Partida Rol por web

Cuando abandonáis la caverna ya se ha hecho de día. Aunque tengáis la impresión de que solo han pasado algunas horas en el interior, el día está bastante avanzado. El temporal ha cesado, pero todo el paisaje está cubierto de un espeso manto de nieve. Si echáis un vistazo al valle, veréis que todavía asciende humo del lugar en el que sospecháis que podría estar el pueblo de los salvajes.

Sin duda os planteáis tomar el camino que descubristeis el día anterior, ya que la pared helada es inviable sin asumir el riesgo de que os produjera una caída mortal. Os ponéis en marcha a través de la nieve en medio de un glaciar brillante.

De repente sale el sol durante unos instantes y percibís un resplandor brillante sobre vuestras cabezas que os llama la atención. Solo veis un reflejo en una cornisa de aproximadamente cincuenta pasos de alto, en medio del glaciar. Dos cuervos sobrevuelan en círculos el cielo.

El acceso al glaciar es tan estrecho y frágil que solo puede subir una persona fuerte y ligera, ya que hay que trepar por el acantilado con la ayuda de las manos y con este frío sobrenatural todos los salientes están cubiertos de hielo y los guantes no resultan útiles. 

Miro los cuervos, debe ser una señal de Odín. De modo que me apresuro en llegar al glaciar, no soy muy buena escaladora, a quien voy a engañar, soy pésima escalando. Todavía me duelen los golpes de la caida anterior.

Dejo el escudo y cualquier cosa que me pueda resultar molesta mientras escalo y me dispongo a iniciar la ascensión.

Observo el glaciar, de nuevo otra ascensión. La jarl parece que va a intentar trepar. Diría de ayudarla, pero no se si ello parecerá que creo que es débil... mejor intento buscar el modo de hacer otra cuerda, a mi me da igual que el resto piense que soy débil, con una vez que haya fracasado en escalar me vale para buscar formas de subir que sean más fáciles 

Sigurdr, procurando siempre mantenerse cerca de Jorunn en cumplimiento de su misión, se había quedado mirando al glaciar pensando si podría escalar por el glaciar, temiendo que su peso y el de su equipo fueran un impedimento, cuando pudo contemplar con algo de rabia pero no sin cierta admiración como la señora se lanzaba hacia arriba impetuosamente dejando atrás a todos y dándoles en el proceso un ejemplo de decisión.

Temiendo que Jorunn pudiera verse comprometida arriba, decidió seguirla inmediatamente y acometió la escalada.

Descubres una lanza con la punta de plata, clavada en el hielo. Tienes que emplear varios minutos hasta que consigues arrancarla con las manos desnudas, ya que cualquier herramienta que utilices se romperá instantáneamente. Cuando consigues este valioso objeto, tienes las manos ensangrentadas, pero puedes regresar con tus compañeros. Tus manos han quedado en mal estado, los dedos están helados y en carne viva. Pero agarras bien la lanza, como tu instinto te indica. 

En cuanto Jorunn inicia la escalada por la pared, una jauría de lobos aparecen en el sendero y os rodea. Os enseñan los colmillos y os gruñen. Su jefe es un lobo tuerto que tiene el pelaje estropeado y cano por los años. Tiene una agilidad extraordinaria y es imposible darle un golpe. Se queda fuera de vuestro alcance, pero sus compañeros intentan morderos antes de retirarse precipitadamente. Se comportan de forma extraña porque no os atacan, solo os provocan. 

En cuanto veis a Jorunn que ha cogido el objeto, el macho alfa suelta un aullido parecido a una risa y la jauría da media vuelta, seguida por el viejo lobo, para finalmente desaparecer en la silvestre oscuridad.

Jorunn regresa con las manos ensangrentadas. Sus manos han quedado en mal estado, los dedos están helados y en carne viva. Pero agarra bien el objeto, es una lanza. 

