Kotaro sigue corriendo mientras las bombas explosivas y de humo rojo no dejan de caer, convirtiendo toda la estación en un infierno de gritos de rabia, aullidos de dolor y súplicas de piedad. Cuanto más se acerca a los andenes más abundante se hace el humo rojo y más aumenta el número de kabane que se lanzan tras Kotaro.
Ya hayan sido mordidos o se hayan contagiado con el humo rojo, todos le miran con los ojos brillando de hambre, ansiando su carne y su sangre. Los más rápidos llegan a agarrar los faldones de la gabardina de Kotaro, que se deshace rápidamente de ellos cercenándoles las manos con rápidos golpes de su katana. Sin embargo, por cada kabane del que Kotaro se deshace aparecen dos más para ocupar su lugar. La situación es desesperada y lo sabe. En caso que Shiori le haya mentido lo único que podrá hacer será morir peleando o atravesarse el corazón con su propia espada para no convertirse en uno de esos engendros.
Cuando ya tiene a la vista los andenes del sur una enorme mole metálica que se mueve sobre cintas de metal corta el camino de Kotaro. De sus costados surgen pequeños tubos que esparcen una neblina azul a su alrededor y ocultan en parte las manchas de sangre que salpican la máquina. En su parte superior hay una persona enfundada en una armadura de hierro negro veteada de rojo brillante.
¡AL SUELO! - le grita la mujer a Kotaro antes de disparar la voluminosa arma que lleva en las manos. Del cañón surgen varios cilindros de metal que al impactar contra el suelo liberan más de ese humo azul. Los kabane aúllan y se retuercen de dolor cuando la niebla azul hace arder sus cuerpos hasta reducirlos a cenizas en cuestión de segundos. Tras ladrar una orden hacia el interior del tanque y dejar su arma, la mujer acorazada baja de un salto y se planta delante de Kotaro. Cuando se quita el casco a Kotaro le resulta imposible no reconocer el pelo blanco, los ojos amarillos y ese rostro que es una réplica ligeramente suavizada del suyo propio. Airin.
Hola, hermano - le tiende una mano forrada de acero kabane - Ven conmigo y venguémonos juntos de este miserable imperio...
Con el gasto del Punto de drama lo que interpreto es que Kotaro interpone la hoja de su katana en el último momento y deja al kabane sin dientes.
En realidad algo de protección sí que llevas: La armadura de Kyozo te proporciona una armadura de 1D4+1. Poca cosa pero puede significar una gran diferencia en algún momento.
Tú… -- dice imperceptiblemente tras la máscara. – Tú… ¿Tú eres la niña de aquel sueño? ¿Por qué me llamas hermano…?
Toda la tensión que cargaba tras la persecución del enjambre de kabanes se esfumó en un instante. Para los sentidos de Kotaro ya no había fuego, ni gritos, ni destrucción. Solamente estaban él y Airin.
Sus manos comenzaron a temblar; posteriormente sus piernas tomaron ejemplo. Lo que no pudieron hacer los muertos vivientes, ni Munetani, ni las incontables amenazas sufridas en Kongoukaku, lo consiguió la persona que se encontraba delante de él con sólo mostrar su rostro y revelándole su parentesco.
De una seca y enérgica sacudida desengancha del tekagi-shuko el cuerpo kabane que le hacía de escudo; al mismo tiempo enfundó la katana de su mano derecha.
No se lo acababa de creer, así que se quitó la máscara para poder apreciar mejor lo que había delante de sus ojos.
Definitivamente no había duda de que se trataba de Airin: el tono de su voz, pelo, nariz, ojos… Todo encajaba con lo que creía que no era más que una jugarreta de su subconsciente. Y como si se tratara de la pieza maestra que completara, por fin, un complejo puzle que yacía olvidado en las sombras de su memoria, comenzó a sentir que al fin no estaba solo en su lucha.
Con su enorme mano derecha estrecha la de Airin a su modo “barriobajero”, pero con una evidente sinceridad. Con su extraordinaria fuerza bruta tira de ella hacia su pecho, poniendo a Airin al alcance de un abrazo fraternal. Su mano izquierda la posa sobre la nuca de su por tanto tiempo desaparecida hermana, creando con la tekagi-shuko el efecto de una garra que está protegiendo la cabeza de la mujer.
