Partida Rol por web

Desciendo y entro en el banco, tratando de mantenerme a cubierto. Con una actitud comprensiva, en plan negociador, le digo al señor Bellosto que entiendo que su vida, como la de muchos es una mierda y que parece que nada tenga sentido, pero que si dispara ese arma solo va a conseguir empeorar la situación. Además, ese pobre cajero que parece haberse meado encima no es más que eso, otro peón reemplazable en este juego. Si disparas contra él estarás disparando contra alguien como tú.

Los asustados clientes del banco se detuvieron aterrorizados en la puerta al ver una figura descender de las alturas entre nubes de vapor y siseos infernales. Al principio pensaron que se trataba de uno de los HACENDA-2 del gobierno que venía a salvarles pero al distinguir la escafandra y el traje metálico con el emblema de la calavera una nueva oleada de terror les heló el alma. Los desgraciados entraron de nuevo al banco sólo para ser recibidos por una nueva andanada de disparos. Dos se derrumbaron muertos y el resto buscó refugio entre los escritorios.

El Necronauta entró al banco caminando lentamente. Eladio todavía no estaba completamente hecho a su nueva condición y a veces tenía problemas. Sin embargo, allí había gente en peligro y su consciencia, lo poco que quedaba del ser humano que había sido, le impulsaba a hacer algo.

El hombre calvo con el rifle observó alucinado al Necronauta, una figura negra como la muerte, avanzar hacia él con pasos metálicos y bamboleantes. Su expresión se convirtió en una máscara de horror y desconcierto al oír su voz de ultratumba:

El Necronauta había perdido ya la cuenta de la cantidad de almas inocentes que cargaba sobre sus espaldas. A pesar de ello al ver caer a las dos nuevas víctimas algo resquebrajado dentro de su alma se rompió un poco más...
Siempre había mantenido una relación de amor - odio con los humanos, tan capaces de lo mejor y lo peor. Estaba gobernado por una pugna interna. La mayor parte del tiempo estaba convencido de que los humano necesitaban simplemente un empujón para caminar por el buen camino, aunque otras veces la esperanza en la especie humana desaparecía y se sentía tentado a iniciar un exterminio absoluto. La ironía estaba en que cada vez que emprendía acciones en defensa de los humanos había víctimas inocentes… una broma macabra. Quizá debiese intentar exterminar a la humanidad y quizá así consiguiese justo lo contrario.
Podía sentir el terror en todos los presentes, especialmente en el hombre armado, que más que amenazarle parecía esconderse tras el arma automática. El miedo siempre había sido su energía motriz, podía sentir el miedo en los demás y en esos momentos no existían las dudas. Desaparecían los relativos y los grises. El miedo es una emoción primaria, absoluta, brutal. El pánico reflejado en los humanos era a la piedra angular de su existencia.
Se detuvo tranquilo, y tras una pausa su grave y turbia voz inundo los rincones de la sucursal bancaria:
“Sobran las presentaciones, tu cuerpo sabe quién soy, esa fuerza opresora que te nace en los intestinos y que sube impidiéndote respirar… Es un mecanismo defensivo, tu cuerpo trata de mantenerte con vida, y de tu decisión ahora depende que lo logres.”
“Puedes entregar tu arma ahora y vivirás. Si ofreces resistencia no solo perderás la vida, si no que además cargarás con la responsabilidad de cada muerte colateral que de seguro se producirán. Si, YO SOY LA MUERTE, y te estoy dando la oportunidad de posponer nuestro encuentro…”

Al ver la adrementadora figura del Necronauta dirigirse a él con voz de ultratumba, el loco del rifle palidece y el sudor empapa sus manos, su cara y sus sobacos. No parece estar oyendo nada y sus ojos parecen a punto de salirse de las órbitas.

 Mira a su alrededor como si viera visiones y alza su arma con pulso tembloroso:

-¡Desaparece, horrible visión!-grita apretando el gatillo.

¡BANG!

El tiro sale desviado y alguien gime a tu espalda antes de derrumbarse. 

Lamentablemente, el tipo tiene más balas y parece que está muy nervioso.

El necronauta, impasible, acepta estoicamente la situación, muy bien si eliges muerte, muerte tendrás. Se escucha un ligero zumbido y el nota el pequeño campo magnético que acaba de brotar, los ya familiares indicios de que el rayo de la muerte estaba listo, ansioso por segar otra vida.

"Alea jacta est"

Las baterías del exotraje estaban al 99%: las hondas psíquicas generadas por el terror de los presentes las habían cargado hasta los topes. Eso le permitió moverse a una velocidad increíble.

El guantelete del Necronauta bajó hasta su cinturón con una secuencia mecánica y fulgurante difícil de seguir con el ojo: la pistolera se abrió y un arma de gruesos cañones y aspecto siniestro apareció. Su cargador de necrocarga brillaba con una siniestra luz verdosa indicando potencia máxima.

La barra de carga de "Rayo de la Muerte" apareció en su visor.

"Desea ejecutar Rayo de la Muerte: SI/NO"

Click Sí a todo.

La pistola del Necronauta brilló como un sol en miniatura y un chorro de luz chisporroteante impactó contra el pecho del hombre.

El rifle cayó al suelo con estrépito. A continuación, su dueño cayó de rodillas mirándose aturdido el agujero negruzco que tenía en el pecho. 

Alzó la mirada hacia la figura oscura que le había arrancado la vida. Alzó una mano temblorosa hacia el Necronauta, intentó decir algo y se derrumbó en el suelo.

A espaldas del Necronauta, la gente empezó a asomar de sus escondites sólo para empezar a gritar de terror de nuevo: un pirado con escafandra y pistola de rayos estaba masacrando a gente indiscriminadamente.

Para evitar más problemas, salió del banco y activó su jet-pack para alejarse volando mientras meditaba sobre su nueva vida. Aún tenía mucho que aprender.