Seguimos nosotros? No se que ha pasado
Así queda el mapa para el que creo será el último asalto de la batalla, o el penúltimo depende de como vallan las cosas, sobretodo en el flanco oeste...
Nalin: Tira 5d8 (por cada 8 natural tira 1d6)
Horlum: Tira 9d6 y 1d4 (por cada 6 natural tira 1d4, si savas 4 en la tirada de 1d4 tira 1d3)
Dzuh: Tira 3d6 (por cada 6 natural tira 1d4)
Brogar: toca esperar movimientos.
Me cito a mi mismo! Dzhug te toca tirar!!
Los enanos del noroeste a las órdenes de Nalin se decidieron a seguir y dar caza al grupo de arqueros trasgos pertenecientes a la quinta compañía. La enana portando entre su pecho a su primer retoño encabezó al grupo de valientes enanos que cargaron contra los trasgos batidos en retirada. El desorden de las fuerzas de los pieles verdes era tal, que nada pudieron hacer por oponer resistencia a sus enemigos. Los trasgos huían despavoridos y aterrados ante la furia enana. Las hechas cercenaron cuellos, los martillos aplastaron torax y los picos agujeraron las cabezas de los infectos trasgos que les habían emboscado a las orillas de aquel río.
Pronto el campo de batalla se tiñó de sangre y los miembros amputados, los cadáveres trasgos y los aterrorizados heridos sabiendo que en cualquier instante uno de aquellos terribles enanos acabaría con su agonía, fueron un común en todo el campo de batalla. Las bajas entre los enanos del noroeste fueron muy escasas, pues aquel ejército ya se había rendido ante su superioridad y cada uno de sus miembros tan solo trataba de salvar su vida a la fuga y sin pensar en el resto de iguales.
Los gritos ahogados de aquellos arqueros en su último estertor fueron acallados cuando las últimas hachas acabaron con la vida de los supervivientes y el grito de victoria enmudeció a los pocos que lograron escapar de aquella masacre.
Nalín ordenó replegarse. Pese a que casi la mitad de los arqueros habían huido, no mandó salir en su búsqueda. Demasiado bien les habían ido las cosas hasta el momento y ya habían muerto demasiados enanos del noroeste ese día. Debían regresar junto a Nugo y acabar con las ratas que aún amenazaban realmente a sus hermanos del este.
Mientras tanto, Horlum luchaba codo con codo junto a la falange liderada por el Kark de Todos los Enanos. La infantería trasga aún tenía mucho que decir en aquel combate y lo cierto fue, que durante aquel enfrentamiento muchos fueron los buenos enanos que murieron bajo los filos de sus enemigos.
La falange de Nugo luchó unida y como una unidad infranqueable. Los pieles verdes, asustados al ver el rostro de la muerte no tuvieron más opción que tratar de replegarse. Allí se encontraba Horlum y las fuerzas de la Sima, para impedir todo intento de huida. Tanto unos como otros lucharon con tesón, pues poco más les quedaba por hacer sino tratar de salvar sus vidas.
Las bajas fueron numerosas entre los trasgos. Casi tres cuartos de pieles verdes murieron ensartaras por las falanges que les presionaban a escapar hacia el sur, pues en el este estaban flanqueados por otra unidad de infantería trasga que se había visto envuelta en una trifulca contra la caballería enana. En el sur aguardaban los filos de la Sima y dieron buena cuenta de sus enemigos.
Para cuando el onceavo de infantería trasgo tocó trompetas de retirada, ya fue demasiado tarde para la caballería capitaneada por Burdin. Su precipitación había propiciado finalmente su final. El noveno de infantería trasga los había aplastado y ahora se marchaba del campo de batalla habiendo sido una de las pocas unidades trasgas que entrara en batalla, que podía escapar más o menos entera de la escena de la batalla.