Con los sentimientos a flor de piel y las lágrimas a punto de derramarse, su orgullo le impide dar una muestra de debilidad tan evidente. Al final acaba limitándose a susurrarle al oído un escueto “…Venguémonos…”, utilizando un tono tan tierno como cargado de rabia.
La Eisenfaust de Airin es una pequeña hayajiro de cuatro vagones fuertemente blindados y erizados de cañones. Cuando se marcha de Kaerikumo deja tras de sí una estación sumida en el caos y condenada a desaparecer. Ella sonríe satisfecha mirando la debacle a través de una ventana mientras devora una ración militar idéntica a la que Kotaro sostiene en sus manos acompañado de una botella de un extraño líquido amarillo y espumoso llamado "cerveza". El camarote en el que se encuentran es austero, sólo un poco más grande que el que Kotaro compartía con otros soldados en la Ryugujou.
En esta ocasión el tiro le ha salido por la culata a nuestro abuelo. Y esto es sólo el principio - Observa a Kotaro para ver su reacción...
Un encuentro con una hermana perdida que creía producto de su imaginación. Ser rescatado por una persona a la que no repudia. Que esa persona ostente un puesto de autoridad en una organización que desconoce y que, a priori, no le provoca ningún sentimiento de hostilidad. Todo ello hizo que Kotaro tomara una actitud de cautela e incluso pseudodisciplina, hasta el punto de que ni él mismo se reconocería. Habrá que ver cuánto tiempo le durará ese estado.
Observa con curiosidad el interior de la nueva hayajiro, comparándola mentalmente con la Ryugujou. – Mucho más pequeña que la de Tomohiro, y a la vez mucho mejor armada. Esto no tiene nada que ver con una hayajiro para civiles.
En más de una ocasión tuvo la tentación de preguntarle a su hermana dónde había estado todo este tiempo, y cómo fue capaz de saber hasta dónde estaba él cuando él simplemente creía que ella no era más que una imagen dentro de un desagradable sueño. Sin embargo prefirió callar mientras Airin ponía orden en la Eisenfaust; no tenía ninguna gana de ser una molestia para ella.
Fue cuando por fin pudieron relajarse y hablar, cuando ella se le adelantó con el comentario. -- ¿Abuelo? ¿Ahora resulta que también tengo hasta abuelo? Pero qué cojones...
Con una mirada de cierto desconcierto, le responde esforzándose por rebajar a cero la cantidad de palabras malsonantes por frase. -- ¿”Nuestro”? ¿Resulta que también tengo un p… un abuelo? ¿De qué tiro por la culata hablas? – Su tono no es hosco ni rudo, sino de pura curiosidad. En realidad está deseando lanzarle sus preguntas sobre ella, pero por cordialidad prefiere seguirle a Airin el hilo de la conversación.
La furia en la mirada de Airin no está dirigida contra Kotaro, pero sí su compasión - Christina ya me dijo que en el orfanato apenas hablabas de tu familia y sólo para decir que te habíamos abandonado. Nada más lejos de la realidad, como puedes comprobar. Apenas éramos unos niños cuando nuestra familia fue destruida y Padre tuvo que escapar contigo para ponerte a salvo.
Se sienta en una silla, echa un trago de cerveza y se permite relajarse un poco antes de seguir.
El nombre de soltera de nuestra madre era Kaede Munetani, hija de Hirotsuna Munetani. Tu anfitrión desde que te atraparon en Mibu, supongo - sonríe divertida al ver la expresión sorprendida de Kotaro - No te lo dijo ¿Verdad? Aunque estoy segura de que sí que hizo alguna alusión a que eres el resultado de una violación o algo así - su expresión se tuerce en una mueca de asco - Esta es la verdad: nuestros antepasados eran una familia de astutos comerciantes y embajadores en Hinomoto que llegaron aquí antes de la plaga kabane en competición con otras muchas familias extranjeras. Como todos, tuvieron que enfrentarse a la xenofobia tradicional de los estúpidos lugareños. Pero los Zweihänder tenían una ventaja: sabían que la pureza de sangre sólo produce estancamiento y decadencia, así que no tardaron en empezar a mezclarse con las familias nobles del país. Cuando las potencias extranjeras bloquearon Hinomoto otras familias extranjeras desaparecieron debido a sus escasos vínculos con la nobleza, pero los Zweihänder teníamos el suficiente arraigo para resistir las iras de grupos xenófobos como el Kokuryukai - sus guanteletes chirrían cuando ella tensa los brazos - O eso pensábamos.
