Ivy. Ternura. Ternera. No, ternura.

Bueno, seguro que Atila debió notar dos bollicaos en sus manos. Léase aquí la dureza y tamaño que se le pusieron los melosos pezones negritos como conguitos. Ivonne estaba ya medio desmayada. Se acercó a él, tocándose casi las naricitas. Cogió la mano de él, la mano de Dios, y la condujo a su entrepierna, la mirada sepsi, lúbrica, como Lilith , la primera mujer, de cara a la cámara. Después penetrantes las pupilas en el futuro padre de sus hijos- Aquí también estoy manchadita. Donde más. Fíjate, algunas gotitas de estiércol.  ¿No lo vas a permitir tampoco, verdad, Toro de Creta? Las Sagradas escrituras no mienten, la mujer es el surco para el arado de su hombre. La Sembrará y germinará su semilla en el seno de la tierra.

Le falto tiempo para quitarse la camiseta.

 

Y el pantalón, si se lo pide. Y sin hacerlo. Para luego. -Sí, Amor de mis Amores. Tocinito de Cielo. Lávame toda, que estoy muy sudada. Yo quiero. Tú dame. Con la manguera, en la ducha. O en la piscina. Vamos a la piscina. A la charca. A la bañera.

Tan cerquita que no pudo evitar comerle un ratito los morros sabrosones. Cruzó los dedos para sus admiradoras y seguidores tras las pantallas de medio mundo mundial.

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19/03/2020, 16:19
E. Atila Johnson

¿Aparte de en lo grande, en qué se parecían el ego y el bollicao de Atila? En que ambos crecían con las palabras aduladoras de Ivonne. “Qué cosas más graciosas dices” = dilatación. “Hermoso Titán” = dilatación. Y así sucesivamente. Como un pavo real estaba Atila escuchándola. Si los pavos reales tuvieran una cucaña entre las piernas, claro.

No, mujer, todo el día no. Que la cita solo dura 20 minutos —dijo riendo. Además, en casa de Atila hay tiempo para todo. Trabajo y placer. Y más placer. Y trabajarse al granjero. Y que el granjero te trabaje a ti. Todas las chicas de Santa Rosa matarían por vivir ahí. Algunas incluso literalmente— Sí, nena, soy un travieso. ¿Me vas a castigar luego? —preguntó sugerente. Movimiento sexy de ceja mientras se sobaba a sí mismo un poco.

Pues sí, el masaje pechuguil había acabado, en algún momento tenía que hacerlo porque había que seguir a otras cosas. Como, por ejemplo, desnudar a la pretendienta y mojarla con la manguera. Quiero decir… asegurarse de que estaba bien limpita. A Atila le dio pena la decepción en su voz. Todas sonaban igual cuando aquel machote se apartaba de ellas. Pero, coño, que pensaran un poquito en él. Que más pena le daba dejar de agarrarle los melones. De hecho, tenía ganas de meter la cabeza directamente. Movimiento de cejas sexy. ¿A Ivonne? No, a sus tetas y a los conguitos.

Atila imaginaba que algo así podría pasar. Ya era habitual que las mujeres de Santa Rosa usaran todo tipo de estratagemas para conseguir que aquel semental les tocara el donut. Qué tontas… Como si necesitaran algo más que “Atila, pon la mano aquí” para conseguirlo. Era gracioso verlas, la verdad, tan originales algunas. Pero, claro, es que Ivonne ya había notado en sus carnes la habilidad táctil del machote. Eso era como una droga. Y ahora estaba totalmente desatada. JAJAJA AHORA. Porque antes no… Qué tonterías digo a veces. El caso, que la chica no lo pedía, directamente le cogió la mano y la echó al Aqua-Park que tenía bajo las bragas, sin flotador ni nada.

Si tú me dices que estás sucia, yo te limpio como haga falta, nena. Que no se diga que los granjeros somos unos guarros y poco higiénicos —Movimiento sexy de ceja mientras le frotaba para quitarle la suciedad. Entendamos “Quitar suciedad” como eufemismo de “hoy te vuelves a marchar de aquí con las piernas temblando, bonita”.

No sabía qué ostias tenían que ver ahí las sagradas escrituras y la semilla germinada de no sé qué… Ahí Atila ya se perdió. Pero no lo juzguéis, en ese momento no estaba para escuchar ni para pensar. Bastante tenía con intentar mantener sus dedos a flote. Dedos que nadaban de aquí para allá, chapoteando como locos, buscando una salida. Espera, ¿he dicho salida? Qué despiste, quería decir entrada. Movimiento sexy de ceja cuando la encontró.