                                                                         La lanza de los Cuervos

Se trata de una magnífica lanza con el mango lo suficientemente corto como para que pueda ser utilizada en un cuerpo a cuerpo. Su hoja con aletillas parece labrada en plata, con grabados de figura de animales. Hay lobos, caballos, pero, sobre todo, cuervos que se revuelven en una horda salvaje. El asta de madera clara desprende una sorprendente sensación de solidez y ligereza. Hay varias runas grabadas que se repiten en toda su longitud y que destacan el origen asgardiano del arma, aunque también contienen una maldición que afectará a todo jotün que ose tocar la lanza.

Dejo la lanza clavada en la nieve mientras nos preparamos para descansar. Las manos ensangrentadas las meto también en la nieve y siento una sensación de alivio.

No tengo ganas de hablar. Estoy perdida en mis pensamientos y apenas toco la comida. Y lo poco que como lo hago lentamente y con desgana. Las manos me duelen y apenas puedo sujetar la comida.

No entiendo lo que está ocurriendo. La Volva nos ha augurado guerra, sufrimiento y gloria. Los Dioses nos han bendecido con la Lanza. El resto está por verse, toca informar al consejo y a mi padre. No estarán contentos con las nuevas que llevamos, pero la Lanza les llenará de regocijo y espero sea interpretado como una buena señal.

Un aire gélido les estaba esperando a la salida de la cueva. Era uno de esos días de invierno, donde lo mejor era meterse en casa y esperar al lado de un buen fuego a que llegarán temperaturas mas benignas. Así y todo el berserkr se alegró de salir al exterior pues prefería mil veces este frío helado antes que aquel antinatural de la caverna.

De buen humor siguió a la compañía de regreso al barco, que les estaría esperando varado más abajo en la playa. De pronto su dama detuvo la marcha y se paró a mirar unos extraños destellos por encima de sus cabezas. No había empezado a pensar, que podían ser esas luces, cuando la hija del Jarl sin mediar palabra ya había iniciado ella sola la peligrosa ascensión. Tenía valor esa mujer. Eso no se lo podía negar nadie. Algún día ocuparía el puesto de su padre al mando del clan Kjari y por los Dioses, que en este viaje se estaba ganando todo su respeto y lealtad para el futuro.

Con una mezcla de interés, regocijo y admiración siguió con la vista la escalada de Jorunn por aquel estrecho e inseguro glaciar. Fue en ese instante, que llegó la manada de lobos y les rodeó. Thorgrimm no tardó en empuñar su hacha y observó atento la extraña danza de las criaturas alrededor del grupo. Los lobos eran cazadores peligrosos en grupo, pero el era un oso y se llevaría a unos cuantos por delante, si se atrevían a acercarse lo suficiente.

Todo acabó tan rapidamente, como había empezado. Y los lobos desaparecieron por donde habían llegado. Cuando por fin llego Jorunn junto a ellos portando la magnífica lanza, Thorgrimm aún seguía pensando en el reciente encuentro. Si alguien podía explicarle el curioso comportamiento de los animales, esa era Nora. Así que se acercó a la cazadora y conocedora del bosque. - Yo también he vivido largas temporadas en el bosque, Nora, pero nunca antes se me habían acercado unos lobos tanto, para luego marcharse como si nada. Eso no ha sido un ataque, si no un mensaje. ¿Alguna vez habías visto algo igual? ¿Entiendes tu las señales, cazadora?

Observo a los lobos, mientras saco el arco y las flechas, apunto al lider, matar al lider siempre hace que huyan, cuando noto que no actuan con normalidad. No atacan, no retroceden, es como si intentasen averiguar algo de nosotros. 

Miro a Thorgrim, sin saber muy bien que pensar.

Los lobos son una de las criaturas más fieles a Odhinn, por eso son tan famosos los bersekers de la rama del lobo, los ulfhednar. Quizás me esté equivocando, pero ya hay varias señales que parecen indicar que esa podría ser realmente la lanza de Odhinn y que el nos está poniendo a prueba a ver como respondemos, a ver si somos digno de ella.