Se levanta y mira otra vez por la ventana.
Ese bastardo del shogun Amatori empezó a cortar lazos con nosotros apenas llegó al poder. Y aquí fue donde nuestro padre, Albrecht Zweihänder, entra en la historia. Era un joven formado en las artes de la guerra, la ingeniería y la diplomacia. Seguro que tu Mogami-sama tiene alguna obra suya en su biblioteca. Durante una de sus visitas a la Kongoukaku conoció a Kaede Munetani, la hija de uno de los más importantes líderes del Kokuryukai. No estaba planeado que se enamoraran, pero fue algo bastante oportuno. El viejo Hirotsuna se opuso desde el principio, pero sólo consiguió que Madre se fugara con Padre lejos de él y de su influencia. Tú y yo somos el resultado de esa unión.
Apoya la cabeza contra el cristal y de repente lanza un fortísimo puñetazo que sacude todo el cristal blindado.
Pero ese maldito cabrón no nos dejó en paz. El país estaba sumido en el caos por culpa de los kabane, así que le llevó mucho tiempo encontrarnos. Cuando lo consiguió simplemente se dedicó a exterminarnos. Hombres, mujeres, niños, sirvientes, aliados, contactos... todo el que tuviera alguna relación con nosotros fue torturado y ejecutado. Amatori lo arregló para que oficialmente nuestras estaciones fueran víctimas de la epidemia kabane, y la gente fue tan estúpida que se lo creyó. Por aquel entonces Madre estaba embarazada de ocho meses y no podía moverse ni mucho menos luchar, así le exigió a Padre que huyera y te pusiera a salvo mientras ella intentaba hacer lo mismo conmigo. Según a quién le preguntes te dirá que Madre amenazó a Padre con matarle o con suicidarse delante de él si no le obedecía, pero el caso es que así fue como nos separamos.
Se gira hacia Kotaro con el rostro arrasado en lágrimas de dolor y rabia - La mataron, Kotaro. Con lanzas y espadas, ensañándose con ella, insultándola por haber ensuciado su cuerpo con la semilla de un extranjero ¡A una embarazada indefensa! - puñetazo al cristal - Sobreviví gracias a uno de nuestros más fieles y poderosos guardianes, pero no pudo hacer nada por ella. Sus gritos de dolor todavía me atormentan en mis pesadillas ¿Ves el infierno de ahí? - señala la estación en llamas - ¡No es NADA comparado con el que yo tengo que sufrir cada vez que cierro los ojos!...
Iba a escribir más pero tampoco quiero soltar un rollo estilo Fidel Castro. Haz las preguntas que creas oportunas.
En cuanto escuchó que Airin hacía mención a Christina, el alivio que sintió Kotaro casi podría notarse de manera evidente. Era la confirmación que necesitaba para saber que su otra hermana no se había metido en una trampa, sino en la organización de la propia Airin. El destino parecía que esta vez quiso echarle una mano, en vez de seguir estrangulándolo. Si no le preguntó sobre el estado de Christina fue porque la peliblanca parecía tener algo más que decir, y tanto que lo tenía.
Cuando vio que lo siguiente iba a ser escuchar sobre su familia tomó una pose relajada, casi de desasosiego e indiferencia. Si hubo algo que le empujara a prestar un mínimo de atención, fue su curiosidad. – Qué coño te hace pensar que me importa lo más mínimo lo que le pasara a esa gente. Nos abandonaron, a ti y a mí.
Sin embargo, escuchar que el apellido de su madre era “Munetani” le provocó un tic involuntario en una de sus cejas. -- ¿¡He escuchado bien…!? – Y de manera instantánea su expresión de aburrimiento tomó un cariz de molestia que, poco a poco, conforme Airin continuaba y describía el calvario de su familia, se recrudeció hasta la exageración.
