Partida Rol por web

Pequeña habitación del Castillo que contiene el lugar para los oficios religiosos más privados, en los que no hay necesidad de desplazarse hasta la Catedral de la ciudad cercana. Contiene un altar con su respectivo símbolo, varios bancos para los asistentes y un hermético confesionario donde el Capellán escucha las confesiones de aquél que lo necesite.

Ingreso al escondite mejor pensado, la capilla, lugar ultimo donde esperaria me encontrara... planeando mis siniestros planes... y rezo al altisimo por la victoria en todos mis planes...

El Capellán Aldous entra en la capilla, su lugar de trabajo habitual y desde donde accede a sus aposentos. Se sorprende al ver a alguien en ella a esas horas tan tardías, pero se te acerca con cara amigable - ¿Buscas consuelo, hijo mío? ¿Que puedo hacer por tí?

Artai era conocedor de sus quehaceres, así que, a pesar de lo vivido anoche y el poco cariño que tenía a su maestro, no dudó ni un instante en según e despertó, dirigirse hacia la capilla del castillo donde le aguardaría el capellán para darle las órdenes pertinentes para aquel nuevo día que se avecinaba.

Conforme te acercas a los aposentos del capellán, ves que la puerta de su alcoba de abre y sale él acompañado de otro novicio de tu edad, al que despide con una palmada en el hombro. El muchacho esta cabizbajo y parece aturdido ya que no reacciona a lo que hay a su alrededor, simplemente camina y pasa de largo a tu lado, sin siquiera alzar la vista del suelo, hasta que sale de la capilla. El capellán entonces repara en tu presencia - ¡Ah, joven Artai! ¿Qué puedo hacer por tí?

Buenos días, señor capellán, dijo sin poder echar un ojo al novicio que acababa de salir de allí. Acababa de amanecer y aquel joven salía de allí. Tenías serias dudas, sobre si realmente habría pasado con él la noche, o qué realmente hacía allí tan temprano. En cierto modo pensó en salir tras él, para poder hablar e investigar qué estaba sucediendo. También quería recopilar varios testimonios sobre las maldades de su señor.

Venía porque acaba de amanecer, y quería saber si hay algún trabajo pendiente para hoy. 

El capellán sonríe ante tu diligencia, una sonrisa que te pone los pelos de punta - ¡Ah! Muy bien, muy bien así me gusta... - dice mientras se te va acercando - Verás, el Rey ha dispuesto esta mañana unas audiencias en las que recibirá a varios de los invitados. Estoy seguro que alguno de ellos también han llegado buscando mi consejo o ser confesados por mí como representante mayor de la Iglesia. Pasate por la Sala del Trono y mira a ver si hay alguien que me necesite, ayer ya vino uno de los nobles invitados pero se marchó sin decir nada. Puede que esta mañana esté más hablador.

Claro, mi señor. Dijo Artai agachando la cabeza. Sabía lo terrible que era el hombre que tenía delante, y estaba dispuesto a llegar hasta el final con tal tirar de la manta y dejarle en evidencia delante de todo la Corte. Pero necesitaba hilar fino, tener cuidado y sobre todo andarse con pies de plomo. El capellán podría resultar ser un hombre muy peligroso, y no quería tener problemas con él. "A los amigos cerca, y a los enemigos, aún más cerca"

Y disculpe, añadió, ¿qué hacía Alfred en sus aposentos tan temprano? ¿Le ha encomendado alguna misión que pueda saber o que pueda ayudar? Quería ver su reacción, sabía lo que había estado haciendo con él y se le ponían los pelos de punta solo con pensarlo. Pero quería empezar a ponerle nervioso, así evitaría que se relajase.

Oh, no te preocupes por eso, Artai -dice el capellán haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto - Nuestro buen Alfred tenia una precupación que le carcomía y acudió a mí en busca de consejo, el cuál le he dado de la mejor manera que sé.

Entendido. Artai agachó la cabeza. Iré junto a Los Señores y preguntaré a los invitados a ver si alguien necesita de su excelente consejo. Si quería derrocar al capellán, era necesario que no sospechase de él y que creyese en todo momento que estaba de su lado. Por eso era amable con él y asentía a todas sus palabras. Sabiendo que Alfred acababa de visitarle, decidió que era una buena oportunidad ir detrás de él y mantener una charla con el joven. Quizá pudiera ayudarle en su plan, cuantos más aliados y testigos tuviera, más fácil sería.