La audaz maniobra de Christian consigue arrojar al kabane del capó en medio de un feroz chirrido de los neumáticos y la suspensión. Los soldados de atrás deciden no seguir intentando disparar y se sientan para evitar ser lanzados fuera del coche.
La muralla. Hay que llegar hasta la muralla. Seguridad. Soldados.
El trayecto se hace eterno entre esquivar kabane y peatones que suplican ayuda. Conforme el coche se acerca a la muralla disminuyen los primeros y aumentan los últimos, a los que los soldados mantienen alejados con amenazas o golpes de sus rifles. Una acción cruel en un mundo cruel. Christian podría considerar indignarse si estuviera en un lugar más civilizado, pero aquí es su propia supervivencia la que está en juego.
El viaje termina en un cuartel construido en el interior y la cara interna de la muralla. Los soldados del coche instan a los vigilantes a abrir el sólido portón de madera y metal pese a que el coche lo conduce un civil.
¿Cómo has hecho eso? - pregunta Aoi. Es una pregunta que Lyashi ya se esperaba, pero que resulta difícil de explicar. De todos modos no tiene tiempo de buscar las palabras porque un pelotón de soldados rodea rápidamente el coche con los rifles apuntando hacia las dos jóvenes. El oficial al mando de la guarnición se encuentra entre los soldados que apuntan a Lyashi. Se trata de un hombre alto y delgado con una dura mirada en sus ojos ambarinos.
Es... el Lobo de Mibu - dice Aoi con voz queda - Hajime Saito. Es... estamos perdidas.
Bajad todos del coche muy despacio - ordena el oficial - Dejad vuestrar armas y desnudaos.
Si se tratase de cualquier otro se le podría acusar de querer abusar de su poder. Pero no con el Lobo. Sólo quiere comprobar si alguno de los recién llegados ha sido mordido. Si ése es el caso los matará en el acto. Si alguien no obedece actuará como si lo hubieran mordido.
Los soldados se bajan del coche, dejan sus rifles en el suelo y se quitan la ropa y las botas...
Como si hubiera sido un parpadeo, el viaje concluye tras atravesar una zona atestada de gente que huía de los Kabanes mientras los soldados impedían que la gente se subiera al vehículo. Al frenar, como si despertara de un sueño, Lyashi fue de nuevo dueña de sus actos, como sabía que pasaría. Recordaba lo que acababa de suceder como si lo hubiera visto por los ojos de otra persona, pero sin poder interactuar, sólo observar. Su mirada se dirigió con preocupación hacia Aoi cuando ésta le preguntó, y su mirada recorrió los brazos, manos y partes expuestas de la piel de ella para cerciorarse de si había sufrido algún mordisco, algo que parecía cada vez más probable por la mala cara de ella y los signos que exhibía.
Rezando por dentro e ignorando a su amiga, o más bien, ignorando responderla ya que la respuesta era ardua y difícil, se giró y vio a los soldados llegar, apuntándoles con las armas. Al ver al oficial al mando, oficial que reconoció - ¿Quién no conoce al lobo? - se preguntó mientras lo veía acercarse si saldrían con vida de allí, tal cual Aoi acababa de hacer en voz alta. - Tranquila, haz caso y todo irá bien. - le susurró a su amiga. - Puede que se le conozca por ser algo brusco y expeditivo, pero si lo que he oído de él es verdad, es justo. - pensó. Ellas no tenían nada que esconder....¿o sí? Su mirada se dirigió hacia Aoi al tener éste pensamiento.
Bajad todos del coche muy despacio. Dejad vuestrar armas y desnudaos.
La orden fue clara y concisa.
Lyashi obedeció con seguridad, pues no tenía nada que esconder. Bajó del vehículo y dejó todas las pertenencias, una caja con medicinas, una ballesta, un carcaj con virotes y un vestido bueno, en el suelo a su lado. Acto seguido, con gesto diestro, se quitó el vestido para dejar a la vista su joven y escultural cuerpo. Era menuda, pero estaba muy bien hecha, tenía la carne firme, senos atractivos, vientre plano y un culo duro y respingón. Sus muslos no eran demasiado gruesos, lo que le daba un aspecto "aniñado" y complementaba de forma ideal su atractivo físico. Se giró y miró al oficial a los ojos:
Como en muchas otra ocasiones, su atractivo no pasaría desapercibido.
No se fiaba de nadie, ni siquiera de ése oficial con ése supuesto intachable deber, pero ahora mismo, si quería sobrevivir, ésto era lo que debía hacer. Tampoco es que enseñar su cuerpo desnudo fuera algo nuevo para ella, por supuesto.
- Si ésto es lo que tengo que hacer para salir de ése infierno, me podrían pedir que paseara por las calles desnuda, que lo haría mil veces. - pensó, mirando sin miedo al oficial. Para asustar a Lyashi hacía falta mucho más, pues tras tanto tiempo en las calles, se había vuelto dura de verdad...al menos por dentro.
No hay lujuria en los ojos de Saito cuando recorre el cuerpo de Lyashi de arriba abajo, sólo la amenaza latente de una muerte fulminante en caso de encontrar un mordisco. En cambio Aoi se queda mirando al oficial temblando como una hoja.
No voy a violarte, mujer - Saito desenvaina una katana de metal negro veteada de rojo brillante. Hierro kabane. Con lo que vale esa katana una persona podría vivir como un emperador durante meses, quizá años - Pero si no me muestras tu cuerpo te mataré ahora mismo.
