Partida Rol por web

Aterrizo sobre el tejado de la Ryugujou sin mucha dificultad.- ¿Vamos bien ahí atrás?- le pregunto al ingeniero cuando se empieza a oír la megafonía. No puedo torcer el gesto al escucharle.- ¿Y con ese hombre se va poder negociar algo?- como eco de mis pensamientos escucho la orden de Tomohiro-dono y sonrío. Lamentablemente no consigo localizar ese despojo, así que visto que no íbamos a frenar y cargaba con un herido paso por el lado de Yûki para bajar al vagón pisando el suelo de este justo cuando oigo un disparo. Estaba claro que a la guardaespaldas no se le escapaba ninguno...

A medida que avanza por los vagones, Arisa va recordando poco a poco por qué su prisa de llegar a la hayajiro. Su paso se acelera cuando eso ocurre y termina arrastrando a Ohsumi por la muñeca a través de la hayajiro. Tengo que darme prisa, tengo que volver a por Takeshi... En cuanto llega a la enfermería y ve a Chihiro, deja caer los hombros, derrotada. ¿Qué le voy a decir exactamente? Por suerte, las preguntas las hace ella directamente. 

- Yo estoy bien... - traga saliva, nerviosa, antes de señalar al doctor - Este es el doctor Masanobu Ohsumi. Nos acompañará en la hayajiro por el momento. Masanobu-san, esta es Ueno-san, doctora de la Ryugujou. Seguro que podéis hablar de muchas cosas jun... 

La psíquica se interrumpe cuando la Ryugujou empieza a avanzar, obligándola a mirar hacia arriba. Eso es que ya han vuelto, ¿verdad? Movida por la desesperación, Arisa busca rápidamente por la hayajiro al noble, o al menos, al kabaneri que había ido a buscarle, hasta el punto que termina por dolerle la cabeza. 

La voz de Kaibuki la hace tensarse y se gira con un respingo al oír la pregunta de Chihiro. Por unos instantes duda en si salir directamente a buscar a Takeshi o quedarse a explicárselo. Finalmente, toma aire y le cuenta la situación lo más rápido que puede.

- El gobernador de la estación quería que le entregásemos a Sachiko por haber matado a uno de sus guardias, Mogami-sama se ha negado, hemos huido gracias a uno de sus soldados, hemos rescatado al doctor que puede hacer capas para evitar que nos ataquen los kabane y el plan es esperar a que la estación caiga por si sola y así Kaibuki no tendrá más poder en ella pero hemos tenido que huir y de camino he defenestrado a Fukui-san pero al revés, le he tirado contra una ventana sin querer porque el plan era que lanzase a Asano-san por encima del muro, pero me puse nerviosa y lo siento mucho, seguramente esté herido y no me va a perdonar nunca porque también maté a su padre sin querer y si tardo demasiado puede pasarle algo peor y... y... - Arisa toma aire de nuevo, empezando a notar la venda sobre los ojos algo más húmeda por las lágrimas que han empezado a aflorar junto con los nervios. Al ver la cara de Chihiro por toda la parrafada que ha dicho en cuestión de segundos, asiente rápidamente con la cabeza - Camilla. Takeshi. Voy a buscarle. 

Sin decir nada más, la psíquica sale corriendo de la enfermería.

Con la cara apoyada en los antebrazos empiezo a cerrar los ojos mientras miro hacia la hayajiro. Aquí hace calor y me siento mínimamente a salvo, así que me amodorro un poco hasta que Hideo me habla y empiezan a intentar tirar la puerta abajo.

-¿Me puedes explicar por qué tú estabas en el medio cuando estaban discutiendo eso?. Porque he de suponer que era en la enfermería, con nuestra maquinista convaleciente.- Doy un pequeño silbido y me agarro con fuerza a su cuello.- No creo que esto sea necesario en absoluto, Hideo. - Dejo pasar un par de segundos en los que repaso cómo me encuentro. Al final abro de nuevo la boca, brutalmente sincero.- Pero te lo agradezco.

Con un gesto de despedida precario les digo adiós a nuestros nuevos amigos-rehenes, esperando que no vayan a tener un lío por nuestra culpa.

Y entonces Hideo salta por otra maldita ventana.

Aguanto con los dientes apretados el golpetazo contra el techo de la hayajiro, y sonrío de medio lado a la pregunta del mecánico.

-Vamos genial, el puente está a medio bajar y...-Se me escapa una mueca.- Debería haber volado su casa, me arrepiento de no haberlo hecho.

Al escuchar la orden de Mogami-sama suelto una estruendosa carcajada que se termina en una tos, y musito un taco cuando veo que el mecánico no se va a parar a ver si podemos disparar al cretino en cuestión.