A su vez, en el oeste de la zona de combate, los ballesteros trasgos intercedieron a favor de las fuerzas de Dzhug lanzando sus saetas contra los bastardos que habían destruido a gran parte de su fuerza. Gran parte de las Hachas Ensangrentadas habían perecido en aquella batalla y si Dzhug no había ordenado la desbandada de sus tropas había sido porque sabía que el honor de sus hombres no se lo permitiría.
Lo cierto fue que las saetas enanas hicieron mella en sus enemigos y la furia de Dzhug y los suyos propició un cambio en el devenir del combate. Aquellos aguerridos guerreros, dolidos por el resultado de aquel enfrentamiento y por la muerte de muchos camaradas, amigos e incluso familiares, cargo contra las fuerzas trasgas con ira, rencor y rabia destrozando aquí y allá y destruyendo definitivamente a los asesinos de su pueblo y vengando así la irreparable pérdida.
Mientras tanto, en el flanco derecho de las fuerzas de Dzhug, las unidades primera y segunda de falanges enanas hicieron frente al último reducto que quedaba de aquel majestuoso ejército trasgo reunido a orillas del río Shesh-sal. Las bajas se repitieron en ambos bandos y pese a que en un inicio los soldados trasgos eran superiores, al final de aquel encuentro, el número de tropas se igualó bastante.
Al verse rodeados por unos dos mil quinientos enanos furiosos, el último medio millar de trasgos decidió abandonar el combate replegándose hacia los frondosos bosques del oeste. Así finalizó la batalla del Vado de Piernascortas, donde las tropas enanas vencieron contra todo pronóstico a los trasgos que habían trazado una estrategia sin precedentes haciéndose del terreno una clara ventaja a su favor.
Se acabó la batalla. Las fuerzas enanas han vencido.
Dzhug se ha llevado la peor parte, solo 250 de los suyos han sobrevivido.
Lo suyo es que cada pj haga un recuento de sus tropas y balance del combate pudiendo interactuar con pj's y pnj's a placer.
Bajas notables entre los enanos (por si queréis hacer mención):
Burdin de la cabellería (Horlum tu estabas cerca)
Rogd de la 3ª falange (Dzhug tu estabas cerca)
Dirhar del 3º infanteria (Balin y Brogar vosotros estabais cerca)
La batalla había finalizado, el gran Kark había conseguido lo que nadie creía posible, había recuperado el honor del pueblo enano, contra pronostico habían destruido las filas de los pieles verdes, sus lideres habían sido ejecutados en la batalla, los pocos que se habían salvado de la furia enana habían hecho algo que al principio de la batalla les parecía impensable, tocar retirada. Sin duda esos seres ligeramente mas inteligentes que sus congéneres que plagaban el campo de batalla a trozos, se lo pensarían dos veces antes de volver a intentar invadir el territorio enano.
Ahora era el tiempo de los enanos, volverían a ampliar fronteras, y estas no se verían amenazadas por su enemigo mortal, por lo menos en un par de décadas que se olvidase lo sucedido en el Vado de Piernascortas.
Aunque Horlum era reacio a no perseguir a sus enemigos para exterminarlos y que el problema fuese resuelto completamente, quizás incluso con una campaña de exterminio de todas las tribus orcas y trasgas a fin de ser temidas durante decenios, el hecho de que según sus cuentas habían exterminado a mas de 10000 enemigos ya les daba bastante notoriedad.
Sus bajas eran inasumibles, pero las de los enanos eran muchas mas de las que estaban dispuestos a perder, unas primeras estimaciones cercanas a los 2500 buenos enanos sin duda se quedarían cortas, pues batallones enteros habían sido diezmados, el gran Dzhug mismo había sufrido unas perdidas cercanas a 3/4 partes de su tropa, sin duda necesitarían años para recuperarse, y sin duda la Sima le ofrecería esa ayuda, la suya era ya una amistad que trascendería de ellos mismos, pues sus descendientes serian conocedores de como habían muerto como hermanos defendiendo el honor de los enanos.