Las piernas de Aoi fallan y cae de rodillas al suelo. Con manos temblorosas se deshace del obi y abre su kimono descubriendo una mordedura en el codo izquierdo. La terrible herida está necrosada y apesta a carne putrefacta.
Lo... lo siento - suplica Aoi con los ojos arrasados en lágrimas - Por favor, perdóneme.
Pide perdón a los dioses si es que has hecho algo malo - Saito le hace un gesto al soldado que está junto a él. Inmediatamente el hombre saca un pequeño artefacto en forma de cono con un cordel saliendo de la punta - Tú eliges. Muere por tu mano o por la mía.
¡Lyashi, ayúdame! - Aoi le tiende su brazo infectado - Por favor. No quiero morir. No así. Te lo suplico ¡SÁLVAMEEEEEEEE!...
Si Lyashi quiere puede apelar a la piedad de Saito pidiendo que encierren a Aoi el tiempo que le quede para poder rezar y prepararse para la muerte. Si te has leído la descripción verás que Saito es un borde, un cínico y un tipo muy rápido con la espada, pero no es un monstruo.
Puedes tirar Voluntad + Influencia con un modificador -3 para convencer a Saito de tener piedad de Aoi. Te rebajaré la dificultad si haces una buena interpretación.
Claro que también puedes intentar consolar a Aoi. La tirada sería de Voluntad + Influencia con modificador -5, igualmente modificable con la interpretación.
Lyashi contempló a su amiga con horror creciente, pues su actitud y su reticencia estaban confirmado algo que estaba temiendo desde la huída de su casa. - No....no... - dijo por lo bajo, mientras su amiga se derrumbaba y mostraba la herida necrosada del mordisco. - ¡Mierda Aoi! ¡Joder! - dijo con lágrimas en los ojos elevando su puño derecho a su boca, tapando la misma.
La reacción lógica del lobo no se hizo esperar, y le tiró una bolsa de suicidio a Aoi, dejando a las claras cual era su opinión al respecto. Aoi le gritó que la ayudara, y aquellos gritos acompañarían a Lyashi durante mucho tiempo.
- Capitán - le dijo, sin moverse del sitio* y recordando cómo le habían llamado los soldados. - Permita que Aoi rece unos momentos antes de usar la bolsa para reunirse honorablemente con sus antepasados, por favor. Nadie quiere convertirse en monstruo y ser responsable de más muertes. - no se movió ni un milímetro de su sitio, esperando la respuesta del oficial. Y su declaración era un aviso a su compañera también.
Lyashi la ayudaría a morir honorablemente. No podía hacer más.
Motivo: Convencer
Tirada: 7
Resultado: 7+5+5 -3 = 14
Éxito
Sí, me leí la descripción y lo usé en mi post, como imagino te habrás dado cuenta. ;-)
También intenté describir/narrar algunos defectos y virtudes de mi pj, para que no se queden sólo en números.
*Es decir, desnuda como voy.
¡Maldita! - grita uno de los soldados - ¡Muérete ahora mismo, puta despreciable! - su rifle apunta hacia Lyashi y Aoi, pero Saito le hace bajar el arma. Tras enfundar su katana recoge el kimono de Lyashi del suelo y la cubre con la prenda.
Llevadlas a una celda y encerradlas juntas. Dadles comida y agua si os la piden. Que nadie las moleste mientras sigan con vida.
Los soldados miran a su oficial con expresión confusa, pero ninguno quiere desafiar sus órdenes. Lyashi y Aoi son conducidas a una recia jaula de madera en un rincón apartado.
Estaré por aquí cerca - dice el soldado más joven - Por si necesitan algo.
Los demás se alejan refunfuñando.
Lo siento - dice Aoi - Yo... lo siento.
La celda está en un rincón apartado y protegido del frío, y el soldado joven ha dejado un farol encendido colgado fuera de la puerta. Aoi está acostada en el suelo con la cabeza apoyada en el regazo de Lyashi. En sus manos sostiene la bolsa suicida, pero ambas saben que no tiene el valor para utilizarla.
No lo entiendo, Lyashi ¿Por qué los dioses me castigan de esta manera? ¿Crees... que cometí crímenes tan horribles en mi vida anterior que ahora debo pagar por ellos? - lanza un jadeo ahogado - Me pesa el corazón. Siento cómo se forma la jaula de hierro kabane a su alrededor - sus ojos llorosos ya empiezan a mostrar el brillo rojizo de los kabane. Se clavan en los de su amiga con expresión de súplica - Lyashi, quiero que seas tú quien me mate. Yo no tendré el valor de usar esta cosa - levanta la bolsa suicida - Escucha: quiero que te quedes con mi corazón. El hierro kabane es muy valioso. Te dará una oportunidad - gruesas lágrimas surcan su rostro - Quiero morir sabiendo que al menos le habré sido útil a alguien...
Por un momento cree que ambas están perdidas, pero el Capitán ordena a sus hombres que bajen las armas mientras la arropa. Ella asiente agradecida cuando nota sus manos en sus hombros y da la orden que permitirá morir a Aoi en relativa paz. Pronto se encuentra encerrada con su mejor y única amiga en una pequeña celda de madera. El joven soldado parece ser el único que muestra algo de empatía y compasión, algo que Lyashi tendrá en cuenta si tiene oportunidad.