Y junto a su expresión, más cerca de la furia que del mero enfado, sus puños se apretaron con tal fuerza que sus nudillos comenzaron a crujir. Sus piernas se pusieron totalmente tensas y su mente se enturbió con pensamientos y memorias de muerte y destrucción acompañadas de no menos confusión. De hecho, uno de esos recuerdos fue el sueño que tuvo hace apenas unos días, donde huía a toda prisa con un adulto cuyo rostro no lograba vislumbrar. -- ¿Él era Albrecht? ¿Fue ese momento cuando hui con padre? No puedes ser… No me lo creo… ¡¿Por qué?!
Tan pronto como Airin le dio pie a intervenir, no perdió la oportunidad. Esta vez ya sin la sumisión que temporalmente sintió hacia su hermana tras el rescate, le habló con palabras que salían de un tenaz y duro corazón, palabras reforzadas con un orgullo que le daba la fuerza necesaria para luchar por amoldar el mundo a él y no al revés.
No sé cómo ha sido tu vida todos estos años, pero si has podido hablar con Christina entonces te puedes hacer una idea de la mía. – Se pone en pie, mira fugazmente por la ventana aunque sin especial satisfacción, y vuelve la mirada a su hermana, mirándola hacia abajo desde sus 2,1 metros de altura, con una expresión de severidad que no le había mostrado hasta ahora. – Si tuviera que elegir una enseñanza de todos estos años, sería la de saber que la familia no está en la sangre. La familia está en los hechos.
No vuelvas tan siquiera a insinuar que ese bastardo, hijo de perra, pedazo de mierda y escoria de Munetani es nuestro abuelo – momentáneamente su expresión se vuelve de enfado y rabia hacia Airin, pero rápidamente se calma. – Tendremos nuestra venganza, quizá la conseguiremos pronto, o quizá tardará en llegar un poco más... -- Vuelve a dirigir la mirada a la ventana, pero esta vez para recordar momentáneamente el rostro de Munetani -- Pero sigo vivo, y mientras así sea la muerte siempre estará al acecho de ese viejo desgraciado… De él, y de mucha más gente que debe morir.
Con tal de desviar la atención de Airin de un tema del que no había mucho más que sacar y que solamente traería dolor, le pregunta sobre el resto de su vida. En realidad, también lo hace por la curiosidad que le produce el haber llegado tan lejos partiendo desde la misma situación desventajosa que él. -- Dime qué fue de tu vida desde que escapaste con ese guardia hasta el día de hoy. A la vista está que se te dan mejor los negocios que a mí -- dice con cierto tono jocoso, observando detenidamente el interior del vagón.
¿Están solos en el vagón?
Si tuviera que elegir una enseñanza de todos estos años, sería la de saber que la familia no está en la sangre. La familia está en los hechos.
Hmpf - su boca se tuerce en una mueca despectiva - ¿Quién te crees que pagó a Shiori para que te mantuviera con vida hasta que llegamos? Además de todo el coste y el riesgo de tu rescate. Si eso no te basta, quizá seas tú el que no sea de fiar - No necesita añadir nada más para hacer obvias las implicaciones.
Dime qué fue de tu vida desde que escapaste con ese guardia hasta el día de hoy. A la vista está que se te dan mejor los negocios que a mí
No hay mucho que contar. Un sirviente de nuestra familia me rescató y huimos a Gunkanjima. Allí empezamos a trabajar como sirvientes del gobernador Sonoda mientras reconstruíamos la red de contactos de nuestros padres. Cuando lo conseguimos esperé a que Kuroda consiguió crear la niebla azul y la plaga roja, eliminé a Sonoda y me hice con el control de la isla. Te hablaría de aquellos años, pero no quiero volver a aburrirte como cuando te hablé de nuestros padres.
Toma un trago de cerveza antes de cambiar de tema.
