Partida Rol por web

Kroner escuchó atento a lo que contaba el enviado de Argluna, y por dentro se relamía. ¡Por fin tenían una noticia interesante! Desde que se habían quedado en Filo del Invierno, por si regresaba Elden y además para ayudar a los pueblerinos (a pedido de Dalla), una parte de Kroner se iba apagando. Necesitaba el combate, necesitaba la adrenalina de la caza, de enfrentarse a enemigos dignos. Y ahora había una posibilidad no sólo de combatir, si no además de forjarse un nombre que le trajera honor y gloria.

-Entonces tenemos un lugar a dónde ir- dijo el explorador poniendo las manos sobre la mesa pero sin sentarse -Podríamos partir lo antes posible...- y miró a Dangmar -¿O cuánto tiempo necesitamos para dejar todo listo aquí y partir?-

Y su mirada pasó a Dalla. ¿Los acompañaría? No quería que le sucediera nada, pero ya había demostrado ser más poderosa de lo que su padre creía, no necesitaba un protector... no lo necesitaba a Kroner. Aunque sentía muchas cosas por la princesa bárbara, no estaba seguro de que pudiera realmente llevar adelante lo que seguramente sería necesario para una hija de Jefe de Clan. Aún quedaba forjarse el nombre para poder reclamar tal título. Aún quedaba camino por recorrer.

Un apuesto bardo toca una melodía con su laúd amenizando a los presentes mientras recita una canción. Habla de gestas y tesoros. De fortuna y perdición. Se trata del tesoro de un dragón tiempo ha, desaparecido. Allá en las montañas de los cuatro picos, aguarda un tesoro sin parangón. 

Los ojos de los parroquianos brillan con codicia mientras se limpian las espumosas barbas en las mangas de su camisa.

Luego toca otra balada, esta trata sobre una lucha encarnizada, donde un valeroso grupo se enfrenta a Kuldus y a su apestosa horda. Un enano valeroso y un grupo extraordinario logran diezmar y poner en huida al pueblo de la sombra. Allá en lo más profundo del bosque aun lamen sus heridas. 

Envalentonados por la balada, los diversos grupos hacen planes, mientras invitan al bardo a su mesa para sonsacarle...

Dalla estaba junto a Kroner y cuando éste le miró con ojos suplicantes, le sonrió cariñosamente. Sabes que iría contigo a cualquier lugar pero justo en este momemto no puedo. Mordiéndose sus carnosos labios sopesó si continuar o no. Acurrucandose junto a Kroner le susurró al oído: Estoy encinta querido y el padre eres tú!  Mostrándote una barriguita en ciernes..

Después de hablar sobre la partida a Quervar, disfrutó de la música del bardo. Tanto que dejó de escuchar lo que sucedía alrededor centrando su atención en aquellos que avasallaban al bardo para saber cuanto había de cierto en aquello que había relatado.

Kroner, que se había interesado en la música del bardo, y hasta le había hecho una seña para que se acercara, se quedó de una pieza al escuchar las palabras de Dalla que se acurrucaba entre sus brazos. No por miedo, no sólo por sorpresa, si no también por emoción.

-Dices... ¿que seremos padres?- dijo el explorador tomando el rostro de la princesa entre sus callosas manos -¿No es una broma?- preguntó sonriente y con lágrimas de emoción en el rostro, para luego darle un sentido beso.

Una pequeña sombra ingresó a tanta luz y alegría: si llegara a suceder que el embarazo continuara perfectamente y el retoño nacía, tendría que dar explicaciones en la tribu. Él era un simple cazador, antiguo legionario, pero poco más. Se estaba forjando un nombre, pero necesitaba un acto suficientemente heroico como para ser considerado de la casta noble en su tribu. Tenía que derrotar a esa dragona, eso sería suficiente...

Pero ahora había que festejar.

-¡Seré padre!- levantó la voz emocionado y entre carcajadas -¡Una ronda para todos!-

¿Cuántas noticias tendría ese día? ¿Acaso habría alguna más?

Busco descansar del viaje y escucho la buena nueva del señor Kroner. Ser padre que ruda situación, es una difícil responsabilidad y ardua tarea que cumplir.

Tomo algún vaso de la mesa no quiero ser descortés y brindaré por la fortuna de bebe que vendrá en camino, sin embargo no bebo, ni beberé no necesito mas razones para dejar mi mente libre en sus turbios pensamientos, solo fingiré beber y luego vaciaré el vaso ligeramente para que se crean que les sigo en su festejos.

Dangmar apenas se giró, ocupado como estaba en tender una manta sobre los hombros del antiguo aventurero, que se mantuviera junto al fuego y que, estado de fuga o no, se alimentase con una comida caliente de verdad y alejar de sus manos el alcohol.

