- ¡¡Perdón!! - era la voz de tu padre. - Joder.. no es posible... - mascullaba para sus adentros mientras recogía trozos de lo que se le había caído.
Para cuando te acercaste viste que lo que se le había caído era la radio con la que te habías comunicado con Darren. Al caerse varias de sus piezas se habían desperdigado por el suelo, otras piezas se habían partido y la pequeña antena que sobresalía por su parte alta, estaba rota. Tu padre iba cargado con una gran maleta, la típica que utilizan los senderistas para llevar cadáveres sus enseres. Al pasar por el escritorio la había golpeado con la misma, tirándola al suelo.
- Pretendía salir sin que te dieses cuenta y volver cuanto antes.. - dijo apesadumbrado. - Y de las prisas he tirado la radio al suelo. En fin, de todos modos puedo conseguir otra cuando salga - dijo mientras terminaba de recoger las pequeñas piezas del suelo con la maleta aún colgada en su espalda, con un movimiento más podría tirar incluso el ordenador - Voy a salir, ¿necesitas algo?.
Leí hasta empaparme con los conocimientos que mi madre me transmitía a través de sus escritos sobre el invernadero. Comí. Y me dormí, abatido.
Un fuerte ruido me despertó. Era mi padre, que había hecho caer la radio hasta romperla. Pensé que así sería mejor, que así ya no habría exterior, afuera. Así el mundo sería más pequeño. Mi padre, este refugio, y yo. Pero no, mi padre dijo que no era grave y que podía encontrar otra cuando saliese. Le veo entrar y salir con mucha facilidad.
- ¿Qué llevas ahí? - dije con curiosidad. No sabía si mi padre salía o entraba, hasta que lo aclaró. Sinceramente esperaba que lo que fuese que hubiese dentro de la maleta nos permitiese no salir de aquí en mucho tiempo... aunque era poco probable. - Nada -respondí a su pregunta.
perdón por el retraso máster, llevo dos semanas con dos trabajos y me cuesta más sacar tiempo.
- Llevo varias cosas, entre ellas un dispositivo portátil para analizar muestras de sangre, no creo que tarde más de un día, en el laboratorio tengo un sistema de comunicaciones, si pasase algo te avisaría por ahí, lo malo es que no tengo walkie pero trataré de encontrar uno fuera - dijo señalando hacia el laboratorio, donde viste un complejo sistema bastante distinto del que tenías en tu refugio - Ya sabes, volveré en menos de un día. Aquí tienes todo lo que necesitas. - tu padre parecía bastante confiado, iba a marcharse pero dudó unos instantes y, volviendo tras de sí, se acercó a tí para abrazarte durante unos segundos. - Ten cuidado.
Se dirigió hacia la puerta, introduciendo varios dígitos para que la misma se abriese y desapareció.
Me sentí raro cuando mi padre me abrazó. Nunca antes lo había hecho. Nunca antes lo había hecho nadie. Me sentí reconfortado, y violento. Me quedé inmóvil, rígido. No lo entendí. Cuando se marcha no digo nada, sólo le miro con cara de pasmado. Teclea el código y pienso que quizá me encierre por fuera, como hizo mamá con él. No me importa, de todas formas no voy a salir de aquí.
Enseguida me familiarizo con todo, el refugio es bastante similar al de la montaña, así que estoy como en casa.
En un inicio todo parece ser igual a como lo era en tu antiguo refugio, sin embargo, hay algo que te inquieta. Cuando miras hacia arriba observas que hay diversas cámaras apuntándote con un cursor rojo en marcha, seguían tus movimientos en todo momento, aunque ese era un hecho al que te habías acostumbrado desde que naciste. Lo que no entendías era por qué aquel abrazo, por qué justo en ese momento comenzaron a seguirte las cámaras. Poco más tuviste que pensar en el momento en el que una grabación se inició en el ordenador, siendo proyectada en varios puntos del refugio, de forma que no importase donde estuvieses porque podrías escucharlo:
Una tos seca, seguida de una voz conocida, la de tu padre - Nunca te dije mi nombre, nunca quisiste saberlo, para ti siempre fuimos "papá" y "mamá", ¿qué más da un nombre?, aún así te lo diré, soy Edvard Moser, quizás en la base de datos puedas investigar un poco más acerca de mi aunque, ¿qué importa?, soy tu padre, y tu madre se llamaba May-Britt. Todo este tiempo tratamos de ocultarte quienes eramos, por temor a que te descubriesen y que descubriesen lo que hacíamos contigo. Eres un experimento prohibido, nacido con el fin de ser investigado, tu mundo ha sido extremadamente reducido a un refugio en el que te sientes seguro. Eso no quita que te hayamos querido, que te quiera como mi hijo que eres, pero, a la vez, eres mi experimento, el de tu madre y mío. Es una extraña relación que solo nosotros hemos podido sostener a lo largo del tiempo. Me sorprendiste enormemente cuando vi cómo conseguiste acercarte al refugio en el que estaba, salvándome. Tu madre habría estado orgullosa. Pero no puedo permitir que pases tu vida dentro de cuatro paredes, no durante más tiempo, la culpa me corroe y, aunque todo estuvo calculado para que eso no pasase, soy humano a fin de cuentas. Debes aprender a vivir.