Y otro más cuando Ivonne se quitó la camiseta. Bueno, ahí sí que ya no podía aguantar más. Hasta Dios tenía sus límites. Su mano estaba ocupada navegando por el océano Donut y la cueva de sus acantilados. Pero la cabeza la metió. Entre los dos panes de hogaza. Un par de lametones, unos mordisquitos. Todo muy sexy y muy porno. Bueno, porno no, que estaban vestidos. Más o menos. Por ahora.

Sus manos acabaron imantadas en el culo de Ivonne cuando esta lo besó (ya sabéis, Acción-Reacción) y su bollicao acabó imantado en el donut, refrote p’arriba, refrote p’abajo. Ahí, bien fuerte. Que no echara de menos los dedos de Atila. Y ahora mismo, entre las piernas del granjero, Espartaco se había convertido en Onix, pokémon tipo roca, con ganas de hacerle a Ivonne un Excavar y Placaje. Qué pena de pantalones, por el amor de todo lo frungible.

Pues ven, que vas a salir de aquí resplandeciente —La cogió de la mano y la sacó de nuevo al huerto. Qué día más bonito para empapar a una pretendienta por la tele. Y aunque no saliera por la tele, aquella actividad era recomendable. Y aunque no fuera pretendienta, también.

Desenrolló la manguera y apuntó a la chica desde una distancia prudencial. Madre del amor hermoso, estaba TAN SEXY sujetándola. Todo el mundo que mirara el televisor en ese momento (que era, en realidad, todo el mundo, porque nadie querría perdérselo), miraría al granjero con sus vaqueros ajustados, su camiseta aún más ajustada que volvía a tener puesta, su pelo al viento... Pero en sus mentes sucias Atila aparecía de otra manera.

— Igual está un pelín fría, ¿eh? Pero solo al principio, luego te acostumbras —avisó—. Y ya te daría yo luego calorcito, nena —Movimiento sexy de ceja. Y abrió la llave. Demasiado. El agua salió de la manguera con más presión que el relleno del bollicao de Atila. Al final el problema no había sido la temperatura del agua. Ups. Pero tranquilos, que haya calma, que solo fue un segundo. Rápidamente redujo la presión y ahora Ivonne podía humedecerse bien. Limpiarse bien, quería decir, no sé qué tengo en la cabeza. Sí lo sé, en realidad.

Cuando creyó conveniente, Atila apagó la manguera. La chica estaba mojadísima, claro. Y no había toalla cerca. Vaya por dios. Bueno, el granjero se quitó la camiseta lentamente con su movimiento sensual, mirando a una de las cámaras mientras lo hacía. Tal vez debería dejar que alguna vez la propia Ivonne se la quitara. Las nenas disfrutaban desnudándolo. Se acercó a la pretendienta con la camiseta en la mano y una mirada seductora. O sea, mirada normal en él.

— Para que te seques, nena. No es mucho, pero con eso y el solazo que tenemos hoy, no tendrás problemas —Y, caballero como era, él mismo se encargó de la tarea. Pero porque era un caballero, ¿eh? No porque quisiera sobar otra vez a Ivonne, no pensemos mal. Primero los brazos, luego los pechotes. Luego se puso de rodillas para secarle bien la tripa y se le quedó mirando la entrepierna… Bueno, vale, podemos pensar mal.

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19/03/2020, 20:36
Ivonne Mary

Bueno. ¿Qué podríamos decir de Ivonne? Qué fue tratado como una reina. Una princesa. Una muñequita. Eso fue. Una muñeca molona. Tocada por aquí, desnudada por allá, manoseada más allá. Y la pobrecita piadosa, sin saber qué hacer aparte de sonreír boba a esta cámara, a la otra, y la otra y las que fueran.

Y mientras sonreía y reía, no dejaba de mirar a su hombretón. Anonada. Alelada. Atontada. Lúbrica. También. Caliente. Más. Se mordió por enésima vez los labios.

-¿Cómo he podido vivir todos estos años sin ti? -no supo qué otra cosa decir. Entre jadeos y gemidos. Y es que Atila la tenía ya en el paroxismo de placer. Qué poco había tardado en acceder a su deseo de limpieza conejil. Ups. Perdón. Perdón.

-Me matas. Dame con tu cetro, oh mi rey ahora y por siempre. Ayyuyuyuiii. -En serio. Se convenció de que ahí mismo se la iba a clavar. Todo el bollicao adentro muy adentro con gustito rico. Se preparó, abriéndose más de piernas, decidida, no iba a cortarse ahora. Adiós a la noche de bodas. Goodbye a sus creencias por un ratito. Cerró los ojos, baboseó un poco más. Abajo sobre todo. Se besaron, le comió la boca mientras él masacraba su prieto trasero. Ains, qué gustito. Por Dios.

