No lo entiende mayor...no se trata de lo que yo quiera o no quiera hacer. No quiero morir, como usted insinua...y no puedo volver a casa por el momento. Entiendalo... la gente no verá lo que usted ve cuando dice que debería estar orgullosa.
La mujer calló unos segundos. Aquello que decía era verdad y había que ser obstuso para no verlo: un hombre herido era un honor...su caso era digno de lastima, que era el peor sentimiento que alguien podía sentir por una mujer, o al menos por ella. No soportaría las mradas de compasió de su familia y amigos.
Respecto al trabajo que me ofrece ni siquiera pensé que me quisieran aceptar como analista. Y, francamente...creo que si lo hace el minimo error que yo cometa será el fin de la carrera del hombre que osó incluir a una mujer en el equipo. Por otra parte que no me será necesario fingir. De hecho es ahora cuando estoy fingiendo y lo sabe. Si no estuviese afectada necesitaría que me internasen por serios problemas mentales...Además...
El tono de Daphne se convirtió en duda, como si nbo supiese muy bien si estaría bien decir lo que pensaba. Aquello era sumamente enreversado y asustaba
Señor..yo...yo quiero saber...que...que me pasó...no acabo de comprenderlo...tengo que saberlo y los alemanes estan obsesionados con "estas cosas"...No me juzgue por esta decisión. Si estuviese en mi lugar haría lo mismo.
El mayor te escucha atentamente. Dejando que expreses tus inquietudes.
Veo que está decidida y que nada que lo que diga la hará desistir.- para de hablar unos segundos, donde vuelve a beber un trago de la refrescante agua con hielo que le ha traído la secretaria.- Tenemos un trato entonces, stra. Ryan. Tráigame un contacto fiable e iniciaremos la operación Oren.- Se levanta para indicar que la reunión ha terminado.
En la explanada hay un camión, idéntico al que se supone que la trae de Reims, esperándola para llevarle al hospital du Vall de Gracê. El señuelo se perderá entre el tráfico de las calles de París y usted llegará justo detrás de ellos, inmediatamente serán trasladados a una sección de cuarentena. Nos vemos en tres días.
Te levantas y caminas hacía la puerta dispuesta a cumplir con tu misión, pero justo antes de salir el mayor vuelve a hablar. Y Daphne, no se preocupe por mi carrera. Cuando llegas a cierta edad, saber que estás haciendo tu trabajo lo mejor que puedes te importa más que un posible ascenso.
Daphnese giró sorprendida y lanzó una mirada de sincero agradecimiento al mayor. Raras veces en aquel oficio se molestaban en tratar a la gente de un modo tan "familiar" como llamarles por el nombre y la joven agradecía aquello mucho más que cualquier otra cosa que hubiese podido decir. Eran aquellos minúsculos detalles lo que la hacían ver que aquello merecía la pena. Los sentimientos se agolpaban y no sabía muy bien que responder por lo que la chica decidió finalmente comenzó a dejar brotar las lágrimas en silencio: el teatro había terminado.
Muchisimas gracias...
Con la rapidez que la permitía su estado y el mareo la joven se dirigió hacia el camión que la llevaría al hospital. Tenía una tremenda sed, pero no quería llegar al hospital con signos de haber bebido agua.
Como dijo el mayor, un camión te recogió dentro de la embajada y te llevó al hospital militar sin perder un minuto. En cuanto paró en los jardines, un equipo de personal médico equipados con máscaras respiratorias rodeó el camión y tumbándote en una camilla, te llevaron a toda velocidad por mitad del hospital hasta una aséptica sala de blancas paredes y cinco camas de hierro pintadas también de blanco, donde, dijeron, mantenerte en cuarentena sin permitirte decir esta boca es mia.
Habías supuesto que, lógicamente, los hombres serían trasladados a una habitación y las mujeres a otra, pero parecía que las monjas eran atendidas en otras dependencias, pues estabas completamente sola. Hambrienta y sedienta, aunque mucho más cansada y agotada tanto física como mentalmente te abandonaste a un sueño intranquilo a los pocos minutos de permanecer en aquella habitación.
Despertaste cuando alguien abrió la puerta de la habitación. Fuera seguía siendo de día.
Buenos días Daisy, lleva durmiendo casí un día entero, debe tener hambre.- te dice al verte despierta. Camina hacía una mesita que hay cerca de tu cama y deja la bandeja con un plato de sopa, un vaso y una botella de agua que lleva en la mano.- ¿Cómo se encuentra?
No...no tengo mucha hambre—mintió la mujer encogida y con los ojos enrojecidos fijos en la pared. Evitando mirar al hombre a la cara se movió lentamente para cambiar la posición antes de hablar con un tono que reflejaba claramente lo contrario. Si...estoy bien...Tenía la esperanza de que esto fuese un sueño...o drogas...o algo...pero es real ¿por qué?
Las lágrimas comenzaron a aflorar por los ojos de la chica,que realmente se sentía desesperada en aquel momento. Ahora que el mayor y los soldados estaban lejos podía desahogarse.
¿AMBRIENTA?¿AMBRIENTA? Tu si que tienes hambre XD
El caso es que al escribirlo, me ha parecido raro y he probado varias posibilidades como anvrienta y hanvrienta, pero me sonaban peor y he dejado la primera opción.
La operación para reimplantarte los ojos que te has debido sacar corre de mi cuenta. XD
¿pueden ser bionicos?¿Y púrpuras?
