- Ostie tu, jo tambe suspitaria de mi mateix amb aquest resultats. Mes si ve de un traidor a Catalunya com voste Rivera. He oferit un pacte de mases per votar conjutnament, una cosa que mai s'ha fet en auest pais que tant li agrada. - Señaló la bandera de españa. - Aixi que jo, seguint les meves propies sopites, votaré a qui creec que es culpable. Y se que Capdevila es bona gent, aixi que si jo se que no soc un d'aquest fills de puta, nomes em queda un nom a la llista. - Miró a Soraya, y negó con la cabeza.
- Feixistes... - Pero después miró a Rafael. - Mira qui parla, un opressor amant del sistema y molt proper a Fatima, qui esta vist qui era... Jo no se, pero no parlaría tant si fos un feixiste amant del asesinats. -
Se adelanta la traductora, mientras se peina. Por supuesto, ser catalana es tener estilo,s er divina e inteligente. No como los demás mortales fascistas que poblaban el lugar. - Lo que el honorable representante de esquerra republicana de catalnya, Joan Tarda, quiere decir es que tras la última votación poco acertada es normal que sospeche de su persona, así mismo, votará según consciencia para desenmascarar a los culpables y señala a los cercanos a Fátima. Como por ejemplo, a Soraya, que es quien recibira su voto este día de hoy. -
El día cae, casi todos lleváis a cabo vuestro derecho a voto, aunque los resultados del día parecen claros habrá que quedarse con otras lecturas más allá de las obvias...
El recuento que lleva a cabo Ujier es ágil, cada día tiene más práctica el respecto. Sus ayudantes corroboran los resultados y alzando la voz la Ujier jefe sentencia:
El recuento ha finalizado, ha sido fácil y el resultado obvio. Una clara mayoría habéis depositado vuestro voto mortal en contra, o a favor depende de lo optimistas que seáis, de Soraya Saenz de Santamaría. Señora vicepresidenta, lo lamento, pero debe morir.
Al tratarse de otra miembro del Gobierno, la Ujier decide repetir el proceso del día anterior, en el patíbulo instalado en la tribuna del Congreso. Los ayudantes de la Ujier llevan a la pequeñita vicepresidente en volandas hasta la horca, le ponen la soga al cuello y accionan el mecanismo.
Segundos antes de morir algunos, los más cercanos, oís las últimas palabras de Soraya, que entre un mar de lágrimas susurra: Tranquila Fátima, ya voy. Hicimos lo que pudimos...
FIN DEL TURNO DIURNO.
Habéis conseguido acabar con otro miembro del grupo Bilderberg. Ya van dos.