La emisión se cortó, seguida de una alerta programada por tu padre que indicaba que el refugio dejaría de ser habitable en 3 días. El oxígeno caería progresivamente a niveles en los que no podrías resistir allí durante más de ese tiempo. ¿Aquello era realmente una muestra de amor de tu padre?, o.. ¿pretendía ponerte una vez más a prueba?.
Cuando mi padre pronuncia su nombre, y el de mi madre, algo se rompe dentro de mí. Siento algo extraño, una mezcla de decepción y vértigo. Es como una bofetada de realidad. Al ponerles nombres les hago menos especiales, se desvanece una ilusión que en mi mente había hacia ellos. Ahora son como cualquiera, como todos, y como nadie. Siento una pérdida. Siento un dolor profundo en el pecho. Algo parecido a lo que sentí cuando supe que mamá había muerto.
Luego escucho lo del experimento, algo me dice que esto no ha acabado, que tenían planeadas muchas más cosas para mí. Tenían planeado sacarme del refugio, pero no les dio tiempo. El cataclismo no les dejó tiempo. Y me abandonaron. Me olvidaron.
De repente una cascada de pensamientos negativos llena mi mente, imágenes de los peores momentos vividos con mis padres, de sus peores pruebas y experimentos sobre mí; del exterior. Siento pánico de nuevo, me siento muy pequeño. Sobretodo siento dolor, un dolor oscuro y profundo, que brota rápidamente y lo inunda todo.
Las últimas palabra son demoledoras. Resuenan en mi cabeza, una y otra vez. Me siento indefenso, pequeño, abandonado. Me siento vulnerable, frágil, idiota, inútil. Me abruma el exterior, me abruma el tiempo, la cuenta atrás, la incertidumbre.
El dolor me atenaza, me invade, pero noto cómo un calor va surgiendo del oscuro frío de la tristeza y el miedo. Es algo nuevo, una rabia, un odio, es una energía que llevo en mi interior, y sé que puedo destruirlo todo con ella. Algo me envuelve, me posee, y exploto en un arrebato de furia, destrozando todo lo que hay a mi alcance, violentamente, sin pensar en nada más que en destruir, hasta que exhausto, me siento en el suelo, y contemplo el refugio destrozado.
Horas después mi parte pragmática me hace levantarme. Busco los nombres de mis padres en el ordenador, si aún funciona, y lleno una mochila con comida, del huerto de May-Britt y también conservas y cosas no perecederas, y con cosas útiles. Me percato que el bulto que acabo de confeccionar se parece al que hace un rato cargaba Edvard Moser al abandonarme por segunda vez.
Esta noche la pasaré aquí. Mañana saldré al Exterior- me digo con demasiada convicción. ni siquiera esperaré a que se agote la habitabilidad del refugio. Siento que algo ha cambiado en mí. Una mueca se forma en mi rostro al darme cuenta de algo que es totalmente nuevo para mí: siento cosas, tengo sentimientos, aunque sean rabia o tristeza, tengo sentimientos hacia otros, aunque sean unos científicos chiflados que me han criado como a un hamster de laboratorio en un laberinto.
En esta escena Komoi cambia. El duro golpe de verse abandonado y expulsado de su zona de confort por alguien quien supuestamente le quiere, el cúmulo de circunstancias e informaciones durísimas que le llenan la mente, como la muerte de su madre, el cataclismo global y la pérdida de internet, el choque de realidad al conocer el nombre de sus padres... todo esto hace que algo se desborde en su interior, algo estalla, y le transforma. A partir de este momento está solo, y debe sobrevivir.
La pubertad... es complicada para todos xD
*Preparando nueva escena*. Disculpe las molestias :P en breve estará preparada.
Continuación: Capítulo 2. Komoi. "Una nueva forma de vivir"