Partida Rol por web

Historias de Horror I.

Diálogos.

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05/12/2018, 18:05
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA, TERRENOS DE LA PRISIÓN:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 9 DE ABADIO.

AVANZADA LA TARDE.

La reacción de Velkan, hizo que, aunque las lágrimas seguían brotando, yo enmudeciera, y sólo quedaran unos hipos inconexos. El salvaje ya se alejaba hacia el carro mientras yo me había quedado clavada en el suelo.

Pero... pero... ¿Qué...?

Miré a mi alrededor, confusa. Quise ver si a alguien más le resultaba extraño el comportamiento de Velkan, pero todos querían llegar cuanto antes al pueblo y apenas nos prestaban ya atención.

Quise llamarle, pedirle que me explicara lo que pasara, pero cuando al dolor se le suma el orgullo, nada bueno ni inteligente asoma. Así que me callé. Me limpié la cara, o más bien me la ensucié aún más, pues las lágrimas habían dejado un camino de piel blanca entre la suciedad pegada al rostro y al querer secarlas todo se había mezclado, y avancé tras el resto como si nada hubiera pasado.

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05/12/2018, 18:14
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

ESTABLO DE LA CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 13 DE ABADIO.

NOCHE.

Había elegido una hora tardía, pero antes de la medianoche, por lo que seguía siendo Dia del Juramento, para reunir a mis hermanos. A aquella hora, después de cenar, todos se retiraban a dormir o a ocuparse de sus asuntos aprovechando la tranquilidad. Y así quise hacer yo.

No dudaba de que Gruñido viniera, pero tras lo que se podía llamar mi última conversación con Velkan, me alivió verle entrar al establo. Tenía algo que contarles, a los dos, y era mucho mejor poder hacerlo en una sola vez, y así someterme a un solo juicio. Había sido una cobarde, y en ese momento no es que la cosa cambiara mucho, pero con Velkan tan distante había algo que no podía empeorar mucho más.

- Hermanos. - Les invité con un gesto a tomar asiento allá donde pudieran. Yo permanecí en pie. - Gracias por venir. Tengo algo importante que deciros. Algo que debí haberos dicho hace mucho tiempo. Y no lo hice, pues tenía miedo de que Velkan volviera a marcharse cuando volvió, y Gruñido... Cuando todo esto ocurrió eras sólo un niño, y pensé que era mejor para ti no saberlo. Sin embargo, no es justo, para ninguno. Es posible que lo que voy a contaros cambie vuestra opinión sobre mí, y también, la opinión de Gruñido sobre Velkan.

Por comodidad, y quizá porque era más práctico, comencé a hablar mirado y dirigiéndome al semiorco.

- Gruñido. Hace diez años, Velkan no nos abandonó sin más. Sí, sé que es cruel que te haya dejado pensar eso, durante tanto tiempo, o que hayas pensado que en algún momento yo le guardaba rencor por haberlo hecho. Pero no es cierto, no puedo guardar rencor a una persona que hizo lo que yo le pedí. - Hice una pausa, mientras dejaba que Gruñido reaccionara a aquello. - Sí, yo le pedí que se marchara. Aunque realmente no quería hacerlo, ni pensé que se marcharía tan pronto. No sé por qué lo hice... Bueno, sí que lo sé. No quería que Velkan supiera la verdad de lo que ocurría, ni enfrentarme a la posibilidad de que intentara impedirme hacer lo que hice apenas unas noches después: lo que empecé cuando fuimos atrapados por los aldeanos, y terminé una noche después, tras conocer a Konrad.

Dudé unos instantes sobre cómo seguir. Entendía que ahora mismo las cabezas de ambos hombres debían estar echando chispas. Llegué a la conclusión de que para explicar bien los hechos, ahora tocaba aclararle las cosas a Velkan.

- Velkan... - Me obligué a mirarle. - Aquella noche... Lo que te dije... No te mentí. Los dioses hablaron conmigo, y lo que te conté era cierto. Cualquier fruto de mi vientre nacería como una abominación. Yo estaba maldita. Eso lo sabes, aunque no lo creíste. Pero esa no es la cuestión que vengo hoy a tratar aquí. Cuando los dioses hablaron conmigo... cuando te dije aquello... Yo... - Tuve que parar, evitar echarme a llorar de nuevo, y armarme de valor para seguir hablando. - Estaba embarazada. Puede que no lo notaras, pero me faltaba el sangrado desde hacía más de un mes. Y, por si eso no fuese poco, aquí empieza lo peor.