-Sé quien es, Capataz. Dígame.

Las noticias eran en extremo positivas, lo que se notó en el enano en... no mucho, quizá una leve relajación del monto corporal. No es que no confiara en el buen hacer y la experiencia de los humanos relacionadas en gestiones de ingeniería y defensa, era sólo que, um, bueno, no es que confiara tanto en el buen hacer y la experiencia de los humanos en esos campos. No como las de un buen enano, al menos, con el que uno sabía a qué atenerse.

-Ah. Es mucha bondad por su parte -asintió, tomando el tomo- Me ocuparé de ello.

En medio de una fiesta de bienvenida un enano irrumpe, informa a otro enano, y le tiende el registro de labores y servicios; y este otro enano, indiferente a toda la algarabía de los alrededores, comprueba el registro de forma minuciosa, concienzuda y profesional. Aquella era la escena más quintesencialmente enana posible. Una escena que sólo se interrumpió cuando Kroner proclamó a los cuatro vientos su nueva condición de padre en espera.

*כי מוראדין לשמור את כל הנסיעות שלך, את היציאות שלך ואת הכרטיסים שלך מעתה ונעמיד*

Dijo, ofreciendo sus bendiciones a la pareja en el Enano Ancestral con uno de los robustos brazos sujetando el libro, el otro tendido en dirección a Kroner, la mano extendida para que la estrechase

-Mis bendiciones para los expectantes padres.

Tirada de Averiguar Intenciones contra el Enganiar de Ennari, para ver si la pillo echando el alcohol disimuladamente a algún sitio, en vez de beber

La noticia de la reciente paternidad de Kroner fue festejada por lo grande, corriendo la cerveza enana por las fragatas y barbas de los parroquianos y recién llegados. Sin duda Filo del Invierno había cambiado y mucho. La alegría en los otrora adustos rostros de sus gentes así lo atestiguan. 

Transcurren las horas entre charlas y canciones, mientras el variopinto grupo proyecta sus planes. Decidiendo que ir a Quervarr es su prioridad, allí buscarán indicios y pistas que sin duda les llevará a los desaparecidos.

Al día siguiente parten al alba, con la tranquilidad de que la Villa queda en buenas manos.

Ripsen  me comenta que no puede seguir. Pero seguimos, metemos a alguien más, o con pnjotas.

Ok, por no quedarnos estancados hice un movimiento rápido, como que salían de la Villa al día siguiente.

Anteriormente en la posada.

Ves que Ennari deshecha el alcohol, seguramente no querrá ser irrespetuosa con sus anfitriones.

Salís al día siguiente con la intención de dirigiros a Quervarr. Sois un grupo reducido, lo que os da ventaja al desplazaros más rápido a caballo. Entrada la noche llegáis a la Villa de Quervarr, allí sois recibidos por Lord Ghuntar.

Vuestra fama os precede y los guardias de la puerta os abren paso, avisando a su Señor.

Lord Ghuntar, les espera! Acompañenme, nobles señores. Exclama en tono solemne el Cabo que responde al nombre de  Krain. Llevándoos ante su Señor.

Kroner había tenido una noche de mucho festejo. En su clan, cuando había noticias importantes, había que celebrarlas o si no podían escaparse volando como el águila. Y había celebrado. De todas formas, una leve sombra de incertidumbre revoloteaba como lechuza en la oscuridad al pensar en enfrentar al tío de Dalla, quien tendría una última palabra en cuanto a su relación.

Le molestaba la tradición, pero no se la discutía. Eso había mantenido unido al clan, y no sería quien pusiera en tela de juicio la sabiduría de los ancianos.

Si la noche había sido alegre y brillante, la madrugada de despedida había sido amarga y dolorosa. No porque temiera por la seguridad de Dalla, que quedaba en buenas manos, y ella misma podía defenderse más que bien; si no en separarse en un momento así... además de la resaca que tenía. Pero había que despedirse. Había Gloria por delante, y no podía ser un padre sin Gloria.

El guió al pequeño grupo, por sendas que había descubierto recorriendo y cazando a las criaturas que rondaban el pueblo. No era la primera vez que visitaba Quevarr, y no sería la última. Tenía que regresar.

-Muchas gracias, Krain, nos vendrá bien también algo caliente para tomar- propuso el sheriff, dándole una palmada al Cabo.

Ya se sentía mejor, gracias al frío de la caminata, y además por las hierbas que había logrado encontrar en el camino y que le redujeron ostensiblemente el dolor de cabeza. Ahora era apenas una leve pulsación en la sien.

Entráis en el cuartel general siendo recicodos efusivamente por