Intento asimilar todo lo que me está contando, sigo sus movimientos de manera hipnótica, el movimiento de su cabello, su gesto al sentarse, cada leve variación de sus labios al hablar, como si esto me pudiera ayudar a comprender…me agacho junto a ella, para quedar a su altura, la mirada sobre su rostro, me asusta lo que por un instantes han mostrado aquellos ojos…
Es imposible que me ponga en lugar de aquel hombre, nada tenía que ver conmigo, mi mente no es capaz de imaginar que pasa por una como la de Eddyck…¿Rannedh encargó el anillo a mi tío?, un anillo para enfrentarse o protegerse de un poder en la sombra el recuerdo del relato de mi prima aparece fresco y aterrador, un grito, una sombra que se mueve en la noche…
A pesar de que me cuesta hacerlo, creo el relato de aquella mujer, con firmeza, Rannedh entregó el anillo a mi prima para que la protegiera, pero ella se asustó y me pidió que lo devolviera a su sitio...y el que mató a ese hombre sabía que estaba en el arcón y ahora está en poder de Eddyck… son pensamientos en voz alta, como si al exponerlos así fueran a clarificarse… Entonces…si yo fuera Eddyck y supiera que hay gente capaz de crear objetos para oponerse a ese poder en las sombras…o gente que se opone de manera más directa…y siendo cruel como es…buscaría apartarlos de mi camino… un estremecimiento recorre mi cuerpo cuando pronuncio esta última frase…la mirada que había descendido mientras hablaba hasta quedar fija en algunos restos de paja esparcidos por el suelo del establo se levanta para buscar los ojos de Annyrr, con la esperanza de verla negar todo aquello que he dicho con esa sonrisa tranquilizadora que parece dulcificar el mundo a su alrededor…
La mujer sonrió sin alegría.
- Eres una chica lista. En realidad tu tío Herond sólo es un extraordinario orfebre. Yo diría que creó el esqueleto de algo, y ese Rannedh era un hombre...muy interesado en las cosas que no vemos.
Su mirada se perdió más allá del establo, hacia una sección oscura de la muralla, y quizá aún más lejos, a un lugar intemporal que sólamente ella conociera.
- Los motivos de Rannedh no son tan claros, pero quería ese anillo para algo. Y Eddyck lo tiene ahora, de manera que alguna importancia tendrá también para él. Quizá sabía que era, quizá no, en todo caso, como bien dices, intentará seguir el camino que recorrió desde su propio dedo hasta el primer origen. No tardará mucho en averiguar quién lo fabricó, Rikke. Y con sus contactos, sabrá más cosas. No me gusta lo que eso significa, porque os incumbe a vosotros, a toda tu familia, realmente. La única forma de saber qué pasará es haciendo lo mismo que él, y tú en eso tienes ventaja, porque puedes preguntar directamente a tu tío, y saber más por él...y avisarle...de lo que sea que pasa.
Mientras yo podría intentar estorbar al mayordomo por mi cuenta. No sería la primera vez que me pongo a ello, y no se me da mal en absoluto.
¿Entiendes la gravedad de la situación, Rikke? Puede no ser nada importante, pero yo no apostaría por ello. Cuando Eddyck averigüe lo que necesita, puede que los tuyos corran peligros. Quizá el de Gyll pueda ayudar precisamente por su posición a que las consecuencias no sean graves, pero ahora Eddyck es un Principal del Donner, y su poder temporal es grande. No me cabe duda de que intentará aprovecharlo mientras le dure.
Puede que los tuyos corran peligro…aquella frase resuena una y otra vez en mis oídos, dolorosamente real, me aterra la posibilidad de que pueda pasarles algo, no…no puedo permitirlo, los nervios se me empiezan a clavar en la carne como fino aguijones de abeja, me siento como una niña golosa que intentó conseguir la dulce miel de un panal sin tener en cuenta las consecuencias, y ahora comienzo a verlas con claridad…
Por desgracia, la entiendo Annyrr el tono de mi voz era grave, preocupado, lleno de pesar, todo mi mundo comienza a saltar hecho añicos, una esfera de cristal que se rompe, aquella que me aislaba del resto, la que me permitía vivir una vida sencilla sin más preocupaciones que no desagradar a quienes no debía…
Pero…si voy a ver a mi tío otra vez, puede que Eddyck sospeche, puede que…no lo sé, no sé si es buena idea, aunque por otra parte, si tardo demasiado puede que eso juegue en nuestra contra ahora si que la confusión es palpable en mis palabras y en mi rostro, lleno de aprensión, mis ojos son los únicos que parecen mantener algo de serenidad…
Annyrr sonrió con ternura a Rikke y su rostro pareció llenarse de luz. Sus ojos verdes la miraron y pasó una mano cariñosa por su pelo, acariciándola como si barriera con ello las preocupaciones y los miedos, igual que parecía capaz de hacerlo con el caballo.
- Ojalá pudiera decidir por ti, Rikke... pero no puedo. Sólo puedo apoyar tu decisión y ayudarte.
Lo sé, sabía que ella no podía decidir por mí, pero mis preocupaciones me impedían pensar con claridad…Annyrr decía que el de Gyll podría en cierta manera proteger a mi tío y a mi prima, pero ¿quién me iba a proteger a mi y a mi madre?, apenas había tenido el encuentro con Jorgall cuando Eddyck ya estaba al corriente, y ese repentino interés en que limpiara la habitación…empiezo a ver fantasmas por todas partes…
Ya sé lo que haré Annyrr, jugaré a este enredado y confuso juego, no me queda más remedio, como has dicho antes, lo haya deseado o no, soy una parte del mismo… sonrío al sentir su contacto, renovando unas esperanzas que se habían desvanecido…
Gracias por ayudarme, por ayudar a nuestra familiar Annyrr le doy un cariñoso abrazo y me despido de ella con la seguridad de mi siguiente paso…que se va desvaneciendo conforme me voy adentrando en el castillo buscando las habitaciones de aquel noble con el que he conversado esta mañana, no me ofrecen ninguna confianza los de su clase, y quizás me esté arriesgando demasiado, pero es un extranjero, y eso puede jugara mi favor, puesto que no le será tan fácil a Eddyck de vigilar…
Me paro unos instantes, aterrorizada por los pensamientos que cruzaban mi mente…espías, engaños…juegos en las sombras…yo nunca he sido así…pero como me dice mi madre, por desgracia, las circunstancias manda…no sé si llorar o reir…
El camino hacia esa estancia es de sobra conocido, más escaleras al amparo de columnas que sostienen arcos para admirar la belleza de los jardines diseminados por todo el interior del palacio. Era un lugar hermoso incluso en invierno. Parecía más un bosque amurallado, o un templo antiguo de la naturaleza.
Por desgracia, la Corte era tan frívola como en cualquier otro sitio. El Donner era un buen señor, pero los súbditos venían de muchos lugares, y la mayoría aún estaba por probar su verdadero rostro después sólo de quince años tras el fin de la guerra.
La habitación se encontraba a la vista tras las tribulaciones de la joven Rikke, y casualmente, el mismo dueño, o aposentado, se dirigía a ellas por las escaleras de buena piedra pulida, blanca, que correspondían a su posición.
Pasa a la escena La flor de la luz (Fajssel, 3 de Numa del 471 d.T.)