A pesar del frío, estaba sudando, y tiritando a la vez. El esfuerzo por hablar y el recuerdo de aquella noche hacían que ambas sensaciones se juntaran. Volví de nuevo la vista al pequeño de mis hermanos.

- Gruñido. Aquellas noches, lo que viste. Ambas, pero sobre todo la segunda... Fue un ritual, eso lo sabes. Yo ni siquiera recuerdo qué fue lo que te dije que pretendía con él, pero sé que no te dije la verdad. Es posible que ahora lo estés imaginando. Aquella segunda noche, en el bosque... Terminé un ritual con el que le pedía a Ithaqua que se deshiciera de mi embarazo, y que no permitiera que aquello volviera a pasar. Y toda aquella sangre que viste, fue mi tributo a cambio. Mi dios se quedó con lo que habría sido mi hijo. - Ahora, desvié la vista repentinamente para volver a mirar a Velkan. - Nuestro hijo.

Tras aquello, me quedé quieta, aún en pie, con la cabeza baja y los brazos exageradamente rectos y pegados a ambos lados del cuerpo, en una postura casi antinatural, como si esperase recibir golpes de los que no debía defenderme. O palabras que debía escuchar por mucho que no quisiera hacerlo.

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06/12/2018, 15:32
(CC) Cazador.

CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DE LA LUNA, 10 DE ABADIO. COMIENZA UNA NUEVA SEMANA.

ATARDECER.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Cosmin, y no pudo evitar emocionarse un poco al escuchar el amable ofrecimiento. -Sí, me quedaré aquí en Ravengro uno poco más. Y ayudaré en lo que pueda.

Sobre el siguiente paso, no se pronunció aún. Tenía que pensarlo. Sentía cómo su vida comenzaba ahora en una página en blanco, y no quería escribir nuevas líneas sin estar seguro. -El ofrecimiento de la Coroña Carroña es tentador, sin duda. Me lo pensaré, pues en caso de aceptar quiero estar seguro de estar a la altura.

Luego escuchó cómo Konrad hablaba de su maldición. Cosmin había visto cómo la niebla le había devuelto en forma de una terrible bestia. Aquello le había perturbado, pero muchos habían sido los sucesos increíbles y extraños en aquel lugar, y aún tenía que asimilarlo todo. -Por momentos pensé que había sido un conjuro de algún espectro malvado durante la lucha, pero veo que ya cargaba con eso antes. Todos tenemos que lidiar con algo, señor Mykephoros. Y parece llevar bien esa carga.

Le gustaba el plan que le ofrecía el noble. Le hacía sentirse importante, y confiaba en poder ayudarle a encontar a su hermanastro. El sentimiento de familia, de pertenecer a un grupo, Cosmin no lo había sentido nunca. Pero lo respetaba.

-Daré mi respuesta en breve, le dijo y ofreció su mano a modo de despedida.

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07/12/2018, 19:14
(CC) Velkan Matacambiantes.

ESTABLO DE LA CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 13 DE ABADIO.

NOCHE.

No quiso ir, no tenía ninguna gana y sin embargo fue. El bárbaro era poco menos que una alicaída sombra que rondaba por la casa de los Lorrimor en silencio, evitando encontrarse con el resto de sus compañeros. No tenía ganas de hablar con nadie ni siquiera con sus hermanos, en el único momento en el que Velkan se hacía notar era cuando sacaba su banjo y tocaba. Siempre el mismo estilo de triste y agónica canción, no interpretaba nada diferente. 