Nora se mantenía pensativa. Parecía compartir los pensamientos y las dudas de Thorgrimm. La cazadora al igual que el berserkr era parca en palabras y le gustaba mas la acción, que la chachara. Pero, a diferencia de éste, siempre que hablaba era convencida de lo que decía y valía la pena escucharla. Le caía bien esta chica.

Thorgrimm decidió compartir con ella sus otros pensamientos. - ¿Y si lo que quieren es, que les sigamos?

Seguir a los lobos seguro que les llevaría algún tiempo. Tiempo que, por otra parte, no tenían. Pero, si aquello era una señal, ¿Quiénes eran ellos para ignorarla?

- Deberíamos hablar con Jorunn de ello. Desde allí arriba posiblemente no se haya enterado de lo que ha pasado con esa jauría y debería saberlo.

Seguir a los lobos...qué idea más extraña...pensó Sigurdr, no obstante, todo lo que estaba pasando era bastante extraño. El hirdman por su parte estaba cansado de acertijos y encantamientos, prefería volver al mundo normal, donde las cosas tenían significados mundanos y cada gesto que hacían no tenía porque tener un significado mágico.

Sigurdr miró sucesivamente a Nora y al berserk con ojos taciturnos y cansados y habló sintiendo como el peso de la mano del gran Padre Odhinn pesaba sobre su ánimo como un yunque, como si su ardiente mirada de un solo ojo quemara.

- Amargos y oscuros son estos tiempos, si ahora los hombres toman a los lobos por maestros y les piden consejo. ¿Acaso los dioses no tienen mejores mensajeros? buscamos el consejo de una hechicera, una mujer del saber fecunda en hechizos y ardides, para que nos dejara a oscuras y tengamos ahora que tomar augurio de unos malditos canes.

Había gran disgusto y amargura en la voz del guerrero, como quien adivina que ya las Nornas habían tejido su Destino, sin embargo, si le hubierna preguntado no habría sabido decir que le causaba tanta zozobra.

Salí de mi silencio-No creo debamos seguir a los lobos. Salieron huyendo en cuanto vieron la lanza.¿No serían sus guardianes? De haber fallado lo mismo nos devoraban, cuando han visto que hemos tenido éxito nos han considerado dignos de Odín y han huido.-Con una ramita jugaba con el fuego del campamento, finalmente la eché a la hoguera.-No se, es lo que se me ocurre. Son como los cuervos que vimos. ¿Una señal más en el camino?-forzé una sonrisa y después volví a mi silencio.

Mi ya de por sí gris humor no hace más que acrecentarse con el devenir de los acontecimientos.

- Todo esto no me gusta. - digo sin más. Demasiadas cosas extrañas sin una sencilla explicación.

Después de escuchar lo que tenían que decir sus compañeros y, sobre todo, la dama Jorunn, Thorgrimm sólo se encogió de hombros y siguió mirando al fuego.

Él creía, que era un error subestimar a posibles mensajeros de los Dioses, sólo por no tener forma humana, pero no iba a poner en duda las decisiones de la hija del jarl. No se había ganado un puesto en este viaje precisamente por su cerebro o por sus conocimientos de las leyendas o del mundo de los Dioses. Ya había otros en el grupo encargados de pensar. Y por Odhinn que entendía y compartía las ganas del resto por regresar al hogar y abandonar cuanto antes estas tierras lejanas y extrañas.

Sin tener nada más que añadir a la conversación, el berserkr se unió al cansado silencio de los demás.

Iba a hablar, pero el resto ya lo hace por mi, así que me encojo de hombros y continúo en cabeza del grupo, ahora mucho mas atenta a huellas de animales o posibles emboscadas, no sabemos si esa lanza tiene más pruebas o guardianes.

Me sumo en el silencio e intento ir en sigilo, vigilando el viento, atenta a donde pueda llevar el olor. Hay que volver al barco sin más cosas raras...