Su amiga le pregunta por los designios de los Dioses, pero Lyashi no tiene respuesta. Simplemente se limita a estar a su lado mientras el inevitable final llega. Es curioso, porque nota las miradas de los soldados aún de reojo. Probablemente piensen que está loca por permanecer encerrada con una víctima de mordisco de Kabane, ellos seguramente no se atreverían nisiquiera a estar al lado, sin nada que les impidiera huir. Su amiga le pide que ella se encargue de darle el último adiós, y ella no puede hacer otra cosa que asentir mientras una lágrima cae por su mejilla. Múltiples sentimientos se entrecruzan en su mente, pena, desesperación, fatalidad, culpa, congoja, impotencia, amor, agradecimiento...
Se coloca delante de su amiga y la hace recostarse en su pecho mientras le acaricia el pelo y susurra una dulce nana, una canción para dormir bebés.
Con delicadeza, coloca el artefacto en el sitio adecuado y la mira una última vez a los ojos. - Siempre te querré, amiga mía. No has hecho nada malo, y ahora serás un espíritu bondadoso que ayudará a los demás,tan generoso en el otro sitio como en ésta vida. Ve en paz, Aoi. -
Con un tirón, accionó la bolsa. Haría lo que su amiga le había pedido. Traía mala suerte denegarle el último deseo a un moribundo.
Cojo el corazón, y me lo escondo, si puedo. Luego pido salir.
Los soldados retiran el cuerpo de Aoi pero no permiten salir a Lyashi.
Lo siento - le explica uno de ellos - Pero al haber estado en contacto con una kabane tienes que pasar la cuarentena. Podrás salir cuando estemos seguros de que no vas a transformarte.
Los soldados están dispuestos a coserla a tiros ante la más mínima protesta, de modo que a Lyashi no le queda más remedio que esperar. Y pasan varios días en los que sólo recibe la visita de la joven soldado que le trae comida y se ocupa de vaciar el cubo donde hace sus necesidades. Cada vez que ella le pregunta cuándo la dejarán salir se encoge de hombros y responde "Pronto" en tono avergonzado. En una ocasión incluso intenta animarla señalando que está más segura aquí que dando vueltas por Mibu. Nunca se queda a hablar mucho tiempo con ella, pero al menos la trata como a un ser humano.
Lyashi ha perdido la cuenta de los días que lleva encerrada. Esta mañana la soldado llega con una bandeja de desayuno, una sonrisa y las llaves de la celda - El capitán quiere verte.
Después del desayuno Lyashi es conducida a un cuarto de aseo donde le dejan darse una ducha con agua caliente y jabón. Al salir se encuentra una bolsa (1) con sus ropas y un kimono sencillo de estilo militar. Una vez vestida la llevan a un espartano despacho donde Saito la espera fumando un cigarrillo y sentado tras un escritorio. Le hace un gesto hacia una silla.
Eres una chica muy interesante. No hay muchas prostitutas que sepan conducir un coche como tú hiciste el otro día, ni tampoco que tengan el valor de quedarse junto a una compañera infectada y darle una muerte piadosa ¿Qué más sabes hacer?...
Durante unos momentos tembló, con una mezcla de tristeza, rabia e impotencia. - Malditos Kabane... - pensaba una y otra vez. Ahora mismo deseaba destrozarlos con sus tentáculos, desmembrarlos y arrancarles esos corazones relucientes. Ellos le habían arrebatado a la única persona que le importaba de todo aquel pueblo, y pagarían por eso.
Pero la venganza es un plato que se sirve frío, y tuvo que relajarse y aprender a esperar, pues no le quedaba más remedio, no después de que le dijeran que tenía que pasar una cuarentena. Miró la celda y se preguntó si había posibilidades de contagiarse con los restos sangrientos que había dejado su amiga, pero claro, era un poco tarde ya.
Una soldado joven, la más simpática con ella desde el primer momento, era la única que se acercaba para traerle comida y bebida, además de tratarla como tocaba. Se notaba que la soldado no estaba del todo de acuerdo con la situación, pero no podía hacer nada por remediarlo. De todas formas, a Lyashi le había dado tiempo de reflexionar y concordó que ésta medida era la más juiciosa en éstas circunstancias. Si ella estuviera al mando, posiblemente hubiera hecho lo mismo.
Esos días de obligada espera le permitieron replantearse su vida hasta ahora. Era la primera vez en mucho tiempo que no tenía que preocuparse por hacer algún trapicheo o vender su cuerpo para obtener comida a cambio. Hasta en algunos momentos disfrutó de la situación, por incongruente que pareciera. Lo había pasado mucho peor en ocasiones que el estar en una celda. Pasó grandes ratos reflexinando qué podía hacer apartir de ahora. Con el maletín del herbolario y un poco de su poder, podría pasar por una curandera competente. También podía hacer otras cosas, aunque a quién quería engañar, nunca tendría la oportunidad de salir de aquella vida de mierda en la que se había metido. El destino era para otros. Aprovechó muchos momentos para, en la posición del loto, concentrarse en su poder curativo y repasar sus heridas, incluso por dentro de su cuerpo, para asegurarse de no tener ninguna infección o enfermedad.*
Uno de esos días, los cuales terminaron por parecerle a Lyashi todos iguales, se acercó la soldado de nuevo a su celda. Algo había cambiado en ella. - Esa sonrisa... - pensó Lyashi, de repente asustada. Se había habituado tanto a estar ahí que ahora tenía cierto miedo de que la sacaran. - ¿Y si vienen a por mí?¿Sabrán donde estoy? - Sus manos se agarraban la una a la otra, con nervios crecientes. Las palabras de la soldado arrojaron todo pensamiento y miedo por la borda, al menos de momento. - Ah...parece que el Capitán se lo ha pensado mejor. - pensó, razonando que seguramente, tras asegurarse que no tenía ninguna enfermedad, ahora le exigiría un servicio completo para pagar su "estancia" y por su seguridad. Se resignó a cumplir con aquello.
