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Notas de juego

Notas de juego

El garoé es el árbol de la vida en una tierra donde ninguna otra vida podría haber agarrado. Los vientos derribaban la vegetación, sin dejar crecer más que matojos en las heridas de la tierra. Las nubes atravesaban el cielo sin ofrecer su compasión a las gargantas resecas. Sólo soledad y abandono se conocía en aquel paraje rodeado de aguas envenenadas con la sal de los lamentos de los sedientos.

Hasta que llegó el día en el que quiso la casualidad que una única semilla llegó desde más allá del mar, alcanzando el único lugar en el que podría darse el milagro.

La diminuta semilla brotó.

Protegido del viendo en un capricho de la tierra, un pequeño laurel comenzaba a tomar altura, enterrando sus raíces y desafiando con su frescor a las nubes que no deseaban romper, al viento que intentaba derrivarlo, a los deseos de los hombres muertos de sed, y a sus hijos de enormes ojos y labios agrietados por la sal del mar.

"¿Porqué lo intentas?" Rugían las nubes a su paso "Incluso las poderosas encinas se inclinan para rendir pleitesía a nuestra fuerza".

"¿Porqué lo intentas?" Susurraban los lagartos gigantes que disfrutaban del sol y la falta de lluvia "Esta tierra siempre ha sido como es. Tu perseverancia nos es imposible de comprender"

Hasta que un día, fue una voz diferente y desconocida la que preguntó.

"¿Porqué?" Lloraba esa voz al ver al diminuto laurel que brotaba del suelo "Si todos creen que no lo lograrás ¿cómo tienes fuerzas para seguir?. Las nubes no lloran aquí, negándonos el don de la vida, el viento sopla con una fuerza capaz de arrancar montañas y sueños. ¿Porqué entonces, te alzas?"

Y en ese momento, el viento se engrandeció, arrastrando consigo una de las nubes más oscuras y terribles que surcaban el cielo. La figura se abrazó a sí misma, inclinándose frente al diminuto árbol silencioso, que extendía sus hojas contra el cielo sin sentir el frío, sin derrumbarse contra el viento, sin rendirse...

Y entonces, el árbol sintió el frío y la sed de ese ser postrado a sus pies, y por primera vez, lloró. Las nubes ya no eran oscuros demonios, sino promesas. La fuerza del viendo dejó ser amenazadora, sino una caricia, y las lagrimas del árbol se convirtieron en pequeñas gotas que, cual rocío, se sumaban las unas con las otras hasta derramarse sobre la sedienta tierra, y sobre las manos de quien, postrada ante el árbol, contemplaba el milagro.

Por eso el Garoé es el árbol del agua en la tierra donde nunca llueve.

Por eso el Garoé es el árbol de la vida.

Notas de juego

Pd: 15, perdoname pero ya habia escogido al kitsune antes por privado.