Aunque sin duda 3000 enanos serian mas que suficientes para perseguir y acabar de exterminar a los restos del ejercito trasgo, y a muchas de sus ciudades, sin duda debían ocuparse de los heridos y de repartir justicia entre los que había abandonado a nuestro Kark a su suerte. Harthor debía ser juzgado y ejecutado por crímenes contra el pueblo, y si seguían la batalla muy seguramente se libraría de pagar por sus pecados.
Era el momento de que el Kark de todos los enanos reuniese a todos los lideres tribales y decidiese el siguiente paso.
Horlum mandó montar un campamento cerca del campo de batalla, debían atender a los cientos de heridos, amputados y sanguinolientes enanos. Sin duda el pueblo de Dzugh seria notablemente efectivo en este fin, toda su gente estaba bien entrenada, curar a sus enfermos sería pan comido para ellos.
Miró a su alrededor buscando a su segunda, hacia un buen rato que la había perdido de vista, sin duda cortando cabezas trasgas en honor a los caídos.
-Urnul! dijo tras localizarla visualmente y escuchar su nombre literalmente voló junto a su señor, necesito que los maestres y sus ayudantes gestionen las curaciones a los soldados heridos, da igual su procedencia, la prioridad es según el nivel de daño, no el clan, eso ya es historia para nosotros. Y organiza con los lideres de batallón que se encuentren indemnes, que todos sus hombres descansen y tomen un breve refrigerio y que acto seguido comiencen a recoger a nuestros hermanos caídos en combate y los entierren fuera del escenario de combate, cada cuerpo una tumba, y su arma como lápida, aqui ubicaremos un gran cementerio de los nobles enanos muertos en esta celebre batalla. cuando hayan terminado que amontonen los cuerpos del enemigo y los prendan con los aceites que les den los maestres. esas son mis ordenes, muchas gracias por tu gran ayuda en la batalla.
La Segunda se ruborizó, la alegraba cumplir las ordenes de su señor, todo había ido muy bien para el pueblo de la Sima, sin duda no tan bien para sus nuevos hermanos, pero se ocuparían de ellos en lo posible. Se dirigió a sus directos subordinados y organizó las ordenes de su Señor.
Horlum se paseó por el campo de batalla, allí donde la caballería de Burdin había caído suicidamente, sin duda su valor sería recordado, él mismo recogió su cadaver, lo cargó hacia donde transportaban a los caídos y localizó un punto alto, desde donde se veía todo el campo de batalla, allí cavó profundo, recogió sus pertenencias personales, recogió las partes de su armadura que se encontraban indemnes para su primogénito y lo enterró con su martillo ensangrentando dando fe de quien yacía en ese lugar. Grandes enanos se habían perdido en esa guerra.
Dzhug iba de un lado a otro con Ulanog tratando de ayudar a los heridos a la vez que hacia balance de bajas. Se paró para ayudar a un sanador a amputar una pierna mientras hablaba con Ulanog, que mantenía el hierro al rojo para cauterizar la herida. El antiguo ingeniero sujetaba la pierna mientras el sanador serraba, escupió saliva a un lado y le habló en voz baja a su segundo.
—Habla que llamar a los jovenes a filas, al menos la mitad de nuestras bajas son del clan... doscientos cincuenta hermanos muertos o malheridos, si no mas. Ha caido todo el Escudo Rubí, salvo Miqark—Miró a Ulanog, que le miraba con los ojos entrecerrados—...el de la alabarda tallada como una calavera, que lleva los ojos de los trasgos que mata en la armadura.
Ulanog soltó una seca carcajada, y luego puso cara de dolor, tenia vendada la mitad de la cara.
—¿El que partió dos barriles con su verga en la fiesta aquella en Rio Verde? Ya se.
La mandibula de Dzhug habia conseguido un nuevo grado de desfiguracion ese mismo dia. Asi que solo una sonrisa asomo ligeramente en su maltrecho gesto.
—Ese mismo, él y cinco de sus hombres son los únicos sobrevivientes de un batallon de cien enanos. Los Martilladores y los Defensores están mejor, pero los Audaces deberemos reformarlos.