La idea se refuerza cuando, al sacarla de la celda, la llevan a un cuarto donde puede cambiarse y asearse como una persona nomrla. El Capitán la quería limpia y guapa, y ella se puso a ello. Pero todo se desmontó cuando le entregaron una bolsa con sus pertencias...y el corazón de Aoi. Se quedó sorprendida mirando aquello, su arma, su caja de medicinas, el corazón de su amiga....
Con el corazón en un puño**, siguió a la soldado que la llevó con el Capitán. Allí estaba él, alto, fuerte y duro, muy seguro de sí mismo. Estaba tranquilo y hasta dialogante, se notaba porque estaba fumando un cigarrillo, algo que los hombres hacían al estar solos cuando querían relajarse, esto les ponía de buen humor. Le ofreció una silla y ella se sentó.
La pregunta de él la pilló un poco por sorpresa, por lo que se quedó pensativa antes de responder. - ¿Esta es mi oportunidad? - pensó, abriendo los ojos. Parecía que sí, que ahora tenía la oportunidad de dar un vuelco a su vida.
Levantó la cabeza y miró al capitán a los ojos a través de sus lentes recién devueltas. - Esto...nadie me había preguntado algo así nunca. - comenzó a contestar, pensando que realmente nadie, desde que había perdido a su familia, se había molestado en preguntarle nada sobre ella, sobre sus habilidades o sus deseos, simplemente cogían lo que ella ofrecía y seguían con sus asuntos. Y esto, cosa inaudita, la ponía nerviosa - Pues...bueno, se me da bien remendar a los heridos.... - dijo, levantando ligeramente la caja del apotecario - ...y mi...mi familia era "Ressha no untenshu"*** - se obligó a decir, tragando saliva. Muy pocas personas, una de ellas Aoi, sabían ésto - Mi...mi padre era un orgulloso conductor...y...me enseñó lo que sabía. Ayudó mucho a la construcción de las estaciones. Yo era su niña y quería lo mejor para mí. -
Con ésto último bajó la cabeza avergonzaba por lo que se había convertido, probablemente decepcionando a su padre y a su madre. No hacía falta que le dijera al Capitán de sus otras "habilidades"....él ya las suponía. Y suponía que él daría por hecho que cualquier cosa normal que una mujer pudiera hacer ella también podría, ya fuera cocinar, lavar, coser...
No quiso revelar, tampoco, sus poderes. Sólo lo haría en caso de ser necesario, como hasta ahora.
*No sé si existe la posibilidad de "entrenar" una habilidad (mejorarla) en momentos de pausa como éste. Es decir, ocupar varios días a una actividad para mejorar una habilidad o poder. ¿Es posible en ésta ambientación?
** No, no me refiero a que lleve el corazón de Aoi en la mano....es la expresión de siempre. Me he dado cuenta después de escribirla que podía dar lugar a confusión en ésta particular situación. XD
*** Conductores de tren, conforme puse en mi historia.
Saito escucha las explicaciones de Lyashi mirándola con la intensidad de un halcón - Así que perteneces a los Ressha no untenshu. Bien, en ese caso te explicaré la situación y cuál será tu papel en ella: hace dos semanas la hayajiro Lady Lovibond se quedó detenida en la entrada sur de la ciudad impidiendo que se levantase el puente y se cerrasen las puertas. De ahí la invasión que estamos sufriendo. Que nosotros sepamos la única persona capaz de conducirla está atrapada lejos de la cabina, y hay tantos kabane que no podemos acercarnos a rescatarla. Si consigues que esa hayajiro se mueva para que podamos cerrar las puertas serás un factor decisivo para salvar esta ciudad ¿Crees que serás capaz?...
La verdad es que lo de entrenar habilidades es algo que Unisystem no contempla por el tipo de partidas a las que va dirigido ¿Qué tienes pensado mejorar?
Actualizada la historia de Aoi.
Lyashi levantó la cabeza para mirar al Capitán, quien la escrutaba con intensidad. Poco a poco fue cogiendo confianza, pues parecía que finalmente no estaba allí para lo que ella había supuesto, si no por algo muy diferente, algo que creía olvidado...y lo más importante, la estaba tratando con dignidad, por lo que una persona en su interior largo tiempo dormida comenzaba a despertar.
Le explicó porqué la ciudad estaba llena de Kabane, algo impensable con las altas murallas y las puertas cerradas. - Así que ha sido eso... - pensó al escuchar el relato que el Capitán le estaba haciendo. Se quedó helada cuando entendió qué era lo que le estaba proponiendo aquel hombre. - ¡Quiere que conduzca la Hayajiro, la Lady Lovibond! -
La impresión fue fuerte, y tal fue el silencio y la presión, que podía escuchar los latidos de su corazón que casi le ensordecían, como si estuviera escuchando un tambor rítmico que llevara el compás de su vida. Pronto le pareció escuchar un redoble, como si dos corazones estuvieran latiendo a la vez, como si otro "yo" estuviera volviendo a la vida. Las reflexiones de su celda le vinieron a la cabeza, y supo que, instintivamente, había visto venir éste momento, éste en el cual su vida iba a dar un vuelco gigantesco.
