- Dile a tu Principal que Mydôyrn de Nyrr pide entrevista. Será cosa de un momento - sonrió, casi divertido - y le agradará una noticia liviana después de tantas preocupaciones como tiene. Ah...adviértele que no tiene nada que ver ni con mi hermano ni con los asuntos que me han traído aquí a amargarles la vida.
Como es bastante adelanto, por si quieres poner algo. De todos modos, en breve continúo.
A la chica se le enfrió el sudor sobre el cuerpo tan pronto se le presentó la visión del castillo y el patio. Luego, el aliento empezó a tener un olor agrio y el estómago subió un palmo. Estaba donde no entran quienes son como ella más que para servir e incluso de entre ellos hay pocos que no sean hijos de antiguos sirvientes. Consciente del escalón que acababa de saltar y mareada tanto por el vértigo de la subida como por el miedo a una caida, Iluubra se limitó a seguir al de Nyrr donde quiera que la llevase.
Por el camino se concentró en las cosas que ahora recordaba que debía contarle; quizá ya las conociera todas pero aun así.. todo lo que le había contado Redd, los huidos y cómo parecían haber parado.. llegaron hasta el guardia. Ella volvió a concentrarse en lo que hacía, pues por poco no choca con Mydôyrn cuando este se detuvo.
Go, go, go!
Por cierto, le he estado leyendo a Sonya la partida, vamos, la historia de Iluubra y es talmente una novela. Le está encantando. Luego, me ha pasado por la cabeza una idea.. bueno, ya con clama hablamos. De negocios. Tenemos que quedar un día. ;)
El sirviente hizo un gesto afirmativo y llamó. Un sonido difícil de distinguir le dio la señal para entrar, y cerró la puerta tras él. Lo que hizo que el rostro del de Nyrr se endureciera.
- En mi tierra, le cortaría los huevos por cerrar una puerta en las narices sin mi permiso - susurró.
El guardia volvió a aparecer y el de Nyrr le apuñaló con la mirada. Debió darse cuenta de ello, porque la voz del soldado fue apenas un hilo entrecortado.
- Os espera...mi señor.
- Bien, pues entremos - dijo haciendo un gesto a Iluubra para que lo acompañase.
Al abrir de nuevo la puerta, una luz dorada impactó en los ojos de Iluubra, haciendo que se sintiera expuesta. Cuando recobró la visión, la habitación resultó ser un despacho más ancho que largo, con estantería en las paredes lejanas llenas de libros y documentos enrollados de papel viejo. Dos grandes ventanales dejaban pasar la mortecina luz de la luna y las pequeñas estrellas que salpicaban la noche. No se veía muy bien, como si el cristal estuviera nublado y se miraba a su través como bajo los efectos de un licor potente.
En medio del despacho, una mesa oscura, cargada de papeles, y un hombre alto y fuerte, vestido con una armadura de metal negro que parecía pesada. Una banda blanca cruzaba su ancho pecho desde el hombro a la cintura, y sus ojos claros centelleaban como puñales de luz. Tenía el escaso pelo negro peinado hacia atrás, y su frente magna brillaba sin duda de agotamiento, por los pliegues y arrugas que asomaban de su rostro. Su barba negra y espesa se movió para hablar, sin que una boca apareciese.
- Señor de Nyrr, ¿cuál es ese tema que os trae aquí?
- Solicito que sepáis y advirtáis que esta muchacha, llamada Iluubra, porta mis colores, luego es de mi incumbencia, y me responsabilizo de sus pasos así como vos de vuestros hombres para con ella, según las órdenes de cortesía.
El interpelado miró a la joven largamente.
- Ya veo. Os permito su presencia aquí. No os preocupéis por mis hombres, conocen y respetan vuestros colores. En otro orden de cosas, ya que os encuentro y no sois fácil de encontrar, ¿se dará mañana la entrevista? El Donner no ha sido muy explícito con ello.
El de Nyrr se encogió de hombros.
- Ni mi padre tampoco, que es quien sabe de esto. Yo así lo deseo, y haré cuanto esté en mi mano porque se produzca, me interesa que así sea, como imaginaréis.
El hombre de negro asintió.
- Bien, respecto a ella, habrá que buscarle una celda. Hay muchas ocupadas, pero creo que mis hombres le encontrarán un buen lugar en...
- En palacio.
El barbudo se detuvo un momento y pareció sopesar las palabras, como si su boca se hubiera perdido entre tanto pelo y no diera con ella.
- En palacio. Será difícil durante un día, al menos.
- Ningún problema. Yo dispondré de ella mientras tanto.
- Entiendo - dijo tras un momento y una nueva mirada a Iluubra -. De acuerdo, eso es posible, pero os advierto que me reclaman muchas tareas, y no puedo encargarme de cosas menores como ubicaros una nueva sirvienta. Si esperáis rapidez, no esperéis comodidad para ella. Sabed que accedo por la deferencia que el Donner pone en vos, pero en mi actual posición, no tengo por qué acceder a todos vuestros caprichos.