Hideo salta al suelo del vagón justo cuando oigo el disparo de Yûki...y veo a ese maldito cabrón. Forcejeo con energía hasta que me pone en el suelo y me asomo por la escotilla por la que acaba de entrar. Lo único que se ve a través de la abertura es mi cabecita manchada de polvo, sangre y trozos de cristal y mi nuevo rifle de vapor apuntando directamente a dónde he visto al “noble” de la ciudad.

-Lo siento Hideo, pero si no hago esto no me voy a quedar tranquilo. Por lo menos voy a intentarlo...

Sin embargo pronto me doy cuenta de que no estoy en condiciones de hacer un disparo limpio y que puedo herir a alguien de la hayajiro porque ahora mismo estoy temblando como una vara verde, así que me dejo caer al lado de Hideo soltando un taco y sin haber disparado.

-¡Oe Yûki.!- Grito para que se me oiga desde fuera.- ¡Espero que le hayas dado!

El camino hasta la sala de control de la Hayajiro no había sido agradable ni exento de riesgos, y aunque no recordaba al 100% todo lo que había hecho, la impresión general que tenía es que su otro "yo", esa vocecita que a veces discutía consigo misma y que ella había tomado por su propio subconsciente indicándole lo que estaba bien (o mal), se le estaba descarriando. Y ésto no le terminaba de gustar, produciéndole una sensación de miedo y aprensión en el estómago. - ¿Me estoy volviendo loca? - se dijo a sí misma. 

No lo parecía, pero era indudable que esa otra voz estaba adquiriendo cada vez más presencia...y al parecer, ella a duras penas controlaba sus acciones cuando esa otro "yo" aparecía.

Al llegar delante de los controles, Isae pudo relajarse unos momentos mientras repasaba los diversos aparatos, medidores y conductos, asegurándose que todo estaba en órden. El proceso para calentar el motor había comenzado pero necesitarían tiempo....que no tenían, según estaba escuchando a Tomohiro.

El señor de la Ryugujou les dio una orden directa, y Isae ya había tenido una desavenencia con él, sin pretenderlo, pero al fin y al cabo la había tenido. Ahora tocaba arrimar el hombro y cumplirlo todo con creces...pero Kagura tenía razón, el motor estaba frío y forzar así la máquina era peligroso. Asintió ante la orden sin decir ésta boca es mía y se puso a trabajar. Pese a todas las probabilidades en contra, poniendo el máximo cuidado en lo que hacían, entre las dos consiguieron que la enorme fortaleza móvil se moviera poco a poco, cogiendo inercia e impulso sin prisa, pero sin pausa. Eran momentos críticos. - Podemos hacerlo...poco a poco...suave... - pensaba Isae, con unas gotas de sudor cayéndole por la sien debido a la extrema concentración y nervios.

Entonces pudieron ver como el puente levadizo, que estaba a punto de colocarse en la posición correcta, se detenía, y escucharon las palabras de Kaibuki. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Isae ante la perspectiva de ser atacados allí sin tener posibilidad de moverse.

Por eso, cuando Tomohiro-sama dio la orden, no dudó ni un instante, pese a las probabilidades en contra. Ella no se iba a dejar atrapar otra vez, y mucho menos, fallarle a Tomohiro en ésto. - Señor, sí señor. - contestó con convencimiento en la voz.

Sin pensarlo siquiera, dejándose llevar por su intuición más que por lo que recordaba o había practicado, dejó que el tren siguiera su camino, sin frenarlo y sin acelerar, cortando la alimentación al motor y manteniendo la velocidad y acumulando vapor y potencia para lo que tenía en mente. Calculando mentalmente, comprobaba cada pocos segundos para ver la distancia que les separaba de la puerta, mientras con rápidas miradas veía la aguja de la presión subir lentamente - vamos....vamos....tú puedes..un poco más...sólo un poco más... - se decía una y otra vez.

Su plan era simple, en lugar de llevar una inercia ascendente e impactar con fuerza contra el puente levadizo lo que, según sus cálculos tenía la mayor probabilidad de que el puente se rompiera o se moviera y descarrilaran, quería esperar al momento justo para que, en cuanto las ruedas delanteras comenzaran a subir la rampa, imprimir toda la potencia para que, lentamente pero sin pausa, la hayajiro subiera poco a poco tirando del resto de los vagones, forzando las cadenas con su peso y haciendo que el puente cayera en su sitio ya con la cabeza tractora en su lugar, así minimizaría las probabilidades de descarrilamiento.