La pierna soltó un chorro de sangre cuando el hueso se partió. Ulanog clavó el hierro al rojo en la herida y Dzhug soltó la pierna para agarrar los hombros de Guraz, el enano de grises barbas, que había perdido a dos hijos en aquella batalla y ahora era cojo, y miraba con los ojos abiertos como platos su nuevo muñon.
Ayudaron a varios mas hasta que el resto del clan llego hacia su improvisado campamento de heridos, Dzhug fue tambaleante a la reunión del Consejo, que habian planeado mediante mensajeros. Ulanog le seguía de cerca, mirando sus propios apuntes.
—No ha sido tan terrible, Dzhug, no hay tantas bajas como parecía en un principio, si muchos heridos, que seran una carga económica pero al final algunos sanaran y otros podrán dedicarse a trabajos importantes para el clan. Al menos tenemos cien jovenes que en otros tiempos ya estarian en el ejercito. Forzando un poco podriamos recuperar al menos ciento cincuenta hombres, si no mas. Otros clanes que luchaban junto a nosotros han salido muy mal parados.
—...
—Sabes que los jovenes estan preparados y que el clan te sigue apoyando, por los cojones peludos de un grann, el clan ahora tiene mas ganas que nunca de luchar, de vengar la afrenta. Todos saben que tu estrategia era buena y te han visto luchar por el clan.
—Lo se, Ulanog... vamos a hablar con el Consejo, imagino que Nugo nos llamará a su presencia en menos de una hora, debemos explicar nuestra derrota en el flanco izquierdo y todo el tema del Traidor.
Ulanog puso una mano sobre el hombro del Thog y ambos entraronn en el carro de combate donde esperaban los miembros del Consejo.
Acabo de caer en que yo tenia 400 unidades de falange, No asumiré mas de 250 bajas ANK DURS, ¡¿Me oyes?!
Son enanos casi sovieticos aguantan mas.
Habían pasado un par de horas desde el final de la batalla, Horlum se había despojado de la armadura y ayudaba a sus hombres en la ardua labor de enterrar a las victimas, la buena noticia es que la Sima había salido bastante indemne de la batalla, su estrategia había surtido efecto, no se habían lanzado como unos locos a la batalla, habían usado a sus aliados para autodefenderse de unas tropas numerosas pero poco entrenadas y muy inefectivas, por suerte en su flanco no había habido unidades con explosivos y eso había ayudado a salir relativamente intactos, otros clanes no habían tenido tanta suerte, se hablaba de milicias del este prácticamente exterminadas, seria labor de Nugo ayudarlas para evitar su extinción o asimilación por parte de algún Thog ruin acechante.
Al este de la batalla una gran montaña de trasgos comenzaba a levantarse, se habían dado ordenes de priorizar el entierro de los enanos, pero la batalla había sido tan cruenta que había que trasladar 5 o 6 trasgos para recuperar el cuerpo de cada enano.
La batalla había terminado, pero los ultimos estertores de esta aun se desarrollaban, 3 enanos de la Sima y uno de la Falange de Nugo habían resultado heridos leves por ataques de trasgos supuestamente muertos que aprovechaban sus ultimas fuerzas para morder o acuchillar a los enanos que los desplazaban a su ultimo lugar de reposo.
-Galveriv! esto es inaceptable, no podemos perder mas hombres en una guerra ya ganada, pon orden entre la tropa! quiero que lanceen a cada trasgo antes de acercarse a él y que los batallones de limpieza vayan en grupos de 2 como mínimo! Dijo el líder de la Sima profundamente enfadado a su General, errores así no se podían tener y menos ese día. El viejo enano, acostumbrado a defender fortines se encontraba bañado en sangre, había luchado bien junto a sus hombres, los cortes que tenia en el brazo daban fe de lo cerca que había estado de sus hombres, pero se había vuelto descuidado tras cantar victoria.