- Capitán, sí, puedo ayudar, será un honor conducir la Lady Lovibond. - se escuchó contestar realizando una ligera reverencia de respeto.
Estaba dicho. Algo que había deseado toda su niñez, y que había olvidado en su adolescencia, volvía a ella a toda máquina.
¿Se acordaría de las enseñanzas de su padre?
Pues, en principio, y dado el papel que voy viéndole al pj, y más o menos en éste orden --> Esquiva, los poderes de curación, conducir la hayajiro, medicina o algún saber que me permita hacer medicamentos (o similar), influencia, notar y los poderes de matar. Quizá luego sería cuestión de subir algo el sigilo y lo de los explosivos (por lo que me comentaste), pero eso imagino que será muuucho más adelante. Mientras tanto, seguiré intentando tirar de lo de las vidas pasadas, que dependo de una tirada, pero mejor eso que nada. XD
En general, estoy viendo mi pj más como apoyo / momentos sociales que para combate, supongo que pjs de combate hay bastantes, con que la mía pueda apoyar un poco de vez en cuando (con el poder de matar o los arcos/ballestas) yo creo que va a ir bien, y así fortalecemos una "pata" que creo que al resto les hace falta (según me comentaste).
Me gusta cómo está quedando el pj. :)
Lyashi tarda unos segundos en descifrar la breve sonrisa de Saito. No está muy acostumbrada a que alguien sienta orgullo de ella. Sin embargo el momento pasa rápido, pues Saito se levanta dispuesto a ponerse en marcha.
¡Araki!
En ese momento entra la soldado que acompañó a Lyashi durante su encierro (1) entra en el despacho.
¿Señor?
Esta mujer pertenece a los Ressha no untenshu, así que vamos a llevarla hasta la Lady Lovibond para que la mueva de la entrada. Reúne a ocho hombres más y sacad dos coches con gatlings. Vamos a retomar nuestra ciudad.
¡Sí, señor!
Patio del cuartel
Dos coches han sido preparados a toda prisa con extrañas armas tubulares montadas sobre un arco de metal que hay sobre los asientos delanteros. Entre los hombres reunidos por la soldado se encuentran los tres hombres a los que Lyashi rescató sacando el coche del suburbio.
¡Escuchad todos! - dice Saito. Al momento los nueve soldados se ponen firmes - Fuera de Mibu se encuentra la Ryugujou, que va a intentar abrirnos un hueco con sus cañones. También van a enviar a un mecánico para reparar la avería de la Lady Lovibond. Nuestro trabajo consiste en escoltar a esta mujer - señala a Lyashi - que se ocupará de conducir esa hayajiro fuera de la entrada. Debemos protegerla y evitar que sufra ningún daño ¿Lo habéis entendido?
¡SÍ, SEÑOR!
Calles de Mibu
Lyasi se encuentra en la caja del segundo coche, que recorre a toda velocidad las calles de Mibu hacia la enorme estación. Junto a ella viajan la soldado, que se le ha presentado con el nombre de Araki Suzume, el artillero y otro soldado. En los asientos de delante viajan el conductor y otro soldado más. Saito y el resto de soldados viajan en el coche que va abriendo paso. Los kabane salen de las casas y callejones intentando agarrar a ambos vehículos, que rebotan, saltan y derrapan cuando chocan con los muertos vivientes. La cinta de la ametralladora no deja de correr mientras el artillero mantiene el fuego de supresión.
Mierda - protesta el soldado junto a Lyashi - ¡Esto es una mierda! ¿Qué clase de locura le ha entrado al capitán! ¡Esta mujer no es una conductora de hayajiro, sino una puta! Yo mismo me la he follado varias veces - dispara a un kabane que se acercaba demasiado acertándole en la cadera y dejándolo tirado en el suelo.
Ya me parecía a mí que eres de los que necesitan pagar para acostarse con una mujer - le suelta Suzume con acritud - Ahora concéntrate y haz tu maldito trabajo.
Pero el otro soldado baja su rifle y se encara con la joven - ¡Cierra la boca, maldita amante de los kabane! ¿Quién te crees que eres?
El soldado no parece darse cuenta de que no sólo está descuidando su flanco, sino que también está distrayendo a Suzume del suyo.
¡RRRRRRRRRRRROOOOOOOOOOOOOUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRRRRRRRRGGGGHH!
Un kabane de afilados dientes y largas uñas cae de repente sobre el soldado, mordiéndole en el cuello y sentenciándolo a muerte. Suzume intenta apuntarle con el rifle pero dentro de la pequeña caja no hay espacio para maniobrar con un arma tan grande.
¡Lyashi, ayúdame! (2)...
Lyashi parpadeó mientras asimilaba el significado de la sonrisa del Capitán Saito. Una olvidada y grata sensación le recorría el cuerpo al comprenderla y esto hizo que no quisiera fallar en la tarea que le había sido encomendada. Se levantó al entrar Araki y la miró con algo del amor propio recuperado, pero aún quedaba mucho por hacer. Las instrucciones fueron claras y salieron al patio donde varios soldados se ponían firmes al escuchar las órdenes del Capitán Saito.
Montaron en dos coches a vapor que hubieran hecho delicias con su otro yo alemán y salieron a escape en dirección hacia la hayajiro. Por lo que había escuchado, la hayajiro estaba rodeada de Kabane y tendrían que emplear armas pesadas para llegar. Ellos debían protegerla y aunque algunos la miraban con indiferencia, otros no,sobretodo un imbécil que se dedicó a faltarle el respeto y poner en duda la capacidad de su Capitán.