Miente usted muy mal señorita Kaplan.- te dice el doctor.- Mucho me temo que es completamente real. Mientras dormían hemos estudiado lo ocurrido con su brazo con la pierna de Claypole. No hay explicación médica que pueda justificar mínimamente como pudieron sufrir estas heridas. Si no fuese por el insidioso ateísmo que se está implantando poco a poco entre mis colegas del colegio de médicos, mi informe hablaría de actos del mismísimo diablo.
El doctor coge una silla y se sienta a tu lado.- Es normal sentirse abatida y destrozada en este momento. Lo he visto muchas veces, demasiadas. He tenido que amputar miembros a jóvenes soldados que estaban en la flor de la vida y sé que es muy duro. Pero escúcheme, su vida no acaba aquí, tal vez ahora se lo parezca, pero créame cuando le digo que no es verdad.
Tómese la sopa, no le hará ningún daño y descanse un poco más. Voy a dar orden de retirar la cuarentena.
Púrpuras bien, biónicos no que se me salen del presupuesto. XD
¿Le han amputado alguna vez un miebro doctor? Ya no podré seguir ejerciendo ni, dicho sea de paso ejerciendo ningún otro oficio. Ahora no sere más que un parasito de mi familia toda mi vida. Y todo por algo que no comprendo y que nadie puede o quiere explicarme. —Daphne negó con la cabeza— Seré una carga doctor...y eso me duele mas que cualquier otra cosa.
Las palabras de la joven eran completamente sinceras, tanto como el agradecimiento por las últimas palabras respecto a la cuarentena. Finalmente y, tras la insistente mirada del doctor la chica atrajo hacia si la bandeja movil con sú única mano. El plato tambaleó unos segundos en el aire mientras la mujer sudaba por el esfuerzo y la tensión hasta que finalmente lo consiguió dejar frente a ella. Coger la cuchara y llevarla a la boca la supuso un esfuerzo extra las tres primeras veces pero conseguía hacerlo sin derramarlo.
¿Significa eso que...que podré salir de esta habitación? No quiero ver a nadie pero me gustaría tomar el aire.
Motivo: destreza(lo mismo que esquivar)
Tirada: 1d100
Dificultad: 84-
Resultado: 41 (Exito)
No, gracias a Dios nunca me han amputado un miembro. - Dice secamente.- Pero he visto a soldados que han perdido las dos piernas con mucho más animo del que usted tiene en estos momentos habíendo perdido solo el brazo izquierdo y quedándole el derecho con el que poder hacer muchas cosas.
De pronto se calla, se ha dado cuenta de que esa no es la mejor forma de tratar a una persona que ha sufrido un shock traumático y cuando vuelve a hablar lo hace con un tono más calmado.
Usted no será una carga para su familia, tal vez ahora no ve todo negro, pero poco a poco se dará cuenta de que hay luz al final del túnel, ya lo verá.- Se marcha, no sin antes decirte.- Si se encuentra bien esta misma tarde podrá salir de la habitación para darse una vuelta.
Has pedido el brazo izquierdo. Las cosas que hacías con las dos manos tendrás que aprender a hacerlas de nuevo, pero las cosas que hacías con la derecha como comer, escribir, pasar las hojas de un libro o disparar una pistola puedes hacerlas sin necesidad de tiradas.
Con la caberza gacha la enfermera esperó a que el doctor abandonase la habitación antes de volverse a recostar. No obstante no se sentía cómoda, se aburría y no dejaba de pensar en serpientes...aquellas dichosas serpientes humanoides. Daphne nunca había temido a ningún animal; los veranos cuando era pequeña había jugado mucahs horas en el campo e incluso había cogido ranas, culebras y arañas para asustar a su madre entre los gritos infantiles de alegría por asustar a una figura de autoridad. Sin embargo ahora pensar en aquellos seres la hacía sentior un potente escalofrío en la espalda. ¿Cómo era posible todo lo que había ocurrido? ¿Cómo? No....era demasiado.
No habían pasado ni treinta minutos cuando la mujer se levantó de la cama para dar vueltas por la habitación. no había forma de contactar con el resto y estaba francamente preocupada. Tampoco había ni rastro de sor Madeleine...esperaba que la hiciese una visita pero no había sido así. Sumida en una profunda tristeza contempló con la mirada la habitación vacia, no había nada que hacer, libros que leer, radio que escuchar ni tan siquiera una ventana por la que mirar. Solo tiepo para pensar y la mujer sabía perfectamente que si tenía mucho tiempo así acabaría pensando en lo ocurrido, por mucho que tratase de pensar en otra cosa.
Sola en tu aséptica y completamente vacía habitación los minutos se convierten en horas. Aunque tu ventana se pueden ver los jardines, los enfermos dando lentos paseos acompañados por alguna monja o sentados sobre los bancos de piedra pronto dejan de distraerte.
Sin querer, tu cabeza vuelve una y otra vez a aquellos túneles, preguntándote que diablos era lo que había allí abajo y si ha merecido la pena perder tu brazo por descubrirlo. Solo te reconforta saber que gracias a tu ayuda, los veintisiete soldados supervivientes de la división rainbow han evitado su cita con el pelotón de fusilamiento que les había concertado el mayor Smith.
Sabes que estás bordando el papel de mujer deprimida, angustiada y depresiva que te asignó el mayor Leighton, aunque desgraciadamente, hay muy poco de actuación en los lúgubres sentimientos que ahora mismo te embargan.
Perdida en tus pensamientos la puerta de tu habitación vuelve a abrirse, levantas la cabeza y reconoces una cara conocida.
Nos vamos a otra escena. Es más fácil ocultar la información cuando solo hay una única persona en la escena.