Si, pero no teneis que hacer nada urgente, me gustaria pasar ya al dia siguiente, si teneis algo que solucionar antes hacedlo breve.
Por mi parte, nada más.
A la cama, y siguiente escena.
Por mi parte ok, le llevo a los aposentos y continuamos
Entro al despacho del maestre con intención de conseguir los ingredientes necesarios para realizar una cataplasma, incluso azufre... cosas que utilizadas por separado o administradas por una vía diferente a la tópica pueden resultar del todo mortales.
Llegas sin problemas a la entrada a la torre donde habitan el Maestre y su aprendiz. Cruzas el pequeño puente de piedra y te adentras en la primera estancia, un pequeño recibidor sin nada interesante. Unas escaleras descienden hacia la parte inferior de la torre donde se encuentra el almacén de suministros del Maestre. Frente a tí encuentras dos puertas. Una es la del dormitorio de Jarre, el aprendiz del Maestre. La segunda puerta, situada en un lateral opuesto a las escaleras que bajan, llevan a las escaleras que suben hasta los aposentos del Maestre y su laboratorio. Pero esta también se encuentra cerrada a cal y canto. El Maestre es muy celoso con sus cosas y solo permite el accceso a la parte superior de la torre si él mismo esta presente.
El joven Jarre se sorprende al oír la puerta abrirse, y con rápidez y torpeza trata de cerrar los libros que tiene encima de la mesa en la que estaba sentado y intenta esconderlos un poco, sin mucho éxito. Pero al ver quién es el que ha entrado en la torre, suelta un suspiro de alivio - ¡Oh! Perdonad, mi señora, no sabía que erais vos. El Maestre ahora mismo está junto al Rey, observando los juegos. Pero si puedo ayudaros en algo, solo tenéis que decirmelo - aunque algo tímido, el mozo parece diligente.
Asiento y sonrío, maldita sea, pensaba que precisamente por los malditos jueguecitos, tendría el camino despejado. ¡Maldita sea!
Buenas días, vengo a por los ingredientes para realizar unos ungüentos especiales que me enseñó mi señora. No es necesario que me ayude, estoy acostumbrada a trabajar con estos productos, puede seguir con sus quehaceres.
El muchacho se pone en pie frente a tí - Por supuesto, señora. Pero las órdenes del Maestre son muy estrictas, nadie puede ascender a los pisos superiores si no está el presente, sobretodo después del robo que se produjo anoche... Uy - el muchacho se pone livido - Por favor, haced como que no habéis oído lo último, se supone que no debe difundirse esa información por el castillo.
Sonrío.
No se preocupe, ya era conocedora del rumor. ¿se ha detenido al culpable finalmente?
El joven parece tranquilizarse al oír que ya estás al tanto, temeroso de la posiblidad de haber cometido un error y ser castigado por ello - Lamentablemente no, mi señora. Y eso que vino la Reina en persona a hablar con el Maestre del asunto. Si no es importunio, ¿cómo os habéis enterado vos? Su Majestad hizo prometer a los presentes que no diríamos nada a nadie.
La Reina llega al despacho del Maestre.
Anne se detiene junto a la puerta, y escucha.
¿Hay alguien dentro?
¿La puerta está abierta o cerrada?
Estoy hablando con el joven aprendiz cuando la bella reina entra al despacho del maestre. Hago una profunda reverencia.
Mi señora. Es un honor. Si me dispensáis hay un hombre enfermo que requiere de mis atenciones.
Y me encamino hacia la salida tras despedirme del aprendiz.
Salgo
- ¿Artai? ¿Qué ocurre? ¿De qué enfermo habla? - dice, lamentándose por no haber agarrado a la joven - ¡Habla, chico, no te quedes mirándome así!
Perdón, pero Artai no se encuentra aquí.