Sigo de cerca a Jorunn mientras voy rumiando mis pensamientos.
-Necesitamos hablar con un godi de Odhinn, pues creo que esa pueda ser una de sus lanzas.- No digo más, pues no soy ducha en el tema. Creo recordar que hubo varias armas que los dioses dejaron en la tierra para que las empuñasen mortales que fuesen merecedores de ese honor. La lanza de Odhinn, la daga de Loki, y la espada de Tyr...
La orden de volver a casa no necesitarían dársela dos veces. La cercanía de la bruja no le hacía ninguna gracia a Thorgrimm y no veía el momento, de alejarse de ese lugar. Habían completado esa parte de la misión con éxito. Tenían un arma, un regalo de los Dioses, que les daría cierta ventaja en la batalla, que estaba por llegar. Ahora tocaba regresar.
Sin volver la mirada atrás en ningún momento, el guerrero abandono la cueva siguiendo a las mujeres.
Sin decir nada más me dispongo a seguir a nuestra lider atento a todo lo que pase a nuestro alrededor.
No me hacía gracia pensar que uno de nosotros moriría por efecto de la lanza así que decidí dejar de pensar en ello. Al fin y al cabo cuando los Dioses llamen a mi puerta estaré preparado para partir.
Sigurdr guardó silencio enfrascado en sus pensamientos, pero procurando dar una sensación de normalidad a pesar de la extraña experiencia que había vivido.
Atendiendo a las órdenes de Jorunn, a quien apenas se atrevía a mirar al rostros como poseido por un extraño sentimiento de pudor totalmente ajeno a sus costumbres habituales, se puso en marcha con la vista baja y la mano en el pomo de la espada sin cuidarse de arrebujarse en la capa.
ESCENA PRIMERA FINALIZADA
Continuación en la escena Una señal de los dioses