Eso no tiene importancia ahora. Lo que interesa es la Ryugujou y lo que vamos a hacer con ella. Verás, la Eisenfaust es demasiado llamativa, pero la Ryugujou puede entrar sin problemas en la Kongoukaku. El plan es sencillo: dejamos que entre en Gunkanjima y eliminamos a toda la tripulación. Después la cargamos con suficientes proyectiles de plaga roja y niebla azul como para aniquilar a toda la estación. Una vez caído el gobierno será cosa fácil apoderarnos del resto del país. Las estaciones que se resistan recibirán la visita de la Ryugujou o la Eisenfaust. Incluso es posible que permita que la Lady Lovibond se nos una si es que esa idiota de Alma Cromwell atiende a razones - observa atentamente a Kotaro para evaluar su reacción - Tu papel será el de ayudarme a engañar y después exterminar a los tripulantes de la Ryugujou. Tomohiro Mogami, Yûki Koizumi, Kuma Shimazu y esa zorrita psíquica, Arisa Furuhashi. El único en el que tengo un interés personal es Takeshi Fukui. Ya me he enterado de que el Kokuryukai eliminó al bastardo de Eiji Fukui y me gustaría ser quien le dé fin a su linaje. Puedes hacerlo ¿Verdad?...
Sí, estáis solos en el camarote.
Hmpf - su boca se tuerce en una mueca despectiva - ¿Quién te crees que pagó a Shiori para que te mantuviera con vida hasta que llegamos? Además de todo el coste y el riesgo de tu rescate. Si eso no te basta, quizá seas tú el que no sea de fiar - No necesita añadir nada más para hacer obvias las implicaciones.
Kotaro se sorprende por la reacción de Airin, mostrando una expresión de desconcierto e incredulidad. Sin embargo, apenas unos segundos tras la invectiva de la mujer, Kotaro suelta una de sus características carcajadas.
¡JAJAJA! Hermanita, hermanita… -- se apoya con un hombro sobre la pared del vagón, justo al lado de la ventana, mientras mira a la peliblanca con una sonrisilla de diversión – No deberías embestir tan a la ligera o podrías descarrilar… Je… Jeje… -- Kotaro ríe ante la ironía que supone ser precisamente él quien esté dando un consejo sobre pensar antes de actuar. – Cada vez está más claro que somos hermanos… Je…
Boba – le dice, comenzando a soltarse con su “bullying cariñoso” – Me puedo hacer una idea de cuánto has tenido que sacrificar por un pordiosero presidiario como yo, sin tener siquiera la certeza de si el esfuerzo valdría la pena. Es justo por eso por lo que eres la persona que más rápido se ha ganado mi respeto y confianza, poniéndote al nivel del resto de mis hermanos… Aunque ya solo quede Christina – termina, apretando los puños con rabia, aunque con algo más de disimulo que hace un momento.
Tras comenzar a escuchar los planes de Airin, Kotaro recibe respuesta a varias preguntas que se estaba haciendo. – Entonces vamos a Gunkanjima… ¿Los quiere emboscar ahí? ¿Después de todo este tiempo los inútiles de la Ryugujou aún no han llegado a destino? Patanes…
Su expresión se torna seria, incluso algo triste y con cierta decepción en cuanto le dice que el plan es aniquilar a todo Kongoukaku. En ese momento vuelve la mirada a la ventana, observando a lo lejos el humo y caos que se ha apoderado de la estación que lo mantenía preso. Sin embargo no interviene todavía, dejando que Airin termine de explicarle su plan.
A pesar de todo, no puede evitar soltar un amargo “Tseh…” en cuanto escucha su intención de pedir la colaboración de Cromwell -- ¿Esperas la colaboración de esa inoportuna gallinita cobarde? ¿Tan jodida estás? Hermanita… Menos mal que me has rescatado, sí.
Por último, le causa cierta sorpresa que tuviera en el punto de mira a personas de la Ryugujou con las que de alguna manera, en mayor o menor medida, se había relacionado. – Joder, no me lo pones fácil…
Pues claro que puedo hacerlo – le dice con total confianza, e incluso algo de indignación por la duda. Y en verdad es una confianza sincera, porque es cierto que se ve capaz de hacer eso y más – sin embargo necesito corregir parte de tu plan. Iré directo al grano.