El hombre habló con rabia contenida por la frondosa barba. El de Nyrr la recibió con una sonrisa muy ligera, casi simpática, y asintió con un gesto. El hombre de negro parecía muy cansado ya, como si pudiera echarse a dormir sentado en el incómodo sillón de madera oscura con exagerado respaldo recto y altísimo.
- Bien, entonces. No se hable más.
- Os agradezco el esfuerzo, Principal.
Ambos se saludaron y se sostuvieron la mirada un segundo antes de que el de Nyrr se encaminara de nuevo a la puerta.
Cuando Vd. quiera, señor mío :). Un saludo a Sonya de mi parte. A ver si nos vemos pronto, hombre, que siempre es un placer la buena compañía.
Durante la breve entrevista, la joven procuró aparentar lo que debían creer todos aquí. En ese sentido, humilló la cabeza pero estiró bien el cuerpo y pegó las manos atrás, estirándose la falda en la cintura para hacer evidentes sus caderas y busto. Atractiva pero servil, aunque bien estirada, para parecer lo bastante confiada y orgullos como para gritar el nombre de su señor por todo el castillo si alguien intentaba algo.
Ansiosa por empezar a trabajar y sentirse así un poco más libre, siguió a su nuevo señor hacia la salida de la sala.
El camino hasta la habitación del noble fue un laberinto de pasillos interiores, exteriores y escaleras de piedra clara bien tallada. Iluubra abrió los ojos en un par de momentos, sobre todo cuando atravesaron un pasillo entre dos patios ajardinados, con grandes árboles a uno y otro lado, que podían verse por los hermosos y amplios parteluces tallados, y el vidrio que reflejaba la luz de la luna y emitía haces de plata como sólo podía suceder si existiera verdaderamente la magia. Era como volar sobre los árboles, la sensación fresca de estar en un lugar imaginable sólo para aquellos que dirigían los destinos del mundo.
- Éste es el pasillo de la luna...o de plata, ya no me acuerdo.
Las palabras indolentes del noble no redujeron la sensación de asombro, pero sin duda devolvieron a Iluubra a cosas más reales.
La habitación llegó un piso más arriba, tras otras escaleras talladas en una esquina, amplias que dejaban un tramo de descanso adornado con bustos de hombres antiguos y dos hacheros altos que permitían admirarlos, si ella hubiera podido leer sus nombres y saber de quiénes se trataba.
La habitación llegó serenamente, como si estuviera esperando, y al entrar en ella, el de Nyrr cerró un pasador con fuerza, y se fue hacia donde una mecha se consumía muy lentamente en un plato que flotaba sobre una fuente de agua perfumada.
Usó la mecha para encender los unas velas en candelabros de buen metal, y otras velas mayores en las esquinas. La luz dorada se escapaba un poco por la ventana que daba lugar al Norte, o eso parecía, y donde podía verse el Milrríos saliendo de Los Prados.
El hombre indicó una silla y acercó queso y pan, con una jarra de vino, a la joven.
- Bien, come, y come tranquila, que esta noche no te voy a follar. Estoy muy cansado para nada de eso, y además, por si lo temes, no me apetece poner en riesgo cosas importantes por joderte, por más apetecible que seas. Buena lección tenemos en el pasado de cosas así, y así nos va en el Norte por saber cuándo sacar la espada, pero no cuándo contener la polla.
El hombre se sentó al lado y cogió queso de la misma fuente.
- Mañana será un día importante...o debería. Si mi padre se ha sobrepuesto a la pérdida, y así lo parece, hablaremos con el Donner para exigir lo que hemos venido a negociar. Tu Donner es un hombre justo, y con eso contamos, pero en este palacio no siempre reina él, o eso me parece después de lo que he visto.
Te diré lo que creo. Creo que hay una maldición en este lugar. Puedo hasta olerlo, y se extiende hasta la ciudad entera. Pero no es antigua. En mi tierra sabemos mucho de maldiciones, y esta es reciente...o ¿cómo si no habría llamado entonces el Donner a su antigua tradición de los Principales, nombrando hombres "capaces" con bandas blancas, para proteger su ciudadela, cuando la última vez fue hace quince años, y no lo hizo él sino su mismo enemigo Yradûn en el último esfuerzo por defender su tierra?
Conozco, como ves, las costumbres de los lugares que piso. Me gusta saber si el suelo es de fiar. Creo que hay más gente aquí conocedora de estos casos. Según me he enterado, un tal Coorar, un viejo amable, uno de los primeros sirvientes, es responsable de ejecutar muchas de las órdenes del Donner. También hay dos Principales más...uno lo has visto, es Amryrr, con quien he hablado, un antiguo soldado pasado a administrador. Los otros son Jorgall, un capitán de guardia que se encarga de las cosas fuera de las paredes de palacio...y Eddick, un tipo oscuro que parece que medra con las artes rápidas de los complacientes chupapollas. Creo que es un mayordomo, quizá pretenda llegar a donde está Coorar ahora a nivel de confianza con el Donner. No confío en él, hace la corte a los invitados del Donner, pero evita al Donner. Eso no es limpio.