Velkan no llegó a entrar al establo se quedó en el quicio de la puerta, amparado por la penumbra que le proporcionaba esa posición. No miró a la mujer en ningún momento y a su hermano Gruñido, únicamente lo hizo de refilón y durante un período de tiempo que no llegaría a un par de segundos. El resto del tiempo la mirada del salvaje del clan Gorra Roja estaba clavada en el suelo. Su mano agarró el marco de la puerta que daba lugar al establo, en ella se podía apreciar heridas en la zona de los nudillos que todavía no habían llegado a cicatrizar. Sus ojos estaban escondidos bajo las sombras y las espesas cejas rubias. Durante la exposición de la mujer pelirroja el bárbaro casi no se movió, se mantuvo como un fantasma, en silencio, tanto era así que incluso su respiración pasó a ser un susurro prácticamente inaudible. El único indicio de vida que se podía percibir con nitidez del cuerpo del bárbaro era su mano, que apretaba con todo su ser el marco de la puerta que sujetaba. Sus nudillos estaban blancos y los músculos de su brazo tensos como cables aunque debido a la oscuridad eran difíciles de ver.

No respondió inmediatamente, dejó unos incómodos segundos de silencio antes de abrir la boca. Mucha información había llegado a la cabeza del bárbaro, muchas imágenes contrapuestas y demasiado horror. Las nieblas amarillas le habían cambiado, las vivencias y horrores sufridos desde la muerte del Profesor Lorrimor habían dejado mucha huella en el cuerpo y la psique del Matacambiantes. Quizás todas esas ideas y conclusiones, fueron las que impidieron una reacción más enérgica o salvaje, quizás eso o el pasado que en un momento compartieron. La tensión en la mano era tanta que ésta temblaba y cuando él se dio cuenta la escondió entre las sombras junto al resto de su cuerpo. En ese momento fue cuando habló.

No soy tu hermano y si en algún momento lo fui me esforzaré por olvidarlo.

La mirada seguía baja y en aquel momento lo único que se veía con claridad del hombre eran las puntas de unas desgastadas botas en la zona de luz que se colaba desde el exterior, todo el resto del cuerpo del bárbaro estaba en la oscuridad. Sus gestos como mucho se intuían, pero eran difícilmente apreciables.

No eres de fiar y el error fue mío por no darme cuenta antes.

Su voz siempre había sido grave y profunda, pero en aquel momento sonaba más, distorsionada como el eco de un pozo perdido. La sombra parecía tranquila y casi no había movimientos por parte de su cuerpo, salvo una innegable y poderosa tensión en su mandíbula que no podía ocultar por mucho que quisiera. Miró a Gruñido y se dirigió a él.

Eres un hombre adulto y como tal tienes que tomar tus propias decisiones pero no te dejes llevar por ella, es traicionera y mentirosa. Durante años te engañó y a mi... también, ten cuidado. Hazme caso.

Tras eso el único sonido que produjo el enorme cuerpo del bárbaro fue el de un largo y hondo suspiro que precedió al ruido de sus botas, un ruido corto. Las botas dejaban de verse por el pequeño resquicio de luz que se colaba.

Respetaré la voluntad del Profesor Lorrimor y permaneceré aquí hasta entonces y cuando reciba mi parte me marcharé. Desapareceré y no me volverás a ver. Hasta entonces no volverás a pronunciar mi nombre, no volverás a hablar de mi, ni a mentarme. No existes para mi. No hay perdón posible para ti Sascha porque yo no perdono a quién asesinó a mi hijo, ni a quién destruyó a mi clan. Ni a ti, ni a tus dioses. Cuídate Gruñido.

La voz estaba rota, las visiones comenzaban a tener sentido, hasta el Hombre Andrajoso lo había visto antes que él. El ruido de botas volvió a sonar pero rápidamente se fue alejando hasta desaparecer.

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07/12/2018, 23:32
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

 

ESTABLO DE LA CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 13 DE ABADIO.

NOCHE.

- Pero no hubiera sido humano. No...

Sentía la necesidad de justificar aquello, aunque no servía de nada, pues Velkan se había marchado ya y además no me hubiera escuchado.

No era justo. Había ocultado cosas, cierto, pero no era mi culpa haber sido elegida para ser bruja, y estar maldita.

Pero permanecí callada, esperando la reacción de Gruñido.

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09/12/2018, 01:20
(CC) Gruñido.

ESTABLO DE LA CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 13 DE ABADIO.

NOCHE.

Gruñido escuchaba. No lo hacía confuso, ni aturdido. Esos tiempos habían pasado para él. Era como había señalado Velkan, un hombre (¡Hombre!) por pleno derecho. Los asuntos de Sascha con los dioses y el fruto de su vientre sólo a ella le concernían cuando sola se había encontrado, aunque su cabeza debía haber tal huracán que a Gruñido le sorprendía que se oyera pensar. Pero Velkan, eso era arena de otro costal.

