Tirada: Manipulación + subterfugio
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¿Posteo o viene alguna descripción? o.o
No. Miente. También, también él miente. No le quieren por eso. No le buscan por eso.
¿Y entonces? ¿Qué buscan, qué es lo que quieren de Uberto entonces?
"Quieren la sangre", fue lo que dijo él, cuando venían.
El príncipe parece meditar la explicación de Jack unos segundos, sin mostrarse demasiado convencido.
-Eso ya lo he oído antes de vuestra boca, Jacob Arkwright, y de ser cierto seré el primero en aplicar el rigor de nuestra ley sobre el prisionero. Pero no habéis aportado ninguna prueba de lo que decís, -en ese momento, Uberto esboza una sonrisa-, ni habéis explicado por qué habéis capturado también a ése otro prisionero...
Mira a Alejandro.
-Disculpadme, no sé cómo os llamáis...
Miro al Príncipe con un movimiento brusco de la cabeza. ¿Acaso no se ha dignado a escuchar mi nombre?
—Mi señor, soy Alejandro de Zucchi. En Aragón me conocen como Alejandro de Nápoles por ser de estas tierras —aunque parece que haré una pausa, continúo hablando sin dar tiempo a réplica alguna—. Precisamente, el hecho de mi captura es otra cosa que tampoco me explico.
Miro al tal Arkwright... ¿No será él el rey negro?
—¿No será que este extranjero quiere nuestra cabeza y nuestra sangre para algún oscuro objetivo?
-Me temo que tu resultas totalmente insignificante al lado de este pecador. Aun así, creo que yo tampoco se porqué te han atrapado. Seguro que la explicación no se demora demasiado. Miro a mis hermanos sin tener ni idea de quien es ese prisionero tan parlanchin.
¿Insignificante? Está claro que no tiene idea de quién soy.
—Con total seguridad soy tan insignificante como pensáis, mi señor extranjero.
Le hago una pomposa reverencia, y luego me dirijo al Príncipe con una amable sonrisa, esperando su intervención.
Aletheia carraspea y dice, indecisa:
-Bueno, él... lo cierto es que él sólo...
Cedric de Cornualles le dirige una mirada reprobadora.
-Basta, Aletheia. El motivo por el que Alejandro de Zucchi está aquí es porque yo se lo he pedido. Desconozco cuál es su relación con Uberto, pero no creí prudente dejarlo libre, en esa situación. Será interrogado, y cuando explique convincentemente sus motivos para hallarse en compañía tan poco recomendable, será liberado...
El príncipe alza una ceja, molesto.
-¿Será liberado? Mi señor Tremere, creí que el príncipe de esta ciudad era yo, y no vos. Supongo que me equivocaba.
Mira a Uberto, con recelo.
-¿Y bien, qué tenéis que decir a las acusaciones que se os hacen? ¿Y quién es este individuo, y qué relación tiene con vos?
Uberto sonríe afiladamente. Parece un bufón. Uno muy astuto.
-No tengo nada que decir, señoría, salvo lo que vos habéis bien dicho. No se ha aportado ninguna prueba sobre estas acusaciones. Que yo sepa. -Sus labios se curvan aún más-. En cuanto a éste, es sólo un vagabundo. Lo encontré en la calle. Le gustó el sonido de mis cascabeles y desde entonces no he podido deshacerme de él...
-Por supuesto, mi querido bufón. Al que vos denominabais discípulo a pasado a ser un mero vagabundo. Eso a pesar de que su clase social es con seguro mucho mayor que la vuestra. Por supuesto. Cabeceo ligeramente para subrayar mis palabras.-Ahora, si me permitís, es hora de que vaya a buscar a los testigos de tan desagradable suceso. ¿Me dais su beneplácito? Miro tanto al Príncipe como a Cedric de Cornualles.
Me parece mal que hayas chivado mi clan a Alejandro. Iba a usar esa ventaja a mi favor.
Lo siento mucho, pero tú mismo se lo has dicho al príncipe, y él no tiene motivo para callarlo. Y, por otra parte, a Uberto y a Alejandro les han reducido por medio de Taumaturgia -de manera bastante espectacular, por cierto ;)- así que una pequeña idea del clan de sus captores ya tiene. No obstante, la mayor ventaja de un gran manipulador no suele ser ocultar quién es, sino qué es lo que quiere...
Una mirada algo ofendida se escapa hacia mi sire, viendo con qué facilidad me adjudica la etiqueta de vagabundo. No obstante, vuelvo a mirar al Príncipe con normalidad, impasible ante aquello de lo que se les ocurriera acusarme.
El príncipe asiente.
-No me gusta la idea de esperar para poder solucionar este asunto, pero no veo otra manera de impartir justicia de manera equitativa. Vos, Jacob Arkwright, ya que mostráis interés en traer testigos, podéis encargaros de encontrar las pruebas que buscáis. Los señores Uberto, Alejandro y vuestros dos compañeros serán mis huéspedes, mientras tanto. Y cuando digo huéspedes quiero decir que no toleraré ningún tipo de agresión bajo mi techo...
Mira larga y gravemente a todos los presentes, antes de continuar.
-Maestro Arkwright, signori Uberto e Alejandro... tenéis dos noches para preparar vuestros alegatos, reunir esas pruebas y encontrar testigos que las avalen. No más.
Si queréis añadir algo a las palabras del príncipe hacedlo ahora. Si no, vuestro próximo post puede ser un resumen de vuestras actividades durante las dos noches siguientes (por supuesto sólo para el director, no hace falta que desveléis vuestro juego... todavía...); creo que no es preciso que roleemos esas noches, con el "juicio" en sí ya nos vale, que si no este preludio se va a convertir en una saga... ;)
Me llevo aparte a Cedric y le pregunto por donde está la capilla Tremere de la ciudad. Al Príncipe le pido si puedo llevarme a Aletheia conmigo.
Enseño la caja de fichas que llevo.
—Por Dios, pero si me han cogido aún con las fichas del juego en la mano, que estaba tranquilamente pasando el rato... —me sorprende que, de pronto, tenga que preparar un alegato—. En fin, así será, señoría, si queréis un alegato, lo tendréis, pero creo que debería estar ya claro.
Sonrío con suficiencia.
—Pero haré como digáis, para no daros lugar a duda.