Por otro lado, el Donner tiene una sobrina aquí, se llama Unnysia, o algo así. Es una joven pizpireta y algo alocada, pero me da que más despierta que muchas, y ha hecho amistad con una joven recién llegada, una tal Rhiannon, a quien el Donner ha dado por acercarme en más de una ocasión. Quiero saber el por qué de ese interés en que pase el tiempo con esa joven.
El hombre se levantó y se empezó a quitar la ropa.
- En resumen, quiero que te enteres de lo que trama el Donner conmigo, si es que trama algo, y que me dés la razón, o me la quites, sobre que algo hay aquí que no debería estar. Esa maldición que te digo...no sé ni cómo llamarla.
Cuando se desnudó por completo, Iluubra vio las cicatrices en el pecho y el abdomen. Sin duda, hechas con fuego y acero en la carne poderosa. Se colocó un camisón amplio que le convirtió en un hombre un poco ridículo, y se tendió en la cama.
- Ahora apaga las velas y duerme donde te plazca, pero procura no intertar empalmarme ni ensartarme, al menos no hoy lo primero, mañana debo despertarme con la alborada, y tú también tienes cosas que hacer.
Hola, guapo. Tengo claro lo que quiero que conteste Iluubra, pero quiero hacerlo bien y acabo de volver de una semanita minina. Eso sí, el resultado puede ser que acabemos teniendo casa en Asturias, pero ya veremos. Mañana por la mañana, sin falta y perdona.
Al cerrarse la puerta tras ella, se había hecho a un lado y buscado la cercanía de una pared, aunque sin mostrarse asustada. Notaba cómo la respiración se la aceleraba o se le detenía con determinadas palabras de su nuevo señor y cómo se decía a sí misma que debía estar preparada para cualquier faceta de su trabajo. ¿Acaso era idiota? Había follado con muchos chicos, primero por curiosidad y luego por control, incluso alguna vez había sido, tecnicamente, forzada, aunque ella misma pensaba habérselo merecido en parte.
Se dió cuenta de que era el entorno, el brillo de todo, los muebles valiosos, las telas limpias, las palabras altisonantes que en este edificio se usaban, la infinta seguridad con la que él hablaba lo que la estaba afectado. Debía dejar de lado todo eso y concentrarse en su logro, en el paso de gigante que había dado hacia el tipo de vida que pensaba que sólo soñaba.
Escuchó entonces por fin con verdaderos oidos atentos a su señor. Deseaba intervenir a cada momento pero sólo asentía para memorizar los muchos y complicados nombres y hacerse una idea de lo que debía hacer. Sin duda debería servir no sólo a su señor, sino a otros señores "accidentalmente" también como forma de acercarse a ellos y escuchar sus palabras. Debería ejercer un poco de descaro, mostrar su cara de cotilla, de amable chismosa y divertida confidente para evitar no sólo las sospechas, sino el ostracismo. No creía que los señores fuesen a ser tan locuaces con los plebeyos como lo era el de Nyrr con ella.
Tras apagar una a una las velas, despacio, dejó sólo la lumbre de una para guiarse hasta una alfombra que arrimó a la pared. Luego cogió las sobras de la comida que había dejado su señor y las llevó hasta allí, comiéndolas tan en silencio como pudo, usando su vestido como mantel, aunque dejando caer en él apenas unas migajas que recogía rápido. Tenía hambre, pero aún más deseos de no ensuciar nada de aquello.
Comió rápido y al terminar, devolvió el plato a su sitio, volvió a la alfombra, recogiendo en el camino un cojín decorativo. Un capricho. Un lujo. Un símbolo. Lo usó como almohada, notando que era blando, fofo y la falta de costumbre lo hacía más incómodo que el propio suelo. Sin embargo, lo siguió agarrando con fuerza hasta quedarse dormida.
Iluubra entra en Viento oculto entre las hojas (Nyormel, 4 de Numa del 471 d.T)
Hola, rey. Yo estoy a unas horitas de irme para las alemanias, así que os dejo el fuerte durante una semana para que me lo guardéis :D.
Espero que vaya bien eso de la casa asturiana, ya me dirás si es para vivir o como sitio de solaz para aventuras en alguna quedada próxima, que ya va habiendo ganas.
Saludotes! Aún espero la llamada esa que me dijiste, que me quedé intrigado ;), pero no llames hasta el Miércoles 10, que estaré un poco lejos de las tarifas habituales :D.
La casa será para pasar las vacaciones y para proyectos laborales. Entre ellos laborales y roleros. Uno de los proyectos laborales y roleros que no está relacionado con la casa es uno en el que quiero involucrarte. Lo demás, prefiero que sea en persona. Te llamo el once. Pero en resumen, que este a juego tuyo hay que darle bombo y se me ha ocurrido la idea genial para hacerlo de manera original y muy vendible (o distribuible gratuitamente, a elegir).