-Ven. Me entrego a ti. -Dispuesta a que la ensartase, si total, su entrepiernas era un rezumante zumo de almejas al vapor. Y… ahí estaba…Y…¡Por los clavos de Cristo y las Santa Madre Iglesia!! Otra vez la dejaba con el caramelo en la boca. Bueno, a las puertas del donut. A las puertas del cielo.

Serás mamón, pensó ella, muy digna. Casi le muerde en la mejilla.

La ducha fue lo más. Ardía su cuerpo a la visión de los movimientos lascivos de Atila, de una manera tan impresionante que el agua fresquita le arrancó vapores envolviéndolo todo cual sauna improvisada. Ella, zalamera, iba girando sobre sí misma, a lo pollo asado, y cuanto más vueltas daba, más humareda se creaba. Hasta que una nube de niebla densa cubrió a los dos amantes. Los ocultó a la vista de todo y todos. Nada ni nadie podía entrar en su privacidad.

Así que Ivy limpita fue secada.Por un hombretón que la ponía cachonda a cada palabra, gesto y seductor movimiento de cejas. Ella era una mujer. Y estaba muy buena. Y deseaba a este hombre. Y no había nada más que decir ni pensar. Lo agarró de los cabellos, lo miró con mirada encendida, y así fue como pronunció las palabras que ya eran un credo en ella programa

-Cómeme el donut, cariño. -Cómo si fuese necesario decírselo. Já. Empujó su cabeza hacia su perla glaseada. Que se coma hasta las bragas, pensó. Él puede. -Que luego vas a ver y sentir como una yegua en celo te cabalga. La lujuria de Lilith me ha poseído y no voy a poner freno a mis pasiones desmesuradas por tu deseado bollicao. Ven aquí, dios del amor, mi Eros privado.

Ya si eso, me moriré de vergüenza esta noche. Pero con una sonrisa de satisfacción eterna en la cara -imaginó, mientras se despatarraba para su demonio privado.

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20/03/2020, 18:54
E. Atila Johnson

Ah, ahí estaba la pregunta. ¿Podía llamarse “vida” a los años que millones de mujeres pasaban sin haber estado con Atila? Hay quien diría que eso no era vivir, solo existir. Y tendrían toda la razón. Pobrecitas.

No eres la única que se lo ha preguntado, nena —Ni sería la última. Movimiento sexy de ceja—. Has estado adormilada durante años, aletargada, sin saber el rumbo que debías tomar —El Atila filósofo era muy sabio, sin duda. Y sexy, también. Todas las facetas de Atila lo eran, por supuesto—. Y ahora, estás despertando gracias a mí —Traducción: Despiertas gracias a mi bollicao, que solo con intuirlo bajo sus ajustados pantalones ya tenía más poder que los besos de cualquier príncipe de cuento—. Y mi brújula te señalará tu camino —Traducción: Mi bollicao te indicará hacia dónde tienes que mirar mientras ensarta tu donut.

Y, sí, todo esto fue capaz de decirlo incluso estando ocupado sobeteando a Ivonne por dentro de los pantalones sin perder el ritmo. Porque, cuando él quiere mandar un importante mensaje, da igual la profundidad a la que se encuentren sus dedos y lo concentrado que esté en su trabajo.

No era hora de darle a nadie con el cetro, era hora de darle con la manguera. Bueno, vale, con el cetro también, que para eso cualquier momento es adecuado. Pero ¿y el pico de audiencia que iban a tener con Atila sujetando la manguera y rociando a Ivonne medio en pelotas? Y, por primera vez, es literal, no es una metáfora de algo cochino.

Lo que no esperaba era la sauna turca que se montó ahí. Cojona, que al final ni audiencia ni nada, que se habían empañado hasta las cámaras. Si es que tenía que haberlo previsto, la sensualidad de Atila podía provocar fiebres, delirios y hasta las cataratas del Niágara. Y esto último sí es una metáfora. Dejó un segundo de secarla, se acercó a la cámara más cercana y la frotó un poquillo. Que no podía hacerle eso a sus fans, hombre. Sería decepcionante que no pudieran visualizar las artes del granjero. Se miró en el reflejo, movimiento sexy de ceja y vuelta de rodillas a terminar su trabajo.

Mientras la secaba, Atila se puso filosófico de nuevo. Pero esta vez en silencio. ¿Qué camino debía tomar él? ¿Con quién casarse? ¿Qué nombre le iba a poner al siguiente potrillo? ¿Debería plantar judías verdes en su huerto? ¿Qué era lo que quería en la vida? Es que a veces Atila se replanteaba cosas también, ¿eh? Una voz lo sacó de sus profundos pensamientos.