Palmeó el hombro de su pariente con una mano pesada, pero ese peso reconfortante pronto dio paso a una presión feroz y a unas uñas afiladas que se hundían en la carne. Con un movimiento súbito y una fuerza casi inhumana arrancó al hombretón del dintel y lo arrojó al interior del establo. Cuando la puerta se cerró de un portazo, no había rastro del hombre. Sólo estaba el orco. Esputos de saliva acompañaban sus palabras que sin embargo parecían mas inteligibles que nunca, mientras un brillo rojizo, peligroso, destellaba en sus ojos.

- Bien olvidar que ser tu hermana cuando le clavaste la verga, así que ahora no hacerte víctima, Velkan. Eso ya lo sabías. Como supiste salir corriendo sin ver más allá de la punta de tu banjo cuando aceptaste irte al pedírtelo Sascha. No costarte mucho, no. A Gruñido dolerle las muelas de mascar suelas de zapato encontradas en la basura, y no verse el verde en su piel, sólo morado después de las palizas para salir de los sucios callejones. Y tú tocando tu banjo y agitando tu miembro por los pueblos. Sólo fueron unos años, hasta que ser más mayor, aunque no guardar rencor por ello, ya no.

Bien podéis no hablaros y bien podéis abandonar, ser vuestra elección. Yo soy el orco. Siempre ser orco. Pero antes de sentir vergüenza de veros actuar como los de las casas de piedra, acabar con los Gorra Roja para siempre, eso poder jurarlo aquí y ahora por esos dioses a los que entregaste vuestra sangre, Sascha.

Puede que dioses no existir, como decir el pajarito de Vandel. Puede que reírse de nosotros. Gruñido no saber. Pero si no os levantáis, os ponéis esa Gorra Roja en vuestra alma y volvéis a crear el clan, merecéis que vuestra sangre se derrame y sea olvidada.

Gruñido hacer honor a palabra. Quedar un mes con señorita Kendra. Luego ir a cumplir voluntad del Profesor Lorrimor. Pero ahora haber alguien ahí que esperar a Gruñido. Si no debo mirar atrás no lo haré. Sois mis hermanos y sangre de mi sangre. Demostradlo o buscaré mi propio camino. Contáis con mi Gorra o con el filo de mi espada, lo que elegir, tener... -

Los caballos piafaban inquietos demostrando que percibían la intensidad de las emociones que se sucedían en el recinto del establo, y pateaban nerviosos el suelo de sus cubículos. La mano crispada del semiorco soltó con un esfuerzo palpable la empuñadura de la espada que llevaba al cinto, mientras sin dar la espalda a los asombrados bárbaros abría la puerta, dando paso franco a cualquiera que quisiera irse. Aún le quedaba trabajo en el establo, y aceptaría que marcharan o hablaran. Esperaba poder controlarse en este último caso.

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11/12/2018, 22:50
(CC) Velkan Matacambiantes.

ESTABLO DE LA CASA DE KENDRA LORRIMOR:

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 13 DE ABADIO.

NOCHE.

Le sorprendió la reacción de Gruñido, le sorprendió también que le clavara las uñas en el hombro y le sorprendió todavía más agarrara con tanta facilidad y lo volteara hacia el suelo como si fuera poco más que un simple fardo de paja y que él que había derrotado más de una treitena de enemigos en los últimos días no hubiera sido capaz ni de hacer el más mínimo gesto para oponerse a eso. Quizás eso fue porque nunca hubiera esperado que Gruñido actuara así con él. Allí tirado en el suelo y desmadejado lo que le sorprendió fue no recibir una puñalada más por parte de Sascha, incluso esperó un poco en el suelo por si tenía que llegar. No fue hasta escuchar las primeras palabras de Gruñido que comenzó a encontrar un poco de luz en todo aquello, una luz que por contra no hacía más que oscurecer aquello. No se levantó de golpe, pero se giró para comenzar a hacerlo mientras meneaba su melena rubia de un lado a otro y comenzaba a hablar.

