Por aquí iré poniendo los personajes pregenerados, prefiero que utilicéis el mejor método que queráis, si queréis escogerlos por orden de primeras peticiones o al azar (tirada de dados, ejemplo al número más bajo).
También doy la oportunidad de que si ninguno de estos personajes os convence, poder haceros uno a vuestro gusto, la creación de personajes es sencilla y no supone tampoco una ardua tarea.
Sigurdr Ivarsson
Arquetipo: hirdman
Los reinos del norte que me han visto nacer y crecer son tierras peligrosas en las que la violencia forma parte de la vida diaria de sus habitantes. en el sistema del clan, todos los hombres libres, miembros legítimos de thing y campesinos en su mayoría, llevan armas. Un día u otro tendrán que defender sus hogares o combatir si el jarl los moviliza, algo que ocurre a menudo. Muy cerca de aquí, en la vertiente opuesta de la montaña en la que se sitúa nuestro pueblo, un clan rival codicia la riqueza de nuestras tierras y las aguas ricas en peces del río. Mientras, en el bosque profundo, los lobos no son peores criaturas que amenazan a nuestras manadas; animales inmundos, engendrados en los dominios subterráneos, merodean en la linde de la civilización, y hay noches desafortunadas en las que no dudan en cruzar el recinto fortificado para apoderarse de nuestros niños.
La mayoría de los representantes de nuestro pueblo nació con una herramienta en una mano y una espada en la otra. ¡Pero yo, como hirdman, no conozco otras herramientas que no sean mis armas! Mi hacha rompe el cráneo de mis adversarios, mi espada desafía a los enemigos de mi señor y mi escudo pintado protege el cuerpo de mis hermanos de clan. Soy un hirdman ¡un luchador de élite en un pueblo de guerreros!
Mis compañeros y yo formamos la guardia personal del señor Hrolf Knudsson. Los hirdmen somos soldados profesionales, remunerados por un rey o un jarl, y formamos una fuerza armada permanente, temible y bien entrenada en el seno de cada clan. En el campo de batalla nos conocemos inmediatamente entre nosotros gracias a nuestras armaduras brillantes y a nuestros escudos engalanados. No temo a nadie y prefiero enfrentarme a mis semejantes antes que a simples bondi. Combato por la supremacía de mi clan, por la gloria de Hrolf Knudsson y por la de mi propio nombre. Mi reputación sobrepasará pronto las fronteras de este valle. Soy un hirdman y mi fuerza brota de la palabra de mi soberano.
Ya comprendí que el destino que me espera se encuentra bajo el signo de hierro y el fuego, por lo que he escogido subir a la ola y dominarla antes de sufrir su embestida. Vivir y morir por la espada, bajo la mirada aprobadora de Odhinn, ¿se puede encontrar un sentido mejor a la existencia?
Por supuesto, la fidelidad y la honradez toman a veces caminos extraños, Mi rey me ha asignado una tarea sorprendente. Solo sueño con campos de batalla y hazañas en combate, y he aquí que me ha destinado a la protección de su hija y única heredera, Jorunn Hrolfsdöttir. Es la orgullosa y noble descendiente del héroe Kjari Espada de Rayo, y representa la grandiosidad del clan. Sin embargo, aunque el Destino parezca tenerle reservado un gran futuro, no puedo dejar de pensar que en este puesto me aleja de los combates que tanto necesito. Pero soy un hirdman y obedezco a mi señor.
Hildr Thorbjornsdöttir
Arquetipo: völva
Para mi pueblo los dioses no representan compañeros y maestros omnipresentes, sino imágenes lejanas e inaccesibles y aunque vayan ataviados con sus vestimentas divinas, también se someten a las leyes del Destino. Esto no es fatalismo, sino todo lo contrario, porque tanto en la lucha como en la realización de su destino cada criatura se revela por fin tal y como es. Tanto en el caso de los hombres como en el de los dioses.
Los observo, A unos y a otros.
Veo a aquellos que intentan oponerse para finalmente, a pesar de todos sus esfuerzos, terminar por dirigir sus pasos a donde el Destino los espera. Oigo a los AEsir y a los Vanir murmurándome al oído sus palabras, sabias o dementes. Las runas, los símbolos y las señales místicas me transmiten su voz, al igual que me permiten comprender a los hijos del futuro y el sentido oculto de las cosas.