¡Eso, eso! ¡Lo de la yegua en celo! Eso quería él. Ya lo tenía claro. No tenía ni puta idea de quién era Lilith, pero también quería tirársela, sobre todo si tan lujuriosa era. Movimiento sexy de ceja. De un mordisco le abrió el botón del pantalón y de otro, le bajó la cremallera. ¡GRRRRR! Yeah, era una puta bestia del amor. ¿Que quería que le comiera el donut?

Lo que desees, nena. Si tú me dices donut, lo como todo —Le costó un poco bajarle los pantalones, porque estaban pegados por culpa del agua. Fallo suyo, hay que despelotar antes de apuntar con la manguera. La de caucho. Bueno, y la otra también llegado el caso. Pero los brazos de Atila tenían fuerza para levantar montañas, así que no se le resistió mucho.

Se abrazó a la cintura de Ivonne, con los ojos cerrados y una sonrisa en la cara. ¿Estamos hablando de un gesto romántico y cariñoso? Eeeeeh. NO, le estaba metiendo la nariz en las bragas, oliendo a través de ellas el mágico perfume que traspasaba mientras con las manos le apretaba el pompis—. Mmmmm, nena. Se me hace la boca agua —dijo relamiéndose, en plan sexy, como lo hacía él todo.

Y pim-pam-pum, bragas abajo. ¡Comienza la cata de Máster Chef Nuevo México! ¡CHAN CHARACHÁN!

Hoy, tocaba repostería. La aspirante Ivonne estaba deseando satisfacer al jurado con su postre. ¿Lo conseguiría? Tenía un punto a su favor: El jurado estaba deseando atiborrarse. Visualmente era un plato espectacular. Un donut de vainilla decorado con hilos de chocolate y un brillante glaseado apetecible. ¿Había demasiado glaseado? Porque resbalaba y todo. El juez Atila opinaba que no, que cuanto más, mejor. Se abrió paso para tener acceso visual completo a su plato, dentro de lo que era posible. Asintió satisfecho. Su agujero en el centro, la masa a primera vista parecía perfectamente trabajada. Y, ya se había dado cuenta antes, pero si lo tocaba lo notaba calentito, como recién salido de la freidora. ¡Mmmmm, qué delicia! Uy, uy, uy, y esa perlita, imprescindible. Un 10 en presentación, vamos.

Y ahora, a lo importante. Una bonita presentación podía caer por un mal sabor y, para eso, había que llevárselo a la boca. Se abrió paso entre los hilos de chocolate para poder hincarle el diente (Esto es una metáfora, ¿eh? No pensaba morder de verdad, joder). El juez Atila comprobó que la textura era blandita y jugosa, de esto que se te deshace en la boca (no literalmente, qué miedo). Como debía ser un donut. ¿El glaseado? Meloso, dulce, pero sin ser empalagoso, con un toque fuertecito de rock ‘n’ roll. Pasó la lengua para recogerlo todo y que no se desperdiciara ni una sola gota. En la dura perlita, el juez Atila se detuvo un buen rato para darle el tiempo merecido.

En resumen, la aspirante Ivonne había puesto ante el jurado un maravilloso donut que fue devorado entero ante las cámaras, sin que quedara ni una sola miga. También era cierto que el juez Atila no era demasiado tiquismiquis con estas cosas. Un donut era un donut, decía él.

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20/03/2020, 21:03
Ivonne Mary

Bueno. Un bueno como antes. Ivonne se apoyó en el mango de la pala. Y la otra mano desaparecida en la cabellera sedosa y negrísima del monstruo de los donuts. Casi tanto como su bosque coralino. De seda y oscuro. Alas de cuervo de tan negras que brillaban azuladas con ese glaseado tan rico que iba liberando para su amante granjero.

-Una…una…libación…para Dios…Ayyy…-Gimió. Jadeó. Suspiró. Menos mal que estaban dentro de la sauna,, envueltos de una densa atmósfera romántica. No se dio cuenta que una de las cámaras grababa. Y a saber si Atila llevaba otra incorporada en los ojos.

O en la punta del Bollicao. JAJAJAJAJA. Eso le dio la risa en medio del frenesí. Se agitó entre carcajadas y causó que su perlita única y linda se frotase con la naricilla y la barbita de su Love. Ay, qué cosqullas.

-Eso…Me mueerroooo…Ayy…¿Cuánto aguantas sin respirar? Buena pregunta, ya que agarró su cabeza y la sujetó con ganas apretando contra ella. -Bebe, glotón.

 

 

Ivonne flipaba. Seguramente flotó, despegó los pies del suelo, levitó. Esto es Amor de Verdad. -Eres un mago…Un Artista. -Ivy ascendió a los cielos, a la Gloria, se le giraron los ojos en blanco, los pechos dos pirámides con punta de obsidiana. Era una diosa, ahí despatarrada ampliamente para Atila, expuesta, elevándose con los brazos en cruz.

