Partida Rol por web

Meria había hecho llamar a su hijo desde que las primeras luces comenzaron a brotar. Tenía algo importante que decirle y no quería esperar para hacerlo. Lo estaba esperando en una de las torres con la mirada puesta en el horizonte. Cuando se percató de la llegada de su heredero no apartó la mirada. -El viento está cambiado, pero está lleno de oportunidades. El caos es una escalera Nymor. Pero debemos ser los primeros en subirla. 

Al terminar de decir eso giró y miró a Nymor directo a sus ojos. -Se acerca un Concilio de Reyes, aprovecharé esa excusa para analizar la situación con la Tormenta y el Dominio. No me gusta tener dos posibles frentes y prefiero encargarme de uno a la vez. El Dominio tiene mucha riqueza, pero la Tormenta tiene mejores soldados. Si conseguimos que uno de ellos nos apoye contra el otro nuestra victoria será segura. Pero si permitimos que los dos nos ataquen, la sangre teñirá la arena. La ágil mente de Meria analizaba todos los escenarios posibles a una velocidad impresionante. 

Tocó el hombro de su hijo y luego lo sujetó con fuerza. -Tú eres la lanza de Dorne Nymor, pero por el momento necesito que seas su escudo. Debes ir desde aquí hasta nuestras fronteras mejorando sus defensas. Yo me encargaré de avisar a nuestros vasallos, así cuando llegues tendrás suficientes hombres para afrontar lo que sea. Mientras tanto, me encargaré de mantener las arcas llenas. La paz en Poniente está por acabar y eso nos va a costar mucho, pero cuando cuando la noche acabe el sol brillará más alto que nunca. 

El heredero al trono de Dorne se apersonó ante su madre ataviado con la armadura que solía vestir.

-Poco sé de los soberanos del norte madre, pero tengo absoluta seguridad en que podrás con ellos -dijo firmemente-. ¿Estás segura que la guerra viene por nosotros?

El hijo de Meria se notaba preocupado ante los pensamientos de la Princesa de las Arenas, pero en cuanto esta le dijo que hacer, no puso reparo alguno.

-Haré lo que me pides -respondió.