-Así se hará señor, dijo profundamente avergonzado, no era un joven inexperto para cometer esos fallos y menos para necesitar que su líder le abriera los ojos. Dio las ordenes necesarias y aunque mas lento, muchos trasgos heridos o fingiendo encontraron el camino al lado de su decrepito dios antes de lo que esperaban.
Mientras recogía el cuerpo de uno de sus hombres, un joven que a duras penas rozaba la mayoría de edad, el líder de la Sima notó un movimiento debajo, por puro milagro pudo esquivar una estocada de un trasgo perfectamente escondido bajo el joven, Horlum ciego de rabia cargó contra el pequeño ser verde, que con cara de miedo vio al líder de la Sima cargando contra él con los ojos inyectados en sangre, le golpeó con la mano abierta en su esqueletica cara de trasgo, lo cual lo noqueo, momento en el cual lo cogió por el cuello y en un ataque de furia asesina le arrancó la cabeza, ríos de sangre bañaban al joven líder, quien rápidamente recuperó la serenidad. -Sucios engendros, usar a un joven caído en combate para intentar arañar una baja al enemigo que te ha vencido honrosamente. Los hombres de Horlum se enorgullecieron de ver como un Thog era un digno combatiente, las dudas que había sobre sus métodos, manteniéndose en retaguardia durante la batalla, a veces no eran bien vistas por parte de sus hombres, acostumbrados a una arcaica forma de hacer la guerra, pero los resultados estaban ahí, y ese repentino ataque de furia enana acallo los pocos susurros en su contra que existian.
Al anochecer Todos los enanos fallecidos habían sido enterrados, por suerte las bajas habían sido inferiores a las primeras estimaciones, pero la cantidad de heridos era elevada, amputados, acuchillados, contusionados, se estimaba en un 20% de bajas, un 15% de heridos graves y un 40% de heridos leves. Solo uno de cada 4 habían salido sin heridas de esa guerra, pero aun contaban con fuerzas suficientes para llamar a ese grupo uno de los ejercitos enanos mas grandes jamas reunidos.
Horlum había ordenado una cena el doble de la ración normal, sus hombres merecían un descanso y alimentarse bien para recuperarse de las heridas físicas. Aun no habían llegado ordenes del Kark de todos los enanos, sin duda debía hacer planes a corto y medio plazo y en breve recibirían la comunicación oficial.
Optó por desplazarse con sus generales y algunos maestres a interesarse por sus compañeros de campaña. El campamento de Dzhug, perfectamente organizado, típico de los mejores mercenarios, tenia una actividad frenetica. Su amigo se encontraba manos a la obra ayudando a los suyos.
-Dzhug amigo mio!!. Dijo al ver a su intacto compañero. Los dos enanos se abrazaron en un reencuentro de lideres que han superado lo insuperable. Sé que habéis sufrido grandes perdidas, os traigo varios de mis mejores maestres para que os ayuden en lo posible con los heridos. Sabes que puedes contar conmigo y con la Sima en todo lo necesario. Dijo con una voz sincera y fuerte. Harthor pagará por esto, sin duda las bajas habrían sido inferiores con los centenares de efectivos que le acompañaron. Su traición no será compensada hasta que tu martillo de cuenta de su cabeza. Espero que nuestro Kark de vía libre para buscarlo y juzgarlo lo antes posible.
Los Olvidados se reunieron en torno a su maestro y líder. La batalla había terminado, la victoria era de ellos, pero habían perdido hermanos y aunque se regocijaban por que ellos habían alcanzado la gloria, la pérdida siempre era dolorosa.
—Hijos míos—dijo Brogar—. No lloréis por ellos, porque ya han expiado sus faltas. No lloréis por ellos, porque ya han alcanzado la gloria. No lloréis por ellos, porque ya han recibido el abrazo de la Madre Montaña.
El enano hizo una pausa antes de bramar.
—¡NO LLORÉIS POR ELLOS! ¡PORQUE AHORA SON INMORTALES!
Con esa última frase todos y cada uno de los miembros de la orden comenzó a gritar. Parecía como si quisieran que sus hermanos caídos, allí donde estuvieran les escuchasen.