O eso creyó ella.O fue lo que observaron los espectadores.  Los que miraban las pantallas, que ya muchos se restregaban entre ellos y con ellos y unos y otros. Una bacanal orgiástica. Y la chica celestial disfrutó de su megaorgasmo bendito sean los cielos  y así en la tierra. Se sacudió toda ella, zarandeó el universo, el establo tembló. Puede incluso que cantase. Ya se vería luego en el montaje de la escena. Como fuese, las paredes se vieron abajo, los caballos huyeron, las vacas mugieron y se les cortó la leche. El tormenta y el vendaval nacido de su cuerpo destrozaron el techo y la madera y ladrillos volaron lejos hacia el infinito.

Así de guay y de emocional era ella. Já.

Cuando el glaseado remitió y la fuente de la vida dejó de manar, ella descendió de forma tan grácil y mágica y milagrosa como hubo levitado. Entonces, poseída siempre por Lilith la lujuriosa y lasciva logró ponerse en pie, trémula, trastabillando, temblorosa.

Impetuosa, imbuida de la fuerza de los Cielos, saltó sobre su Aquiles. Nooo, Atila. Hizo pinza con sus piernas alrededor de la cintura de su hombre, y se abrazó a sus poderosos hombros. Le comió los morros como si fuese su propio donut, y sus lenguas danzaron unidas por el deseo y el amor. No miró a la cámara, quién leches mira a la cámara, que enfocasen su precioso culo respingón. Su mirada animada intensamente por el deseo de Atila penetró en sus ojazos enormes y traviesos.

-¡Ensártame! Con la fuerza de mil dioses y el aliento de cien soles!!

 

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21/03/2020, 21:33
E. Atila Johnson

Gemidos, suspiros, gritos desesperados, gritos de emoción, más graves, más agudos… Muchas cosas había escuchado Atila mientras comía donuts. Pero ¿carcajadas? En la puta vida. Esta tía era rara de cojones. Si le estuviera haciendo “tilín-tilín” con el dedo en la perlita, así en plan cariñosete, entendería que le hiciera cosquillas. Pero estaba usando su potente lengua, ¿de qué se reía? En fin, era su hora de la merienda y él se lo tomaba en serio.

¿Que cuánto aguantaba Atila sin respirar?— El tiempo que haga falta, nena —respondió, no se sabe muy bien cómo, porque ni se le veía la cara, casi. Y aguantaba porque el donut de Ivonne era el aliento que le daba la vida. O alguna otra mierda poética similar, lo que mejor quede en el resumen del programa. Que no se piense la gente que era porque estuviera acostumbrado a pasarse horas enteras con la nariz metida en las entrepiernas femeninas. Pero sí, era por eso obviamente. Y aguantaba como un campeón, que tenía los oídos taponados de la presión que le estaba metiendo la pretendienta con las manos. Que poco más y se le sale la cara por el culo de la chica.

Atila no estaba seguro de si aquel gigantesco orgasmo había salido solamente de Ivonne o era el conjunto de orgasmos futuros que tendría audiencia mientras observaban sin parpadear esa escena y cuyo efecto traspasaba el espacio y el tiempo. Se preguntó cómo pensabas Cameron solucionar todos los éxtasis que había grabado con su cámara. Atila imaginó que les eliminaría el sonido y pondría de fondo un coro de niños angelicales. Sería súper precioso, joder.

Y, así, Ivonne, TODOS. LOS. DÍAS.

Atila se quiso levantar, pero antes de darse cuenta tenía ya a esa mujer encima. ¿Aún tenía ganas de más? Oh yeah, esa era de las suyas. Y me estoy dando cuenta de que he hablado poco del bollicao de Atila durante los últimos minutos. Poco, para lo importante que es, claro. Bueno, pues os resumo ahora lo que ha pasado con él. Estaba TAN empinado, que Ivonne podría sentarse sobre su paquete y se elevaría por encima de toda la población de Santa Rosa. Y no exagero, ¿eh? Bueno, un poco sí, pero pilláis la idea, que es lo importante.

Y la cogió del culo, claro, porque acción-reacción. En la cita anterior le había impedido continuar porque era un caballero generoso que quería causar buena impresión. Pero ¿dos días sin zumbarse a Ivonne? JA. NO.

Eso está hecho, nena. Pero te ensartaré con la fuerza de un solo Dios. Que soy yo, nena. Más podría matarte —avisó con preocupación. Que todas piden más, pero es que son unas inconscientes, joder. Luego los hospitales están llenos de mujeres en coma por creerse que Atila es como cualquier hombre Y NO. Bueno, me he calentado aquí. Que podría pasar, ¿eh? Perfectamente. Pero Atila sabe controlarse, hombre.

