Partida Rol por web

Konrad se limitó a asentir y seguir a las hermanas de batalla en su carrera, pero tan pronto como giraron una esquina, el piloto tomó la cabeza del grupo y empezó a guiar a Aurelia y las otras.

La carrera no duro demasiado, y tanto Eva como Aurelia sabían de sobra que sin Konrad habrían tardado varias horas lo que el Barón había conseguido en unos veinte minutos.
Las sororitas tenían un mal palpito, como que algo malo, algo oscuro se avecinaba... una simiente podrida estaba apunto de germinar, ese olor almizcle en lo más hondo de la pituitaria, esa nausea asomando por la boca del esófago... algo turbio.

Otro recodo girado, otra puerta abierta y en aquellos niveles, donde la nave parecía más un pecio abandonado se encontraron con la sala que Isabella les había indicado. Pasos metálicos, armas preparadas por cualquier eventualidad y cruzaron la puerta que se abrió nada más percibir su presencia...

Unos soldados, con armaduras y mascaras perturbadoras miraron sin expresión a las hermanas que entraban en tropel... eran seis, más dos más que arrastraban el cuerpo inerte de Isabella; todos se giraron, presionaron las culatas contra sus hombros y activaron sus rifles - ¡Alto! ¡Contra la pared! - gritó uno que portaba galones de sargento. Ninguna de las cuatro había visto eso nunca, esas vestimentas parecían extrañas y poco habituales en los cuerpos armados del Imperio - No lo repetiré ¡Contra la pared! ¡Las armas al suelo! - la voz del sargento sonaba ruda y dura, sin dar pie a ningún tipo de negociación...

Irelia y Senya apuntaban a aquellos hombres con sus bolters, dedos en gatillos y armas amartilladas... listas para escupir muerte a aquellos que no parecían respetar la cadena de mando... pero solo Aurelia y Eva tenían la ultima palabra. Konrad también les apuntaba, se mostraba recto y recio, de lado, mano derecha extendida y la izquierda recogida sobre su espalda, más bien parecía un caballero duelista que un piloto, pero inequivocamente se mostraba firme y al lado de las agentes inquisitoriales.
 

Parecía que la situación se encontraba en tablas...por el momento.-¡Sargento!,-la voz de Aurelia sonó claramente fuerte, vibrante, sin el menor atisbo de vacilación o duda.-Soy la hermana superiora Aurelia Sanctum Cordis, agente de la inquisición al servicio del Ordo Hereticus, hermana sororita e hija del sagrado Emperador.-El bolter de la guerrera apuntaba sin titubear a la inexpresiva máscara del sargento, mientras la espada de energía emitía un destello azulado que se reflejaba en los azules ojos de hielo de Aurelia.-Deseo saber su nombre, rango, unidad, cuales son los parámetros y objetivos de su misión, por qué están en esta nave y....-la voz de la hermana cambió a amenazante.-quién les dio las órdenes.-    

Eva Bajó sus armas pero no las soltó. Mantenía su aburrida mirada  contra los  extraños integrantes de un ejercito desconocido. Con un bufido  se alejó uno de sus cabellos que le colgaba de manera graciosa ante los ojos.  De manera casi imperceptible, dispuso su cuerpo en una posición aparentemente relajada,pero realmente  estaba mas que dispuesta a descargar sus armas contra sus enemigos  al escuchar la orden de Aurelia.

Con el rabillo del ojo, lanzó una mirada inquisitiva a Aurelia, aguardando cualquier movimiento que dispusiese abrir fuego contra los extraños alguaciles de la nave...

La actuación de Aurelia, tratando de demostrar su autoridad a pesar de ser facilmente reconocible y la pasividad de Eva costaron caro a las hermanas. Los dos que llevaban a Isabella la dejaron caer y los otros que ya apuntaban a las hermanas de batalla abrieron fuego sin aviso alguno. La salva inicial de los enmascarados recibió una rápida respuesta por parte de las sororitas y Konrad, pero ellas habían cedido la iniciativa. El combate, si se puede llamar así no duró demasiado, ya que en unos segundos Konrad ya estaba muerto en el suelo sangrando por diversas heridas e Irelia, había sufrido un castigo severo, tan severo que cayó agonizando sobre el suelo muriéndose a ojos vista... Pero en seguida Eva, Aurelia y Senya se impusieron, su equipo superior y aguante mejorado acabó por inclinar la balanza a su favor... casi todos los soldados enmascarados estaban muertos sobre el suelo, destrozados por los impactos bolter explosivos y solo quedaba uno con vida que se arrastraba tratando de huir.

Aurelia había perdido a dos personas más, la joven e inocente Irelia y Konrad, el valiente piloto... ella podía salvar a uno de ellos si obraba un milagro, pero la situación se estaba volviendo más oscura por momentos, ellas podían presentirlo...

Un segundo, solo eso fue suficiente para que Aurelia girara el cuerpo ofreciendo un blanco menor de perfil. Solo en un segundo los azules ojos de hielo pudieron captar los movimientos de alguien que no va a rendirse. La hermana Eva lo captó de inmediato disparando ambos bolters en una lluvia purificadora de fuego y sangre.

Konrad cayó al instante, su pecho era una amalgasa de carne, tejido y fluidos corporales. Mientras disparaba su bolter, Aurelia se percató de que habían alcanzado a Irelia gravemente, era un reflejo de batalla mirar de reojo para comprobar la situación de tus flancos, aunque tu vista esté centrada en otro sitio. Eva también se dio cuenta pues respondió con mas precisión.

Los disparos se sucedían en uno y otro sentido hasta que la tormenta cesó tan rápido como había empezado. Dos bajas frente a siete, no estaba mal para tratarse de números, pero cuando esos números son conocidos siempre te sientes una perdedora. Aurelia clavó sus fríos ojos en el soldado que se arrastraba, una señal bastó para que la pesada bota de acero de Eva le aplastara la espalda impidiendo escapar.

La hermana Sororita se agachó junto a Konrad y le cerró los ojos suplicando por su alma. Luego sujetó a Irelia fuerte entre las manos y rezó una antigua letanía que memorizara de pequeña para que, en su divina providencia, el emperador tuviera a bien salvarle la vida a su hija Irelia, para que pudiera combatir en su nombre en un universo donde solo hay ¡GUERRA!.