Poseo este don, como antes mi madre, y antes de ella su propia madre. Nuestro linaje siempre ha dotado al can de sus völva. Desde que nuestros primeros antepasados decidieron establecer su colonia al abrigo de este valle fértil, mi familia, a través de cada primogénita, transmite la palabra de los dioses y enseña el sentido oculto del mundo a los hombres comunes.
Völva, ese es nuestro título: nos llaman profetisas y hechiceras cuando los augurios son buenos, pero nos convierten en brujas dañinas cuando los hilos del destino conllevan frustración o toman un camino equivocado. Mi madre acaba de morir. El jarl le ha rendido el homenaje que se merecía y ahora he sido nombrada nueva völva del clan. Voy a servir de aquí en adelante de intermediaria entre los elementos mágicos que siembran Midgardr y mi pueblo. Fui iniciada desde la infancia en los misterios y los secretos de los dioses, sé cómo hacer esas profecías que tanto les gustan y cómo revelarles la realidad del mundo que los rodea. Las nornas me han elegido. Ellas expresan sus deseos y sus órdenes mientras yo escucho, obedezco y transmito sus palabras sagradas.
No rechazaré el papel que me han reservado, pues es mi herencia, mi don. Me gusta el respeto e incluso el temor que a veces veo en los ojos de los hombres con los que me cruzo. La vida diaria de las mujeres de los guerreros o los campesinos no será nunca la mía: los propios dioses son mis compañeros.
Un gran destino me espera: las runas son precisas. El jarl me ha pedido que le pregunte a las divinidades por su hija, Jorunn Hrolfsdöttir. El futuro de los reinos del norte recae sobre sus hombros y sobre los de aquellos que se atrevan a acompañarla a través de las duras pruebas que les esperan. Yo seré una de sus compañeras de aventura, aunque desde la noche en la que las runas me hablaron tengo miedo de volver a consultarlas de nuevo. Me he dado cuenta de que no hay nada bueno en el futuro que se dibuja ante nosotros. ¿Cómo podré vivir con esta certeza? ¿Cómo podré mirar a la cara a mis amigos y a mis semejantes sabiendo los sufrimientos a los que se van a tener que enfrentar? ¿Prevenirlos alterará el destino que se nos ha prometido? Son demasiadas preguntas. Sé tantas cosas. Pero no puedo decirlo todo. El silencio es mi último escudo.
Thorgrim Olavsson
Arquetipo: berserkr
"... Al alba solo su silueta imponente domina el futuro campo de batalla. De pie sobre una roca, alza su arma sagrada hacia los cielos y lanza un aullido salvaje en dirección a sus enemigos. Un relámpago y, después, el trueno. Es Thorr, que responde a su llamada. El guerrero siente una primitiva fuerza fluyendo en él. Todo su cuerpo se enciende con el deseo ardiente de combatir, su espíritu aúlla ante el sabor de la sangre. ¡Temblad, enemigos del clan, criaturas sobrenaturales y demonios del norte!¡Con su hacha, su furia y la fuerza divina que le da la vida, os desafía y os promete una muerte violenta! Y si su destino es que hoy tenga que caer bajo vuestros golpes, estará preparado. ¡Ya tiene un sitio esperándole en el Valhöll, sentado a la mesa de los guerreros inmortales, puesto que es un berserkr!¡El arma relampagueante, el brazo vengador, el sembrador de matanzas de Odhinn! Sus adversarios tiemblan ahora de miedo. Retroceden, vacilan. ¿Están a tiempo de huir, de escapar de la ira del guerrero oso? No, es demasiado tarde ya que el berserkr los seguiría hasta el reino de Hel, si fuera necesario, con tal de poder acabar con sus indignas vidas. Repentinamente, uno de ellos se atreve a avanzar. ¿Una muestra de valor o de ignorancia? Quiere luchar, pero solo se encontrará con la mordedura de una hoja guiada por una justa cólera.
Sí, la esencia misma de los dioses circula por Midgardr, tierra de los hombres, marcada por su huella. Han querido a su pueblo a su imagen y semejanza, fuerte y orgulloso. Pero Odhinn también ha dotado a los más salvajes guerreros de un don único. Son sus elegidos. Sacan su energía de este vínculo que los une a la vez a Midgardr y a Asgardr.
