Partida Rol por web

Kerasi había sido tocada con la maldición de Gmork y había experimentado muchas cosas en su estancia en la Torre. Muchos se despidieron de la náyade con compañerismo a pesar de que ella había intentado acabar con todos ellos. La pequeña, dulce y timorata náyade había sido manchada como sirviente de la Nada, pero había adquirido valentía, confianza y determinación en el proceso. También, gracias a la emperatriz, había obtenido perdón.

Kerasi se despidió uno a uno de todos aquellos que no le guardaban rencor y se disculpo con todos, le guardaran rencor o no.

La amenaza de la Nada había sido sofocada de Fantasia, pero una firme convicción había surgido en la pequeña Náyade. La amenaza de la Nada volvería y procuraría hacer el mayor daño posible, y cuando eso ocurriera, ella estaría preparada... para unirse a la amenaza. La emperatriz estaba equivocada. Su corazón se había teñido para siempre y ahora la Náyade sabía que Fantasia requería arder hasta las cenizas para poder resurgir como un lugar mejor.

Pero esa es otra historia y, de seguro, será contada en otra ocasión.

Shantee avanzaba despacio, con la mirada nublada por la verdad que le acababa de ser revelada y las ramas, que eran sus cabellos, cayendo lacias por su espalda en claro gesto de abatimiento. En sus manos todavía llevaba el frasco de agua del Pantano de la Tristeza, que había sacado hacía unos instantes, pero no parecía reparar en él. Se acordaba de todo lo que había pasado como si de un sueño se tratase, como si al irse a dormir la primera noche una pesadilla hubiese irrumpido en su mente durante su descanso, una en la que apenas tenía dominio sobre el siguiente paso y sólo podía seguir hablando. Lo único que había logrado era no mentir en sus intervenciones, pero eso no era consuelo para el alma apacible de la mujer. 

Había sido acusada injustamente, pues ella no había hecho aquello de lo que la acusaron, aunque no equivocadamente, porque la llama maligna había ardido en su interior y había confabulado para destruir Fantasia, la Emperatriz en su infinito amor la había perdonado, ella no sabría si lo podría hacer algún día. 

Miró a unos y a otros, a los que la habían acusado y condenado, a los que creyeron en ella y a los que habían sido sus compañeros de arduo peregrinaje por el lado oscuro del camino. 

-Gracias a todos por haber hecho que estemos hoy aquí, a pesar de todas las incoherencias que ha habido parece que los lectores de esta historia han conseguido que llegásemos a un buen final. Me alegro de haber contribuido al relato aunque he sido parte del problema, no puedo hacer más que disculparme. Hasta que nos volvamos a ver.

Sus ojos dejaban escapar la preciada agua que daba vida a su cuerpo vegetal, miró hacia abajo avergonzada de su papel aunque sabiendo que alguien debía hacerlo y se acercó a la Hija de la Luna para devolverle el obsequio recibido al principio de aquella dura prueba. Se inclinó ante ella con respeto y comenzó a desandar el camino que la había llevado hasta allí. 

Nada volvería a ser como antes para la ent, cada paisaje, cada color, cada soplo de aire, cada vida... Todo adquiría un nuevo significado después de lo vivido -Mi culpa, mi dolor-

Fenrir iba con la cabeza gacha y el gorrito rojo daba vueltas en sus manos, completamente arrepentido.

- Fenrir solo quería gastar una broma y el perrazo le dijo que sería muy buena idea hacerles creer a todos que la fantasía era engullida por la Nada. Fenrir no sabía que lo que el Perro gigante quería era de verdad.

Al ver que algunos le perdonaban, el pequeño duende se animó e incluso contó algunos chistes. Aún así, el día de su partida, no pudo evitar coger un carboncillo que aún guardaba y pintar bigotes "de Dalí" a todas las armaduras, cuadros y bustos que encontraba mientras esquivaba a los guardias y lanzaba risotadas agudas y, quizá, demasiado estridentes

Habiendo terminado su último discurso, el esqueleto se levantaría y se alejaría discretamente del lugar, sin decir nada, sin hablar con nadie, pues todo lo que tenía que decirse y callarse, él ya lo había dicho. Ya no había necesidad de hablar, pues Fantasía había sido salvada y una de las pocas cosas que se dio de cuenta es que ni el ni sus palabras eran agradables para el resto de los presentes. A fin de cuentas, él no era más que un esqueleto andante, y ellos seres grandilocuentes con hermosas plumas, pelo, escamas, corteza o piel. 

Se fue del lugar intentando no cruzarse con nadie, sin que nadie se percatara de su marcha, pero una vez que este se fuera, notaran su falta a la par que un sentimiento de alivio y alegría llenaba los corazones de sus antiguos compañeros, pues el malvado esqueleto, el tenebroso esqueleto y el mentiroso esqueleto ya no se encontraba más entre ellos.

Él se fue, y él viviría otras aventuras, lejos de la Torre, lejos de la Hija de la Luna y lejos de sus compañeros de esta peculiar y trepidante aventura. Pero eso es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.