- Tranquila, manten la calma. - le dijo a Araki mientras el soldado las increpaba, demostrando el gran control que teníasobre si misma.
Aquello era un Caos y pronto se convirtió en una lucha por la supervivencia del más apto , como pudo comprobar aquel soldado. Un Kabane saltó sobre él y le mordió, por estar haciendo lo que no debía, es decir, su trabajo. Aquello era su fin,ya lo había visto antes. Araki intentaba hacer algo por aquel hombre, pero era demasiado tarde.
Como a cámara lenta, Lyashi se inclinó hacia el soldado y agarró con rapidez la bolsa de suicidio, poniendola en el pecho de él. Lo miró a los ojos durante lo que pareció una eternidad, pero apenas fue un segundo. Inclinó la cabeza asintiendo y tiró de la cuerda, empujando al soldado hacia atrás. Era cuestión de él morir con honor o como un cobarde, y eso es lo que le había transmitido con esa mirada. Ella estaba lista para empujarle con el pie.
La mano de ella se deslizó con habilidad hacia las otras armas de él.....
1- Conocimiento sobre Kabane estaría bien.
2- No sé manejar ningún arma de fuego o cuerpo a cuerpo, por lo que optó por coger la bolsa de suicidio y aplicarsela de tal forma que se muera y caiga hacia atrás, fuera del coche. Si me regalas poder cogerle la katana o el rifle mientras se cae, mejor. Si hace falta tirar, hazlo tú por mí, por favor.
En el momento en que siente la bolsa apretada contra su pecho el soldado clava en Lyashi una mirada llena de dolor, de ira y sobre todo de odio. Un odio tan puro y visceral que hace estremecerse el endurecido corazón de la joven. Ella tira del cordel y siente la sacudida de la carga explosiva destrozando el pecho y el corazón del condenado, que cae del coche llevándose consigo al monstruoso kabane. En el último momento la mano de Lyashi se cierra sobre la empuñadura de la katana del soldado, que se desliza fuera de su vaina con su sonido característico.
Espero que sepas usar eso - dice Suzume (1) - Y gracias
Lyashi dirige una última mirada hacia los dos que se han caído del coche. El brazo izquierdo del kabane cuelga roto por varios sitios, pero aún así se levanta y lanza un aullido furioso hacia el vehículo que se aleja. El corazón de Lyashi da un vuelco al darse cuenta de que es el mismo que la ha estado persiguiendo desde su casa, y que por algún motivo se ha obsesionado con ella...
Andenes de Mibu
La batalla aquí es mucho más encarnizada que en la ciudad. Los soldados libran una guerra sin cuartel para impedir la entrada de kabane a través del portón bloqueado por la Lady Lovibond. Pero los muertos son muchos más que los vivos y con cada soldado que cae aparece un nuevo monstruo que se une a la carnicería. Es una lucha desesperada que los defensores de Mibu están destinados a perder a menos que consigan cerrar las puertas.
Qué horror - dice Suzume, lívida de horror - Es... es un infierno.
Un traqueteo metálico indica que la ametralladora del coche se ha quedado sin munición. El artillero suelta un exabrupto y coge su rifle de vapor.
Espero que de verdad sepas conducir esa cosa - le dice a Lyashi - De lo contrario pronto nos uniremos a ellos.
Los coches avanzan disparando y lanzando explosivos hacia la vanguardia de los soldados, dirigida por una mujer que blande una naginata hecha del mismo hierro negro que la katana de Saito. Cuando el capitán llega hasta su lado la mujer está sacando su arma del pecho de un kabane.
¡Mi señora! - dice Saito - Hemos traído a la mujer que le dije.
Los ojos azules de la mujer se clavan en Lyashi mostrando un atisbo de esperanza - Doy gracias al cielo porque estés aquí, muchacha - se gira hacia un soldado que porta una extraña mochila de la que sale una antena metálica - Di a la Ryugujou que necesitamos que despeje la entrada para que ella pueda entrar.
Mientras está diciendo esto un kabane consigue atravesar a los soldados y se dirige corriendo hacia la noble...
La mirada del soldado le recuerda a Lyashi momentos desafortunados meses atrás, cuando algún "cliente" quería salirse con la suya y ella no se lo permitía amenazándole con denunciar los "esporádicos" encuentros a sus esposas o novias. Había gente que no aceptaba un no por respuesta y tenías que hacer lo necesario para sobrevivir, y la mirada de aquel soldado había sido exactamente igual que la de todos aquellos clientes antes de darse por vencidos "por si acaso". A ella nunca le había gustado sentirse rechazada o ignorada, era algo que le ponía de mal humor, triste y en ocasiones, cabreada. La mirada de Suzume no fue del todo agradable, y desde luego, su tono tampoco, pero como en tantas otras ocasiones, ella sólo hacía lo que debía hacer para sobrevivir. - No tengo ni puta idea de manejar ésto. - tuvo ganas de contestarle, pero no valdría de nada, así que se guardó el arma como pudo y trató de llegar entera a su destino.
Su mirada se desvió hacia aquel Kabane que aullaba tras el vehículo, alzando sus brazos en su dirección, con su víctima, el soldado ahora muerto, olvidado a varios metros de él. Los ojos de Lyashi se abrieron con mal disimulada sorpresa cuando se fijó en que ése era el Kabane que la seguía desde su habitación. - ¿Es posible que sepa quién soy? ¿Por qué yo? - se preguntaba Lyashi mientras el Kabane desaparecía en la distancia.