El berserkr conoce el secreto del rey de los AEsir. El aullido del espíritu que lo posee y la ferocidad del animal al que encarna hacen de él un campeón. Sabe controlar el trance que decuplica su fuerza y su sed de sangre. Ya no siente ni dolor ni fatiga. Ningún golpe puede herirlo. Nadie que no sea un loco se presenta en el campo de batalla sin temer enfrentarse a él y muy pocos adversarios pueden pretender medirse con este implacable guerrero. De pie sobre su roca, desdeñoso con sus enemigos, el guerrero oso alza su gran hacha sangrienta, que agita al ritmo del rayo como ofrenda al Padre de la victoria. El espíritu tótem de uno de los tres animales consagrados arde en él. Todos son dones de Odhinn, pero cada uno de ellos hace que el guerrero feral se asemeje a un dios. Los guerreros lobos se deben al servicio de Odhinn, el amo de Geri y Freki. Unidos, acaban con las vidas enemigas con sus lanzas en nombre del padre de los AEsir y protegen a los reyes. El jabalí está dedicado a Freyr. Combaten en jauría y nunca he visto a una línea enemiga resistir mucho tiempo a sus asaltos implacables. Pero él, guerrero oso, es un solitario. Acompaña a los hirdmen, pero no obedece otra ley que no sea la de la gloria y adora a Thorr, el hijo de Odhinn. Auténtica encarnación de la fuerza de los dioses, lleva en alto los colores de su clan. ¡Un estandarte rojo como la sangre! En ese momento, el guerrero entra en cólera. La espuma en sus labios, la rabia en el corazón. ¡Por Thorr! ¡Que empiece el combate! Hoy será un día de matanzas, el día en el que un clan desaparecerá bajo los golpes de los berserkir!..."
Extracto del relato de la batalla de Slögga de Yngwe Gilsursson, scalda del clan Kjari.
Klemet Gandalvsson
Arquetipo: thulr
Contemplo en solitario el pueblo situado en la parte baja del acantilado. Desde aquí arriba domino el conjunto del valle. Sí, incluso la casa comunal de nuestro rey, que desde aquí es un sencillo edificio entre otros que observo al este, a través de las cumbres de los árboles. Es cierto que vivo aislado en el bosque, pero este es mi dominio. Me siento mucho mejor aquí que entre los hombres del clan, esos pendencieros jactanciosos. Normalmente formo parte de la comunidad, pero la naturaleza es mi verdadero hogar. De hecho, ellos prefieren que esté aquí en vez de en su frío recinto. ¡Que allí se queden y allí se pudran! Adoro el escenario que se extiende ante mí. Las aguas resplandecientes del río, el cielo azul como un precioso joyero al sol, el tapiz verde que cubre las laderas de las colinas, las cumbres blanqueadas por la nieve al final de la primavera. Sé cómo mirar y cómo escuchar. Midgardr me habla y me enseña sus secretos cada día.
Sin embargo, el mundo de los hombres es una tierra hostil. El clima de los reinos del norte, el paisaje (con sus abruptas montañas, sus tierras salvajes y sus mares bravíos), las criaturas naturales o legendarias que allí habitan hacen que la existencia sea muy precaria. Pero la vida es como la savia de Yggdrasill, que pone a prueba cada día su energía, con la presencia inevitable de su corolario, la muerte. Están ciegos y hacen oídos sordos a este murmullo. Para mi pueblo, el thulr está a medio camino entre la sabiduría y la locura, pero aún así no dudan en suplicar mi presencia cuando se hace necesaria: un niño o una vaca enferma, una herida que se infecta, una cosecha amenazada por los insectos...Cuentan conmigo como si pudiera doblegar a los dioses a mi voluntad, pero no entienden que solo soy el servidor de Midgardr. Observo y aprendo.
Soy un thulr, un iniciado en el saber de los antiguos y puedo sacar el mejor partido de lo que me rodea. Adopto el papel de médico después de los combates o cuando la enfermedad amenaza a nuestra comunidad. Sé dónde encontrar comida en las vastas extensiones inexploradas cuando el hambre amenaza. Puedo guiar a las tropas del rey a través de tierras desconocidas o seguir los rastros de un monstruo que haya puesto en peligro la supervivencia del pueblo. También estoy muy próximo a los muertos, pues presido los ritos mortuorios, y mi magia curativa me puede servir también para echar el mal de ojo a los enemigos. Por eso me temen. Y con mucha razón. Bajan la cabeza delante de la joven völva, se inclinan ante sus palabras consagradas, pues ella es la portavoz de los dioses. En cambio yo soy el emisario de Midgardr y de los caminos de Yggdrasill. Conozco las rutas hacia los otros mundos que anidan en las ramas del gran árbol del mundo, a cuyas leyes también se someten los AEsir y los Vanir. ¿Es mi simple presencia, las runas que pesan sobre mi carácter, o acaso los cráneos que adornan mi choza lo que les recuerda que todo, incluso los dioses, está destinado a desaparecer llegado el momento? Yo así lo entiendo y sigo esta ley, pues ese es mi papel. Ahora puedo ver a nuestro jarl y a su hija, acompañados de su hirmen, que se dirigen hacia la casa de la joven Hildr Thorbjornsdöttir. Suena el cuento que llama al thing. Van a tomar una decisión importante.