Me fui porque me lo pidió y lo volveré a hacer porque me engañó pero tú me culpas a mi porque la clavé la verga. Da igual como sea la historia la culpa es mía a tus ojos porque la clavé la verga, ya no puedo llamarla hermana porque la clavé la verga no porque me mintiera o me pidiera que me marchara. Siento que clavarla la verga a Sascha te produjera tanto dolor Gruñido, de verdad. Lo hice por el clan, un clan sin descendencia se muere pensé que no tendría que explicar eso a estas alturas.

Tras eso se incorpora levemente y se coloca de rodillas mientras echa la melena rubia hacia atrás para que no incerceda en su campo de visión antes de volver a hablar de nuevo.

¿Crees que yo comí solomillos con cubiertos de plata Gruñido? ¿Pensaste en qué comí yo durante ese tiempo? Lo dudo, pero cuando tú comías esas suelas de bota podías mirar siempre a un lado y tenías a alguien. Yo pasé tantas penurias como vosotros pero lo hice siempre solo. Pero es más fácil culparme a mi. ¿Crees que a mi me aceptaban con los brazos abiertos? ¿Crees que me llaman Matacambiantes por respeto? Ve y pregunta por el pueblo y verás lo errado de tu idea.

Tras eso colocó la planta de su bota derecha sobre el suelo y luego sus brazos sobre la rodilla para comenzar a enderezarse y ponerse finalmente en pie cuan largo era.

Me fui porque entendí algo que vosotros no habéis hecho o no habéis querido entender. El clan Gorra Roja está muerto, sin descendencia no hay continuidad de un clan. Era el líder y fracasé, Sascha me pidió que me alejara de ella ¿qué querías que la persiguiera? ¿qué suplicara por favor que no lo hiciera? Yo lo acepté hace tiempo y no es agradable aceptar el fracaso. ¿Qué pensabáis? — En ese momento se giró y miró por primera vez a Sascha —¿Qué después de esta revelación me iría con vosotros a vivir con Konrad? ¿Qué le cuidaría los caballos o haría lo que quiera que haga una ama de llaves? ¿Es para vosotros eso el clan? Jamás seré el siervo de nadie. Yo también salvé al hermano de Konrad, ese chico sigue vivo gracias a mi pero no diría por eso que es un miembro de mi clan ni le pediría que me sirviera. Seguid con vuestra fantasía si queréis pero no es la mía, yo no estoy en ella.

Tras eso volvió a girarse a Gruñido antes de chasquear la lengua para volver a hablar de nuevo.

No pongas esa cara, si lo que buscas es una impresión por mi parte no lo conseguirás. Miré al Hombre Andrajoso a los ojos y a su lado no eres ni un cachorrillo. Por cierto hablando de abandonos no os vi allí a ninguno de los dos cuando el Hombre Andrajoso me encerró a solas con él, cuando abrió mis tripas para devorarlas, tampoco cuando me encerró en su reino, allí estaba solo y cuando entró en mi cabeza tampoco os vi para ayudarme y creedme fue mucho peor eso que morder botas, no podéis ni imaginar lo que fue. Pero yo sí estuve cuando esa guadaña casi te parte en dos, fue mi hacha la que impidió eso. Supongo que no es comparable.

Agarro su barbilla y su nuca con las manos y crujió un poco su cuello mientras movía los hombros, en ese momento se fijó en los hilillos de sangre que brotaban de él por las zarpas de Gruñido.

Si lo que quieres decir Gruñido es que si no hago lo que quieres intentarás matarme, hazlo. Ya, no lo pienses. Estoy desarmado, perdí mi hacha y aunque los dos sabemos que sería muy fácil nunca la levantaría contra ti. Yo no derramaría tu sangre. Si no vas a hacer nada aparta de mi camino entonces. El clan es un espejismo, no hay clan sin confianza y no tengo confianza en quién me miente. Me quedaré como pidió el profesor Lorrimor y luego me marcharé a buscar a los supervivientes del asilo. Están medio locos y no me recuerdan demasiado bien pero agradecen mucho que luche a su lado y sangre por ellos, supongo que eso ya es mucho.

Y si ninguna zarpa salvaje volvía a zarandearle, ni lanzarle a ningún sitio Velkan se iría por la puerta, como pensaba hacer anteriormente.