¡Uy! Y hace un montón que no seduce a la cámara. Guiño seductor. Mierda, si hoy no tocaba el guiño, tocaba la ceja. Es igual, coño. Estaba tan cachondo que ya se la soplaba todo. Guiño, ceja, todo valía. Si total, se iba a sacar el nabo en dos segundos y nadie iba a mirarlo a la cara. Se levantó. ¿Por qué, si ya tenía a Ivonne encima? Porque quería hacer una entrada triunfal. Y diréis, “pero si Atila ya está en escena”. No ESA entrada.

Total, que ahí estaba, de pie. A Ivonne la había dejado en el suelo tirada, espatarrada, con la puerta bien abierta para recibir una visita muy especial. Y Atila miraba a las cámaras, súper sexy, súper seductor—. ¿Estás preparada, nena? —¿Le preguntaba a Ivonne o a sus fans? Quién sabía. Unos segundos después llegó lo que tenía que llegar. Se lo bajó todo.

Para enfocar lo que salió de sus pantalones se necesitaban mínimo veinte cámaras puestas una al lado de la otra. Un camión cisterna no podría transportarlo. Algunos espectadores apartaron los ojos, era como mirar a un eclipse: tanta sensualidad, tanta hermosura irradiaba tanto fuego que podía quemarte los ojos, incluso a través del televisor. O esa era la sensación que daba. Y era un pene… una pena, quiero decir. Una pena muy grande.

No te asustes, no te haré daño —dijo, alzando una mano tranquilizadora. Joder, si es que quién no querría tirarse a ese machote sensible que se preocupa por empotrar pero con cuidadín. Se quedó unos segundos más mirando a la cámara, con los brazos en jarras y las manos puestas sobre la cintura, como el SúperMachote que era él. Porque quería que todo el mundo pudiera apreciarlo bien apreciado antes de que lo resguardara en la cueva. ¿Sí? ¿Ya está? ¿Lo habéis visto bien todos? ¿Os habéis quedado con ese culito prieto? ¿No? Entiendo... quién se fija en el culito cuando tienes un bollicao 5XL.

¿Pero podría meter lo que había que meter cuando Atila ya le había absorbido todo el glaseado del donut? Qué preguntas, hombre. Si solo con la visión del bollicao, eso debería haber creado un nuevo pantano en Santa Rosa. Después de un rato de pie para que el país entero pudiera ver cada centímetro de su sensual cuerpo desnudito, oh sí, qué sexy, como dios lo trajo al mundo, se tumbó junto a Ivonne.

Nena… sube que te llevo. Demuéstrame cómo cabalgas tú a un semental.

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22/03/2020, 19:08
Ivonne Mary

Agarrada como una pulga a Atila (no es un símil bonito, pero sí cierto y apropiado a las circunstancias) y sentada en la palanca de cambios de su entrepierna, resonaban en su cabeza esa frase apoteósica: TODOS. LOS. DÍAS. . Señor ten piedad de esta humilde pecadora que merece arder por siempre jamás en el infiero pero que implora tu perdón una y mil veces.

Todos los días. Ay, Dios. -Sí, quiero. -Pronunció con vehemencia. -Sí, QUIERO - repitió. A todos los días. A sus votos nupciales. ¿No podían casarse ya? Ahora mismo. Cameron o la nueva dire, La Isa, ¿no tenían potestad para celebrar las nupcias? O su cura. Eso, el sacerdote buenorro que oficiaba las misas. Que lo traigan. Ya.

Se acomodó en el bollicao. Bien centrada, a lo largo de la bonita línea que separaba sus dos nalgas redonditas y apetecibles. ¡Ñan! -Gritó alguien. -Parece un balancín. Qué cosquillas, jajaja. Mira - Comenzó a botar suavemente. -Jo, qué diver. -Subía y bajaba, frotándose las tetitas en cada pasada en el corpachón de él. Bajaba y subía -Uyyyyy, esto es la monda, cariño. Y tanto meneo sintiendo aquel bollicao en su entrepierna pues hizo que su flor se abriese de nuevo, floreciese y se llenase de polen esperando su abejita.

No venía nada de esto en el libro de las mujeres y bla, bla, bla, ni tampoco Maley le explicó nada. Sola ante el peligro. No. Con Dios siempre a su lado.

Su cariño se cansó de jueguecitos de parque infantil. Soso. La tumbó en la espesa paja, que estaba blandita y esponjosa. Porque era de Atila y le ofrecía a ella, lo mejor de lo mejor de su casa. La futura casa de Ivonne.