No podemos tomar Hinomoto si matamos a “nuestros súbditos” – dice, no sin permitirse fantasear un poco – indiscriminadamente. Y si lo conseguimos, no nos durará mucho porque habremos demostrado hasta al más tonto que su vida nos importa bien poco. – Mira de nuevo por la ventana con cierta pena, vislumbrando a lo lejos la columna de humo – Acabaríamos siendo peor que la puta nobleza, y le daríamos la mejor razón para conseguir que todos nos rechacen. No tardarían en volver a resurgir como la mala hierba.
Si queremos un éxito total y no sólo una venganza temporal, tenemos que ser más precisos en nuestra actuación: eliminar a los nobles y a los perros que con tanto gusto les sirven, sean guerreros o no, y a nadie más.
Los que también estén hasta los cojones de ellos deben saber que estamos de su lado, que vamos a salvarles del yugo de la nobleza estúpida y malvada y que pueden unirse a nosotros. Y si estás pensando en mendigar la ayuda de esa zorra de Cromwell, es porque sabes bien que necesitamos a más gente de nuestro lado.
Todo ello sin mencionar que un bombardeo indiscriminado como el de Kaerikumo también se llevará por delante la vida de niños… -- dice con una compasión que podría sonar hasta ridícula, saliendo de la boca de un presidiario con mala fama -- Y de ellos podemos tener la certeza de que no han tenido tiempo siquiera de odiarnos.
Kotaro hace una pausa, dando a entender que ha terminado su primer razonamiento, para dar inicio al siguiente.
Sobre esa imbécil de Alma Cromwell, no contaría con ella para nada y, de hecho, veo más probable incluso que se posicione contra nosotros antes de tan siquiera mantenerse al margen. Es amiga de algunos nobles y no me extrañaría que los defendiera en cuanto supiera que les queremos dar lo único que merecen.
Si se presenta la ocasión, yo la quitaría de en medio y le daría a su tripulación la opción de seguirla al otro mundo o unirse a nosotros.
Vuelve a hacer otra pausa, y pasa a la siguiente cuestión.
En lo que respecta a la Ryugujou... Por mí puedes quedarte con la cabeza de Tomohiro. A pesar de que es alguien que parece sensato, no deja de ser un noble. Antes o después reclamará su ficticio derecho sobre los que cree sus vasallos.
Sobre la enana de Yûki Koizumi, no tengo nada en contra de ella. Sin embargo es el perrito faldero de Tomohiro, así que supongo que su destino está ligado al de su amo.
El enclenque de Takeshi… Hubo un momento en que me llegó a caer bien ese tirillas. Sin embargo su ego de noblecito hijo de papá primero me humilló como a un perro, para luego enviarme al borde de la muerte. Todo tuyo también – le dice con desdén.
Sin embargo, hay gente en la Ryugujou a la que le debo algún que otro favor.
Kuma me salvó una vez la vida, y aunque dudo mucho que se quiera unir a nuestra causa, más si ello implica la muerte de Tomohiro, querría darle la oportunidad de hacerlo.
Arisa y la otra bruja rarita… -- se queda un momento pensativo, tratando de recordar el nombre de Lyashi – eh… Ly… Lyashi. Ambas me curaron una herida fatal. Al igual que con Kuma, me siento en deuda con ellas y antes de tener el valor de matarlas, querría darles la oportunidad de unirse a nosotros.
Sobre el resto de la tripulación de la Ryugujou, al menos cuando estaba con ellos me di cuenta de que son un atajo de cobardes y supersticiosos. Si les ponemos contra las cuerdas tal vez alguno se pase a nuestro bando con tal de conservar la vida.
Había algo más que quería comentar, aunque para ello se tomó su tiempo separándose de la pared y caminando al otro lado del camarote, haciendo que Airin se diera la vuelta.
Por cierto, la Ryugujou tiene al menos un kabaneri, al igual que el cerdo de Munetani. ¿Esa niebla azul también los convierte en ceniza, o es solo para kabanes?
---------- En caso de que diga que no afecta a kabaneris o que no lo sabe ----------
Entonces, ¿por casualidad no sabrás cómo me podría convertir yo en uno? – le dice con tranquilidad, como si fuera una pregunta inocente y sin importancia.