La llegada a los andenes fue de todo menos tranquila. Allí la batalla estaba en pleno apogeo y por lo que parecía, era una batalla perdida. Se veía la preciosa silueta de la Lady Lovibond taponando el cierre de las puertas por donde entraban Kabane sin parar, allí era donde los soldados presentaban la defensa más fiera y férrea, a la par que inútil. Cualquier con ojos en la cara podía ver que los Kabane estaban ganando terreno y que pronto sería demasiados para pararlos, a menos que se pudiera cerrar las puertas. Su vehículo dejó de lanzar muerte a través del arma que hacía un ruído infernal y el soldado que la manejaba le decía que si no era capaz de hacer lo que decía, estaban todos muertos.
Lyashi no pudo menos que tragar saliva y tratar de recuperar de su adormecida mente los recuerdos donde, en otro momento mucho más feliz, su padre le enseñaba el funcionamiento de cada palanca, de cada indicador, qué quería decir cada número o cambio en la presión que se podía notar en las tuberías. Fragmentos disociados se reunían en su mente y ella trataba de darles orden y sentido, pero era complicado, hacía ya demasiado tiempo...era un puzzle confuso y difícil de resolver.
El frenazo en seco del vehículo la hizo volver al presente. Delante de ella el Capitán se cuadraba delante de una intimidante mujer con una enorme naginata en sus manos, la cual estaba casi separando en dos el pecho de un kabane con su arma. La mujer miró a Lyashi y le sonrió con cierta dulzura y ansia en los mismos. Era otra cosa que ella no estaba acostumbrada a ver en los ojos de los demás cuando la miraban a ella. Parecía que esperara algo de ella, algo con ganas de verdad.
Lyashi comenzaba a verse algo sobrepasada por los acontecimientos, tanta gente esperando cosas buenas de ella... - Pero...¿y si no puedo hacerlo? ¿Y si no me acuerdo? - pensaba ella, mirando a un lado y a otro. No quería fallarles, no quería perder ésa oportunidad que el destino le estaba brindando. Vio como un kabane sobrepasaba a varios soldados y se dirigía de cabeza hacia la mujer al que el Capitán se había referido como "mi señora". Indudablemente era alguien noble, alguien de alto rango, de la realeza inclusive, que estaba allí luchando junto a los soldados. La mujer que le había mirado con esperanza.
- ¿Sólo yo me he dado cuenta de ése bastardo? - pensó Lyashi, mientras sus manos cogían su usada ballesta y se interponía, casi incoscientemente, entre ése maldito kabane y aquella mujer. - ¡Cuidado! - gritó, disparando su arma contra la cabeza de aquel ser. - Si le impacto en la cabeza quizá pueda frenarlo lo suficiente... - dijo casi más para sí misma, pensando en voz alta como si estuviera elucubrando una teoría científica, mientras el virote salía disparado hacia aquel ser. En sus conversaciones con Suzume alguna idea sobre el funcionamiento de los Kabane había comenzado a intuir y al parecer tenían algún que otro punto débil, además del corazón. Pero se necesitaría más tiempo de investigación para determinar si habían más formas de acabar de forma efectiva con ellos. - ¿Y si es una enfermedad? ¿Y si se puede curar? - pensó justo antes de darse cuenta que se le había enredado la correa de la caja del boticario en las piernas y no era capaz de moverse.
Motivo: Ataque
Tirada: 5
Resultado: 5+2+5 = 12
Motivo: Esquivar
Tirada: 1
Se repite la tirada: 5
Resultado: 1+2+5 = 8
Motivo: Esquivar, segunda tirada
Tirada: 2
Resultado: 2+2+5 = 9
Objetivo: Cabeza Kabane
Tirada 1d8: 5
Resultado:(5)x4 = 20
Me pongo entre ella y el kabane y disparo con mi ballesta a la cabeza del Kabane.
Ataque: 12 Daño a la cabeza: 20
Defensa (esquivar) --> 1 (tiro otra vez y me sale 2, si no me equivoco, eso es un -3). Des+Acrobacias = 7 - 3 = 4.
El virote de Lyashi se incrusta en la cara del kabane un instante antes de que éste se abalance sobre ella. Las manos cenicientas del monstruo agarran un brazo de Lyashi y se lo llevan a la boca. Algo se quiebra en el corazón de la joven. Para ella es el fin del camino. Ya sólo es cuestión de tiempo que acabe como Aoi: tan sólo otro cadáver con el pecho destrozado por una bolsa suicida o quizá atravesado por la katana de Saito. Ni siquiera sus poderes de curación sobrenatural pueden ahorrarle esa suerte. Es curioso: Lyashi habría esperado sentir más dolor, no sólo esa repugnante sensación de pegajosa humedad.
Saito y Tomoe atraviesan simultáneamente el pecho del kabane con sus armas. El maligno brillo rojizo de los ojos del monstruo se apaga cuando éste muere definitivamente. Es Saito el que agarra al kabane del pelo y lo aparta de Lyashi dejando a la vista un círculo de babas sanguinolentas.
Muchas gracias, joven - dice Tomoe levantando su Naginata - Y perdóname.