-No tardes, que me enfrío. Apúrate…-La boca se le quedó abierta en plan O , la entrepierna se le cerró cual almeja protegiendo a la perla negra. Y , con ojos de chica anime, observó la cosa que llegó de otro mundo para hundirse en su pantano. Sus ojos se agrandaban y agrandaban para salírsele de las órbitas o para abarcar todo el cohete a la luna que se le presentaba a la vista. -MADRE DE DIOS BENDITO-

 

Ivonne estuvo a punto de darse el piro. Desnuda, daba igual. Correría hasta su casa con sus papis, sin detenerse ni mirar atrás. No es posible que hombre alguno tuviese ESO. ¿O sí? Es que ella solo conocía la de Tobías. Que no estaba mal a su parecer, y ESTO, era como el doble de enorme.

Casi irrumpe en lágrimas. Casi. Porque entonces la Lilith interior salió de nuevo al exterior para hacerse cargo de la situación. Le faltó tiempo para sentarse a horcajadas sobre él cuando A T I L A , se estiró a su lado. -Subo a mi caballito. Y hombre y mujer yacerán juntos y copularán demostrándose amor y deseo. Tú y yo, hombre y mujer, mi esposo a los ojos de Dios, esta unión es bendecida por nuestro Señor Jesucristo. Lo veo. Lo siento.

Levantó el culete, cerró los ojos y se dejó caer, despacito, sobre el MEGABOLLICAO solo para ella solo para sus ojos. Uf…Madre…Virgencita…Descendía…poquito a poquito, latido a latido…Lo mismo que un ascensor a la menos veinte. No supo cómo, pero TODO el chuletón de medio kilo entró en su pequeña cueva de Alí Babá. Entonces se quitó el sujetador. Qué más daba. El mundo mundial los observaba a ellos dos. Ni la Superbolw. Todo el planeta y la estación espacial atentos, casi seguro, eso pensaba Ivonne, que ya no tenia claro si estaban en directo o en diferido, o soñando, o dentro de un sueño.

Las palmas de sus manos se sujetaron a las caderas del HOMBRE. -¿Qué te parece? Me cabe todo, jijijijiji. No me lo creo. Y cómo no, si toda ella era un lago glacé, una mujer ardiendo desde las entrañas, penetrada por la ANTORCHA DE LA VIDA. Su cuerpo se hizo líquido mientras inició un suave movimiento de ascensión al cielo, descenso a los infiernos.

-Qué ricooooo- cerró los ojos. -Te voy a dar muchos potrillos…ayuyuyuyyy…cogió una mano de él y la condujo a uno de sus pechos. Incrementó el ritmo, que de nuevo se ponía muy cachooooondaaaaaa- Quiero hacerte feliz. ¿Te gusta así? Dime, dime si no lo hago bien, que no se…Me guío por el instinto…-le tiró la lengua, entre gemidos- Y, así, Atila, TODOS. LOS. DÍAS. -Añadió, sonriendo así, como drogada, flipada del donut, vamos.

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23/03/2020, 16:40
E. Atila Johnson

Esa exclamación era exactamente lo que Atila había esperado. Sí, la madre de Atila había parido a un Dios entre hombres. Algunas divinidades portaban un tridente; otras, un martillo; otras, una espada. Atila portaba un garrote. El Garrote Divino. Casi podía tener campo gravitatorio propio. Así que la cara de susto de Ivonne también era normal.

No sabía muy bien por qué la chica tenía ganas de mencionar a Jesucristo en ese momento ni de hablar de uniones bendecidas. Suerte que nada podía bajarle el Calentón, con mayúscula y él siempre cumplía hasta el final. Porque ese poder especial de su Garrote Divino.

Después de tanto placer otorgado, al fin Atila recibía un poco de cariño en forma de guarida protectora y cálida para Espartaco.

Aaaaah, nena, sí… Claro que te cabe todo, nena —Él sí se lo creía. ¿Por qué? ¿Acaso pensaba Atila que el donut de Ivonne era también 5XL? No, es que cualquier agujero se abría por sí solo, deseoso de recibir en sus brazos al Garrote Divino. Ya lo había comprobado.

¿Sabéis cómo la gente, cuando escucha una canción o ve un concierto, a veces canta a la par? Pues en sus casas, todos los espectadores frungían al ritmo de Atila e Ivonne. En parejas, en tríos, en cuartetos… Y sin quitar la mirada del televisor, por supuesto. Porque, en aquel momento, ÉL era lo que les ponía.

Sí, Ivonne, nena. Ooooh, lo haces muy bi-en respondió. Esos saltitos que la chica pegaba, arriba y abajo, arriba y abajo. Ivonne le recordaba a su primera experiencia, Liberty Mendoza. También le botaban los pechos de esa forma tan graciosa. Tan graciosa, que le dio pena cuando le puso la mano en uno de ellos, evitando el movimiento. JAJAJA Mentira, no fue una pena, le gustaba agarrar los melones. Y así habría estado durante horas si fuera necesario. Hasta que algo se coló en su mente.