Voy a preparme. Cosas terribles ocurrirán pronto y Midgardr me advierte a su manera. Estaré listo, soy su criado, aunque también estoy al servicio de mi clan. Por la protección de Midgardr y por la supervivencia de los míos.
Yngwe Gilsursson
Arquetipo: scalda
"Acercaros, no os voy a comer. ¡No puedo creer que los niños del clan Kjari se dejen intimidar por un solo hombre! Mira, pequeña, cuando pases por ahí coge esa jarra de cerveza que está sobre la mesa, tiene pinta de estar más llena que la mía. Y ya que estás, lléname el vaso. La noche ha sido larga y tengo sed. ¿Entonces, no estáis bien aquí, cerca de las brasas aún calientes y sobre estas pieles gruesas? Yo hacía lo mismo que vosotros cuando tenía vuestra edad, por la mañana me colaba en la casa comunal, por fin vacía, y soñaba con el día en el que por fin me dejaran entrar allí. ¡Comilonas y canciones!¡Sköl!Me imagino que queréis una historia...Después de todo, es lo que se espera de un scalda, ¿no? Dejadme adivinar...No queréis un cuento para niños, más bien preferís uno de esos relatos llenos de fiereza y de batallas como los que les gustan a vuestros padres, una saga con guerreros heroicos, dioses débiles y trolls crueles. ¿Me equivoco? No, por supuesto. Veamos...¡Ah!Me viene a la memoria una epopeya que..."
"...y es así como todo termina. ¡Nadie puede desviarse impunemente del camino que le trazan las normas! Vamos, niños, vuestros padres van a preocuparse y no verán con buen ojo que hayáis interrumpido las faenas de la mañana. ¡Fuera! De todos modos, estoy demasiado borracho y demasiado cansado como para seguir. ¿Y bien, pequeño?¿Por qué me miras así? ¿Acaso me ha crecido una horrible nariz de troll durante la noche? ¿Cómo dices? ¿Quieres ser como yo? ¿Un scalda? ¿No sueñas con espadas mágicas y con batallas como tus compañeros? ¿Te imaginas lo que eso significa? No, obviamente. Los reinos del norte engendran pueblos de guerreros y la voluntad y la fuerza de los dioses trazan nuestros destinos. El hierro, el fuego y el hielo son nuestro legado y símbolo de nuestra fuerza. Pero voy a revelarte un gran secreto: las hazañas de los guerreros no se convierten en leyenda hasta que un scalda decide que merecen ser contadas. Sin nosotros, a pesar de todas sus baladronadas, no son más que unos camorristas bocazas, con la reputación tan reducida como la virilidad que ocultan bajo sus calzones. Nosotros los scaldas forjamos las leyendas. Somos los guardianes de la tradición oral. Tienes que saber también que la palabra de un scalda es sagrada y que los jarl utilizan nuestro talento como oradores para que seamos sus emisarios y embajadores ante los otros clanes. Si quieres convertirte en un scalda, deberás encontrar a un maestro que te enseñe los talentos del narrador y del músico, el arte del poeta y del actor. Sabrás interpretar las sagas épicas de los héroes, así como la vida edificante de los dioses. Pero necesitas también un don: el de soñar y compartir ese sueño. Una bonita voz, una cara afable, el sentido de la adulación y una buena dosis de irreverencia también te servirán, créeme.
A veces, hay que partir en busca de aventura y seguir a un héroe para magnificar sus proezas. Ahí tienes, por ejemplo, a Jorunn... Confía en mi olfato. En cuanto me despeje, será un placer para mí seguirla a todas partes. Estoy seguro de que el futuro les reserva a ella y a sus compañeros aventuras que merecerán ser narradas. No querría perderme eso por nada al mundo y ni siquiera el Ragnarökr podría retenerme... Pero tú sueñas con leyendas, lo leo en tus grandes ojos que miran más allá del fin del mundo. Lo ves como los dioses así lo han querido y no como los hombres lo perciben, ¿verdad? Sí, seguramente podrías ser un scalda aceptable si encuentras a un maestro que esté dispuesto a tomar como discípulo a un mocoso como tú. ¿Quién? ¿Yo? ¡No cuentes con ello! Bastante tengo con ocuparme de mí mismo. Además no estarías seguro conmigo. Escucha...quizás...si sobrevivo a las aventuras a las que me he de enfrentar, volveré para contártelas a ti primero. Si tienes el don, a lo mejor le puedes sacar partido a eso. ¡Venga, déjame ya! Tengo sueño. Voy a reunirme con los dioses en mis sueños. A menudo allí me inspiran mis mejores historias".