Justo cuando notó como la poderosa locomotora comenzaba a subir la rampa, soltó la válvula del regulador y anuló la de seguridad, dejando que toda la potencia del vapor pasara de la caja de fuego, a través de los tubos de admisión, hasta la entrada de vapor a los cilindros. Toda aquella potencia entró como un torbellino de humo y fuego, aumentando sobremanera la presión sobre los pistones, haciendo que las ruedas de la locomotora tuvieran una fuerza descomunal. Aquel era el momento crucial. Si había calculado a la perfección, las ruedas comenzarían a ejercer la fuerza justo cuando el segundo vagón entrara en la vía de la rampa, arrastrando al resto de vagones tras él en una subida imparable.

Si lo había calculado mal y lo hacían por anticipado, las ruedas comenzarían a resbalar en la vía y probablemente de las vibraciones la locomotora se saldría de la via. Si lo había calculado mal y lo hacían tarde, el retroceso generado por la inercia inversa debido al peso del resto del convoy anularía la potencia extra y la locomotora corría el riesgo de quedarse frenada o incluso de retroceder, amén de que quizás debido al tremendo esfuerzo de fuerzas opuestas haría que el motor estallara.

Tras unos pocos segundos de tensión, la locomotora siguió subiendo y los indicadores, aún estando al rojo, seguían estables.

No dijo nada, pero por dentro estaba exultante de alegría, aunque consiguió mantener la compostura.

Ahora sólo quedaba que el puente levadizo reaccionara justo como ella había calculado....

Tras despedirse del gigante Sakura mira cómo Izume sube a la Ryugujou poco después que lo haga ella y ésta sigue su camino hasta que el puente se queda a medio camino y la voz del estúpido gobernante sale por el altavoz.Ante las palabras de su capitán Sakura asiente y se dispone a disparar el cañón

El disparo de Yûki, aún realizado desde tanta distancia y con la mala visibilidad, impacta contra la frente de Kaibuki y hace explotar su cabeza salpicando las paredes y el techo con trozos de carne, hueso y cerebro. Tanto operarios como soldados se quedan petrificados por el sangriento espectáculo mientras el orondo cuerpo del gobernador se desploma perdiéndose de vista...

La mente de Arisa flota hacia Takeshi. Su corazón sigue acelerando conforme se acerca al aura del ingeniero. Algo va mal. Terriblemente mal.

Takeshi sale tambaleándose de la extraña neblina roja. Su piel es del color de la ceniza y sus ojos sendas cuentas de color brillante despojadas de toda humanidad e inteligencia. De su garganta brotan agónicos gemidos hambrientos mientras trastablilla hacia Chihiro, que lo observa horrorizada. Las manos de la doctora tiemblan y aferran un rifle de vapor.

Takeshi - lo llama ella. Levanta el rifle y apunta al corazón del ingeniero - ¡TAKESHI!

Él sigue avanzando, inmune a sus súplicas. Chihiro tiembla. Su dedo se tensa sobre el gatillo. Hay una detonación, un furioso siseo y el brazo izquierdo de Takeshi sale despedido hacia atrás. El otro brazo agarra el pelo de la doctora acercando su cuello hacia la boca eternamente hambrienta del engendro.

Así no - suplica Chihiro - ¡ASÍ NO POR FAVOR!

Arisa pierde el conocimiento con los gritos agónicos de Chihiro resonando en su cabeza...

La Ryugujou sigue su avance implacable hacia el puente, intentando cruzarlo incluso cuando su descenso no se ha completado. Las ruedas chirrían cuando empieza a ascender, pero Isae mantiene una aceleración constante para mantener el impulso con mano experta. Desde el vagón de cola se escucha el característico estallido doble de los cañones de vapor gemelos. La maquinaria elevadora de uno de los lados del puente es volatilizada en un instante y el puente vuelve a caer pesadamente con un sonido de metal torturado y piedra resquebrajándose. Las vibraciones creadas por el inmenso tonelaje de la hayajiro destrozan aún más la dañada estructura, de la que se desgajan enormes pedazos de cemento. Isae y Kagura exprimen al máximo la potencia de la torturada locomotora, consiguiendo sacar el último vagón segundos antes de que todo el puente se venga abajo...

Lo... lo hemos conseguido - dice Kagura con voz temblorosa. La maquinista está mirando hacia el puente derruido con el rostro lívido y lleno de incredulidad - ¡Lyashi-san, lo hemos conseguido! - rodea a Lyashi con sus brazos y la levanta en volandas en un arrebato de alegría casi histérica que termina de inmediato cuando ve el rostro serio de Tomohiro.

Habéis hecho un buen trabajo las dos - cuando mira a Lyashi su expresión se endurece - Untenshu-san, no vuelvas a usar el sistema de megafonía para hacer un anuncio como el que hiciste antes de llegar a Okayama - No es necesario que añada más para que se entienda el mensaje: su tono de voz es el mismo que el que utilizó para ordenarle a Yûki que matase a Kaibuki...