Ahora es el turno de Airin de lanzar una carcajada muy parecida en su tuno e intención a la de Kotaro - No te equivoques hermano. Esto es una guerra, no un grupito de huérfanos zarrapastrosos que se arrastra a algún lugar oscuro con la esperanza de que su enemigo se olvide de su existencia y no los pisotee hasta aplastarlos. Claro que en la Kongoukaku habrá niños ¿Y el que llevaba nuestra madre en el vientre cuando la asesinaron? - menea la cabeza - No, Kotaro. La piedad es la virtud de los débiles. Y la que quieres mostrarles a algunos de nuestros enemigos sólo conseguirá meternos al enemigo en casa. No es distinto a ese "mendigarle su ayuda" a Cromwell que me estás criticando.
Se pone en pie y mira por la ventana junto a Kotaro - Este país es nuestro enemigo, Kotaro. Nos ha odiado sin razón desde mucho antes de que naciéramos. Cuando la plaga nos afectó igual que a ellos nos usaron como chivo expiatorio. Hombres, mujeres, niños, ancianos, infectados o no infectados. El solo hecho de tener sangre extranjera nos convirtió en víctimas de su miedo, su odio y su ignorancia. Aún entre nosotros hay imbéciles como Cromwell que creen en el perdón y la reconciliación, pero son sólo las esperanzas infantiles de una ciega. Pero si sus esperanzas llegan a entorpecer nuestro camino la aplastaremos como a un insecto. Tenemos el arma perfecta, una contra la que no hay defensa posible, y vamos a utilizarla hasta que los habitantes de este país se sometan por completo o desaparezcan. Ni siquiera los kabaneri son inmunes a la niebla azul. Lánzala contra ellos y diviértete viéndoles arder. Tu amiga Nami fue "voluntaria" para las primeras pruebas. Puedes preguntarle - risita maliciosa - Además Cromwell no es la única aliada potencial con la que podemos contar. Hay otros que nos apoyan. Incluso más allá del bloqueo habrá gente que nos apoya y que nos ayudará a conquistar y someter toda esta maldita isla - agarra a Kotaro de un hombro para obligarlo a girarse hacia ella - No puedes permitirte ser neutral en esto, hermano. Ya no. Tienes que tomar una decisión: estás con nosotros, o contra nosotros.
Tu siguiente post será el que cierre este spin-off y te lleve al capítulo final.
Kotaro escucha la respuesta con seriedad; una seriedad que se recrudecía cada vez más a cada palabra con la que su hermana le contestaba.
Aquéllos que mataron a nuestra madre no fueron niños, sino la escoria que es como Munetani y sus perros sarnosos.
Kotaro da un breve suspiro de desasosiego, empatizando perfectamente con Airin pero a la vez sabiendo que esa solución dista mucho de ser la más correcta. – Entiendo tu postura y lo que quieres decir. Entiende tú también que me estás pidiendo que renuncie a lo único que me ha dado fuerzas para seguir con vida todos estos años.
Puedo imaginar todo por lo que has tenido que pasar hasta llegar a aquí, y lo que esto significa para ti. Por ello no voy a oponerme. Sin embargo, si me quieres totalmente de tu lado, necesito que cedas en algunas cuestiones, tal y como yo estoy cediendo contigo.
Si tu deseo es arrasar con toda Hinomoto, adelante. En verdad gran parte de mí también lo desea. Pero te pido dos cosas: siempre que sea posible, los niños quedarán exentos de la masacre; yo me haré cargo tanto de su protección como de que no te den problemas. Lo segundo que te pido es que me des la capacidad de ofrecer salvoconductos a determinados adultos; sabrás quiénes son, yo responderé ante ellos y si actúan contra nuestros intereses, yo mismo los ejecutaré.
Acepta esas dos condiciones y acataré el resto de tu plan al pie de la letra – termina, mostrando la misma seriedad con la que empezó.
Es muy complicado postear algo que cierre ya la escena si Airin lo está poniendo contra la espada y la pared... xD
Si le da el visto bueno a sus condiciones, puedes cerrar la escena con el siguiente post de Airin. De lo contrario supongo que tendré que hacer algún post más antes de que cierres el spin-off.
Airn medita las palabras de Kotaro. Sus propuestas no le hacen ninguna gracia pero sabe que no va a ceder - Está bien - dice por fin - Confiaré en ti, hermano. Bienvenido a la familia...
Esta noche te subo nuevo post.