Partida Rol por web

Notas como te haces mayor. Tus articulaciones te duelen en las mañanas humedas y por las noches te cuesta conciliar el sueño. Sabes que no te quedan muchos inviernos antes de ser un anciano que se acurruca todo el día junto al fuego. Y lo que es peor sabes que no tienes ni las tierras ni la plata para asegurarte una vejez cómoda. El día en que no puedas sostener un hacha lo que te espera es la mendicidad y la indigencia.

Y ante esa opción casi prefieres irte al Valhalla atravesado de un lanzazo. Así que has juntado tus pocos ahorros, has desempolvado tus armas y has puesto rumbo a Birka, desde donde en tu juventud partiste varias veces a bordo de barcos dragón en busca de una plata que luego malgastaste en bebida, mujeres y juego. No es que te arrepientas de haberla gastado, solo que quizás deberías haber sido más previsor.

Llegas a Birka en una clara mañana de verano y tras hacer la ronda de tabernas descubres que las cosas han cambiado mucho. Donde durante años gobernó Knut Gundersson, marino, lider de partidas de guerra y mercader, ahora un triunvirato de tres poderosos mercaderes gobierna la ciudad.  Resignado haces la ronda por las casas de los hombres principales de la ciudad ofreciendo tus servicios. Pero en la mayoría no logras pasar de la puerta donde te despachan entre risas y burlas. Pruebas luego con otros mercaderes y capitanes menores sin mayor éxito. Nadie quiere entre sus guerreros a un hombre al que llaman viejo.

Finalmente a media tarde paras para tomar una magra pitanza de cerveza y salchicha antes de salir de nuevo a las calles a por trabajo. Mientras vagabundeas por las calles y callejones de Birka pasas ante un mendigo que sentado en el suelo pide limosna.

Una moneda buen señor te dice ¿No tendreis una moneda para un pobre viejo? ¿Una moneda para alguien que perdió un ojo luchando contra los daneses junto al Rey Olaf de Uppsala? pide el anciano mientras hace tintinear un cuenco de metal.

Ese día no estaba más que confirmando los peores temores de Eskol, no sólo su orgullo, su dignidad y su reputación estaban heridos, sino que también se dio cuenta que como temía había pasado a ser parte de los lastres de la sociedad. Nadie le daba la oportunidad de demostrar que todavía había fiereza en él, que el guerrero aún no estaba muerto, que al igual que muchos de sus amigos, sus hermanos, su padre y sus antepasados, él merecía un lugar en el Valhalla. 

A pesar de la fuerza de voluntad y el fuego en su interior, su edad echaba para atrás a todo aquél al que Eskol ofrecía sus servicios, además el plateado que adornaba su barba y las arrugas en su rostro no dejaban lugar a duda del paso de los años. Padre perdóname por deshonrar tu linaje, quien diría que tu hijo terminaría siendo un mendigo y no a tu lado celebrando y luchando en el grandioso salón de los caídos. De repente como si del destino se tratase Eskol se encontró a un mendigo pidiendo limosna. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, quizás en un par de años o en un par de meses el estaría en esa situación, así que se sintió identificado por aquél hombre e inclusive decía ser un veterano así que la empatía creció. Aunque no tenía mucho dinero no dudo en compartir lo poco que tenía con ese hombre.- Aquí tienes, un guerrero no debería terminar así. Comprate comida y bebida, lamento no poder ayudar más. 

El mendigo hace resonar las monedas en el cuenco mientras suelta una risa.  Muy bien farfar¹ Eskol, un hombre de bien hasta el final muy bien suelta otra risa y sospechas que el hombre probablemente haya perdido la cabeza aunque ¿como sabe tu nombre?

Oh si un hombre de honor quien sabe si aún entrarás junto al viejo Odin en el Walhalla el mendigo se pone en pie con soprendente facilidad y una vez en pie te das cuenta de que es mucho más alto de lo que parecía tirado en el suelo un hombre como tu merece una buena muerte y yo se quien puede dartela...deja Birka por la puerta del este y busca la posada del cojo ahí encontrarás a otros locos que como tu van hacía una muerte gloriosa

Y entre risotadas que bien pudiesen ser señal de demencia o profecia el hombre se pierde girando la esquina del callejón. Cuando te asomas para seguirle solo ves la multitud habitual que transita por las calles sin rastro del extraño e inquietante mendigo.

Eskol quedó anonadado tras lo sucedido, boquiabierto buscaba por todos lados algún rastro de ese peculiar mendigo, pero por más que se esforzó parecía que había desparecido, se había esfumado con el viento. Algo dentro de él le decía que no había hablado con un loco, las palabras que escuchó eran casi proféticas, algo extraordinario había sucedido ahí. De repente su cabeza resolvió el enigma y cayó al suelo estupefacto. El parche, la apariencia, el mensaje, todo cobraba sentido. Odin. Dijo pensando en voz alta casi como un susurro. 