Potrillos. Potrillos. POTRILLOS. EL CONDÓN. Me cago en su puta vida. Me cago en la madre que lo trajo al mundo. Me cago en sus muertos. Nunca, NUNCA le había pasado eso. Nunca. ¿Dónde habían quedado las gomitas? Coño, en el granero, ahí pensaba llevar a Ivonne al final de la cita. Tanta emoción, tanta cámara, tanta hostia que no se había acordado; y tanta Ivonne deseando quedarse preñada que ella tampoco se lo había recordado… Tenía que hacer algo pero YA.

— Nena, escuchaaaaah, nena… —dijo, a duras penas. (A duros penes jejeje… Bueno, ya basta de chistes malos, que esto es una emergencia)—. Por dios, que gusto… Pero no pode-EH-mos… —¿Qué? ¿Fornicar? Si ya lo estaban haciendo—. Hijos, no. Bastardos, mi abuela… ­—¿Qué hostias tenía que ver la abuela de Atila con todo esto? Que a la mujer, por mucho que adorara a su nieto, le daba un parraque si iba por ahí engendrando a diestro y siniestro.

Sigue así… No, no sigas… Por dios, sí, SIGUE…  ­—Qué puto dilema. ¿Qué tenía que hacer? Eso no podía continuar, coño, que si al final no acababan casados y esa tía se presentaba con un bombo en casa, los huevos de Atila se le iban a poner de corbata. Pues nada, tendría que detenerse y esperaba que sus soldados no hubieran mandado una avanzadilla. Eran muy formales, la verdad, Atila confiaba en ellos.

Así que le dio la vuelta a Ivonne, tumbándola en el suelo y sacando a su más preciado amigo antes de lo previsto. Era lo más puto difícil que había hecho en años. Espartaco, brillante por el glaseado que Ivonne había compartido con él, seguía enhiesto y dispuesto para volver a la acción. Pero eso no podía ser. Miró a la cámara, señalando con el dedo.

Esto, jóvenes, nunca lo hagáis. Así, no —dijo, con la respiración entrecortada, mirando a la cámara y con el garrote colgándole. Atila era un educador, también, ¿lo sabíais? Una figura paternal que enseñaba a los iniciados en el placer carnal todo lo que debía aprenderse—. SIEMPRE. CON. CONDÓN.

La hora de la cita se acababa. Los cámaras empezaron a recoger, el director pedía a todo el mundo que parase. Pero, antes de apagar, se escuchó a Atila, de pie frente a Ivonne, diciéndole a la joven:

¿Tienes hambre, nena? A mí no me importa repetir postre. O, si quieres ir al granero, ahí tengo..

Retransmisión cortada.

 

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23/03/2020, 20:47
Ivonne Mary

A Ivonne le dio un pasmo cuando su ATila se salió de sus entrañas y contaba no se qué tonterías y moñeces y gipolleces. Porque no era Ivy , era la pervertida localdonut de Lilhit, la primera mujer. 

-¿Qué...Qué...quÉ...qUÉ...QUÉ? ¡¡¿QUÉ?!! 

Su futuro marido la dejaba ahí, por un maldito condón. ¿qué clase de hombre hace eso? ¿Quién podía pensar en protecciones cuando estaban tocando los dos el cielo con las yemas de los dedos? ¿qué clase de pasión era esa???

Y claro, como que le vino el ataque de ansiedad. Ay. Los cámaras empezaron a moverse nerviosos, retrocediendo. Amedrentados por la cara de gorgorna que emergía en las bellas facciones de la encantadora y dulce Ivonne.

 

-TE ODIOOOOOOO. TE ODIOOOOOO. TE DETESTOOOOO. MALDITO HIJO DE SATANÁS. EUNUCO. INVERTIDO. GAY. MARICÓN. TE ODIOOOOOOO.

Y se puso a aporrear aquel pecho de acero Superman. Llorando cual Magdalena piadosa , lo mismo que una docena de plañideras.

-ARRGGGGG. ME QUIERO MORIIIRRRRRRR. QUE LOS ÁNGELES ME LIBEREN DE ESTE DOLOR HORROROSO Y ESTA VERGÜENZA -lo era, lo era, delante del Universo y Más Allá del Borde Exterior sería retransmitida la escena, y su Atila se comportaba como un CAPÓN. 

Golpeando con los puños y pataleando, se puso en pie de un brinco, recogió sus ropas y salió de allí corriendo, humillada, a su forma de ver, maldiciendo a todo cristo, y con una furia infernal en los ojos que ríetete tú de los jinetes del Apocalipsis y sus escuderos. 

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23/03/2020, 23:19
• Granjero Busca Esposa •

Escena finalizada