¡Un momento por favor! - suplica Suzume. La soldado se arrodilla junto a Lyashi y le lava el brazo con el agua de una cantimplora ¡Lyashi no tiene ni un rasguño! - ¡Mire señora! - Suzume levanta el brazo de Lyashi con tanto entusiasmo que parece que quisiera arrancárselo para enseñarlo a la mujer - Está... limpia.
Menos mal - dice Tomoe con lágrimas de alivio en los ojos - Pero ¿Cómo?
La chica tiene una suerte increíble - dice Saito. De una patada le da la vuelta al kabane muerto poniendo hacia arriba su rostro atravesado de lado a lado por el virote de Lyashi justo por debajo y delante de las orejas - La saeta le atascó la mandíbula.
Dos súbitas explosiones hacen temblar el andén y llenan el túnel de una mortífera lluvia de fuego y metralla. La locomotora se estremece violentamente mientras los kabane del túnel son reducidos a un amasijo de carne sanguinolenta. Los más cercanos a la línea de soldados caen al suelo al ser empujados por la onda expansiva, permitiendo que los defensores los eliminen con facilidad. Sin embargo los kabane del otro lado de la hayajoro siguen avanzando sin duda ni miedo.
¡Ahora, Saito! - ordena Tomoe - Llévala a la locomotora.
¿Puedes levantarte? - Dice Suzume tendiéndole la mano...
Tirada oculta
Motivo: Ataque (Kabane)
Tirada: 8
Resultado: 8+2+2 = 12
Éxito
Te ha ido de un pelo: apuntar a la cabeza tiene un modificador -4 a la tirada de ataque, con lo que tu tirada habría bajado a 8, es decir, fallo. Sin embargo al disparar a bocajarro tienes un +1 a la tirada y sumas 1 al multiplicador de daño, quedando en que la tirada final es 9. Es decir: éxito justito. Luego el daño es de 1D8x5, lo que manteniendo tu tirada se queda en 25 puntos de daño en la cabeza. Esto no mata a un kabane pero sí inutiliza su ataque de mordisco.
No hace falta que hagas una segunda tirada cuando saques un 1 o un 10. El sistema ya se ocupa de ello.
El Kabane se abalanzó sobre ella y en cuanto le cogió el brazo, supo que todo estaba perdido. Temblando, pero no de miedo, si no de rabia e impotencia, empezó a reunir fuerzas para desatar toda su cólera en ataques psíquicos sin fin hasta caer muerta por aquellos cabrones o los soldados, lo que sucediera antes, cuando las palabras de Suzume se filtraron entre la maraña de sentimientos que comenzaba a ahogar a Lyashi. - ¿Uh? - acertó a decir, contemplando su brazo alzado entre las lágrimas que caían por su cara y manchaban sus gafas, impidiéndole ver con claridad.
Miró la cabeza del Kabane mientras el Capitán explicaba la situación, y no pudo creer en su suerte. Alguien desde el más allá estaba encargándose de protegerla. Tenía que rezar a sus antepasados dándoles las gracias por mantenerla entera un rato más. Se limpió con la manga los restos de babas y lágrimas y se recolocó las gafas tras limpiarlas.
Tendiendo la mano, cogió la de Suzume y se levantó, dándole las gracias en silencio con un ligero asentimiento. Se giró a Tomoe y la saludó con un - De nada, señora...y ahora toca hacer el trabajo para lo que me han traído. Siempre hay que terminar lo que uno empieza, eso me enseñaron mis padres. -
Con una sensación de algo que reconoció como orgullo, siguió a la soldado. Ahora era una conductora, y la estaban tratando como a tal. Debía seguir haciendo eso si quería salir del pozo en el que se había instalado, no podía fallar a sus ancestros, que velaban por ella. Cogiendo sus cosas, siguió a la soldado y al resto, que la protegerían hasta dejarla sana y salva encima de la Lady Lovibond.
No hace falta que hagas una segunda tirada cuando saques un 1 o un 10. El sistema ya se ocupa de ello.
No me había percatado que el sistema había tirado un cinco, me acabo de dar cuenta ahora. :)
Me alegra mucho haber acertado, en serio. No quería gastar más puntos de Drama sin saber cuando recuperaré, pero cuando vi la tirada, me eché las manos a la cabeza...
En fin, ha salido bien. Joer, esto es un sinvivir...XD
Saito y Suzume encabezan la comitiva de soldados que corren hacia la locomotora de la Lady Lovibond escoltando a Lyashi. El hedor a carne podrida y requemada es nauseabundo, pero lo peor son los kabane que han sobrevivido a la explosión como muñecos desmembrados por un niño caprichoso. Lyashi sorprende a Suzume llorando silenciosamente cuando remata a uno de ellos con su rifle de vapor.
Cuando llegan a la locomotora Saito ordena a todos los soldados que vuelvan junto a la señora de Mibu mientras apremia a Lyashi para que suba a la enorme máquina.
¡Salva Mibu! - le grita Suzume despidiéndose de ella...
Los puntos de Drama se recuperan haciendo acciones heroicas o actuando acorde a la naturaleza del personaje cuando va en su perjuicio. Por ejemplo: habrías podido ganar uno al salvar a Tomoe del ataque del kabane arriesgándote a morir. Puedes tener un máximo de 10 (los que tienes ahora, vamos).
Aquí se termina tu tema introductorio. Me da un poco de pena porque lo he disfrutado muchísimo. Lyashi es un personaje muy interesante y me encanta cómo te ha quedado. Por otro lado estoy deseando verla interactuar con los otros PJs.