Jorunn Hrolfsdottir
Arquetipo: noble
No me gustan esas miradas fijas en mí. El silencio que se ha abatido sobre la casa comunal de mi padre es más elogioso que los discursos encendidos de Yngwe Gilsursson, nuestro scalda. Todos me observan con atención en cuanto ocupo mi lugar. Temen, o quizás esperan, ver cómo me debilito. Que se relajen y se traguen su suficiencia. Avanzo entre ellos con la frente bien alta y con el porte orgulloso que corresponde a mi rango y a mi nuevo status. Soy la hija de Hrolf Knudsson, su única hija, y el destino del clan Kjari pesa sobre mis hombros porque así lo quieren los dioses. No fallaré. Ni a mí misma, ni a mi clan. En medio de este silencio, me coloco en el lugar que se me ha reservado a partir de ahora junto al rey. Me siento al fondo de la casa comunal y contemplo la asamblea reunida aquí esta noche: hombres libres, hirdmen, mi pueblo. La guardia real ha vacilado al verme entrar. ¿Deberían escoltarme hasta el palio como se hace con un jarl? No les he dado tiempo a tomar una decisión y he cruzado la sala con un paso algo más confiado de lo normal, pues no puedo dejar traslucir mis dudas. Ahora no. Aquí no.
Mi padre posa afectuosamente su mano en mi brazo. Su contacto quema mi piel helada. Me sonríe, pero veo inquietud en sus ojos grises y pálidos. Su barba y su largo cabello se engalanan con mechas blancas, está cansado. Le devuelvo la sonrisa y recupera la compostura. Recobra la grandeza que hace de él un gran líder, temido por todos nuestros enemigos. Toma su cuerno de beber y se levanta. Su voz grave resuena bajo el techo arqueado. "¡Bebamos! ¡Por la sabiduría de Odhinn!¡Por mi hija, Jorunn! ¡Por el futuro del clan Kjari! ¡Sköl!"
Acto seguido todos se levantan y lo repiten a coro, más o menos convencidos. La sangre de Kjari Espada de Rayo corre por mis venas, pero la mayoría de los aquí reunidos no ven más que una cosa: una cara demasiado fina, una piel demasiado blanca y curvas bajo el vestido. Por supuesto, nuestras leyes no hacen diferencias entre los hombres libres, pero todos hubieran preferido que mi difunta madre trajera al mundo a un muchacho. Toda la confianza de mi padre no puede compensar esto. Esa es mi herencia. Pertenecer a la aristocracia de los reinos del norte otorga más responsabilidades que privilegios.
Para mí, los dioses han sido justos. El thing quería designar un posible sucesor para el señor que envejece. Su brazo aún es fuerte, pero los años pasan y hacen que cada día su cansada silueta se desplome un poco más. Hrolf nunca ha ocultado su deseo de mantener a su linaje en el trono. Por ello, ¿cuántos soñaban con casarse conmigo para heredar el título? Hubieran preferido una elección que seguramente habría provocado disensiones en el seno del clan.
El jarl escogió otra vía: pidió que los dioses decidieran. Hildr Thorbjornsdöttir fue la intermediaria de la voluntad del Destino. Las runas hablaron y revelaron la elección del padre de los AEsir. El clan Kjari sobrevivirá a través de mí. Yo reinaré, pero el clan pagará el precio de la sangre. La carga de sus miradas pesa sobre mí. Expresan tanto duda como temor, odio o veneración. Rezo a los dioses para poder estar a la altura de mi destino, el que tenga que ser.
Oh, Hildr, mi amiga de la infancia ¿podrías estar equivocada? Solo traduces palabras que no se pueden comprender, pero sabes bastante más que nosotros, sientes la tormenta que está a punto de desatarse. ¿Era eso lo que querías que supiera cuando afirmabas que hoy comenzaba una nueva era? ¿Será la de los héroes?