Pasaron unos minutos antes de que volviera en sí, ahora sabía que camino seguir. El padre de todo había bajado para guiarlo y no debía desaprovechar su consejo, pues tal vez ésta sería su última oportunidad. Siguiendo las instrucciones dejó Birka por la puerta del este y se dirigió a la posada del cojo. Aquí es, espero no haber imaginado todo. Uff. Dio un respiro y abrió la puerta. Con los ojos bien abiertos comenzó a buscar al resto de locos que como él buscaban una muerte gloriosa. 

Para tu sorpresa la taberna está practicamente vacía y en ella solo hay un hombre sentado bebiendo cerveza remojando el cuerno directamente en el barril. Soprendido de que el posadero autorice esto miras alrededor y ves a un hombre, probablemente el posadero tirado en el suelo unos metros más allá con una brecha en la cabeza. 

Al verte deja a un lado el cuerno y se pone en pie. Ves que lleva armadura y un hacha en la mano mientras se acerca amenazadoramente

Bueno bueno bueno... que tenemos aquí dice  en tono mordaz al parecer es verdad que los idiotas de Skallagrimsson se están reuniendo para evitar que lo colguemos al jarl Bjorn le va ha hacer una gracia tremenda cuando le cuente como te he roto la crisma abuelete...

Al llegar al lugar lo que menos esperaba era ese recibimiento. No conocía a ese hombre y tampoco tenía idea de lo que decía, ero Eskol no era un hombre que le temiera a algún combate. -Verás lo que éste abuelete es capaz de hacerte. Llevo mucho tiempo esperando por una lucha... mi amiga como verás. Dijo mostrando su lanza. -Está sedienta de sangre, así que lamento decirte que has cometido un grave error. 

Con lanza y escudo en mano el viejo atacó a su insolente oponente. Era evidente que sabía lo que hacía, pues a pesar de que la juventud acompaña a su rival, Eskol fue el primero en atacar. Moviéndose con destreza trató de clavar su lanza en ese hombre, no estaba dispuesto a caer estando tan cerca de embarcarse a un viaje hacia la gloriosa muerte que tanto había buscado. 

La lanza de Eskol, guiada por años de experiencia y con una rapidez que su enemigo no sospecha, supera las defensas del hombre. Como una serpiente de hierro busca el corazón de este y se clava con fuerza. Gracias al impulso de Eskol la punta destroza cuero, piel y musculo hasta llegar al corazón. El hombre deja caer el hacha al suelo mientras trata de levantar debilmente las manos hacia el hasta del arma mientras empieza a escupir sangre. Sus debiles esfuerzos son en vano y se desploma en el momento en el que Eskol suelta la lanza.

El hombre de la brecha en la cabeza suelta un gemido y se revuelve unos metros más allá.

Irónicamente cuando el corazón de su rival dejó de latir Eskol se sintió más vivo, extrañaba los combates, extrañaba el sentirse un verdadero hombre. Sacó su lanza del pecho del ahora cadáver y dentro de él le agradeció por devolverle esa sensación de juventud que tanto extrañaba. 

De repente escuchó un ruido y giró de inmediato alerta por su había algún otro enemigo, pero casi incrédulo se dio cuenta que provenía del hombre con la cabeza abierta. ¿Estará...? Pero..¿cómo es posible? Pensó asombrado mientras se acercaba cauteloso hacia el hombre que segundos atrás creía muerto. Al llegar a él se inclinó para escuchar si todavía respiraba, si todavía había vida en él debía ayudarlo, alguien que se aferrara tanto a vivir se lo merecía. 

El hombre respira con cierta dificultad pero ahora que estas más cerca puedes ver que el golpe aunque aparatoso no parece mortal. Tras ayudar al hombre a sentarse apoyado contra la pared este te habla, aunque con una voz débil y susurrante Has venido...has venido a unirte a ...a los hombres del Radjur ¿verdad? 

-Si que tienes suerte. Le dijo Eskol ayudándolo a sentarse. Todavía no podía creer que después de que le clavaran un hacha en la cabeza ese hombre siguiera con vida. 

Mientras buscaba agua en la posada para dársela el hombre comenzó a tratar de hablar. Eskol se acercó rápidamente para escuchar la temblorosa voz producto de la herida. -Yo he venido a unirme a una aventura, quizás a la última de mi vida, si ellos pueden ofrecérmela entonces me uniré a ellos. ¿Tú sabes donde encontrarlos? -Ten. Le acercó una jarra con agua. -Bebe que has perdido mucha sangre.

Mientras el herido se hidrataba el viejo no pudo contener la curiosidad por más tiempo, le intrigaba mucho lo que allí había ocurrido así que lo dejó salir. -Por cierto... debo preguntar por qué nos ha atacado ese hombre. Dijo señalando al cadáver que adornaba el suelo. 

El hombre suelta lo que podría pasar por una risa. Creo...creo que la aventura te ha encontrado a ti.. Ahora.. ayudame a incorporarme..

Te das la vuelta y ves como la puerta se abre. Cierras por un momento los ojos y casi puedes oir a los dioses acomodandose en sus altos tronos en los salones de Asgard, listos para contemplar una vez más las desventuras de los hombres.